jueves, 19 de diciembre de 2013

185. Asimilando los textos del Papa Francisco para la Evangelización Hoy: 1 Cor 1-2



    El mensaje de la Cruz es locura y escándalo para los que se pierden, pero para los que se salvan es Fuerza de Dios. Él ha querido salvar a los que creen por la locura de la predicación. Me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante. Mi predicación no tenía nada de la sabiduría humana. En la Consideración 163. Cambiando en la historia de hoy hacia el Pastor Hermoso del 27 de abril ppdo. decía, preparémonos a pasar de Benedicto a Francisco. Del tímido teólogo alemán, con la Congregación de la Doctrina de la fe bajo su brazo; al carismático pastoralista argentino con Aparecida entre sus manos. El cimbronazo del cambio de estilos y matices se siente. Nos conviene con urgencia hacer Lectura espiritual con las intervenciones del Papa Bergoglio para irlas asimilando. 
    Cito con libertad, lo que queda en mi memoria y agregando mis contextos. Se atora quien no digiere. Para proclamar con alegría la forma de Evangelio que Dios nos pide hoy a través del obispo de Roma y de los obispos donde vivimos en colegialidad. Lo que él afirma sobre la Lectio Divina, lo podemos aplicar a la Lectura de sus textos en comunión con la Biblia. Evangelii Gaudium, 152-153 Aconsejo hacer Lectio, Meditatio, Oratio, Contemplatio con los siete fragmentos que propongo.
    1. Hay una manera concreta de escuchar lo que el Señor nos quiere decir en su Palabra y de dejarnos transformar por el Espíritu. Es lo que llamamos Lectio divina. Consiste en la lectura de la Palabra de Dios en un momento de oración para permitirle que nos ilumine y nos renueve. Esta lectura orante de la Biblia no está separada del estudio que realiza el predicador para descubrir el mensaje central del texto. Al contrario, debe partir de allí, para tratar de descubrir qué le dice ese mismo mensaje a la propia vida. La lectura espiritual de un texto debe partir de su sentido literal. De otra manera, uno le hará decir a ese texto lo que le conviene, lo que le sirva para confirmar sus propias decisiones, lo que se adapta a sus propios esquemas mentales. Esto, en definitiva, será utilizar algo sagrado para el propio beneficio y trasladar esa confusión al Pueblo de Dios. Nunca hay que olvidar que a veces el mismo satanás se disfraza de ángel de luz. 2 Co 11, 14. Verbum Domini, 87 
    En la presencia de Dios, en una lectura reposada del texto, es bueno preguntar. Señor, qué me dice a mí este texto. Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje. Qué me molesta en él. Por qué esto no me interesa. Qué me agrada. Qué me estimula de esta Palabra. Qué me atrae. Por qué me atrae. Cuando uno intenta escuchar al Señor, suele haber tentaciones. Una de ellas es sentirse molesto o abrumado y cerrarse. Otra tentación muy común es comenzar a pensar qué bien le vendría ese texto a otros, para evitar aplicarlo a la propia vida. También sucede que uno comienza a buscar excusas que le permitan diluir el mensaje específico de un texto. Otras veces pensamos que Dios nos exige una decisión demasiado grande, que no estamos todavía en condiciones de tomar. Esto lleva a muchas personas a perder el gozo en su encuentro con la Palabra. Pero sería olvidar que nadie es más paciente que Dios Padre. Nadie comprende y espera como Él. Invita a dar un paso más. Pero no exige una respuesta plena si todavía no hemos recorrido el camino que la hace posible. Quiere que miremos con sinceridad la propia existencia y la presentemos sin mentiras ante sus ojos. Que estemos dispuestos a seguir creciendo. Que le pidamos a Él lo que todavía no podemos lograr.
   2. Existen cristianos alérgicos a los predicadores. En realidad tienen miedo de abrir la puerta al Espíritu Santo. Se vuelven tristes, contreras a todo mensaje. No es lo que ellos piensan o esperaban. Jesús compara la generación de su tiempo con esos muchachos descontentos que no saben jugar. Rechazan la invitación de los otros. Si hay música, no bailan. Si hay cantos de lamentación, no lloran. Ninguna cosa les cae bien, no están abiertos a la Palabra. Su rechazo no es sólo al mensaje sino al mensajero. Siempre tienen motivos para criticarlo. Es un simplón. No, muy complicado. Eso lo dice por mí. Nos ataca. Puros fervorines. No, una teología difícil sin ganchos.
    Algunos contemporáneos de Jesús, preferían refugiarse en una religión más elaborada. En complicados programas éticos ritualistas, los fariseos. En el compromiso político, los saduceos. En la revolución social, los zelotas. En la espiritualidad gnóstica y aislada, los esenios. Querían un sistema limpio y bien hecho. Pero al predicador, no. Jesús les recuerda. Sus padres hicieron lo mismo con los profetas. El Pueblo de Dios tiene cierta alergia por los predicadores de la Palabra. A los profetas, los ha perseguido y asesinado.
    Estas personas dicen aceptar la verdad de la revelación. Pero al predicador y su predicación, no. Prefieren una vida enjaulada en sus ideologías, en sus compromisos, en sus planes revolucionarios o en su espiritualidad desencarnada. Son cristianos descontentos de lo que dicen sus anunciadores de Buenas Noticias. Están cerrados, enjaulados. Son depresivos, sin libertad.
    No creen en la Luz Divina que viene de la predicación. Esa que advierte, enseña, abofetea y llena de alegría a los pobres de Espíritu. Alegría que hace crecer a la Iglesia. Tienen miedo a la liberación del Espíritu, que viene por la predicación. Esta es la locura de la predicación, que termina en el escándalo de la Cruz. Escandaliza el que Dios nos hable a través de hombres limitados y pecadores. Y escandaliza mucho más que el Padre nos hable y nos salve a través de un Hombre que se proclama Hijo de Dios. Y termina como un criminal, clavado desnudo en el patíbulo de la Cruz, junto a dos malhechores.
    3. Cuando no creemos en la locura y el escándalo de la Cruz en la predicación, nos desligamos de quienes nos anuncian  la liberación en Cristo. Desfallece nuestra fe en que el Pueblo de Dios, por la acción del Resucitado y del Espíritu, se evangeliza sin cesar a sí mismo. Una comunidad eclesial alérgica a la predicación mata a los profetas, mata la Vida del Evangelio y cae en un legalismo de muerte. Se llena de  ritualismos y cumplimientos de vanos preceptos.
    Los predicadores profetas son conscientes de la Vocación de Dios en el pasado, la recuerda, la repite, la reenciende. De la Alianza de Dios en el presente. Mira a su Pueblo y siente la fuerza del Espíritu para anunciarle la Palabra que lo ayude a alzarse. De la Promesa de Dios, con la que empuja al Pueblo a continuar el camino hacia el futuro. El profeta es un hombre de tres tiempos. Vocación del pasado, Alianza del presente, Promesa del futuro. El Señor siempre ha custodiado a su Pueblo con los profetas, en los momentos difíciles. En los cuales estaba desalentado o destruido. Cuando no había Templo. Cuando Jerusalén estaba bajo el poder de los enemigos. Cuando el Pueblo se preguntaba, dónde está tu Dios. 
    Hoy la fe católica de muchos se enfrenta con el desafío de la proliferación de nuevos movimientos religiosos, algunos tendientes al fundamentalismo y otros que parecen proponer una espiritualidad sin Dios. Esto es el resultado de una reacción humana frente a la sociedad materialista, consumista e individualista. Y un aprovechamiento de las carencias de la población que vive en las periferias y zonas empobrecidas, que sobrevive en medio de grandes dolores humanos y busca soluciones inmediatas para sus necesidades. Estos movimientos religiosos vienen a llenar un vacío dejado por el racionalismo secularista.
    Es necesario que reconozcamos que si parte de nuestro pueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la Iglesia, se debe también a unas estructuras y a un clima poco acogedores en algunas de nuestras parroquias y comunidades. A una actitud burocrática para dar respuesta a los problemas de la vida de nuestros pueblos. En ciertas partes hay un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de evangelización. Es hora de que con un oído en Dios y otro en el Pueblo, no nos dejaremos robar el Evangelio.
    4. La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo. No pudieron acercarse a causa de la multitud. Le dijeron a Jesús. Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte. Él respondió. Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican. Lc 8, 19-21 La Virgen con su corazón inmaculado, enamorada de José, escucha la Palabra, la encarna, la pone en práctica, y da a luz al Hombre Dios. Medita y sigue de cerca todos sus procesos de formación y desarrollo desde su concepción, durante su vida, hasta su muerte y resurrección. De ahí que el Rosario de María sea un compendio cristológico de toda la Biblia.
    Ella nos muestra cómo vivir los Misterios del Año Litúrgico. Cada celebración tiene un aspecto exterior, en los signos sagrados que le dan el significado de Cristo. Y otro interior para ir cambiando mis significantes y transfigurarme en Jesús. Orar ante el pesebre es una dulzura. Pero esta dulzura sería incompleta si Cristo no nace en mí, y se va formando hasta la plenitud de santidad y misión que el Padre planeó para mí. Jesús transfigurará nuestro cuerpo humilde y mortal, haciéndolo conforme a su Cuerpo Glorioso, según la energía de su dinamismo, para que la Totalidad se una a Él. Fil 3, 21 Esta conformación comienza ahora. El Cristo Exterior por la Transubstanciación es análogo al Cristo Interior que habita por la fe amante en nuestros corazones. Si la Transubstanciación no produce mi Transfiguración hacia la Resurrección, la Liturgia es inefectiva en mi existencia peregrinante.
