jueves, 20 de junio de 2013

169. Nueva Evangelización con Aparecida para la transmisión de la fe: Mt 10, 32-33



        Ante el que me reconozca ante los hombres, lo reconoceré ante mi Padre, y renegaré ante mi Padre de aquel que reniegue de mí ante los hombres. Todo discípulo misionero no debe sólo creer en la Trinidad y en todo lo que Ella nos ha revelado, y que la Iglesia nos propone, porque Dios es la Verdad misma a quien se entrega de manera entera y libre; sino que tiene que estar consciente de que su salvación depende de que profese, anuncie y testimonie esa fe por la vive. Rom 1, 17 La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe muestra la unión entre estas dos dimensiones, pues la finalidad de la Nueva Evangelización, la Iglesia existe para evangelizar, no es otra que la transmisión de la fe en todas su facetas. Las condiciones de la sociedad nos obligan a revisar las expresiones el fervor  y los métodos, y a buscar por todos los medios el modo de llevar el Mensaje cristiano al hombre actual, en el cual sólo puede encontrar la respuesta a sus interrogantes y la fuerza para su urgente compromiso de solidaridad humana.
    Las técnicas son importantes y tienen que ensamblarse con la acción del Espíritu, Agente principal de la evangelización. Es necesario dejarse conducir por Él, incluso si nos lleva por nuevos caminos que hay que discernir, ya que nos enfrentan a dos tentaciones. La de ir hacia atrás, se puede hasta aquí, no se puede hasta allá, volvamos al conservadurismo seguro. O la del progresismo inmaduro, que nos desbarranca. Tomamos de acá y de allí valores de ideologías y culturas, pero sin ton ni son no hay real progreso. Es un progresismo de chavales que en su entusiasmo precoz quieren tenerlo todo, y resbalan como cuando el camino está con nieve y el carro se desbanda. La Misión Continental de Aparecida no puede volver atrás ni salirse del camino, sino marchar al Futuro de Jesús.
    Por eso la Nueva Evangelización nos pide ante todo discernimiento. Su tarea es recoger y expresar las expectativas, los deseos, las alegrías y los dramas de nuestra era, y ofrecer los elementos para una relectura a la luz del Evangelio. Los deseos espirituales están hoy más vivos que nunca, pero se necesita que alguien las interprete con discernimiento, inteligencia humilde y tratando de reconocer la presencia del Espíritu en lo personal y sociocultural.
    Luego, derribar muros y construir puentes, dialogando con todos los hombres, incluso con los que no comparten nuestra fe o se oponen a la Iglesia y la persiguen. Dialogar es conocernos, no tratar de convertirnos unos a otros, estar convencidos de que el otro tiene algo bueno que decirme, hacer espacio a su punto de vista opinión o propuesta, sin relativismos, bajando las defensas y abriendo las puertas del corazón a la Vida Verdad y Amor. El católico no es superior a nadie, ni tampoco es inferior, es igual que cualquier ser humano. Nuestra superioridad viene de Jesús, pero Jesús es de todos y de todo.
    Y por último salir cada día, cual evangelizadores no sólo con olor a ovejas sino a cabritos, peces, aves, toros y leones, al menos por una hora. Salir de las estructuras pastorales a las fronteras misionales de los otros muy diferentes de nosotros, ese 83% de la humanidad que no está en la Iglesia Católica y espera el diálogo o el anuncio de Jesús, en especial dando voz al clamor de los pobres y no sean abandonados a las decisiones de un mercado salvaje que parece considerarnos sólo como consumidores anestesiados sin fe.
    Pero andémonos con cuidado, la Nueva Evangelización nos pide no sólo grandes proyectos, sino la delicadeza de resucitar actitudes evangélicas eternas y concretas. Relato, desde mi Lectio y de memoria, algunas sobre las que insisten los santos, el Papa Bergoglio y los teólogos.
    1. En general no contar lo que hablamos en privado con nadie ni con el Papa. Es difícil no sacar de contexto palabras flechazos sagitales de una conversación privada, que pueden ser mal interpretadas. Pero si el Obispo de Roma quiere que algo se conozca es para una mayor transparencia. Se acusó y acusa a la iglesia de tapar, ocultar, de hacer lo contrario de curar y limpiar; lo que requiere un diagnóstico preciso y cortar por la sano. Francisco, jesuita perito en facilidad de palabras, sabio, libre, sagaz y fino político a dardos, no oculta problemas ni preocupaciones viejas de la Iglesia. Pablo VI dijo que el humo de Satanás se había filtrado en la Iglesia. Ratzinger afirmó que en la Iglesia había mucha suciedad, y como Papa fue un genial purificador.
