viernes, 18 de mayo de 2012

94. El Dínamo del Resucitado y el Espíritu en la Nueva Evangelización: Hech 1, 3-8


    Juan bautizó con agua, pero ustedes serán sumergidos en el Espíritu Santo. Sí, recibirán la fuerza dýnamin del Espíritu, y serán mis testigos hasta los confines de la tierra. Y Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Mt, 28, 20 Nueva evangelización es reavivar en nosotros el impulso de los Orígenes, dejándonos impregnar por el ardor de la predicación apostólica después de Pentecostés. La primera evangelización de la Iglesia, luego de la Ascensión de Jesús, comenzó el día de Pentecostés, cuando los Apóstoles, reunidos todos juntos en el mismo lugar, en oración con la Virgen, y alrededor de la Presencia del Resucitado, recibieron el dinamismo del Espíritu. La llena de gracia, que engendra a Jesús por el Espíritu, se encuentra en la vía de la predicación apostólica, en todos los caminos por los cuales los sucesores de los Apóstoles y sus colaboradores se han movido para anunciar el Evangelio.
    La nueva evangelización no significa un nuevo Evangelio, porque Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos. Heb 13, 8 Nueva evangelización quiere decir, una respuesta adecuada a los signos de los tiempos, a las necesidades de los hombres y de los pueblos de hoy, a los nuevos escenarios que diseñan la cultura a través de la cual contamos nuestras identidades y buscamos el sentido de nuestras existencias. Significa salir al encuentro del otro distinto de nosotros; de los que se han alejado de la Iglesia; promoviendo otra cultura más enraizada en la Nueva Creación; descubriendo al hombre nuevo que puede nacer en cada uno de nosotros.
    Es una tarea sobrenatural, imposible sin una nueva espiritualidad en el dinamismo Pascual de la Trinidad, para que Jesús resucitado sea el Centrum Centri de inteligibilidad, síntesis y consagración del cambio de época que nos ha tocado; sea llevado dentro de la confusa disgregación deshumanizante, y nos libere en la claridad de fragmentos unitotalizados. Una espiritualidad que perciba; en el discernimiento del copensar eclesial, ecuménico, interreligioso y de toda la humanidad; cuál es el Proyecto del Padre que guía la historia, enviándonos el lenguaje del Verbo y la potencia del Espíritu, de los cuales no somos más que signos y libres instrumentos. Dínamo en griego es fuerza, capacidad, pujanza, talento, milagro. En español es una máquina que transforma una forma de energía; gasolina, agua, aire, solar; en electricidad. El dinamómetro de Aparecida nos mostró que estamos perdiendo la gozosa vitalidad de testigos y anunciadores de Jesús para comunicar o electrificar la Luz de la Vida, de la Verdad y el Amor del Trino Dios con la Eficacia del Espíritu y el Logos de la esperanza. 1 Ped 3, 15 Hay que volver al Cenáculo de la Eucaristía y Pentecostés para recargar las Pilas.
    Las transformaciones que vivimos son escenarios que describen cambios inimaginables, y suscitan con frecuencia en nosotros aprensión y miedo. En esta situación, advertimos la necesidad de una visión que nos permita ver el futuro con alegría y esperanza, sin trágicas lágrimas de infecunda impotencia. Esta visión está en el Reino, que nos ha sido anunciado por Cristo y descripto con creatividad divina en sus parábolas. Es el Reino que ya ha comenzado con su predicación y, sobre todo, con su Pascua de muerte y resurrección. Sin embargo, a menudo tenemos la impresión de no lograr dar forma concreta a esta visión, de no lograr hacerla nuestra, de no lograr hacer de ella lenguaje vivo para nuestros contemporáneos, de no asumirla como fundamento de nuestras acciones pastorales y de nuestra vida eclesial. En este sentido se nos ha ofrecido una fórmula clave para una mistagogía presente y futura, nueva evangelización, nueva proclamación del mensaje de Jesús, que infunde el dínamo del Espíritu.
    El cuidado de la humanidad y del cosmos, el irlos conduciendo hacia su acabamiento, dependen de ese vaciarnos y descentrarnos del falso ego apegado, y dejarnos jalar por los dinamismos de desarrollos creativos del Verbo y del Espíritu, que van verificando y ungiendo la Totalidad, para que en sus procesos caminen hacia la Bondad del Padre, y no se pierdan por los vericuetos de la muerte, la mentira y el odio. Sus formas son imprevisibles. El viento impetuoso, las llamas de fuego y los terremotos no sabemos de dónde vienen ni adónde van. Jn 3, 8; Hech 4, 31 Los cobardes, los incrédulos y los idólatras fallarán en la entrega. Sólo los santos; con memorial del pasado, sabiduría del presente y planificación del futuro; se dejarán arrastrar por la Audacia impetuosa de ese Padre, de quien proceden las infinitas formas, y no cesa de hacer nuevas todas las cosas, en el Alfa y la Omega con la Fuente del Agua de la Vida. Ap 21, 5-8