    Los signos sacramentales son eficaces de por sí, ex opere operato. Sin embargo, esta eficacia depende de las disposiciones de quien los celebra, ex opere operantis, según su preparación, fervor y acción de gracias. Similar al agua que recogemos de una fuente, no depende sólo de ella sino del recipiente que utilizamos.
    Tienen que producirse muchos nacimientos de Cristo en mi interior. Hay zonas oscuras de mi ser donde la Luz del mundo no ha nacido. Así el contagio de la mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad, e incluso de amor a la Iglesia. Consiste en buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprocha a los fariseos. Cómo es posible que ustedes tengan fe, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios. Es un modo sutil de buscar sus propios intereses y no los de Cristo Jesús. Jn 5, 44. Fil 2, 21.
    Esta mundanidad puede alimentarse de dos maneras emparentadas. Una es la fascinación del gnosticismo, una fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que reconfortan e iluminan. Pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos. La otra es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas. Se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser fieles a un determinado estilo de ser católicos. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario. En lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás. En lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar. Ni Jesús ni los demás interesan. Son manifestaciones de un inmanentismo antropocéntrico. No es posible imaginar que de estas formas desvirtuadas de cristianismo pueda brotar un auténtico dinamismo evangelizador.
    5. La oscura mundanidad se manifiesta en muchas actitudes opuestas en apariencia pero con la misma pretensión de dominar el espacio de la Iglesia. En algunos hay un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia. Así, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos. En otros, la misma mundanidad espiritual se esconde detrás de una fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas. En una vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos. En un embeleso por las dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial.
    También puede traducirse en diversas formas de mostrarse a sí mismo en una densa vida social llena de salidas, reuniones, cenas, recepciones. O bien se despliega en un funcionalismo empresarial, cargado de estadísticas, planificaciones y evaluaciones. El principal beneficiario no es el Pueblo de Dios sino la Iglesia como organización. En todos los casos, no lleva el sello de Cristo encarnado, crucificado y resucitado. Se encierra en grupos elitistas, no sale a buscar a los perdidos ni a las inmensas multitudes sedientas de Cristo. Ya no hay fervor evangélico, sino el disfrute espurio de una autocomplacencia egocéntrica.
    En este contexto, se alimenta la vanagloria de quienes se conforman con tener algún poder y prefieren ser generales de ejércitos derrotados antes que simples soldados de un escuadrón que sigue luchando. Cuántas veces soñamos con planes apostólicos expansionistas, meticulosos y bien dibujados. Así negamos nuestra historia de Iglesia, que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa, porque es sudor de nuestra frente. En cambio, nos entretenemos vanidosos hablando sobre lo que habría que hacer. Es el pecado del Ingeniero Hayque o Habriaqueísmo. Como algunos maestros espirituales y sabios pastorales que señalan desde afuera. Cultivamos nuestra imaginación sin límites y perdemos contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel.
    Quien ha caído en esta mundanidad mira de arriba y de lejos. Rechaza la profecía de los hermanos. Descalifica a quien lo cuestione. Destaca los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia. Ha replegado la referencia del corazón al horizonte cerrado de su inmanencia y sus intereses. En consecuencia, no aprende de sus pecados ni está abierto al perdón. Es una tremenda corrupción con apariencia de bien. Hay que evitarla poniendo a la Iglesia en movimiento de salida de sí, de misión centrada en Jesucristo, de entrega a los pobres. Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales. Esta mundanidad asfixiante se sana tomándole el gusto al aire puro del Espíritu Santo, que nos libera de estar centrados en nosotros mismos con una apariencia religiosa vacía de Dios. Evangelii Gaudium, 93-97
    6. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril. Lc 1, 7 De la imposibilidad de dar vida, viene la vida. La Revelación nos muestra a varias mujeres estériles. Dios interviene en ellas para decirnos que Él es capaz de dar vida. En los Profetas surge la imagen del desierto. La tierra seca es incapaz de hacer crecer un árbol, una flor, un fruto. Pero el desierto será como un bosque frondoso. El desierto florecerá, y la mujer estéril dará vida. La Promesa del Señor sigue en pie. Él puede de la esterilidad y sequedad, hacer surgir la vida y la salvación.
    La intervención de Dios nos hace fecundos. Nos da la capacidad de comunicar vida. Eso no podemos hacerlo por nosotros mismos. Sin embargo, tantos han hecho la prueba de pensar en autoliberarse y autoliberar a los demás. Los mismos cristianos. Basta recordar a los pelagianos. Pero todo es gracia. Sólo la intervención de Dios trae la salvación y la vida. Debemos reconocer nuestra sequedad, nuestra incapacidad de entregar vida. Y pedir la fecundidad al Señor. Que mi vida dé vida, que mi fe sea fecunda y pueda darla a los demás. Soy estéril, yo no puedo pero Tú puedes. Soy un desierto, yo no puedo pero Tú puedes.
    Los soberbios, los que creen que pueden hacer todo por sí mismos, son confundidos. Cual Mical, la hija de Saúl. 2 Sam 6, 16-23 No era estéril, pero era soberbia. No entendía qué cosa fuese alabar a Dios.  Es más, se burlaba de la alabanza de David. Quedó estéril hasta su muerte.
    La humildad es necesaria para la fecundidad. Cuántas personas creen ser justas y al final sólo dan lástima, como Mical. La humildad consiste en reconocer nuestra esterilidad y sequedad. Con la humildad del alma estéril y del desierto se recibe la gracia. La Gracia de florecer, de dar fruto y comunicar la Vida en abundancia.  Jn 10, 10
    7. Una forma de oración que nos estimula a la entrega evangelizadora y nos motiva a buscar el bien de los demás, es la intercesión. Miremos por un momento el interior de un gran evangelizador como Pablo, para percibir cómo era su oración. Esa oración estaba llena de seres humanos, en todas mis oraciones siempre pido con alegría por todos ustedes porque los llevo dentro de mi corazón. Flp 1,4.7 Descubrimos que interceder no nos aparta de la verdadera contemplación, pues contemplación que deja fuera a los demás es un engaño.
    Con el Espíritu Santo, junto al pueblo siempre está la Virgen orante. Ella reune a los discípulos para invocarlo e interceder. Así hizo posible la explosión misionera que se produjo en Pentecostés. Y se repitió, una de tantas, en el México de Guadalupe.
    La estampación de María en la tilma de Juan Diego fue el signo profético de un abrazo. El abrazo de María a los habitantes de toda América y Filipinas. A los que estaban y a los que llegarían. Este abrazo de la Virgen embarazada de Jesús, señaló el camino que debería caracterizar a América. Ser una tierra donde pueden convivir pueblos diferentes. Capaz de respetar la vida humana desde el seno materno hasta la vejez. De acoger a los emigrantes y otros pueblos. A los pobres ninguneados, y a los ricos solidarios de todas las épocas. Lleno de amor por todos, el pobre es rico. Sin el amor que comparte, todo rico es pobre.
    En el Tepeyac María se muestra como Madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminaremos de comprender el espíritu de la nueva evangelización. María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura. El estilo evangelizador de María de Guadalupe es ése. El de la ternura y el cariño. Tierno es el amor no atropellador y duro. Ese que invade y amenaza con obediencias debidas y penas, exigente imperativo y despreciativo. Cariñoso es el amor que abraza y acaricia con respeto. El amor gozoso con sentimientos de profunda humanidad. Cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y el amor no son virtudes de los débiles sino de los fuertes. Que no necesitan del diabólico maltratar a otros para sentirse importantes e imponer su parecer.
    El carisma monástico es por esencia mariano. Mirando a la Virgen descubrimos que la misma que alababa a Dios, porque derribó de su trono a los poderosos y despidió vacíos a los ricos, es la que pone calidez de hogar a nuestras búsquedas de justicia. María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y en los imperceptibles de cada día. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana. De cada uno y de todos. 
    Es mujer orante, que lee la Escritura y trabaja en Nazaret. Saliendo de su ranchería para auxiliar a los demás sin demora. Esa dinámica de ternura y justicia, de cariño maternal y formador de Cristo en mí y en los demás, es lo que necesitamos para evangelizar. Quitar el rechazo a los predicadores. Anunciar, sin proselitismos o imposiciones, el escándalo de la Cruz y la locura de la predicación.