    Cuando Bergoglio habla, con su pastiche desencartonado gentil y ventrílocuo, que le conocemos de años, da un mensaje. Si dice, sí hay un lobby gay, veremos qué se puede hacer; comparte una problemática y hace saber que conoce el tema, tiene la voluntad de hacer cambios y tomará decisiones. Mientras tanto, al comunicar esa preocupación que después se publica, está dando una oportunidad al corrupto que hace el daño para que se convierta. Esto no se logra callando u ocultando, necesita tiempo, es un proceso, un cambio de mentalidad donde brille la capacidad de conducción y sabiduría del Sucesor de Pedro y de la Curia Romana, que debe ser amada y reformada, igual que mi monasterio y cualquier institución eclesial.
    2. Si sólo nos gloriamos de nuestro currículo de servicio a la Iglesia terminamos equivocados. No podemos anunciar al Salvador del Mundo porque en el fondo no lo sentimos. Debemos ser humildes, pero con una humildad real, con nombre y apellido, soy pecador por esto y aquello. No pecadores con esa humildad que parece cara apolillada de estampita ajada. Si no podemos hacer esta confesión a nosotros mismos y a la Iglesia, no es posible entender la belleza de la salvación que nos trae Cristo. Jesucristo Salvador es el tesoro del que nos jactamos, pero lo tenemos en un vaso de barro. Jactémonos también de nuestro prontuario de pecados; pues la única forma de recibir la salvación y la Energía del Resucitado es reconocernos débiles y pecadores, evitando toda forma de auto justificación.
    3. De entre las gracias del Espíritu está la de superarnos por el amor que Dios nos tiene para aguantar las injusticias, molestias y dolores cotidianos. Sin jactarnos por soportar estas miserias y privaciones, porque esas gracias vienen del Otro Paráclito que está al lado mío. No es necesario un psicólogo para saber que cuando uno denigra a otro es porque él mismo no puede crecer y tiene necesidad de que el otro sea disminuido para sentirse alguien. El pez muere por la boca, si uno no domina la lengua se pierde, y la agresividad de Caín con Abel, se repite en el arco de la historia. Jesús quiere la ley de la mansedumbre, no hablar mal unos de otros, no denigrarnos, no descalificarnos. Todos queremos edificar la Iglesia. No hablemos mal los unos de los otros. El que habla en contra de un hermano o lo condena, habla en contra de la Ley y la condena. Sant 4, 11 Las comunidades eclesiales se destruyen por las divisiones, los chismes y los conflictos. Si no caminamos en fraternidad terminaremos mal, el que insulta y el insultado.
    4. El objetivo de la economía y de la política es servir a la humanidad en cada persona, comenzando por las más pobres y más vulnerables donde quiera que se encuentren, incluso en el vientre de sus madres; todo óvulo fecundado por un espermatozoide es ya uno de nosotros y para siempre. Toda teoría o acción económica y política debe esmerarse en proporcionar a cada habitante del planeta ese mínimo bienestar que le permita vivir con dignidad y libertad, con la posibilidad de mantener una familia, educar a los niños, rezar a Dios y desarrollar su propio potencial humano. Esto es lo más importante, en ausencia de esta visión, toda la actividad económica y política carece de sentido cósmico, humano y divino.
    El obispo auxiliar Gerardo Farrell, padre espiritual, sociólogo y pastoralista de la Diócesis de Quilmes, enamorado de los marginados, con quien conversé varias veces, propuso hace años que los laicos deberían aportar a la tarea de pensar un proyecto de país. Pensar cada patria como proyecto de país, conforme a su tradición cultural y en diálogo con la cultura moderna. Es necesario pensar la patria desde la cultura de nuestro pueblo, entendiendo por cultura tanto las expresiones espontáneas como las de nuestros grandes literatos y ensayistas. Cada patria es una cultura por descubrir, por rastrear, por formular en filosofías y ciencias, y por evangelizar de manera permanente.
    Hay que dar vigor a la acción internacional en favor de los pobres, pues se puede y se debe hacer algo más que meras promesas, a menudo, no mantenidas. Así como tampoco se puede seguir presentando como coartada la crisis global. Es urgente que toda la comunidad internacional, actúe con apremio y apertura de corazón, contraponiéndose a intereses económicos miopes y a la lógica del poder.