jueves, 17 de mayo de 2012

93. Nueva Evangelización, un egoecosistema de silencio palabra imagen y sonido: Mc 15, 1-5



    Pilato le preguntó a Jesús si era el rey de los judíos. Jesús le respondió, tú lo dices. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo volvió a interrogar por qué no respondía. Pero Jesús ya no le dijo más nada, dejando muy admirado a Pilato. Jesús había venido del Silencio, habló y ahora vuelve al Silencio del Padre. Cristo es a la vez la Palabra Infinita hecha carne y el lenguaje, sistema de signos orales o escritos que los hombres usamos para comunicarnos. Así, el hombre unido al Verbo, es lenguaje de Dios. La verdad sobre la Trinidad no es abolida o reducida porque sea dicha en lenguaje humano. Esa verdad sigue siendo única, singular y completa porque quien habla y actúa es el Hijo de Dios encarnado, que lleva sus palabras al pléroma por el Espíritu, ambos enviados por el Padre. El Paráclito les enseñará todo, y les recordará lo que les he dicho, y con la Iglesia lo explicitará.
    La Palabra que habita en una Luz inaccesible se ha encarnado en cerebro, cuerdas vocales, pulmones, vísceras y voz. Sus discípulos misioneros seguimos siendo su Eco catequístico. Ese lenguaje de la Palabra Eterna ha tenido su recorrido en el tiempo, que nos revela su Proceso en la Eternidad y nuestro propio proceso. El Fondo divino del Verbo es el Silencio del Padre. No el silencio de la nada o del vacío, ni tan siquiera de una energía etérea impersonal, sino el Silencio de Dios, de la Persona del Padre Amante, Origen y Meta de la Trinidad y de la creación. Procedemos de ese Misterio incomprensible de ternura donde Ser y Amor se identifican, y tiene una analogía lejana en la mutua entrega matrimonial y familiar fecunda, del varón a la mujer en el hijo, que es Cantar de los cantares. El silencio de la Cruz y la muda bendición de la Ascensión gritan la elocuencia de Dios vivida hasta la entrega suprema. De ese Silencio Personal de Vida, soledad sonora y música callada, viene el Verbo, inseparable del Padre y del Espíritu, el Dínamo que impulsa a su plenitud la divinización de la creación.
    Cuando silencio palabra y crecimiento creativo se excluyen la comunicación se deteriora, ya sea porque provoca aturdimiento o crea un clima de frialdad. En cambio cuando se integran, la comunicación se desarrolla y adquiere valor y significado. El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras que hagan crecer. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro, y elegimos cómo expresarnos.
    Callando permitimos hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados a nuestras palabras. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. En el silencio se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman. La gestualidad, la expresión del rostro y del cuerpo como signos que manifiestan la persona. En el silencio hablan la alegría y la risa, las preocupaciones, el sufrimiento y el llanto, que en el silencio encuentran una forma de intensa expresión. Allí donde los mensajes y la información son stress sobreabundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil o superficial. El silencio orante y reflexivo nos ayuda a sintetizar situaciones que parecen desconectadas entre sí, a valorar y analizar los mensajes. Esto hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico copensar.
    Cuesta aprender el silencio, la palabra y el empuje creador, signados por la Pascua. Ustedes no comprenden mi lenguaje, laléo porque no pueden escuchar mi Palabra. Lógos Tienen como padre al demonio, que es mentiroso y padre de la mentira. En Mí no tienen fe porque les digo la Verdad. Jn 8, 42-47 Necesitamos un egoecosistema que armonice silencio palabra imágenes y sonidos con progreso creativo. Benedicto XVI, Mensaje Comunicaciones, 2012
    La nueva evangelización tiene que crear un nosotros humano a la luz del Nosotros Divino. Las Tres Personas no son ni género ni especie, sino al Infinito distintas entre sí, I, 30, 4 y viven en relación, entregándose vaciándose y plenificándose entre Ellas. Vivamos la Triunidad de Dios el hombre y el cosmos. Unir ego con eco, la ecología humana con la ambiental. Surgir del Amor del Silencio del Padre, tejiendo vínculos fraternales con la Palabra del Hijo, en desarrollos transfigurativos de inimaginable creatividad en el Espíritu. Planificar un mundo que lo necesita urgente al caminar hacia un Futuro imprevisible sí, pero en la Luz de la Vida.