sábado, 7 de diciembre de 2013

184. Jesús, que jamás nos separemos de tu Totalidad en Salida: Ecli 43, 23-33



    Gracias al Señor su mensajero llega a buen puerto. Gracias a su Palabra se ordenan todas las cosas. Podríamos decir mucho más, y nunca acabaríamos. Mi conclusión es esta, Dios es Todo. Pero Él es más grande que todas sus obras. Jesús Ayer Hoy Mañana, tú me has hecho experimentar tus Plenitudes. Nunca he escrito durante 60 años, nada que no estuviera en relación con tu Totalidad. Siento no haber podido engrandecerte con la maestría de María y los grandes santos, teólogos, místicos, literatos y doctores de la Iglesia. Los helechos realzan la belleza de las flores. Aunque presiento mi muerte próxima. O una parálisis me convierta en una estatua marmórea de osteoporosis. O un accidente cerebro vascular me deje cual vegetal. Bien sé que no puedo estar seguro del fin. Mientras, busco conocer el Amor de Cristo que supera todo conocimiento, para ser plenificados con la Plenitud Total de Dios. Ef 3, 14-19
    Me apresuro, anciano desgastado todavía algo lúcido, luego de Transubstanciar el pan y el vino y de Entregar al Pueblo el Cuerpo y la Sangre en la Misa, a escribirte estas palabras que poco expresarán. Es mi Acción de Gracias virtual. Mi apapachar a los lectores de este Blog. Sé que  entre las posibilidades que ofrece la comunicación digital la más importante se refiere al anuncio del Eterno Viviente. Se trata de encontrarme con hombres y mujeres reales. A quienes deseo saludar, abrazar y acompañar. A menudo tan confundidos y heridos como yo. El kerigma requiere relaciones humanas auténticas y directas que culminen en un encuentro personal con Cristo. Internet no basta, la tecnología no es suficiente. No quiero decir que la presencia de la Iglesia en la Red sea inútil. Es indispensable estar presentes, en lo que para muchos se ha convertido en un ambiente de vida. Despertar las preguntas sobre el sentido de la existencia. Indicar el camino que conduce a Aquel que es la respuesta Total. Jesús en sus Infinitos Rostros y Cuerpos. Al Verbo hecho Libro, Pan, Servicio, Resucitado, Iglesia, Cosmos y Cánticos.
    Mi incapacidad para tocar las fibras más íntimas de cada uno es supina. Los hechos están vacíos. Son recipientes que toman la forma del sentimiento que los llena. J.C. Onetti Confío en la Creatividad del Padre. Él puede hacer e inspirar Todo al infinito. Más de lo que podemos pedir o pensar, por el Dinamismo del Espíritu que trabaja en nosotros. Trato de llenarme, con la inteligente Lectio Divina, de Agua Viva. Me repetiré al renovar tu Gracia. Repitiendo seré Memorial. Siendo abuelos Memoriosos muchos viviremos en el Mar de tus Constelaciones que nos primerean.
    Inmenso agradecimiento de que misericordiando hayas venido con tu Misterio Pascual al encuentro de este microscópico pecador. Con sus tinieblas imperfecciones y errores ha molestado a varios. Me has concedido pedirte y pedirles perdón. Perdoné y he sido perdonado. Cuánto nos hemos amado en tu Iglesia. Hasta mi carne te ha gozado. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Cristo siempre nace y renace la alegría. Cuán agradecido estoy por haberte podido regalar mi libertad, mi virginidad y mi economía en mi pusilánime vida monástica y sacerdotal. Qué sangrientas las 34 donaciones que me pediste realizar a favor de los pobres de Espíritu y de esta Tierra. Qué cruda la cruz de cada día, precio de nuestro mutuo cariño y ternura. Cuántos cálices he tenido que beber. Por cuántos túneles y bosques oscuros hemos caminado juntos, con otros pocos, para ser Custodios de tu Totalidad. Para poner a tu Iglesia en Salida hacia todos los ángeles, todos los seres humanos en esta Tierra, toda la naturaleza y el comos conocido y por conocer. Para mostrar que Tú eres el Reino de Dios al ser inseparable de toda la creación, a la que estás transfigurando en la Nueva Creación que ya despunta. Cuán largas fueron tus ausencias y qué fugaces, pero maravillosas tus Presencias. Y nunca ninguna creatura pudo separarnos jamás del Amor del Padre, manifestado por el Espíritu en Ti. Rm 8, 38-39
    Grandioso ha sido, Alfa y Omega, que me regalaras percibir, por intuiciones y argumentos convergentes y convincentes no propios de las matemáticas, y por la fe transracional, al Creador de Todo. Al Incausado Absoluto Increado Infinito Metafísico, separado de y pervadiendo a toda la creación finita. Que Tú, Trascendente, Inmanente y Transparente, fueras en tu humanidad la Imagen visible y creada del Verbo Invisible. Col 1, 15 Aquel que me revela a la Trinidad, los ángeles, los hombres, el mundo y el cosmos hacia el Reino. He sentido la belleza y tristeza asfixiante de un Mundo en procesos finitos interminables donde existe el mal. Si no peregrinara con el Resucitado hacia el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva, existir sería por momentos inaguantable, inconveniente, torturador. El Misterio oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos es Cristo en nosotros, esperanza de la gloria. Col 1, 26-27
    Desde ti, a quien pertenece el tiempo y la Eternidad, lo oculto de la Trinidad y del ser humano, algo se manifiesta. Pero sigue oculto. Col 3, 3 Como sucede con lo Revelado, se desvela y se revela. Falta un largo trecho hasta la Jerusalén celestial. Aun allí seguirán los desvelamientos, mi finitud nunca será tu Infinitud. Tus plenitudes se van expandiendo en nosotros hasta alcanzar la Totalidad de Cristo que está en todos. Col 3, 11 Totalidad que se olvida a toda cerrazón y exclusión. Sinónimo de un Cristo cada vez Mayor, con brazos acogedores, apertura, salida, puertas abiertas. El Resucitado para Todos. La Iglesia para Todos. Los ángeles para Todos. Los hombres para Todos. El Cosmos para Todos.
    Es la Gracia que me has regalado, atisbar estremecido que Cristo es Todo y el Todo lo trasluce a Él. El mismo Cristo de la Tradición, la Biblia, el Magisterio. El de las investigaciones de los pobres y los teólogos, no de escritorio sino besadores de las llagas de tu Pueblo. Tengo que permanecer fiel en el Memorial de la experiencia del Resucitado que tuve hace 57 años, en la Vigilia Pascual del 01.IV.56, en que Pío XII volvió a la tradición de celebrarla la noche del sábado al Domingo. Esta percepción, que se repitió el 16.IV.60 en Spencer EU y el 05.VI.69 en Galilea Israel, de la Luz Personal resucitada que lo invade y transfigura todo cambió mi interpretación de todo. Por épocas hasta tu Iglesia quiso enclaustrarte. Hacerte propiedad de unos pocos. Tú no eres propiedad de nadie. Y Todo es tu propiedad. Tú eres el Primogénito de toda la creación, en ti fueron creadas todas las cosas, todo conexiste en ti.