    Los discípulos misioneros de Cristo deben iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social. La opción preferencial por los pobres, de raíz evangélica, exige una atención pastoral atenta a los constructores de la sociedad. Si muchas de las estructuras actuales, generan pobreza, en parte se ha debido a la falta de fidelidad a sus compromisos evangélicos de muchos cristianos con especiales responsabilidades políticas, económicas y culturales. Aparecida, 501
    5. La justicia que trae Jesús es diversa del ojo por ojo, diente por diente. Lo dice Pablo al hablar de los cristianos como gente que no tiene nada y en cambio lo posee todo. La seguridad cristiana se encuentra en este todo que es Jesús, lo demás es nada. En cambio para el espíritu mundano el todo son las cosas, fama, riquezas, vanidades, posiciones  encumbradas;  y la nada es Jesús. Por lo tanto si un cristiano puede caminar 100 kilómetros cuando le piden recorrer 10, es porque para él eso es nada y puede dar el manto cuando le solicitan la túnica. El cristiano es una persona que ensancha su corazón con esa magnanimidad, porque tiene el todo, que es Jesucristo. Las otras cosas son la nada. Son buenas, sirven, pero en el momento del enfrentamiento escoge siempre el todo, con aquella docilidad y magnanimidad que es el signo de los discípulos de Jesús. Vivir así no es fácil, porque en serio te dan los golpes en las dos mejillas. Entonces el cristiano ensancha su corazón. Si su corazón queda reducido, encogido es egoísmo enmascarado de cristianismo. El cristiano sabe resolver esta oposición bipolar, esta tensión entre el todo y la nada, como indica Jesús, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás viene por añadidura. El Reino de Dios es el todo, lo demás es secundario. Todos los errores de la Iglesia, todos nuestros errores nacen de aquí, cuando decimos a la nada que es el todo y al todo que es la nada. Cuando optamos por la nada, nacen los enfrentamientos en una familia, con la comunidad y la sociedad, que finalizan en la guerra por la nada. La nada es semilla de guerras, porque es semilla de egoísmo. El todo es la Paz de Jesús.
    6. Tantas veces también nosotros nos convertimos en enemigos de otros, no los queremos. Y Jesús nos dice que debemos amar a los enemigos, y esto no es fácil. Nos pide que recemos por nuestros enemigos. Recen por aquellos que los persiguen, díganle a Dios, Cámbiale el corazón. Tiene un corazón de piedra, dale uno de carne, que sienta y que ame. Con el perdón, con el amor al enemigo, nos volvemos más pobres, el amor nos empobrece, pero esa pobreza es semilla de fecundidad y de amor por los otros. Como la pobreza de Jesús, que se ha convertido en gracia de salvación para todos nosotros,  en riqueza.
    Había en la comunidad una hermana que tenía el don de desagradarme en todo. Sus modales, sus palabras y su carácter me resultan inaguantables. Sin embargo, era una santa religiosa, que debía ser agradable a Dios. Entonces, para no ceder a mi antipatía natural, me dije que la caridad no debía consistir en sentimientos, sino en obras, y me dediqué a portarme con esa hermana como lo hubiera hecho con la persona a quien más quiero. Cada vez que la encontraba, pedía a Dios por ella, ofreciéndole todas sus virtudes y sus méritos. Sabía bien que esto le gustaba a Jesús, pues no hay artista a quien no le guste recibir alabanzas por sus obras. Y a Jesús, el Artista de las almas, tiene que gustarle que no nos detengamos en lo exterior, sino que penetremos en el santuario íntimo que él se ha escogido por morada y admiremos su belleza. No me conformaba con rezar mucho por esa hermana. Trataba de prestarle todos los servicios que podía; y cuando sentía la tentación de contestarle de manera desagradable, me limitaba a dirigirle la más encantadora de mis sonrisas, y cambiaba de conversación. Cuando mis combates interiores eran demasiado fuertes, huía como un desertor. Como ella ignoraba lo que yo sentía, no sospechó los motivos de mi conducta. Vivió convencida de que ella me resultaba agradable y me dijo con aire muy satisfecho. Dígame qué es lo que la atrae tanto en mí. Lo que me atraía era Jesús escondido en el fondo de su alma, él hace dulce hasta lo más amargo. Teresa del Niño Jesús
    7. Como Jesús nos enseña en el Padrenuestro, una condición no negociable para lograr la liberación es el perdón a los que nos han ofendido. Esa lucha por perdonar a otros no es fácil, y nunca debe trivializarse ni predicarse a la ligera. Pienso que el esfuerzo por perdonar es nuestra lucha mayor, tanto psicológica, como moral y religiosa. No resulta fácil perdonar. Todo nuestro interior protesta. Cuando se nos ha agraviado, cuando hemos sufrido una injusticia, cuando alguien o algo nos ha tratado mal, dentro de nosotros mismos mil mecanismos de defensa, físicos y psicológicos, comienzan a cerrarse en banda, a desconectarse, a congelarse, a autoprotegerse y a vociferar a gritos en protesta, ira, y rabia.
