jueves, 15 de septiembre de 2011

21. Las habilidades sociales para convivir en comunión: Gal 6, 1-18




    Si alguien comete alguna falta, los que están animados por el Espíritu Santo, instrúyanlo en espíritu de mansedumbre, en pneúmati praútetos. Ayúdense a llevar sus miserias, báre unos a otros y hagan el bien a todos, esa es la Ley de Cristo. La calidad de la vida monástica, y la formación inicial y permanente tienen, como máximo indicador, la dinámica de las interrelaciones personales, pues somos Confesión de la Trinidad, Signo de fraternidad y Servicio de caridad. Ese fue el programa de los tres primeros escritos de Esteban Harding, De Veritate hebraica, 1109 ante todo el Verbo de Dios, Carta Primitiva de la Caridad, 1114 luego el Amor del Espíritu, y Exordium Parvum, 1117 y al fin nuestros Orígenes en el Proyecto del Padre; y así Jesús Amor Humilde de la RB fuera Escuela de amor cosmoteándrico.
    Una vez que sabemos pensar y poseemos una ética de convivencia para resolver, con sabiduría y serenidad, nuestros ininterrumpidos conflictos es necesario que nos planteemos, como dice Caballo en su Manual de técnicas de terapia y modificación de conducta, las habilidades sociales indispensables para relacionarnos bien con actitud de asertividad, que evita las respuestas erradas de la inhibición y la agresividad, o me callo o te mato.
    Enumero diez, aunque no se trata de pura especulación, sino de Talleres prácticos que hay que hacer en dinámicas grupales guiadas por peritos en psicología y espiritualidad. 1. Captar el Buen Espíritu que es la Ley de Cristo en la búsqueda de la voluntad del Padre. 2. Saber escuchar sin filtraciones. 3. Animar y felicitar más que corregir. 4. Aprender a pedir favores. 5. Disculparse sin humillaciones. 6. Presentar bien las quejas. 7. Nunca decir sí cuando queremos o debemos decir no. 8. Responder bien a los fracasos. 9. Saber negociar. 10. Adquirir estabilidad emocional para resolver conflictos sin arruinar la alegría en la libertad de la vida, con sanas relaciones que deben ser la nota dominante del Cenobio.
    El Taller comienza por el planteo de la habilidad social que queremos trabajar. Se narra una situación ficticia o real por la que estamos pasando. Pueden utilizarse audiovisuales o relatos literarios. Presentado con exactitud el conflicto y la dinámica de los enojos o problemáticas se dialogan entre todos, con la ayuda de un coordinador, cómo fueron o serían las tres posibles respuestas de los protagonistas, inhibida, agresiva o asertiva con eficacia y justicia. El coordinador debe ser experto en mostrar que las respuestas inhibidas no son eficaces, y las agresivas no son justas. Además que el inhibido termina siendo injusto con él mismo y los demás; y el agresivo es también injusto e ineficaz tanto consigo mismo como con los demás, pues toda ineficacia e injusticia engendran otros conflictos.
    Cuando la comunidad se ha puesto de acuerdo, por consenso, en cuál es la solución asertiva, se pasa a Jugar el rol. De esta forma si alguien o algunos tienen que presentar una queja, erradicado todo lo que sea impaciencia, grosería y coraje, se representa la acción con seriedad y respeto; y todo el grupo discierne si la presentación ha sido asertiva, inhibida o agresiva. Hecha la representación y el discernimiento, se pide a todos que estén conscientes si en los próximos días deben presentar una queja. Que lo hagan bien, no sean alfombras en que cualquiera zapatea y limpia botas, sepan enfrentar personas y situaciones en el Amor que nunca muere, distingan entre quejarse por virtud y quejarse por vicio, o protestar por nimiedades repantigadas mientras se es indiferente a otras enormes injusticias comunitarias, nacionales o mundiales. No tenemos derecho a ofender, molestar o burlarnos de los demás.
    Con la Ley de Cristo y buena formación permanente no es tan difícil instruirnos con mansedumbre y buen humor, ayudarnos a llevar nuestras miserias, y hacer el bien a todos; en el gozo liberador y realista de la Cruz y la Resurrección de Jesús, a fin de que nadie se contriste ni perturbe en la Casa de Dios. RB, 31, 19

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