    Todas las cosas no son más que sombras de una Realidad futura, que es el Cuerpo de Cristo. Col 2, 17 Los Padres de la Iglesia, resumidos por Newman en su lema ex umbris et imaginibus in veritatem, me han ayudado a expresar lo indecible, sin que formulación alguna me haya dejado satisfecho. El hombre es un lazo entre Adán y el Mesías, representando más que su propio pasado y anunciando más de lo que desea recibir. Baal Shem Tov, +1760, fundador del jasidismo
    Este mundo es sólo un esquema de la Nueva Creación que se hará en Jesús resucitado Singularidad Única y Novedad Absoluta. Ahora no vemos la Realidad sino sombras, pero el reverbero de la Luz resurreccional lo invade y da existencia a todo. Para el pobre de Yahveh las sombras de este mundo que pasa transparentan esa Luz que vio Pablo. Y tantos otros a través de los siglos. Se está realizando un nuevo nacimiento. Una palingenesis, una nueva regeneración de la humanidad y el cosmos. Eso es lo que los cristianos no nos cansamos de celebrar en la Cena. El pan y el vino son la tierra de sombras, de caducidad y de muerte. Por la transubstanciación se convierten en la imagen, especies del Resucitado que nos regeneran para una esperanza viva. Hasta que nazcamos a la Verdad en la Resurrección Universal.
    El Cristo Pantocrátor y Glorioso por los siglos lo asume Todo. No hay realidad de la historia y del cosmos que no conexista en Él. Hasta el mal y el pecado, sin ser maltrecho por ellos. Y cada cristiano miembro de Cristo, se va abriendo cada vez más hacia ese Pléroma Infinito que es su Cuerpo Total. No es algo novedoso. Lo han repetido de formas distintas miles de mujeres y hombres. Pecar es separar del beso que adora. Vivir en Gracia es besar comulgando. La Luz Transfiguradora del Resucitado, sin tocar la variedad maravillosa de las formas, les da la Única Substancia que Todas anhelan, el Padre encontrado en el Verbo y el Espíritu. Jn 4, 24 En cada fragmento está el Todo interrelacionado con los Tres. Con inexactitudes y errores, que claman por la Vida Verdad y Amor de Cristo, las religiones, las filosofías, ciencias, literaturas y culturas, también ateas, lo han avizorado. Es un perfume que se huele. Una claridad que se ve. Una música que se oye. Un sabor que se gusta. Una piel que se acaricia con respeto y amor. Tiene alternancias. He tenido cientos de otras impresiones parecidas a las tres Luces del 56, 60 y 69. Tal vez la muerte, a la que me entrego con libertad, gritando cual otro ladrón desde mi cruz, será la mayor.
    No digo que este fragmentito repleto de limitaciones humanas. Una gota en un océano sin playas ni confines. Quien no sabe lo que ocurre en la Biblioteca que está a mis espaldas. Ni si el cometa Ison desapareció al acercarse al sol. Esté ensanchado a la Totalidad. Eso es sólo Jesús de Nazaret, la Suprema Complejidad Consciencia. La glocalización, unión de lo global con lo local, es el equilibrio de nuestra finitud con el Infinito. Cultivando nuestro jardín en sociedad, cuidamos de la ecología mundial. Entre globalización y localización encontramos un saludable florecer. Atención a lo Total, sin perder de vista nuestra Parte, y viceversa. Sabio es metabolizar sin empachos inútiles.
    Ya en el fragmento está el Todo, si sé trabajarlo con heroicidad. Desde el lugar y cultura donde estoy plantado, entro en comunión con el Resucitado. Capto, cual en intuición mística y social y cósmica, que Él lo llena Todo con el Ligamento del Espíritu que nos pone en interconectividad. Así nos impulsa, con Energía impetuosa, a abrirnos más y más hacia sus Galaxias en Vasos Comunicantes embarazadas de resurrección. Pero moverse hacia la Pangalaxia, que es copensar Todo en Cristo, implica la formación de cantidades de Interredes mundiales en incesante retroalimentación. Poner en comunión la Trinitariogalaxia, la angelicogalaxia, la antropogalaxia, la biogalaxia, y la inorganicogalaxia. Las cuatro últimas, espermatozoides invisibles, pequeñas esporas llevadas por tu Viento Increado.   
    Enamorado de quien cuenta el número de las estrellas y a cada una la llama por su nombre. Sal 147, 4 Respirando consideraciones para desideratas hacia lo sideral. En sinécdoques y analogías, paso de las estrellas y constelaciones a tus galaxias. Ante todo a la galaxia donde se ubica nuestro minúsculo sistema solar. Una de las 100 mil millones que hay en lo que podemos observar del universo. Posee forma de disco aplanado, con un bulbo interno y brazos en espiral. Tiene 100.000 años luz de diámetro y 5.000 años luz de espesor. Está formada por millones de estrellas, planetas, agujero negro, materia interestelar y oscura. La mayoría de las galaxias tienen un diámetro entre cien y cien mil parsecs. Están separadas por distancias de un millón de parsecs. Cada uno equivalente a 3,26 años luz. Nada ante la Relación con las Tres Personas.
    En la Trinitariogalaxia, con la Humanidad del Resucitado, está la Totalidad. Pero la creación no ha llegado a su Pléroma. Las Semina Resurrectionis, esparcidas en lo creado, están en crecimiento. Cristo, el Hombre Interior, está corroborándose. Con el ser y su conservación lo que la Trinidad nos comunica de manera directa es la Fuerza de la Resurrección hasta llegar a la Consumación Universal. El Padre es el Origen y Telos. Puerto de salida y llegada, donde cada realidad es pensada, amada y planificada. Encarnando el Evangelio del Logos hecho carne, somos empujados por el Espíritu hacia la Ciudad Resucitada con las puertas siempre abiertas en comunicación con la Totalidad.
    Eso ya le ocurrió a María y Ella lo está gestando en su Seno resucitado. Ayúdanos a dejarnos tocar por el Amor de las Plenitudes de Cristo. Que podamos palparlo por la fe, y transmitir su Gozo, Lc 10, 21 a nuestros hermanos, cuidando la ecología de este planeta. Que amemos a los animales, las plantas y los minerales. Estábamos perdidos en galaxias incomunicadas, pero hemos sido hallados e interligamentados. Estábamos muertos pero nos han conrresucitado.
    No permitas Jesús que nos separemos de tu Eucaristía Transubstanciadora y Transfiguradora hasta la Resurrección Total. Tú, Luz inseparable de realidad alguna. Recién comienzas a amanecer. Primogénito Advaita de toda creatura y de los muertos. Estás poniendo en Pie a tu amada creación. Eres la Interioridad más interior de cada persona y cosa. Nos sostendrás por toda la Eternidad. Nadie ni nada podrá arrancarnos de tus Manos. Aquí reside la alegría de Evangelizar. Si el carisma del Espíritu lo hace, ser los transparentes de ese Misterio escondido desde los siglos eternos. Tu mensajero llega a Puerto cuando te deposita escrito y regalado en este Blog. En Atracción amante cual Eterna Novedad. Allí está nuestra Esperanza. Tú eres la Única Totalidad. El Único Absoluto que sale al Encuentro de Todo y debe ser manifestado en Todo, Yo te vendré a buscar.
    