    El perdón no es algo que podemos querer y hacer que acontezca. Como dijo una vez el científico y teólogo Pascal, el corazón tiene sus razones. También tiene sus ritmos, su paranoia, sus puntos fríos y amargos, y siente la necesidad de acordonarse contra cualquier cosa que lo haya herido. Por otra parte, todos nosotros nos hemos sentido heridos. Nadie llega a la adultez con su corazón intacto. Sea en dosis suaves o en dosis traumáticas, todos hemos sido tratados de manera injusta, violados, heridos, ninguneados, no honrados, marginados. Todos acarreamos heridas y, junto con ellas, cargamos también algunos enojos, algunas amarguras, y algunas áreas en las que no hemos perdonado.
    El punto fuerte del mejor libro de Henri Nouwen, El Regreso del Hijo Pródigo, consiste en que señala con clarividencia tanto los rincones fríos y escondidos de nuestros corazones como la lucha gigante necesaria para proporcionar calor y perdón a esos mismos rincones. Gran parte de la ligereza o de la pesadez en nuestros corazones, casi todos los matices de nuestro talante, están dictados, de modo inconsciente, sea por el perdón o por el no perdón en nuestro interior. El perdón es el secreto más profundo y esencial hacia la alegría.
    Andrew Greeley, sacerdote americano y escritor de best sellers, al escribir una recensión del libro Las Cenizas de Ángela, de Frank McCourt, alabó al autor por su brillantez literaria, pero, por ser incapaz de perdonar, lo desafió diciéndole. De acuerdo, tu vida ha sido injusta. Tu padre era alcohólico, tu madre no te protegió de los malos efectos de la adicción de tu padre, creciste en la pobreza extrema y sufriste una serie de mini injusticias bajo los servicios sociales irlandeses, la iglesia irlandesa, el sistema educativo irlandés y el clima irlandés. Permíteme un consejo. Antes de morir, perdona. Perdona a tu padre por ser alcohólico, perdona a tu madre por no haberte protegido, perdona a la iglesia por sus fallos para contigo, perdona a Irlanda por su pobreza, su lluvia y sus malos maestros que te impuso, perdónate a ti mismo por los fracasos de tu vida;  y entonces, perdona a Dios, porque la vida es injusta, de modo que no mueras enfadado y amargado, ya que perdonar es el imperativo moral más importante. Ronald Rolhaiser
     7. Madre Teresa de Calcuta, mística de la caridad, fue por años mi preciosa amiga. Me asustan la extrema radicalidad de su vida y su vocación totalizante, pero sobre todo, me empuja a imitarla en lo que Dios me pide a mí. Cada carisma es una flor única, irrepetible, distinta de las demás. Como pensaba Madre Teresa, cuando teníamos ocasión de encontrarnos me repetía, lo que yo hago, tú no lo puedes hacer. Lo que tú haces, yo no lo puedo hacer. Yo Chiara debo ser en la Iglesia una pequeña María que ofrece a Jesús al mundo, una presencia suya en la tierra, su continuación, sola y con los Focolares. Chiara Lubich
    8. La Gracia es nuestra alegría y nuestra libertad. Somos libres porque Jesús nos ha liberado y vivimos bajo la gracia de ser hijos de Dios. Esto es un tesoro, una revolución para transformar la historia, una revolución que cambia el corazón humano. Las revoluciones de la historia han cambiado la vida política, económica, pero ninguna de ellas ha cambiado el corazón del hombre. La verdadera revolución, la que transforma la vida, la cumplió Jesucristo por medio su Cruz y Resurrección. Benedicto XVI, decía de esta revolución, que es la mutación más grande en la historia de la humanidad. Un cristiano, si no es revolucionario, en este momento, no es cristiano, y debe ser revolucionario por la gracia. Y la gracia no se compra ni se vende, es un don, puro regalo del Padre en Cristo y su Espíritu. Jesús es el único que nos da la gracia de forma gratuita y nosotros debemos darla a los hermanos de la misma manera en total gratuidad.
    9. Pueblo de Dios significa que Dios no pertenece de manera propia a ningún pueblo; porque es Él quien nos llama, nos convoca, nos invita a ser parte de su Pueblo, y esta invitación está dirigida a todos, sin distinción, porque la misericordia de Dios quiere la salvación para todos. 1 Tim 2:04 Jesús no dice a los Apóstoles y a nosotros que formemos un grupo exclusivo; un grupo de élite. Jesús dice, vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Mt 28,19 Pablo afirma que en el Pueblo de Dios, en la Iglesia, no hay ni judío ni griego, porque todos somos uno en Cristo Jesús. Gal 3:28 Me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes, a los que piensan que ya no pueden cambiar, el Señor también te está llamando a ti a ser parte de su Pueblo y lo hace con inmenso respeto y amor.