sábado, 12 de mayo de 2012

92. Renovado servicio de la Iglesia, Hogar para todos los hombres y el cosmos: Jn 8, 12- 20



    Yo soy la Luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la Vida. Cristo dice esto en Jerusalén, durante la Fiesta de las Chozas o de la Recolección celebrada en otoño cuando se pedía la lluvia y se encendían grandes luces por el sol pleno que necesitan las cosechas. El Resucitado es la Luz del mundo que llena la Totalidad llevando la Vida. Brilla no obstante, en las tinieblas, que aunque no lo pueden vencer, no lo perciben. Y Él no se impone, sino que se propone con inmensa discreción y mansedumbre. Es la Luz de un tenue amanecer, que despierta a infinitos girasoles, con lentos procesos en cada persona, comunidad y universo. Somos niños sacudidos por las olas y arrastrados por el viento de cualquier doctrina, a merced de mi propia malicia y la malicia de los otros, con su astucia para enseñar el error. Pero viviendo la verdad en el amor, crecemos en la Totalidad hasta alcanzar el estado del hombre perfecto, en la madurez que corresponde al Pléroma de Cristo. Ef  4, 10-16
    Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. Mt 12, 50 Junto a María y la Iglesia somos madres de Jesús que se forma poco a poco en nosotros. Venimos a este mundo sin vida espiritual. El pecado original originado es esa privación, y sus efectos de ignorancia, malicia, concupiscencia y debilidad.
    Al sumergirnos en la Trinidad por el Bautismo viene a nosotros la semilla de la gracia o vida según el Espíritu Santo. Y esta semilla tan pequeña, de mostaza, tendrá que desarrollarse hasta llegar a ser un fruto maduro que admita la siega. Mc 4, 26-32; Gal 5 Para otros la línea de partida será la conversión. Como un niño pequeño formado en el seno materno, así aparece el Verbo de Dios en la profundidad del alma que ha recibido el bautismo. El alma cristiana forma en sí misma cada día más claro y luminoso al Verbo de la fe. Orígenes, Hom. in Ex 10, 3 Tú llevas a Cristo en ti mismo, cual en el seno materno, pero si no te has transformado por medio de una vida santa, no podrás llamarte madre de Cristo. Autor desconocido del S IV,  P.G 59, 605
    Mi yo o sí mismo, desarrollado y verdadero, es el Resucitado. En Él el Misterio de la relacionalidad Trinitaria, y lo desconocido de mi ser, quedan manifiestos. No obstante esa epifanía está velada por los innumerables procesos de fe y maduración espiritual que sólo Dios conoce. Mientras no sepamos entregarnos, donarnos, acogernos en relación, Jesús resucitado es el nosotros plenificado, mientras que nosotros somos Él gestándose. Hasta que vaciados, transubstanciados por el Sol de Justicia, los girasoles inclinemos nuestras corolas transfiguradas por el Fuego devorador, deseo del Infinito insatisfecho, y Cristo sea todo en todos. Col 3, 11 En su Cuerpo místico y en su Cuerpo cósmico mucho comienza y mucho llega al Pléroma, hasta que Él haga la Totalidad Nueva. Ap 21, 5
    De ahí que de los cuatro círculos que  vislumbró Pablo VI; toda la humanidad, todas las religiones, todos los cristianos, todos los católicos; en su primera encíclica Ecclesiam suam del 6/VIII/64, moriría el mismo día de la Transfiguración 14 años después; el más genial y el que necesita hoy de toda nuestra atención sea el primero. Inmenso, cuyos límites no alcanzamos a ver, que circunscriben a la humanidad y el mundo, distinto pero inseparable de la Iglesia católica, que fue pensada antes de la creación del cosmos y que abraza a todos los justos, desde Adán hasta el último elegido, que serán congregados en la única Iglesia Universal de la Casa del Padre.
   Es el diálogo mutuo entrañable y solidario en el Patio de los gentiles u Hogar para toda la humanidad y el cosmos. Podemos tener una percepción ceñida y enclenque de la Iglesia, olvidando que todo lo que es humano tiene que ver con ella, que el Papa y toda la jerarquía, como vicarios del Resucitado no somos sólo padres o amigos de los católicos sino padres o amigos de todos los seres humanos y el universo. Tenemos en común la naturaleza, la creación con sus dones y problemas. Aplaudimos todas las afirmaciones nuevas y sublimes de su genio. Dondequiera que hay una mujer o un hombre en búsqueda de comprenderse a sí mismo y a este universo, podemos estar en contacto con ellos. Dondequiera que se reúnan los pueblos para establecer los derechos y deberes humanos, nos sentimos honrados cuando nos permiten sentarnos junto a ellos. 
    Todo ser humano tiene un anima naturaliter christiana, Jesús quiere gestarse en todos y en todo. Entre Tú y yo hay un ego que me atormenta. Aparta de Nosotros ese ego. Al Hallaj, S XI Pedimos perdón por las épocas en que fuimos impositivos. Hoy la Iglesia ya no impone nada, somos propositivos, nuestra actitud es desinteresada, no hay mira política o temporal alguna. No somos la civilización del amor sino unos de sus promotores, junto a cualquier ser humano en relación razonable, objetiva y leal para construir la Paz. Paz que procede de la Justicia y de la Belleza de la Vida, la Verdad y el Amor. Los inmensos valores de la humanidad que vencen las tinieblas opuestas a la Luz. 