jueves, 21 de noviembre de 2013

183. El fermento del monacato contemplativo, no al becerro de oro: 2 Tim 2, 11-13



    Si somos incrédulos, no tenemos fe, Cristo permanecerá fiel a la Verdad, porque no puede negarse a sí mismo. El monacato contemplativo es un poquito de levadura, que hace fermentar a la Iglesia hacia la manifestación de Jesús al mundo. Mt 13, 33 Monjas y monjes tenemos que tener fe creativa en el carisma profético apocalíptico que el Espíritu nos ha regalado, y que no puede desdibujarse al colaborar con los clérigos, los consagrados y laicos en nuestro servicio a La Misión Continental de toda América, desde Tierra del Fuego a Alaska.
    La experiencia monástica constituye el corazón de la vida cristiana porque es una opción radical por Jesús Amor Humilde a quien tenemos que seguir como el Absoluto Total que nos hace considerar todo lo demás cual añadiduras en su verdadero lugar. Es subir con el Cristo Orante a la cumbre del Monte y desde esa clausura energetizar, con la Luz tabórica de la intercesión, a los misioneros que siembran la revolución de la ternura de Dios, salen de sus comunidades para ir a las periferias, y se convierten a una novedosa pastoral al estilo de Juan Diego y María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización de América.
    Cada monje y cada monasterio tendrían que ser un Transparente de Jesús Transfigurado. En cada celebración eucarística, y el Coro que a su alrededor prepara y prolonga esta máxima Presencia Transubstanciada de Cristo, nos damos cuenta cuán lejos estamos de lo que rezamos, de la distancia que separa nuestra desemejanza con la meta de hacernos semejantes al Resucitado, cómo nuestras mentes no concuerdan con nuestras voces. RB, 19 Lo diabólico está en olvidar los procesos de transmentalización, conversión o metánoia.
    Esa transfiguración por la Gracia, y confrontación cotidiana con el Evangelio y los santos que lo plasmaron, es la que hace que el contemplativo asuma a cada ser humano, cargando con las llagas o desgarramientos de sus pecados y de su alejamiento de Dios. Me protejo en Dios de las hiperbólicas consecuencias del mal en mí y en los otros, sin insensibilizarme, ya que eso sería alejarme de las cosas, de los seres humanos y de Dios. El Resucitado no se aleja de nada ni de nadie por mucho que uno se aleje de su propia identidad que es Cristo mismo. Nosotros podemos abandonarlo, hacernos autoreferenciales y poner una confianza indebida en ciencias o filosofías creadas, como si el cristianismo fuera una doctrina y ética de autorealización humana y no la amistad con las Tres Personas Increadas, Padre, Verbo hecho carne pascual, y Espíritu. Perdemos la fe en nuestra Transfiguración. La Belleza del Salvador no puede negarse a sí misma, y guardará nuestra identidad hasta que la asumamos.
    Estoy rodeado de tantos males que es imposible contarlos. Las culpas me tienen atrapado y ya no alcanzo a ver. Líbrame, Yahveh, por favor. Soy pobre y miserable, pero el Señor piensa en mí. Sal 40 Hay que repetirlo mil veces, todo lo efímero, inconveniente, absurdo, decadente, trágico y enfermizo que tiene nuestra vida tan precaria entre gozos y tristezas, y tan fugaz siempre acechada por la muerte, se resuelve sólo en plenitud al entrar en contacto con el Verbo hecho carne pascual que me lleva a la relación personal con la Trinidad. Si los Tres piensan en mí, ya escapé de la nada sea en los Balcanes, la Patagonia o el desierto de Sonora. Para mí los filósofos místicos son más importantes que Hegel y Kant. Teresa de Jesús desempeñó un papel muy importante en mi vida, y la biografía de Edith Stein me conmovió en profundidad. Aunque no estoy hecho para la fe, los místicos, los locos y los fracasados me obsesionan. Cioran
    Fe no es algo somático o psicológico, ni salud o bienestar, ni un estado o estadio especial de consciencia cuántica o extática, sino la relación trascendental de Amor recíproco que se establece cuando el Resucitado viene a mi encuentro y colma mi Esperanza. Sé que esta descripción puede sonar a formulación fría, de una teología intelectual. Relatar el origen de los sentimientos y las  reflexiones posteriores de esa experiencia inefable corresponden a los grandes santos. No obstante también ese relato de Doctores de la Iglesia nada dirá a quien no entre en empatía con ellos, y la empatía suprema la otorga el Paráclito. Los grandes escritores son los que sienten y saben expresar esos intríngulis de interioridades cual verdaderos psicólogos espirituales. Lo formulado es una parte pequeña de la experiencia, su parte más profunda y divina se nos escapa casi siempre, y Dios la reedita.
    Algunos prefieren cada tanto alejarse del Señor ante la propuesta de una raíz perversa de mundanización. Sus guías ya no quieren que Israel permanezca distinto, diferente de las demás naciones. Abandonan sus propias tradiciones para ir a tratar con el rey helenista Antíoco IV. Van a negociar su fidelidad al Dios siempre fiel. Es como si dijeran somos progresistas liberales, vamos con el progreso adonde va todo el mundo. Es la tendencia adolescente que cree que ir adelante en cualquier elección o dirección, es mejor que permanecer conservadores en las costumbres de la fidelidad al Único Dios. 1 Mac 1
    La Revelación llama a esto apostasía y adulterio. No se negocian sólo algunos valores, sino lo esencial de nuestro ser, nuestra fe e identidad en el Mesías de Yahveh. Lo que proviene del príncipe de este mundo, quien nos lleva de la nariz con el mal espíritu de la mundanidad y sus consecuencias. Tomaron las costumbres de los paganos, el rey prescribió que todos formaran un solo pueblo y cada uno abandonara sus propias usanzas. No es la deseada globalización de la unidad de todas las Naciones, cada una con sus propios usos en comunión, sino la globalización de la uniformidad hegemónica, del pensamiento único, fruto de venderse al mundo puesto bajo la potestad del Maligno. 1Jn 5, 19 El cristiano, por el contrario, anhela menos desigualdades pero cada vez más diferencias que nos enriquecen a todos. Hicieron sacrificios a los ídolos, profanaron el Sábado, renegaron de la Alianza y elevaron en el año 167 aC sobre el altar del Templo, la Abominación de la desolación, Baales, Zeus Olímpico, Terneros de oro. Dan 9, 27 Ser como todos, normales, hacer lo que hacen todos. Mientras, Jesús nos espera, nos ama y nos perdona cuando retornamos a Él, el Dios fiel, Fuente de la Vida la Verdad y el Amor en Procesiones Infinitas, no puede negarse a sí mismo.
    En el Cristo Fiel, Pistós que custodia nuestra Fe, estamos interconectados con la Totalidad. Ni los grandes podrían hacer nada sin los pequeños, ni los pequeños sin los grandes. La efectividad depende de la conjunción de todos. Los miembros más ínfimos son necesarios y útiles a la Totalidad del Cuerpo que formamos en Cristo Jesús. Papa Clemente, tercer sucesor de Pedro, + 101 La oración inactiva amante y quieta de los monasterios contemplativos de clausura llega a la actividad inquieta y amante de los misioneros, y su actividad cambia nuestra inactiva oración. Las noches en oración al Abba son la otra cara de los días en apostolado y trabajo. La Iglesia no separará a Teresa de Lisieux de Francisco Javier. Si no inyectamos oración en los apóstoles, no sabrán qué anunciar, y nosotros recluidos, no sabremos qué orar.
    La tentación por lo que se destruye sin vislumbrar supraformas de reconstrucción puede asediarnos y demoler nuestra identidad. El becerro de oro, el fetichismo de las creaturas, no libera. La Verdad Increada nos hace libres, esa es la que buscamos materializar en nuestro ser. La Virgen es Bienaventurada porque escuchó la Palabra de Dios y la puso por obra. Llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la Verdad de Cristo que es la Verdad. En la mente de María estuvo Cristo la Verdad, en su seno estuvo Cristo hecho carne y es más importante lo que está en su mente que lo que lleva en su seno. San Agustín, Sermón 25
    María es Santa, es Bienaventurada, pero más importante es la Iglesia que la Virgen. Porque María es parte de la Iglesia, un miembro supereminente, pero un miembro de la Totalidad del Cuerpo cuya Cabeza es el Señor. El Cristo Total está constituido por la Cabeza y el Cuerpo. Ella ante la Cruz podría recordar la Promesa de la Anunciación y haber pensado, eso no era verdad, me engañaron, pero jamás lo hizo. La fe surge de las ruinas y de nuestras oraciones del por qué que atraen la Mirada del Padre. No nos quedemos paralizados en el hoy ni en el ayer. La Virgen esperó el Mañana de Dios, el alba del Domingo de Resurrección. La luz encendida en el sepulcro de Jesús es la esperanza de la Madre, que en ese momento fue la esperanza de la humanidad. Tenemos que preguntarnos si en los monasterios está encendida esa lámpara y se espera el Mañana de Dios. Francisco a los filipinos en Roma y en el monasterio benedictino camaldulense San Antonio abad del Aventino. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