    No es a través del nacimiento físico como uno se convierte en miembro de este Pueblo, sino por medio de un nuevo nacimiento. Jesús dice a Nicodemo que hay que nacer de lo alto, del agua y del Espíritu para entrar en el Reino de Dios. Jn 3:3-5 Es a través del Bautismo que somos introducidos en este pueblo, a través de la fe en Cristo, don de Dios que debe ser alimentado y hecho crecer en toda nuestra vida.
    El amor es la ley del Pueblo de Dios, amor a Dios y amor al prójimo, según el nuevo mandamiento. Jn 13, 34 Un amor, sin embargo, que no es sentimentalismo estéril o algo vago, sino que es el reconocer a Dios como único Señor de la vida y, al mismo tiempo, aceptar al otro como un verdadero hermano, superando divisiones, rivalidades, incomprensiones, egoísmos; las dos cosas van de la mano.
    La misión de este Pueblo es llevar al mundo la esperanza y la salvación de Dios, ser signo del amor de Dios que llama a todos a la amistad con Él; ser levadura que hace fermentar toda la masa, sal que da sabor y preserva de la corrupción, luz que ilumina. A nuestro alrededor, basta abrir un periódico, para ver que la presencia del mal existe, que el diablo actúa. Pero quisiera decir en voz alta, Dios es más fuerte, porque Él sólo es el Señor. Quisiera agregar que la realidad a veces oscura signada por el mal puede cambiar. Si nosotros primero les llevamos la luz del Evangelio sobre todo con nuestra vida. Si en un estadio en una noche oscura una persona enciende una luz, apenas se entrevé, pero si los otros miles encienden cada uno su propia luz, el estadio se ilumina. Hagamos que nuestra vida sea una luz de Cristo. Juntos llevaremos la luz del Evangelio a toda la realidad.
    La meta de este Pueblo es el Reino de Dios, iniciado sobre la tierra por Dios mismo, y que debe ampliarse hasta el cumplimiento, cuando aparecerá Cristo, vida nuestra. LG, 9 Y el fin será la plena comunión con el Señor, entrar en su misma vida divina, donde viviremos la alegría de su amor sin medida. Aquella alegría plena. Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto del Amor del Padre Ser fermento de Dios en esta nuestra humanidad es anunciar y llevar la salvación de Dios al mundo, que a menudo se pierde, necesitado de tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino. 
    La Iglesia debe ser lugar de misericordia y de esperanza en Dios, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio. Y así como la cabeza y los miembros de un cuerpo vivo aunque no se identifiquen son inseparables, Cristo y la Iglesia no se pueden confundir pero tampoco separar, y constituyen un único Cristo Total. Dominus Jesus, 16 La Iglesia tiene que tener las puertas abiertas para que todos puedan venir y nosotros salir por esas puertas y anunciar a gritos que Jesús clama  Oren Lean Trabajen para que los ricos se hagan solidarios de los pobres y abrazados, todos juntos con nuestras diversidades en unión fraterna, sin luchas de clases ni capitalismos salvajes, entremos en la abundancia de la Vida terrenal y Eterna.
    

viernes, 14 de junio de 2013

168. Puros de corazón en Jesús Hagnós lavando los pies a los pobres: 1 Jn 3, 1-10



    El que tiene esta esperanza en Jesús, de ver a Dios tal cual, se purifica así como Él es puro. Hagnós Quien comete el pecado comete la iniquidad, mientras que el que permanece en Él no peca. Mientras que el Corazón de Jesús santo, inocente, casto, sin mancha, no conoció el pecado, sino que vino sólo reparar los pecados del mundo, la Iglesia, que abraza en su seno a los pecadores, es a la vez santa y necesitada de purificación, a la búsqueda de la conversión. Todos en la Iglesia, menos María de ahí el rol esencial de su Inmaculado Corazón, somos pecadores que destruimos la comunión con la Trinidad, los hermanos y la naturaleza. En todos el trigo de la Gracia está entreverado con la cizaña del pecado, hasta que no haya más tiempo.
    El Corazón de Jesús es la meta del monacato, como la es de todos, elegidos para ser inmaculados por el amor. Ef 1, 4 Quien quiera configurarse con Él debe limpiarse ya que Él es el Único Corazón Puro o Hagnós. Casiano identifica el corazón con el espíritu y la pureza con la caridad que busca contemplar a la Trinidad, pues todo pecado, que es apego desordenado a las creaturas, basura, es una mancha que quita su santidad. Crea en mí un corazón puro, renovando la fortaleza de mi espíritu. Sal 51 Si alguno no se siente pecador, que vaya a confesarse porque está en grave peligro. No le ocurra lo de Juan XXIII en otro orden de cosas, con frecuencia entresueños pienso en graves problemas y decido que tengo que hablar de inmediato con el papa. Al despertar recuerdo que yo soy el papa. Quien comete pecado es del diablo, quien está en lucha contra el pecado, se confiesa y satisface, permanece en el Corazón de Jesús.