jueves, 10 de mayo de 2012

91. Noveno aspecto de la New Age, Cristo Agua Viva o Acuario de espejismos: Jn 7, 37-39



    El que tenga sed, venga a mí y beba el que tiene fe en mí. De mi seno brotarán manantiales de agua viva. Jesús se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en Él. En la tendencia cultural de la New Age hay aspectos positivos, tales como la búsqueda de un nuevo significado de la vida, una nueva sensibilidad ecológica y el deseo de superar una religiosidad fría y racionalista. Y elementos ambiguos que son incompatibles con la fe, como prestar poca atención a la Revelación, relativizar la doctrina cristiana a favor de una cosmovisión energética difusa, proponer un concepto panteísta de Dios, sustituir la responsabilidad personal frente a Dios por nuestras acciones con un sentido del deber respecto al cosmos, subvirtiendo así el verdadero concepto de pecado y de la necesidad de la redención por medio de Cristo. Una deberá ser nuestra actitud con respecto a nosotros los católicos y otra a los que están en la Nueva Era o sienten simpatía por ella. Dentro de la Nueva Era, no todas las personas ni todas las cosas están vinculadas de la misma manera a las teorías del movimiento. La etiqueta misma de Nueva Era con frecuencia se aplica mal o se extiende a fenómenos que pueden ser clasificados de otra manera. Incluso se ha abusado del término Nueva Era para demonizar a ciertas personas y prácticas ortodoxas y sacarlas del medio con injusticia. Es esencial examinar si los fenómenos vinculados a este movimiento, reflejan una visión cristiana de Dios, el hombre y el mundo o están en conflicto con ella. El término Nueva Era de por sí no significa nada. Lo que cuenta es la relación de la persona, el grupo, la práctica o el producto, con los principios esenciales del cristianismo.
    La New Age de manera consciente y deliberada difumina las diferencias reales entre Creador y creación, humanidad y naturaleza, espiritualidad y psicología, realidad subjetiva y objetiva, sobrenatural y natural, gracia y pecado. La intención es siempre superar el escándalo del dualismo. Para la Nueva Era se trata de la fusión sistemática de elementos que deben estar diferenciados aunque no separados. Quizá sea más justo llamarla confusión. La tradición cristiana ha valorado el papel de la razón para hacer inteligible la fe y entender a Dios, al hombre y al cosmos. La Nueva Era acierta cuando rechaza la razón fría, calculadora, inhumana. Y si bien recuerda la necesidad de un equilibrio entre todas nuestras facultades, ello no justifica la marginación de la razón que es esencial a la vida humana.
    Los cristianos que beben, el agua viva del Espíritu en el pozo de Jacob, del costado abierto del Resucitado, saben que la Nueva Era quiere ofrecerles una alternativa al judeocristianismo. La Era de Acuario sustituirá a la de Piscis que es cristiana. Quienes se preguntan si es posible creer al mismo tiempo en Cristo y en Acuario conviene que sepan que se hallan ante una alternativa excluyente aut aut, o esto o aquello. Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. Lc 16, 13 A los cristianos nos basta pensar en la diferencia entre los Magos de Oriente y el rey Herodes para darnos cuenta de los tremendos efectos que conlleva la opción a favor o en contra de Cristo. No debemos olvidar que muchos de los movimientos que han alimentado la Nueva Era son anticristianos. Su postura frente al cristianismo no es neutral, sino neutralizadora. Con frecuencia queda bien claro que no hay cabida tolerable para el catolicismo auténtico. La Feria mundial Nueva Era suplantará a las Catedrales católicas.
    Quienes están en la Nueva Era saben que la Iglesia de Hoy reconoce los muchos beneficios que recibe de las ideas y evolución histórica del género humano, y está al servicio de todo hombre. Aunque no piense como ellos en su búsqueda de la Verdad, los respeta, los ama y tiene las puertas abiertas en su Hogar para todos los seres humanos y el cosmos donde ellos pueden entrar en contacto, de alguna manera, con Jesús resucitado sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su Misterio. En la Iglesia nadie recibe imposiciones sino modestas proposiciones que honran la libertad de conciencia, y nadie está excluido de la convivencia fraternal y del diálogo mutuo. El mismo Jesús, el judío marginado de Galilea, lo inicia diciéndonos a todos, dame de beber. Y aunque le respondamos que esa petición es un despropósito, pues él es judío y nosotros samaritanos, seguirá sereno superando todo dualismo con su nodualidad evangélica. Si supieran que Dios es puro Don, pura entrega, donde darse es recibirse y recibirse es darse en la Trinidad que los inhabita, y los introduce cada instante más en mi pléroma angélico, humano y cósmico, serían ustedes los que me pedirían y Yo les daría Agua Viva. Jn 4

