domingo, 4 de septiembre de 2011


17. Los científicos prolongan la creatividad de Dios: Ecli 38, 1-15 



    Honra al médico por los servicios que te presta, también a él lo creó Dios. El Señor ha creado medicinas en la tierra, y el hombre prudente no las desprecia. Él es quien da a los hombres la ciencia. En tu enfermedad no te desanimes, sino ruega al Señor, aleja tus faltas y purifica tu corazón de todo pecado. Luego recurre al médico, que no se aparte de tu lado, pues lo necesitas. También ellos rezan al Señor para que les conceda aliviar el dolor, curar la enfermedad y salvar tu vida. En el s II aC, Dios a través del sabio Ben Sirá, establece la relación entre la fe y la razón; entre la teología, la filosofía y la ciencia. Son conocimientos distintos pero inseparables, pues en uno conocemos por la razón natural, y en otro por la fe divina; y porque aparte de lo que podemos alcanzar por la razón se nos proponen para creer misterios escondidos en Dios, que si Él no nos los revelara, jamás pudiéramos conocerlos. 
    Y aunque la fe, esté por encima de la razón, sin embargo ninguna verdadera contradicción puede jamás darse entre la fe y la razón. Vaticano I, Hün. 3015-3017 Separar razón y fe lleva a dramas personales e históricos. Es ilusorio pensar que la fe sin el razonamiento pueda tener mayor incisividad o fuerza, al contrario, cae en el grave peligro de reducirse a mera fantasía, esoterismo o superstición. Ni sólo los médicos ni sólo Dios, primero Dios y luego los médicos, ambos necesarios. Carl Sagan +1996 publicó El mundo y sus demonios, la ciencia como un candil en la oscuridad, contra la pseudociencia y contra el oscurantismo. 
     Uno de los recuerdos más sombríos de mi niñez y adolescencia es la poliomielitis o parálisis infantil, muy contagiosa por via oral o nasal entre los 4 y 15 años, afectando el sistema nervioso central. En su forma aguda causaba inflamación en las neuronas motoras de la médula espinal y del cerebro y llevaba a la parálisis, atrofia muscular y deformidades monstruosas. En el peor de los casos producía parálisis total o la muerte por paralización del diafragma. Nuestros padres no nos dejaban salir, se cerraban los colegios y el espectro de la muerte caía sobre miles de niños. Hasta 1955 la poliomielitis era el problema de salud pública más peligroso de EU. Las epidemias anuales eran devastadoras; en 1952 de los 58.000 casos reportados, 3.200 fallecieron y 21.300 quedaron afectados por la parálisis. La reacción pública era similar al terror ante una plaga mortal insuperable. 
    El científico americano, Nobel de Medicina, John Franklin Enders, 1897-1985 empezó a luchar contra la Polio en 1949, al hacer crecer los virus en laboratorio dentro de tejidos. Basándose en esa técnica el epidemiólogo Jonas Edward Salk +1995 desarrolló una vacuna inyectable y tras las pruebas clínicas que mostraron que su seguridad, en 1955 se empezó la inoculación. La vacuna Salk, como hoy se la conoce, va al torrente sanguíneo. En 1964 se autorizó otra vacuna desarrollada por el judío polaco Albert Bruce Sabin +1993 A diferencia de la vacuna de Salk, ésta se administraba por vía oral hacia el intestino, por lo que muy rápido la vacuna Sabin Oral sustituyó a la de Salk, quien murió en 1995 investigando otra vacuna contra el SIDA. 
    En 1988 la OMS emprendió un programa mundial de erradicación. Al iniciar la campaña la polio dejaba paralíticos todos los días a más de mil niños, en 2001 hubo mucho menos de mil casos en todo el año. Hoy sólo está activa en 4 países y se espera erradicarla del planeta en dos años. Será la segunda enfermedad eliminada después de la viruela. 
    No tuve acceso, como millones de otros niños, a las vacunas contra la Polio, ya éramos grandes cuando llegaron, pero nos salvamos. No me salvé, sin embargo, de la tuberculosis que me contagiaron los soldados que regresaban de la 2º guerra mundial y que, aún cuando hoy es curable, mata por año a 1 millón y medio de personas. 
    La lista de científicos grandes y pequeños, con conciencia ética, a quienes estar agradecidos, es enciclopédica. A Fleming por la penicilina, a Edison por la lámpara incandescente, a Marconi por la telegrafía, a Gutenberg por la imprenta, a Franklin por el pararrayos, a Marie Curie por el radio y el polonio, a Jobs por Apple. Bendito sea Dios Amor por su creación, las tecnociencias y la fe, así la creatividad del Señor se continúa en ellos. Es triste que todavía haya cristianos que digan, si vas al médico es que no tienes fe en que Dios te curará. Lo contrario es la Verdad, voy al médico porque tengo fe en la Palabra de Dios. Ruego al Señor, purifico mi corazón y recurro al médico. La racionalidad pertenece a la esencia del cristianismo y quien la reprime se opone a la dimensión misma de la fe que busca la inteligibilidad que le dio el Verbo en este tiempo irreversible que es Historia de liberación sanadora. 



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