    Existen cuatro clases de pecados especiales. Los internos, complacencia morosa, mal deseo, gozo pecaminoso. Los doce capitales, incredulidad, desesperación, odio, gula, lujuria, codicia, acedia, tristeza, coraje, vanidad, indiscreción, soberbia. Los que van contra el Espíritu Santo, Presunción, impugnación de la verdad, envidia y celos, obstinación en el pecado, impenitencia. Los que claman al cielo, que envuelven una malicia y repugnancia abominable aun para las leyes penales, crímenes de lesa humanidad, genocidio, asesinato, aborto, eutanasia, trata de personas, pedofilia, práctica de la homosexualidad, injusticia y opresión de los pobres, viudas y huérfanos, defraudación de los derechos y el sueldo del trabajador, depravación y enriquecimiento ilícito al desempeñar servicios públicos o sagrados.
    Estos son los delincuentes, malvados o corruptos. Son pecadores que dan varios pasos adelante en el fetichismo impuro de sus idolatrías. Todos somos pecadores, no todos somos delincuentes. Con nuestros pecados dañamos la Pureza del Corazón Total del Cristo Eucarístico Eclesial y Cósmico; pero los corruptos deben ser juzgados, penados y apartados, no sólo dañan sino que destruyen a la Iglesia, mientras los santos purificándose en el Fuego, Mal 3,3 la edifican. No es fácil a veces descubrir a los corruptos, Jesús nos advierte que su lenguaje es la hipocresía, Mc 12, 15 lobos disfrazados de ovejas, Mt 7, 15 que trabajan en la oscuridad. Jn 13, 30 Hoy la Iglesia tiene el deber especialísimo de proteger a los niños y adolescentes para que nadie abuse de ellos. The Good Son, El ángel malvado, el caso del niño diabólico Henry, M. Culkin. Sólo Mark, E. Wood, se dará cuenta.
 La psicología, la psicofisiologia, la neurociencia, la psicoinmunologia, la psicosómática, la neuropsicoendocronología, ramas de la medicina moderna conectadas entre sí, confirman que modificamos nuestra biología mediante lo que pensamos, sentimos o hacemos. Como está tu pensamiento estará tu corazón, y como está tu corazón así estará tu espíritu. De la abundancia del corazón habla la boca. Lc 6, 45 Experimentamos cambios bioquímicos y fisiológicos en nuestro organismo conforme a nuestras emociones y estados de ánimo.
    El médico Hans Selye, 1907-1982 descubrió el estrés y sus efectos dañinos en el hombre, los cambios psicofisiológicos conectados a la enfermedad y el envejecimiento prematuro del individuo; autogenerados por su propio estrés emocional y exterior. El odio, los celos, la confusión provocan estrés, tensión emocional, cada emoción va cargada de información, intensión y energía. Los pensamientos negativos son veneno para nuestra salud; secretan sustancias neuroquímicas como adrenalina, cortisol y ácido clorhídrico. La adrenalina comprime el calibre de las arterias cerebrales, reduciendo la irrigación sanguínea a las neuronas y la falta de oxígeno origina disminución del funcionamiento cerebral, ocasionando efectos colaterales, cuales mala actitud, conducta equivocada, ira, irritabilidad, y errores en la toma de decisiones.
    Necesitamos decirle al Corazón de Jesús que queremos amarlo, y que Él nos enseñe la difícil mística sapiencial de dejarnos amar por Él, sentirlo cercano y lleno de ternura. Sus consolaciones o divinas caricias nos liberan de los ídolos, nos dan la salvación en la Trinidad, nos redimen de estar esclavizados a nuestras propias voluntades, proyectos, ambiciones, miras personales; y en cambio abiertos en el Amor, a la comprensión de los Otros con sus mentalidades y culturas. Poniendo en primer lugar, no la propia realización personal o el aplauso y reconocimiento de los demás, sino el Bien Supremo del Evangelio y el cumplimiento desapercibido de la misión recibida sin que nadie tenga por qué enterarse de nuestros esfuerzos.
    Las Bienaventuranzas forman un todo indesglosable. La pureza es indesligable de la pobreza cual extractos perfumados del amor. El puro corre el riesgo de ensoberbecerse, el que sirve al pobre de ideologizarse ante tantas inaguantables injusticias y dolores. Ambos al ponerse de rodillas con Cristo se liberan. El corazón puro sólo es útil si sirve mejor al Pobre con sus pobres; y no hay pobre mejor servido que el que lo es por un pecador, en búsqueda de la pureza de corazón, abrazados a Jesús.