lunes, 7 de mayo de 2012

90. Los escenarios de la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe: Mt 28, 16-20



    Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, sumergiéndolos en el Único Nombre de la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y enseñándoles a cumplir todo lo que les he mandado. Y Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo. Marcos parece ampliar al indicarnos que hay que ir a todo el cosmos a proclamar, kerúxate el Evangelio de Jesucristo a toda creatura. Páse tê ktísei Se muestra que el Evangelio de Jesucristo es un genitivo subjetivo, mira al sujeto Persona que es el mismo Jesús resucitado, distinto e inseparable del Padre y del Espíritu; y también un genitivo objetivo, los contenidos doctrinales y éticos que nos enseñó Cristo y deben ser explicitados por la acción del Paráclito, de la Iglesia y de la razón hasta que Él vuelva. Hech 1, 8-11
    La Iglesia, que entrega y transmite la fe, imita el modo de actuar del Padre que vive en comunión trinitaria, se manifiesta a la humanidad ofreciendo el Verbo, e infunde el Espíritu Santo y así se comunica con todos los hombres y el cosmos. Para que la evangelización sea eco de esta entrega divina, la Iglesia debe dejarse plasmar por la acción del Espíritu y conformarse a Cristo crucificado y resucitado, el cual revela al mundo el rostro del Amor del Padre. De este modo descubre su vocación de Iglesia Madre que engendra y educa hijos para el Señor, transmitiendo la fe, nutriendo la esperanza y envolviéndolos con el amor. En el corazón del anuncio está Jesús, y transmitir la fe significa transmitir la Palabra, la Liturgia y el Servicio que permiten conocerlo. Pablo VI, lanzando la prioridad de la evangelización, recordaba a cada cristiano que examinase esta verdad, a través de la oración, los hombres podrán salvarse por otros caminos, gracias a la misericordia de Dios, si nosotros no les anunciamos el Evangelio; pero no sabemos si nosotros podremos salvarnos, si por negligencia, por miedo, por vergüenza, lo que Pablo llama avergonzarse del Evangelio, o por falsas ideas, omitimos anunciarlo.
    Con la nueva evangelización no se trata de hacer de nuevo una cosa que ha sido mal hecha o que no ha funcionado, de modo que la nueva acción se convierta en un juicio implícito sobre el desacierto de la primera. No es una reduplicación de la primera, ni una simple repetición, sino que consiste en el coraje de atreverse a transitar por nuevas rutas, indicar el esfuerzo de renovación que la Iglesia está llamada a hacer para estar a la altura de los desafíos que el contexto sociocultural actual pone a la fe cristiana, a su anuncio y a su testimonio, en correspondencia con el cambio de época en que nos encontramos. A estos desafíos la Iglesia responde no resignándose, no cerrándose en sí misma; sino promoviendo una obra de revitalización de su propio Cuerpo, habiendo puesto en el centro la Persona de Jesucristo, el encuentro con Él, que da el Espíritu Santo y las energías para un anuncio y una proclamación de la Buena Noticia a través de nuevos caminos, capaces de hablar a las culturas contemporáneas.
    La expresión no logra, de todos modos, ser recibida de modo pleno en el debate, dentro de la Iglesia y dentro de la cultura. Existe quien duda que la nueva evangelización cubra o esconda la intención de nuevas acciones de proselitismo de parte de la Iglesia en relación a las otras confesiones cristianas. Se tiende a pensar que con esta definición se realice un cambio en la actitud de la Iglesia hacia aquellos que no creen, transformados en objetos de persuasión y no ya vistos como interlocutores en el contexto de un diálogo que nos descubre a todos unidos por la misma humanidad y en la búsqueda de la verdad de nuestra existencia. A esta última preocupación ha querido prestar atención y también dar una respuesta el Papa Benedicto en su viaje a la República Checa. Vienen a la mente las palabras que Jesús cita del profeta Isaías, es decir, que el templo debería ser una casa de oración para todos los pueblos. Is 56, 7; Mc 11, 17 Él pensaba en el llamado Patio de los gentiles, que desalojó de negocios ajenos a fin de que el lugar quedara libre para los gentiles que querían orar allí al único Dios, aunque no podían participar en el Misterio, a cuyo servicio estaba dedicado el interior del templo. Lugar de oración para todos los pueblos. De este modo se pensaba en personas que conocen a Dios, por decirlo así, sólo de lejos; que no están satisfechos de sus dioses, ritos y mitos; que anhelan el Puro y el Grande, aunque Dios siga siendo para ellos el Dios desconocido. Hech 17, 23 Debían poder rezar al Dios desconocido y, sin embargo, estar así en relación con el Dios verdadero, aun en medio de oscuridades de diversas clases. Debemos abrir hoy una especie de  Hogar para todos los seres humanos y el cosmos donde los hombres puedan entrar en contacto, de alguna manera, con Cristo sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su Misterio, a cuyo servicio está toda la vida y el servicio de la Iglesia.
    En cuanto creyentes, debemos amar también a las personas que se retienen agnósticas o ateas que tal vez se asustan, cuando se habla de nueva evangelización, como si fueran objetos de misión. Sin embargo, la cuestión sobre Dios es también para ellos. La búsqueda de Dios, si revera Deum quaerit, RB 58, 7 ha sido el motivo fundamental a partir del cual ha nacido el monacato occidental y, con él, la cultura occidental. El primer paso de la evangelización está en mantener alta la audacia y la atención en dicha búsqueda. Es necesario perseverar en el diálogo no sólo con las religiones, sino también con los que consideran la religión como cosa extraña.
    La nueva evangelización es pues una propuesta dirigida a nosotros mismos, nadie evangeliza sino está evangelizado, y nadie que está evangelizado puede dejar de evangelizar; a los que se alejan de la Iglesia; y a todos los seres humanos, también con formas de diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural sean agnósticos o ateos. Toda la Jerarquía, con y bajo Pedro, deberemos con creatividad  fabricar puentes hasta ahora intransitados, como padres profetas y pastores de la humanidad y del universo, no sólo de los católicos, para aprender y ser amigos de los Otros diferentes cualesquiera que sean, dirimiendo controversias y uniendo fragmentos en la Totalidad; entrando, desde nuestra identidad cristiana en comunión, plena o en proceso, con los elegidos, según el Proyecto del Padre antes de la creación del mundo, hacia la Recapitulación Total por el Espíritu. Ef 1, 3-14 