182. Humildad no es fervorín ni tragedia sino drama pascual: Mt 11, 28-30


    Vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, y Yo les daré el descanso. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de Mí, porque soy manso y humilde de corazón y encontrarán el Descanso para sus psiquis. El camino de la humildad si no está unido a una fe amante y una esperanza planificadora que se dirigen a un amor iluminado, como lo ha advertido la psicología contemporánea, puede ser peligroso y llevarme al desastre psicoespiritual. El Descanso, anápausis Heb 4, 3 es la Vida Eterna y su inicio en nuestro peregrinar. La humildad es la ruta de una vida. En cuanto a la escala misma así erigida, representa nuestra vida en el mundo, que a medida que se humilla el corazón, eleva el Señor hasta el Cielo, y los lados de ella son nuestro cuerpo y nuestra alma, donde la vocación divina ha dispuesto grados de humildad. RB, 7, 8-9
    Si esos escalones aparecen sombríos aterradores y trágicos, es porque así es una parte de la vida sumergida en el misterio de la lucha pascual entre el mal y el bien. Narra Liiceanu que preguntó a Cioran en 1990, cómo explica usted que de una familia religiosa, su padre era sacerdote y su madre presidenta de la Asociación de mujeres ortodoxas de Sibiu, saliera un impugnador de Dios con ensañamientos blasfematorios. Le dijo Cioran, es una cuestión de orgullo, en el sentido de que creer en Dios significa para mí ser humilde. Hay una faceta demoníaca en eso, lo sé, como convencer a mi hermano Relu que no se hiciera monje en Rumania. Fue diabólico, hablé con él hasta las seis de la mañana, lo forcé con crueldad.
    La misión de la Iglesia es testimoniar la Vida y el Amor de Jesús hacia la Jerusalén celestial, alentando a la solidaridad y la esperanza a un orden social más humano y justo, hoy con atención a la superación de las crisis económicas y el desempleo, a los migrantes, a las familias y a la promoción del bien común, a la dignidad humana, la paz y justicia internacional, y la colaboración entre la Iglesia y el Estado por el bien de todos los seres humanos. Pero sin fervorines triunfalistas, que poco tienen que ver con nuestra experiencia cotidiana y la historia de salvación; ni narrativas trágicas que quitan sentido a nuestra agonía.
    La humildad y pobreza de corazón se nos proponen por causa del sufrimiento que nos produce en nuestra carne llagada la incomprensibilidad de los proyectos de Dios. Es verdad, si lo comprendiera no sería Él, no obstante eso no me quita del todo el dolor, sólo el humilde se alivia algo. Sin apocalíptica, la resurrección se convierte en una ideología de competitivos ganadores fanáticos, pues la única respuesta comprensible que tendrá el hombre la encontrará tras la humillación suprema de su muerte. Esta huída de lo apocalíptico, de la lucha alucinante entre el Bien y el mal, es parte del dolor del hombre actual. Quien quiera vivir la resurrección de Cristo, sin su cruz, de forma que el Grito del Hijo abandonado por Dios se haga inaudible, ese tal no escucha el Evangelio, sino el arcaico hervor mítico de ideologizados mentecatos con políticas consternadas.
    El humilde no confunde bienaventuranza con felicidad. Ora ante la incomprensibilidad de Dios y por ello no cae ni en la tragedia ni en falsas autoayudas del sea feliz ya. No sabe si Israel estaba contento con Yahveh, ni si Jesús estaba contento con su Padre. No sabe tan siquiera si el cristianismo tiene que darnos felicidad, paz y seguridad, respuesta a nuestras preguntas y satisfacción a nuestros deseos, quitándonos la angustia de este mundo que pasa. Se fía de la Trinidad, sigue pidiendo Dios a Dios, que nunca dejará de darnos su Espíritu y el céntuplo, para que descansemos algo mejorados, mientras peregrinamos siendo malos. Lc 11, 13; Mt 19, 29; J.B. Metz 
    El humilde nunca convierte la religión en burguesía barata de peleles atropelladores. Acepta su propia bondad y su maldad sin dualismos ni maniqueísmos de bogomilos, cátaros o patarinos trasnochados. Aunque hoy se sienta tentado por el psicoanálisis, de encontrar profundidades religiosas en su yoísmo, con abismos oníricos cifrados, allí donde en realidad, si no viene Jesús a hacerle saltar al Abba Increado, sólo hay un inconsciente creado y escaldado.
    El humilde conoce el drama del Signo de Jonás y el temor al castigo y a la separación del Padre. No se queda sólo con sus razonamientos, invoca los Dones del Espíritu no movidos por su razón, sino por el Dedo de Dios. No se complace en satisfacer sus propias voluntades. Sabe dialogar y obedece a sus superiores, aun en cosas duras y contrarias. Goza con pequeños consuelos y bendice a los desconsuelos. Sabe lo que es el callarse y no hablar hasta ser preguntado. No ríe a carcajadas destempladas que esconden su tedio y vacío picaresco. Se da a conocer en pocas palabras. Su humildad lo hace grato a los hombres, y a Dios que manifiesta a los humildes. Ecli 3, 17-20
    La espiritualidad logra un cuerpo y una psiquis humilde, que siendo un fundamento cuanto más profundo, más alto alza al Amor recibido y dado, haciendo que la persona se vuelva grata, envuelta por un halo de atracción luminosa, fácil para la convivencia, amable, servicial, sabia, sin exigencias desagradables. Cervantes afirma en el Coloquio de los Perros que la humildad es la base de todas virtudes y sin ella no hay alguna que lo sea. Nada tiene que ver con nuestro origen socioeconómico, la gazmoñería, la rudeza o falta de humanidad. Estamos llamados a divinizarnos pero no lo lograremos si antes no nos reconocemos hombres, para que a aquella exaltación nos elevemos desde el abajamiento de la humildad, no sea que teniéndonos por algo siendo nada, no sólo no alcancemos lo que no somos, sino también perdamos lo que somos. Considera al árbol, primero baja hacia la tierra, para elevar sus ramas al cielo. Es mejor humilde matrimonio que virginidad soberbia. San Agustín Nietzsche lo atisbó. La luna pasea por los tejados con la conciencia turbia. Es una monja que codicia la tierra y envidia los gozos de los que se aman, vigilando las ventanas entreabiertas. Ustedes aman la tierra y todo lo terrenal, pero hay en ese legítimo amor algo de vergonzoso y de intranquilidad que las asemeja a la luna. Tienen miedo de sus vísceras, su mirada contemplativa es una maldición. Hipócritas, tengan el valor de poseer fe en ustedes mismas y en sus entrañas. Amar y desaparecer son cosas que están acordes desde hace eternidades. Querer amar es estar dispuesto a morir. No se escondan tras la máscara de Dios, son simples seres humanos, dejen que la luna desaparezca al nacer el Sol, y lo Alto se alce de lo  profundo. Así hablaba Zarathustra Dios mira la humildad de sus servidores y los hace bienaventurados en la Virgen, Esposa y Madre. Lc 1, 48-49
    Ellos le perdonan a Dios el haber creado un universo donde hay lacerantes males en medio de una superabundancia de bienes. Una viejecita purépecha toda huesos y arrugas que pedía limosnas tirada en la vereda de Ciudad Hidalgo, cerca de la Farmacia Guadalajara por la calle Juárez, en una helada mañana de enero, me miró extrañada al ver que le dejada $50. Abuela no tiene frío, le dije, el hielo nos atenaza desde las montañas. No padrecito, me respondió, Dios sabe lo que está haciendo. Mientras se me anudaban las lágrimas me vino en un fogonazo el rostro del Cardenal Newman, He knows what He is about. Y la anciana teóloga y el monje necio se sonrieron. El tifón Haiyan barre a muerte con 5.000 y deja destrozados a 11 millones de filipinos. El emperador y la emperatriz rezamos por ustedes. Por favor, ayúdense los unos a los otros. Fue todo el discurso a los japoneses después del terremoto y el tsunami en Fukushima del 2011, con 21.000 muertos y 3.000 desaparecidos. Impresionante la solidaridad de la Comunidad internacional y la estoica serenidad sintoísta de ese pueblo.
    Ellos disculpan a los ortodoxos que cometen no poco errores y a los heterodoxos que dicen no pocas verdades. No se escandalizan de la Cruz de Cristo, de las chulerías de su Iglesia, ni del enigma del mal. Pecan y se confiesan con claridad y transparencia como si estuviesen hablando con el Salvador del Mundo y no con un sacerdote tan pecador como ellos. Alaban a Dios, lo elogian enaltecen y cantan su Belleza, no lo censuran desprestigian ni desaprueban. Caminan cientos de kilómetros hasta la Casita de la Guadalupana. Escuchan a todos, disciernen y se quedan con lo bueno. 1 Tes 5, 20 Reciben como Doree ánimo, me lo contó Alice Munro en Too much happiness, de una carta escrita desde la cárcel por su esposo psicópata que asesinó a sus tres hijos pequeños. El Cielo existe. He visto a los niños. No viven como aquí, existen en otra Dimensión, bien felices y listos. No parecen tener recuerdo alguno de algo malo. Están mayores que antes en una habitación espaciosa y bonita. Después de mi sufrimiento y soledad, he tenido esta Gracia, el que menos la merecería según el modo de pensar del mundo.
    Ellos con una vida simple y sobria gozan de la comida y del sexo sano, que no consideran una gimnasia grotesca acompañada de gruñidos, Cioran sino un signo del Amor Trinitario. Por supuesto, experimentan como todos que muchas cosas no les salen bien, ni se les evitan sufrimientos y fracasos, conocen que todo será destruido, Lc 21, 6 pero la Luz del Corazón del Amor es el Centro de Todo lo Nuevo que resucitará. En medio de las catástrofes permanecen unidos no haciendo nada por rivalidad o vanagloria, y por su humildad estiman a los otros cual superiores a ellos mismos. Fil 2, 1-3 Trabajan en la edificación del inicio de la Ciudad Santa, evitando desmayos, están convencidos que el Proyecto misericordioso de Dios se cumplirá y sin humildes solidarios es imposible lograrlo. No confunden humildad con clase social baja, conciencia de insuficiencia patógena o cálculo frívolo. Hay humildes y pobres de Espíritu en las clases sociales más altas. En su pequeñez son testigos de ese Jesús a quien imploran, quédate con nosotros para que permanezcamos contigo y bendigas nuestra muerte. Así, nuestro espíritu liberado del pecado, pueda de inmediato encontrar tu Descanso. Santa Gertrudis, Ejercicios
    