sábado, 8 de junio de 2013

167. Mística y Justicia para los Beati pauperes Spiritu brotando de la Misa: 3 Jn 1-8


    Ruego a Dios para que te encuentres bien y goces de buena salud en tu cuerpo, como la tienes en tu alma por tu adhesión a la Verdad y ponerte al servicio de los hermanos. El judeocristianismo tiene un mensaje integral, nada se escapa a su solicitud, este pobre, aní invocó al Señor, Él lo escuchó y los libró de sus angustias. Sal 34, 7 Hay que vivir la liturgia, Totius Christi Actio Acción del Cristo Total, como verdaderos creyentes, más allá de todo fastidioso ritualismo, vanidoso narcicismo o presuntuoso ceremonial; responsables de que su Noble Sencillez no sea descuido de su Divina Belleza, atesorando la Tradición con la Renovación; haciendo de la Eucaristía diaria nuestra máxima experiencia mística en la justicia social. Así edificamos la comunidad monástica, donde cada uno ama y es amado, injertado en la Familia de Dios que es la Iglesia.
    Nacemos, lo que actualizamos en cada Misa, del gesto supremo del amor del Padre que entrega a Jesús, quien por su Pascua pasa, y nos hace pasar a nosotros, del fracaso humano de la Cruz al triunfo divino de la Resurrección. Y manifestamos el carisma monástico mariano, cuando el don del Espíritu Santo, también en cada Misa, nos llena impulsándonos a avanzar sin desmayos por el Camino, para anunciar la Buena Noticia del amor del Padre que siempre nos perdona sin dejarnos impunes. Pues la satisfacción es indesligable de la contrición y confesión. La absolución quita el pecado pero no remedia todos los desórdenes que el pecado causó. Las penas satisfactorias, unidas a Cristo, retraen  del pecado, hacen más cauto y vigilante al pecador, remedian las reliquias del pecado, y liberan a los sacerdotes de hacerse partícipes de los pecados ajenos, 1, Tim 5, 22 al imponer ligerísimas penitencias por gravísimos delitos. Trento, 1690 y 1689-1693;  CEC 1459-1460
    El centro de la liturgia eucarística es la gran oración de la consagración que comienza con la invitación del Prefacio, levantemos el corazón y demos gracias al Señor nuestro Dios, y continúa hasta la Ofrenda culminante, por Cristo a ti Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria. En la Misa pasamos del hombre viejo, puesto bajo la esclavitud del pecado y de la muerte, al hombre nuevo en la dinámica resurreccional. Es el Sacramento del desarrollo humano integral, porque transubstancia el fruto de la tierra y del trabajo del hombre en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y por Jesús resucitado nos diviniza aquí, y hacia la Jerusalén celestial, en la Vida de las Tres Personas del Único Dios.
    La Misa no es un mundo de brujería barata sino un universo místico de Gracia cooperante. Es la convocatoria del Padre que nos congrega alrededor de Jesús logrando el encuentro por el Espíritu. La comunidad monástica en la que debemos tener fe, no es una asociación fundada por un acuerdo de celebridades, sino pura obra de Dios, Totius Cristi Opus Obra del Cristo Total, en la historia. Su fruto es el Alter Christus, y dada su celebración pública, es nuestra obligación testimoniar la verdad en la que creemos, como lo hicieron los santos. Si participamos de la Misa, los otros tienen derecho a decirnos, muéstrame qué clase de ser humano eres para que pueda creer en la Eucaristía Pascual Transfiguradora que celebras.
    Resulta que a veces los católicos tenemos más caras de funebreros aburidos y cansados que de ir a abrazar a la Trinidad en la Misa. Con depresivos, desalentados y desanimados no se podrá hacer la Nueva Evangelización. La tristeza nos desfigura, el gozo de la alabanza eucarística nos transfigura. Alguien puede responderme, me atenazan males y enfermedades. Siento sus sufrimientos, todos llevamos la cruz, pero el dolor de la cruz diaria es el mejor combustible de la alegría de vivir en la verdad del amor, no de su cara avinagrada con bilis derramada en malas ondas. El dolor Pascual transforma, el sufrimiento egolátrico deforma. La Misa es un Trascenderse Místico al entrar en el Paso de Jesús de la muerte a la vida, para ser enviados, Ite Misa est, a ese Mundo tan amado del Padre que no cesa de ponernos en misión con su Hijo y su Espíritu.
    Desgajar la Misa del envío al servicio de los hermanos y la naturaleza, es uno de los más grandes desajustes que amenazan nuestra espiritualidad católica. Orar Leer Trabajar son una única realidad. Antes de participar en la Misa tenemos que lavarle los pies a nuestros próximos. Jn 13 Misa sin Lavatorio, al inicio, y sin Envío, al final, es disfuncionalidad al separar mística de la justicia social para los Beati Pauperes Spiritu a quienes, con opción preferencial, estamos obligados a llevarles el Reino de los Cielos. De ahí que la Misa nos hace contemplar la máxima injusticia que se ha cometido, el asesinato de Dios, transmutado por Él en Vida.