    La nueva evangelización nos pide un cambio en el arte del liderazgo, cómo piensa, actúa y cual es el nuevo perfil del líder hacia el siglo XXII. Borghino, Mario, El arte de dirigir. Construya el liderazgo en su interior, Grijalbo, México, 2012, 218 p. La nueva evangelización es una actitud, un estilo audaz y nuevo en su fervor, métodos y expresiones. No se puede pasar un Blue Ray en una gramola, no se puede intentar la parodia de usar Internet en una radio galena, ni mirar tridimensional con películas en blanco y negro.  La fe no es un cohombro adherido a una piedra anquilosada en el fondo del mar, sino caminar mar adentro entre aguas embravecidas con cambios, desequilibrios e interrogantes continuos. Es capacidad de saber leer y descifrar los nuevos escenarios sociales, culturales, migratorios, medios de comunicación, económicos, tecnocientíficos, políticos y religiosos que en estas últimas décadas han surgido dentro de la historia, para transformarlos en lugares de anuncio del Evangelio Eterno, la búsqueda del Tesoro escondido y el encuentro con la perla fina, vender todo y abrazar el Reino con gozo y bienaventuranza inextinguibles. Mt 13, 44-46
    El fondo sociocultural. Nos encontramos en una época de profunda secularización, que ha perdido la capacidad de escuchar y de comprender la palabra evangélica como un mensaje vivo y vivificante. La secularización, radicada en modo particular en el mundo occidental fruto de episodios y de movimientos sociales y de pensamiento, que han signado en profundidad su historia y su identidad, se presenta hoy en nuestras culturas a través de la imagen positiva de la liberación, de la posibilidad de imaginar la vida del mundo y de la humanidad sin referencia a Dios y sus enseñanzas. En estos años no asume tanto la forma pública de discursos directos y fuertes contra Dios y el cristianismo, aunque en algún caso esos tonos anticristianos y anticlericales se hacen sentir. La secularización ha asumido un   camuflado bajo perfil, que le  ha permitido invadir la vida cotidiana de las personas y desarrollar una mentalidad en la cual Dios está ausente, en todo o en parte, de la consciencia humana. Este modo de actuar ha consentido a la secularización entrar en la vida de los cristianos y de las comunidades eclesiales, transformándose no sólo en una amenaza externa para los creyentes, sino convirtiéndose en un terreno de confrontación cotidiana. Son expresiones de la llamada cultura del relativismo y antropocentrismo. Además, aquí existen graves implicancias antropológicas en acto, que ponen en discusión la misma experiencia humana elemental, como la relación hombre y mujer, la generación y la muerte, y las metas de la vida. Las características de un modo secularizado de entender la existencia dejan sus huellas en el comportamiento cotidiano de muchos cristianos, que se muestran influenciados, si no condicionados, por la cultura de la imagen con sus modelos e impulsos contradictorios. La mentalidad hedonista y consumista predominante conduce a los católicos hacia una superficialidad light y un egocentrismo, que no es fácil contrastar. La muerte de Dios, anunciada en las décadas pasadas por tantos intelectuales, cede el lugar al indiferentismo y a un estéril culto del libertinaje individual. El riesgo de perder los elementos fundamentales de la fe es real, con la consecuencia de caer en atrofia espiritual, analfabetismo teológico, y en formas subrogadas de pertenencia religiosa de vago espiritualismo. En este primer escenario la nueva evangelización se presenta como un estímulo del cual tienen necesidad las comunidades cansadas y mortecinas, para descubrir la alegría de la experiencia cristiana, para encontrar de nuevo la libertad de la verdad en el ardor del primer amor. Ap 2, 4 Por otra parte, se asiste a un renacimiento religioso o espiritual aunque con ambigüedades. Tantos aspectos positivos del redescubrimiento de Dios y de lo sagrado en varias religiones se encuentran oscurecidos por fundamentalismo y creencias absurdas, que manipulan la religión para justificar hasta la violencia e incluso el terrorismo. Se trata de un grave abuso. No se puede utilizar la violencia en nombre de Dios. Y la proliferación de sectas sincretistas representa un desafío garrafal.
    El fenómeno migratorio. Impulsa cada vez más a las personas a dejar sus países de origen y vivir en contextos urbanizados, modificando la geografía étnica de nuestras ciudades, de nuestras naciones y de nuestros continentes. Este fenómeno provoca un encuentro y una mezcla de razas, culturas y maneras de pensar que nuestras sociedades no conocían desde hace siglos. Se producen meticulosas formas de contaminación de los valores por los cuales comprometerse, de los vínculos a través de los cuales la persona estructura la propia identidad y del acceso al sentido de la vida. El resultado cultural de estos procesos es un clima de extrema anomalía, fluidez y liquidez, dentro del cual hay siempre menos espacio para las grandes tradiciones, incluidas las religiosas, cuya función es estructurar en modo objetivo el sentido de la historia y la identidad de los sujetos. Con este escenario social se relaciona la globalización no fácil de descifrar, que exige de parte de los cristianos un fuerte trabajo de discernimiento. La globalización puede ser interpretada como un fenómeno negativo, si prevalece la hermenéutica determinista con chips implantados por salud y averiguar si su tarjeta cubre la cura, vinculados sólo con la dimensión económica y productiva, una caja negra sin historia ni previsión del futuro. Sin embargo puede ser leída como un fenómeno de crecimiento, en el cual la humanidad aprende a desarrollar nuevas formas de solidaridad para compartir el progreso de todos hacia el bien común. En este segundo escenario, la nueva evangelización nos permite aprender que la misión ya no es un movimiento norte sur u oeste este, porque es necesario desvincularse de los confines geográficos. Hoy la misión se encuentra en los cinco continentes. Es necesario conocer los sectores y los ambientes ajenos a la fe, ya sea porque no la han encontrado o porque la dejaron.
