domingo, 4 de septiembre de 2011

9. El Resucitado nos enseña a convivir: Tit 3, 1-3




    Recuerda a todos que respeten a las autoridades, que no injurien a nadie y sean amantes de la paz, que sean benévolos y demuestren una gran humildad con todos los hombres. Porque también nosotros antes éramos insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de los malos deseos y de toda clase de placeres, y vivíamos en la maldad y en la envidia, siendo objeto de odio y odiándonos los unos a los otros. Dios nos muestra cómo puede ser difícil convivir en el gozo fraterno y nos da caminos, de razón y fe, para educarnos en la convivencia y aprender a relacionarnos bien con educación que erradique vicios, formación que plante virtudes, y transfiguración en el espacio teológico del esplendor del Resucitado.
    Infectados con una cultura de aislamiento narcisista surge un modelo de ser humano sin otro punto de referencia que su propio yo. El secularismo nos cierra al encuentro con las Tres Personas de Dios, nos cuesta creer que fuimos creados en relacionalidad y más vivir su necesidad y belleza. El narcisismo se manifiesta en indiferencia, irresponsabilidad y desdén por el otro; en que mi libertad acaba donde comienza la de los demás como si no fuera más cierto que en la libertad crecemos todos unidos o no crece ninguno; y en que de peregrinos que vinculados caminamos hacia una meta, nos desfiguramos en vagabundos sin programas a largo plazo, huyendo de compromisos estables y de la fidelidad en Dios para siempre.
    El autorreferente no quiere conflictos y por eso huye de la convivencia hogareña y en comunidad. Un buen monasterio no es un monasterio sin conflictos sino un monasterio donde los interminables conflictos se aprenden a llevar y resolver bien. Si el trabajo es proporcional a las resistencias que debemos vencer; la convivencia es proporcional a los conflictos que debemos resolver. Resolverlos implica desarrollar nuestra inteligencia interpersonal y con las cosas. Lo primero está en Saber pensar con prudencia. Hay que diagnosticar el problema o conflicto con el pensar causal; hay que darle posibles diferentes soluciones con el pensar alternativo; hay que prever las consecuencias que esas soluciones traerán con el pensar consecuencial, que no es consecuencionalismo; hay que contemplar y sentir el problema desde la perspectiva del otro con el pensar empático; y hay que precisar los objetivos y medios con el pensar fin-medios pues convivir es compartir metas.
    Diagnosticar con exactitud un problema consiste en encontrar las causas verdaderas que lo ocasionan. No podemos quedarnos con vaguedades, aun pietistas; es nuestro destino, mi incapacidad genética, o Dios nos prueba permitiendo este caos. Para diagnosticar necesito ciencia, ojo clínico e información. Definido el conflicto no puedo aplicar el conformismo cobarde e indolente o la reacción violenta de embestida, ambas muestran que no tengo ninguna solución al problema. Siempre hay varias soluciones alternativas a un conflicto, sean las mejores o las menos malas, y es propio del pensar alternativo crearlas y ofrecerlas. Prever, providencia de pro-videre, no es fácil porque se trata de proyectarme al futuro imaginando cuales serán las inferencias de mis decisiones y hacerme responsable de ellas; eligiendo las más beneficiosas, menos malas o aceptables para mi persona y comunidad. La perspectiva o empatía, ponerse en la piel del otro, nos lanza a una convivencia compasiva. Pensar fines-medios en fraternidad significa precisar los objetivos de la comunidad en misión, establecer prioridades con una jerarquía de valores propia del carisma, y planificar los medios para alcanzar los objetivos, evitando que lo urgente no nos tape lo importante.
    Jesús me hace descubrir toda la belleza de los Otros distintos de mí, con quienes nos enriquecemos y embellecemos. Según la Congregación para la vida consagrada, la causa más frecuente para abandonarla es la incapacidad para vivir en comunidad. Nunca se ha hablado tanto de espiritualidad de comunión como hoy, y nunca como hoy hemos contradicho este ideal evangélico. Hay una relación directa entre crisis vocacional y perseverancia con el mal espíritu de Babel que se ha metido sustituyendo al de Pentecostés.


No hay comentarios:

Publicar un comentario