sábado, 9 de noviembre de 2013

181. Relectura de la humildad en los discípulos misioneros contemplativos: Lc 14 



    Cuando te inviten a un banquete ve a colocarte en el último sitio, porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. Hypsothésetai, Jn 3, 14 Tanto la Regla del Maestro como san Benito inician con este clamor o Grito de Jesús en la Divina Escritura. Lc 14, 11 El Verbo encarnado, Cristo en su cuerpo, es nuestro Libro, Heb 10, 5-7 nuestro Lector, Lc 4, 16-21  y nuestro Intérprete. Lc 24, 27 y 44-45 Él mismo es el Libro Viviente, nos lee ese Libro y nos lo interpreta. El Libro de la Vida es Jesús abriéndose a todos los que son llamados. Bienaventurado quien se allega a leer este Libro que es Jesús y lo guarda en sus ojos y en sus manos, quiero decir, en su corazón y en sus obras. San Bernardo
    La Totalidad en su plenitud se encuentra en Cristo. Toda la dulzura de la tierra es la humanidad de Cristo, San Elredo Humildad, humanidad y humanismo no deberían entrar en desavenencia, vienen del mismo humus, tierra o polvo. Los humildes saben que son tierra y en tierra pronto se convertirán, aceptan su fuente, su camino y su meta. Y cuando el Verbo toma tierra en el seno de María, la tierra se hace bienaventuranza paradójica y la Familia humana encuentra su completo humanismo. Cristo es Humildad, y si es el Camino, la Verdad y la Vida hacia el Reino de la Trinidad, los hermanos y el universo, entonces la humildad es la escalera entre el miedo y el Amor, ya sin temor, ni vergüenza, ni triunfalismos soberbios. En Argentina, al borde norte de la Patagonia, noté que los granjeros, los que durante años vivíamos junto y desde la madre tierra, éramos más proclives a percibir el valor de la humildad, que los que se criaban en el cemento de las ciudades. El matiz se difuminó cuando las antenas de TV, móviles e Internet, comenzaron a emerger entre los campesinos desde 1997. Así, los rústicos no nos psicoanalizábamos, pero ya por el 2001 comencé a conversar con varios que hacían 150 km, ir y venir de Tandil, ó 720 km, ir y venir de Buenos Aires, por 50 minutos de bombástica terapia semanal. Sentía respeto y extrañeza, como ante una barrabasada que no terminaba de entender. Hoy pienso que habría valido mucho más que hubiera permanecido guardando rebaños en el pueblecito del que procedo en Transilvania. Allí habría comprendido las cosas esenciales tan bien como ahora. Allí estaría más cerca de la verdad, viviendo en compañía de los animales y de los sencillos pastores y agricultores. Cuando voy a lugares primitivos y hablo con gente simple tengo la impresión de que en ellos se encuentra la verdad. En lo esencial, la cultura, la civilización, no es necesaria para comprender la naturaleza y la vidaE.M. Cioran, Conversaciones
    Benito extrae su forma de presentar la humildad bíblica de los indicios o síntomas que enumera san Casiano en sus Instituciones, del Maestro y de san Basilio. La evolución del concepto de humildad entre los monjes primitivos y contemporáneos de Benito, basculó desde la vileza de la condición humana hasta la abnegación del egotismo egolátrico y la renuncia a todo por alcanzar el Yo de Cristo.
    Mas debemos admitir que la humildad, o los significados que le damos en nuestros bolsones subculturales, no poseen buen marketing aun entre monjes y monjas jóvenes que están más inclinados a promover la autoestima, la liberación y la afirmación del desarrollo personal. No es para menos. Se la confundió y manipuló con humillaciones institucionales que debían unificar los Usos del personal. Todo lo que oliera a sana rebelión, legítimo disenso y libertad de opiniones o expresiones disonantes debía ser erradicado. Se olió que la deprimente introversión escrupulosa del centrado en su humillación, es contraria al dinamismo gozoso y extrovertido de la evangelización. Que las manifestaciones de humildad que pone Benito, más que virtuosas, son sintomatologías geriátricas contrarias a los de una juventud impetuosa que busca cambios y resultados risueños. Eso lo vemos en tristes monasterios donde jóvenes llenos de vitalidad que exigían ayunos y vigilias, cuando se los doblega, con atinadas terapias psicológicas o autoritarias y falsas espiritualidades, se vuelven pusilánimes arrinconados y sin pujanza, los doblegamos en gorditos fofos y dormilones a barbitúricos, timoratas resentidas sin alegría. Que apaciguar las furias de superioras mañosas con máscaras de falsa humillación, al desaparecer odiando en vez de amando con todas las 67 virtudes o energías evangélicas, trae la paz de cementerios frustrados donde triunfan el patriarcado o el matriarcado en vez de la koinonía.
    Nuestra especialidad monástica; cual gastroenterología, dermatología o neurología dentro de la medicina; en la Iglesia y el Mundo para edificar el Reino, es Orar Leer Trabajar en el desierto de la comunión claustral. América Latina y el Caribe necesitan de la vida contemplativa, testigo de que sólo la Trinidad, el misterio pascual y la Plenitud de Cristo, bastan para llenar una existencia de sentido y bienaventuranza. Aparecida, 221 Ese es el apostolado propio de los trapenses y nuestro aporte a la Nueva Evangelización. Rechazar o menospreciar nuestra contribución no tiene objeto. Somos poquísimos, como el patólogo encerrado en su laboratorio, para que la multitud del quirófano lleve a cabo la sanación, hilos de plata orantes, Ecl 12, 6 más poderosos que la energía cuántica nos unen. 
    La humilde clausura no es aislamiento o desconocimiento de los pobres, encarcelados, migrantes, suicidas y oprimidos por el hambre y las injusticias. Si un trapense ignora la dimensión dramática de la vida propia y ajena no sabe quien es Jesús y qué es la mística. Bergson desestimó la faceta trágica de la existencia y a eso hay que atribuir el olvido en que ha caído. No se evitan sin impunidad las crisis. E.M. Cioran, Conversaciones Sabemos que para romper el círculo vicioso de la desnutrición física y la malnutrición mental, y por lo tanto, de la pobreza y la ignorancia, no es suficiente la sana investigación científica y sólidas políticas sociales que permitan una mejora real en la educación, la producción y distribución de alimentos, una agricultura sostenible y la seguridad alimentaria. También se debe redescubrir el sentido del humanismo cristiano basado en Dios, la solidaridad fraterna y el cuidado de los ecosistemas. Estamos con el Consejo Justicia y Paz sobre Pan y cerebro, educación y pobreza. Desde nuestros monasterios, expertos en el Misterio salvífico interrelacional de la intercesión, nos unimos a los especialistas que con sus actividades desean llamar la atención acerca de la relación perversa entre pobreza y déficits educativos y cognitivos, sobre las aplicaciones positivas de los frutos del trabajo de la mente humana y los descubrimientos tecnocientíficos de producción de alimentos y lucha contra el descarte y la marginación de los ninguneados. Lo hacemos gritando en silencio, Padre danos hoy nuestro Pan de cada día. La oración contemplativa refuerza la actividad de los científicos, y los científicos refuerzan la oración.
    Por otra parte, somos conscientes que estamos leyendo un texto sobre la humildad que fue escrito hace 1.500 años en una cultura muy diferente de la globalización mundial del siglo XXI. Se impone una relectura en una nueva clave hermenéutica que sin dejar su perenne riqueza pneumatológica, se acomode a nuestra expresión y sentir antropológico actual, con sus matices para los jóvenes, adultos o ancianos de la Casa de Dios. Es importante no olvidarnos que lo principal para Benito es Jesucristo, todo lo demás es secundario, pérdida, basura, luego su Amor y su Humildad. Si desgajamos la Humildad, de Cristo, y del Amor, nos estaremos alejando de la genial mística benedictina. La Humildad es un atributo del mismo Jesús Amor, y en Benito es inseparable de la obediencia, obaudire o escucha de la fe a la Trinidad y a su Iglesia, y del callarse para hacerse discípulo misionero de Jesús Testigo del Padre que evangeliza aprendiendo de los Otros diferentes y dialogando desde el silencio con todos los que se acercan al monasterio, santuarios para toda la Humanidad. De ahí que no podamos desligar a la Escuela de la Virgen de esa Humildad. La máxima realización de la existencia cristiana como vivir trinitario de hijos en el Hijo nos es dada en María quien por su obediencia de la fe y su constante meditación de la Palabra y acciones de Jesús, es la mujer discípula misionera más perfecta del Señor, amante y humilde servidora profetisa donde llega a cumplimiento la respetuosa y humilde proposición evangelizadora y la esperanza de los pobres. Aparecida, 266-272
    Los cristianos unidos al Resucitado aprendemos que la Verdad y el Camino que nos lleva a la exaltación de la Vida Eterna es el Amor Humilde que nos ha enseñado y mostrado Cristo Señor de la Humildad, RM 13, 72 haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual  Dios lo exaltó. Fil 2, 5-11; RB 7, 34 Cruz que debemos cargar todos los días, Lc 9, 23 y 14, 27 no sólo en ciertos momentos o en la muerte. Benito como el Maestro no unen en sus capítulos 7º ó 10º, la Humildad con la pobreza y el desapego de todo. En cambio Casiano sí lo hace siguiendo la concatenación de Lc 14. No hemos de apegarnos a ninguna cosa, ni a ninguna persona, ni a nuestro padre o madre, esposa, hijos o hermanos, y menos a nuestra propia vida. Porque el apego lleva al temor, pues todo lo creado tarde o temprano me será arrebatado y la pérdida de ese bien real o ilusorio es un mal, que engendra la esclavitud de la tristeza y el miedo, y eso me impide la libertad del Amor a lo Increado en Jesús quien pone orden y sabiduría en todo lo creado. Anthony de Mello
    Un apego devastador en la vida comunitaria es la neurosis de querer cambiar a los demás y exigirles que me quieran y se comporten de la manera que a mí me agrada. Cada uno debe hacer su propia vida, sin verse privado de mi ternura y mi caricia, como la espero de ellos. No me voy a enfadar porque obre de maneras muy distintas de las mías. Tú eres libre y puedes tomar por donde te plazca. Eso sí, ambos protejámonos de las consecuencias de nuestras opciones, pero sin imposición alguna. Si lo haría o me apegara y tu manera de actuar me molestara, sería un ser débil de psicología enfermiza, mal programada, no habría captado la Libertad de Cristo. La renuncia no es otra cosa que el Signo de la Cruz y de la mortificación. Debes saber que has muerto a este mundo, a sus obras y deseos, y que estás crucificado para el mundo y el mundo está crucificado para ti. Gal 6, 14, Casiano, Instituciones, 4, 34
    Si disfruto de mil personas no me apego a ninguna, si me agarro a una no disfruto de las otras 999. Lo importante no somos tú ni yo ni las mil, sino el Resucitado en medio en quien ya poseemos la Totalidad. Si vienes a dialogar conmigo, Jesús hace sonar su Melodía celestial, si no vienes su Melodía sigue embelesándome con su Silencio. Quiero con simplicidad ser lo que soy, con mis formas, y quiero lo mismo para ti. Aun cuando tú seas mi instrumento favorito en esa Melodía del Cuerpo Místico y Cósmico, porque eres mi esposa, mi hijo, o mi amiga, no te exigiré cambios ni me privaré del deleite que me ofrecen los otros instrumentos con su belleza de sonidos. Si despiertas más mi oído es para que escuche mejor a Dios y a los demás en su danza universal.
    Dejé de hacer poesía por debilitamiento de mi capacidad de emoción, llega un momento en que uno se insensibiliza. El interés por la poesía está vinculado con esa lozanía del espíritu sin la cual se cala con rapidez en artificios. Lo mismo ocurre con la escritura. A medida que avanzo en edad, escribir me parece inesencial. Tras haber salido ya de un ciclo de tormentos, experimento por fin la dulzura de la capitulación. Como el rendimiento es la peor de las supersticiones, me alegro de no haber caído en él. Usted conoce el inmenso respeto que siento por quienes no se han realizado, por quienes han tenido el valor de eclipsarse sin dejar rastro. Mi única y última pasión es la tragedia del tango argentino. E.M. Cioran, Conversaciones  El Amor Pobre y Humilde escucha todos los instrumentos, que fueron hechos por las Manos del Padre, sin apegos ni exigencias porque ha renunciado a todo y es feliz en el último lugar, disuelto en el humus de la Madre Tierra, en sinfonía con las otras infinitas tumbas que Gritan por la Vida.
     