    Medios de comunicación social. Este shuffling de profunda mezcolanza de culturas con desconchones, es el fondo sobre el cual actúa un tercer escenario, que está marcando en modo cada vez más determinante la vida de las personas y la consciencia colectiva. Se trata del desafío de los medios masivos, que hoy ofrecen enormes posibilidades y representan uno de los grandes retos para la Iglesia. El escenario que aquí presentamos, al comienzo característico sólo del mundo industrializado, es capaz de influir también amplios sectores de los países en vías de desarrollo. No existe lugar en el mundo que hoy no pueda ser alcanzado y quedar sujeto al influjo de la cultura de los medios y de la cultura digital, que se estructura cada vez más como el lugar de la vida pública y de la experiencia social. La difusión de esta cultura trae consigo indudables beneficios; mayor acceso a la información, mayor posibilidad de conocimiento, de intercambio, de formas nuevas de solidaridad, de capacidad de construir una cultura de dimensión mundial, haciendo que los valores y los mejores frutos del pensamiento y de la expresión humana se transformen en patrimonio de todos. Sin embargo, estas potencialidades no pueden esconder los riesgos que la difusión excesiva de una cultura de este tipo está ya generando. Se manifiesta una profunda concentración egocéntrica sobre las necesidades individuales; banalización, san Pedro es Rocky, santa María Magdalena Maggie y san Bernabé Barry; pornografía asqueante y putrefacta, trata de personas, datos falsos, robo y publicación de documentos confidenciales Top Secret. Se afirma una distorsión virtual emotiva en la estructuración de las relaciones y de los vínculos sociales. Se asiste a una pérdida del valor objetivo de la experiencia de la reflexión y del copensar, reducida en muchos casos, a un puro lugar de confirmación del propio modo de sentir. Se difunde una progresiva alienación de la dimensión ética y política de la vida. El punto final al cual pueden conducir estos riesgos consiste en lo que es llamado la cultura del efímero, de lo inmediato, de la apariencia, una sociedad descartable incapaz de memorial y futuro. En tal contexto, la nueva evangelización exige a los cristianos la audacia de estar presentes en estos nuevos areópagos, buscando los caminos para hacer comprensible, también en esos lugares el patrimonio de educación y de sabiduría custodiado por la Tradición humana y judeocristiana.
    Economía mundial. Un cuarto escenario que marca con sus cambios la acción evangelizadora de la Iglesia es el económico. Los Papas han denunciado los crecientes desequilibrios entre el Norte y el Sur, en el acceso y distribución de los recursos y en el daño a la creación. La duradera crisis económica y financiera en la cual nos encontramos indica el problema del uso de las fuerzas materiales, que no encuentra con facilidad las reglas de un mercado global capaz de tutelar una convivencia más justa. Al reservar los medios cada vez menos espacio a estas problemáticas a partir de la voz de los pobres, las Iglesias tienen más obligación de sensibilización y acción concreta, ser la Voz de los ninguneados a quienes nadie visita ni auxilia. Mt 25, 31-46
    La investigación científica y tecnológica. Es el quinto escenario. Vivimos en una época en la cual no cesamos de admirarnos por los maravillosos pasos que la investigación ha sabido superar en estos campos. Todos podemos experimentar en la vida cotidiana los beneficios que provienen de estos progresos y beneficios. De este modo, las tecnociencias corren el riesgo de transformarse en los nuevos ídolos del presente. Es fácil en un contexto digitalizado y globalizado hacer de la ciencia una nueva religión cientológica a la cual dirigir nuestras preguntas sobre la verdad y el sentido de la esperanza, sabiendo que solo recibiremos respuestas parciales e inadecuadas. Nos encontramos frente al surgir de nuevas formas de gnosis, que asumen la técnica como una forma de sabiduría, con nuevos cultos. Éstos proponen, de modo terapéutico, prácticas religiosas que los hombres están dispuestos a vivir, estructurándose como religiones de la prosperidad y de la gratificación instantánea en favelas mundiales.
    La política partidista. Es el sexto escenario. Desde el Vaticano II hasta hoy los cambios que han tenido lugar son sintomáticos de la época. Se ha terminado la división del mundo occidental en dos bloques con la crisis del comunismo. Esto ha favorecido la libertad religiosa y la posibilidad de reorganización de las Iglesias históricas. La aparición en la escena mundial de nuevos actores económicos, políticos y religiosos, como el mundo islámico y el mundo asiático, ha creado una situación inédita y desconocida, rica de potencialidades, pero también plena de nuevas tentaciones de dominio y de poder. En este escenario, existen temas y sectores que han de ser iluminados con la luz del Evangelio. El empeño por la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos; el mejoramiento de las formas de gobierno mundial y nacional; las formas posibles de escucha, convivencia, diálogo y colaboración entre culturas y religiones; la defensa de los derechos del hombre y de los pueblos, sobre todo de las minorías; la promoción de los más débiles; la protección de la creación y el empeño por el futuro de nuestro planeta.
    La interreligiosidad cotidiana. Cual en pista de bolera corren a nuestro alrededor las más diversas religiones y filosofías, y si no caemos en un cinismo fatídico, por más que nos acuclillemos y no seamos capaces de soportar ese crujido en demasía, cada una nos ofrece algo de Verdad si nos asomamos con discernimiento a su ventana. Este séptimo escenario es un constreñido desconcertante, pues es el reverso del primero. El mundo del siglo XXI no parece tan secular como se dice. Harvey Cox, El futuro de la fe Iglesias, mezquitas, pagodas, sinagogas, new age, umbandas y brujos están en la misma cuadra. La nueva evangelización tendrá que presentar nuevos modos de ser Iglesia, formas nuevas sobre el discurso del Trino Dios, con una nueva ecología humana y ambiental mucho más holística.
    Pero atención, citar a autores, emplear palabras similares o razonamientos parecidos de movimientos  culturales no significa avalar ningún aspecto de sus teorías. El holismo o totalidad es una categoría clave de la teología católica, así como de la filosofía y las ciencias. La New Age lo introdujo en su sistema y lo pintó, por el derecho a la libre expresión, a su manera. Ofrece una estructura teórica que integra la cosmovisión de lo que interpreta, es el hombre moderno. En contraste con la experiencia de una fragmentación creciente en la ciencia y en la vida cotidiana, acentúa el holismo como concepto metodológico y ontológico central. La humanidad se integraría en el universo como parte de un único organismo vivo, un entramado armonioso de relaciones dinámicas. Diversos científicos que pretenden tender  puentes entre la ciencia y la religión rechazan la distinción clásica entre sujeto y objeto, de la que se suele culpar a Descartes y a Newton. Los hombres formaríamos parte del entramado universal, ecosistema o familia, de la naturaleza y del mundo y deberíamos buscar la armonía con todos los elementos de este cosmos natural. Cuando se comprende cuál es el propio lugar en la naturaleza, también entenderíamos que totalidad y santidad son una misma y sola cosa.
    Mientras que para los católicos la Totalidad sólo se entiende desde  la Singularidad Trascendente que ya está en el Verbo encarnado. Col 1 En Él se incluye todo lo verdadero, bueno y bello que hay en los Otros muy distintos de nosotros, con Centros de Investigación Holísticos abiertos a una total interrelacionalidad cultural e inreligionación en Hogares de fraternidad cosmoteándrica.