    Esa Pascua se prolonga en su Cuerpo Místico. Volvamos a atrevernos a mirar el Mundo con los ojos de Jesús, la comida que se tira a la basura, es el alimento que se roba a los pobres. Tweet del Papa Francisco  El 68%, 2/3 de la humanidad, vive en la pobreza. La persona más rica tiene tanto como las 57 naciones más pobres. El 2% posee la mitad de la riqueza mundial. 50% pasan hambre y 24.000 mueren famélicos cada día. 40% no tienen servicios sanitarios. 31% viven en covachas inhabitables. 19% son analfabetas, 15% no tienen agua potable y el 48% sobrevive con $US 2 al día. 215 millones de niños son víctimas del trabajo infantil, de los cuales 115 millones en la esclavitud, sin posibilidad de acceso a la educación. El 14% de la población mundial es atea. Los católicos somos una minoría del 17%, sólo China tiene 300 millones más que toda la Iglesia, y los pobres de Espíritu esperan ser evangelizados, en medio de la inequidad, la inseguridad del terrorismo con suicidas asesinos y masacres indiscriminadas del crimen organizado, y del Gran Hermano que nos vigila violando nuestra privacidad telefónica y digital con el pretexto de contenerlo, como el programa Prism de espionaje informático, sin equilibrio ético entre intimidad y seguridad, sin transparencia ni información debida a los ciudadanos indefensos e inocentes. Que no se nos olvide la marginación, persecución y muerte de millones de personas por falta de libertad religiosa. El cristianismo parece ser hoy la religión más castigada del planeta con 100.000 muertos al año. De Haro, Fernando, Cristianos y Leones
    Las lacras que se adhieren a cualquier bien son espeluznantes. Así el turismo, junto con las vacaciones y el tiempo libre, una oportunidad y un derecho característico de nuestra época, está minado por males que hay que afrontar con urgencia porque van contra la dignidad de millones de personas. El turismo sexual es una de sus formas más abyectas. La trata de seres humanos, usarlos para trasplantes de órganos, la explotación de menores, su abandono en manos de delincuentes, el abuso, la violación, la tortura y la muerte se producen en muchos contextos turísticos. Hay que pensar en un turismo distinto, purificado por la Palabra de Dios, capaz de promover el conocimiento recíproco y nada quite al descanso y a la sana diversión. Benedicto XVI, Mensaje al VII Congreso de pastoral del turismo, 18/V/2012
    No perdamos la cabeza, ni el 11 de septiembre logró desorganizar New York sino por pocas horas. Sin miedos, desde la contemplación de Jesucristo, tenemos que ir hacia los pobres de todas las periferias existenciales con la dulce y confortadora alegría de evangelizar, no por simple beneficencia camuflada, para reducir impuestos. Los pobres son la carne de Cristo, todos podemos compartir lo mucho o  poco que tenemos, dando de nuestra pobreza, una oración, un libro, un trabajo, un anuncio evangélico, un pan, una hora de escucha y diálogo, una medicina, una clase, un tiempo gratuito diario de mi profesión. 
    Había estado pidiendo arroz de puerta en puerta por las calles de la ciudad, cuando desde lejos apareció el auto del hijo del rey. Pensé que era la ocasión de mi vida; y me senté abriendo bien el saco, esperando que me diera limosna sin tener que pedirla siquiera. Pero cuál no fue mi sorpresa cuando, al llegar junto a mí el carro del príncipe, éste descendió y extendiendo su mano me dijo si podía darle algo. Confuso y dubitativo tomé del saco un grano de arroz, uno solo, el más pequeño, y se lo di. Pero qué tristeza cuando, por la tarde, rebuscando en mi saco, hallé un grano de oro, solo uno, el más pequeño. Lloré por no haber tenido el valor de darle todo. Tagore El que siembra con mezquindad, tendrá una cosecha muy pobre, en cambio el que siembra con generosidad, cosechará en abundancia. 2 Cor 9, 6
    El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado a las riquezas o su uso egoísta. Y es preciso satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia equitativa. CEC, 2443- 2449 La Iglesia es de todos y nadie está excluido, pero en particular la Iglesia es de los pobres. Juan XXIII La solidaridad logra el milagro de que pobres y ricos se abracen en Cristo. Al acercarnos a los anawim, para darles lo que les pertenece, no debemos dar la impresión de querer interrogarlos si son católicos, si se confiesan o van a Misa; sino en primer lugar porque ellos son la imagen del Dios hecho hombre, personas que tienen derecho a la escucha y el respeto, a la buena relación, a la amistad universal.