martes, 1 de mayo de 2012

89. Octavo aspecto de la New Age, es pelagiana y no está abierta a la Gracia: Rom 5, 15-21



    Donde abundó el pecado sobreabundó la Gracia. Porque así como el pecado reinó produciendo la muerte, también la Gracia reinará por medio de la Justicia que opera Jesucristo para la Vida Eterna. La inveterada tentación de que con nuestras fuerzas humanas podemos salvarnos y liberarnos sin la Gracia habitual y actual, Energía que viene de la Trinidad en Jesús por el Misterio Pascual, es permanente en el hombre. Pelagio, 360-422 un monje irlandés que vivió en Roma, Palestina y Egipto; relativizó la Fuerza que viene de lo Alto, y puso el acento en nuestro esfuerzo ascético, sin necesidad de la Gracia. San Agustín le mostró que se alejaba de la Revelación. Los Concilios de Cartago, 418 Orange, 529 y la Carta del Papa Celestino, 431 pusieron las cosas en su lugar. Quienquiera que dijere que la Gracia sólo nos ayuda para no pecar en cuanto por ella se nos revela y se nos abre la inteligencia de los mandamientos para saber qué debemos hacer o evitar, pero que por ella no se nos da que amemos y podamos ejecutar lo que hemos conocido debe hacerse, olvidando que la ciencia hincha pero el amor edifica. O dijere que la Gracia se nos da a fin de que podamos cumplir con facilidad los mandamientos, y que sin la Gracia podríamos cumplirlos con menos facilidad; olvidando que Jesús no dijo, sin mí con dificultad pueden obrar; sino sin mí nada pueden hacer; queda excluido de la comunión con la Iglesia. Cartago También se excluye quien afirma que por la fuerza de su naturaleza humana puede pensar cómo conviene, o elegir el bien de la salvación eterna, o consentir a la predicación evangélica; sin la iluminación e inspiración del Espíritu Santo. Lo propio del ser humano es la mentira y el pecado; y si tiene verdad y gracia es que vienen del Espíritu Santo. Orange
    La cuestión está en descubrir qué o quién creemos que nos salva. O nos salvamos a nosotros mismos por nuestras propias fuerzas, o nos salva el Amor de Dios. Con su autoredención y autorealización la New Age es pelagiana en su manera de entender la naturaleza humana.
    Para los cristianos, la salvación depende de la participación en la pasión, muerte y resurrección de Cristo, y de una relación personal directa con la Trinidad, más que de una tecnociencia cualquiera. La condición humana, afectada como está por el pecado original, el pecado personal, y el pecado estructural, sólo puede ser rectificada por la acción sobrenatural de Dios. El pecado es una ofensa contra Dios, y sólo Dios puede reconciliarnos consigo. En el plan salvífico divino, los seres humanos han sido salvados por Jesucristo, quien, como Dios y hombre, es el único mediador de la redención. En el cristianismo, la salvación no es una experiencia del yo, una inmersión meditativa e intuitiva dentro de uno mismo, sino mucho más. Es el perdón del pecado, el ser levantado desde las profundas ambivalencias del propio ser, y la transfiguración de su naturaleza mediante el don de la comunión con Dios Amor.
    La verdad para la Nueva Era tiene que ver con buenas vibraciones, correspondencias cósmicas, armonía, éxtasis y experiencias placenteras en general. Se trata de encontrar la propia verdad en función del bienestar. La valoración de la religión y de la ética estaría relacionada con nuestras sensaciones y experiencias placenteras. En el cristianismo Jesús se presenta como el Camino, la Verdad y la Vida A sus seguidores se les pide que abran su vida entera a la Cruz y la Resurrección con sus valores. En otras palabras, a un conjunto objetivo de exigencias liberadoras que forman parte de una realidad objetiva asequible a todos.
    La tendencia a confundir la psicología y la espiritualidad aconseja recalcar que muchas de las técnicas de meditación ahora en uso no son oración. A menudo son una buena preparación para la oración, y nada más, aun cuando conduzcan a un estado de placidez mental o de bienestar corporal. Las experiencias que se obtienen son realmente intensas, pero quedarse en ese plano es quedarse solo, sin estar todavía en presencia de las Tres Personas. Alcanzar el silencio puede enfrentarnos al vacío más que al silencio contemplativo del Amado. Es cierto que buscar profundizar en la propia alma es una llamada a nuestra propia capacidad de alcanzar lo divino; pero si descuidan que es Dios quien va en búsqueda del corazón humano, no son oración cristiana. Aun cuando se busque un vínculo con la Energía Universal, esta relación fácil con Dios, donde su función se concibe como la satisfacción de todas nuestras necesidades, revela el egoísmo egolátrico que está en el corazón de la Nueva Era.
    Las prácticas de la Nueva Era no son oración, pues suelen tratarse de introspección o de fusión con la energía cósmica, en contraste con la doble orientación de la oración cristiana, que comprende sí la introspección pero que es, sobre todo, un encuentro con el Dios Infinito. La mística cristiana, no es un mero esfuerzo humano, es una historia de amor, un diálogo que implica convertirse a Dios, un éxodo del yo hacia el Nosotros de la Trinidad. Somos fruto del amor de nuestros padres, pero en lo más hondo, del Dios que es Amor en relación de Tres Personas. 1 Jn 4,16 La Escritura testifica este vínculo entre Dios y la humanidad, que precede a la creación. Efesios eleva un himno de gratitud y alabanza al Padre, quien con infinita benevolencia dispone a lo largo de los siglos la realización de su designio universal de salvación, que es un proyecto de amor. En su Hijo Jesús nos eligió antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor. Ef 1, 4 Somos amados por la Trinidad antes de venir a la existencia. Movido por su amor incondicional, Dios nos creó de la nada, para llevarnos a la comunión con Él. 2 Mac 7,28 Toda criatura y en particular todo ser humano, es fruto de una idea y de un acto de amor de Dios; amor inmenso, fiel y eterno. Jer 31, 3 El descubrimiento de esta realidad es lo que cambia en verdad nuestra vida y nuestra manera de orar, que no es interconectividad con una simple energía creada, finita, abstracta e indefinida; sino el gozoso abroquelamiento de Personas en personas.
    El católico, aun cuando esté solo, tal vez atribulado y abandonado en la cruz, u ore en lo secreto de su Padre, tiene la convicción en fe de rezar siempre en unión con Cristo en el Espíritu, junto con todos los ángeles y los santos, en la gloria ecológica de este cosmos, por la Paz del Mundo. Esa Paz que nos libra de todo Mal y nos va otorgando el pléroma de todos los Bienes; en la simplicidad y sobriedad de casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el Mundo Futuro la Vida Eterna. Mc 10, 28-31 Su oración es Gracia liberadora de la muerte del pecado y del apego  concupiscible, que es aversión de Dios y esclavitud a las creaturas. La Gracia, en cambio, es comunión y regalo dinamizador del Resucitado que sale a su encuentro en la Luz cegadora que abrazó a Pablo en una iluminación que ya jamás perdió.