viernes, 1 de noviembre de 2013

180. El Amor Humilde de Jesús en el corazón benedictino: Gal 2, 19-21

   
    Estoy crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. La vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí. Esta revelación, que Benito no cita de manera explícita, es la clave de los doce peldaños, grados o escalones de la Humildad, en capítulo VII de su Regla, y el centro de la mística benedictina. Así como para san Francisco la Pobreza es cual un trascendental de Dios, para Benito Dios es Humilde, Yo Soy Humilde de Corazón. Mt 11, 29 No se trata sólo de una virtud, fundamento, después de la fe, de la vida espiritual, sino del mismo Amor de Cristo.
    La comunidad monástica reunida alrededor de Jesús Amor Humilde es comunión con la Trinidad, familiaridad con el Padre, el Verbo y el Espíritu, que se prolonga en la comunión con los ángeles, los hombres y el cosmos. Si estamos incluidos en el seno del Amor que es la Trinidad, nos convertirnos en un único corazón y una sola alma, porque el amor de Dios quema la soberbia con nuestros egoísmos, nuestros prejuicios, nuestras envidias y exclusiones. El Amor Humilde convierte en Luz las tinieblas de todo vicio y pecado.
    Si existe este enraizamiento en la Fuente Trinitaria del Amor, entonces también existe la comunión de los hermanos en Jesús, la experiencia de la comunión fraterna que me lleva a la comunión con Dios. Estar unidos entre nosotros nos lleva a estar unidos con los Tres. Nuestra fe necesita el apoyo de Otros, de modo urgente en las dificultades. Es estupendo aprender a apoyarnos los unos a los otros. La tendencia a cerrarme en mí se desliza en la espiritualidad. Pero resulta que todos experimentamos dudas, inseguridades y oscuridades en el sendero de la Luz de la fe. Todos, yo a diario. Es parte del camino de lo que no vemos, de nuestro existir humano marcados por la fragilidad, la limitación y el pecado. No hay que asustarse ni entrar en ataques de pánico. En esos momentos de tentación y sufrimiento hay que orar pidiendo la ayuda de Dios, y al mismo tiempo, encontrar el coraje y la humildad para estar abiertos a los demás, y pedirles que nos ayuden, que nos den su mano y el Dedo de Dios. El quinto grado de humildad es si por una humilde confesión no oculta a su abad ninguno de los logismoi que sobrevengan a su corazón y el mal cometido a escondidas. La Escritura nos pide esto al decir, Descubre al Señor tu camino y ten esperanza en Él. La comunión de los santos y pecadores está donde niños jóvenes adultos y ancianos se ayudan y apoyan a porfía. Aquí se entiende a Benito. La apertura de la mente y el corazón nos zambullen en la Verdad, abrirme a Dios, a Todo y a un sabio, me muestra que soy como cualquiera de los demás hombres, puedo creer cuando alguien, con mis mismas sombras y tinieblas, cree en mí y nos cuidamos en confidencialidad. Que sean muchos los que te saludan, pero el que te aconseja sea uno entre mil. Ecli 6, 6
    El sexto grado de humildad es que el monje esté contento en toda vileza y lo peor, y en todo lo que le manden se juzgue cual operario malo e indigno. Vivir en la Iglesia es lo mismo que vivir en la comunión de los santos, tanto por la participación en las cosas santas, sancta, como por la comunión entre las personas santas, sancti. El Sancta sanctis se da al máximo en la Eucaristía, cuando el sacerdote da el pan y el vino transubstanciados a los fieles, para que crezcamos en la comunión o koinonía del Espíritu y comuniquemos la Vida del Padre al mundo. Consagrar y dar la comunión es el acto supremo del Amor de Jesús unido al humilde servicio de los presbíteros y obispos, dar la Trinidad a los pobres, necesitados del Espíritu. Si amar es querer y hacer el bien a los demás, no hay Bien más grande que regalar al mismo Dios. Llevo celebradas 16.900 misas, y antes de ordenarme participé de 4.600. Es el único recuerdo, por dos o tres días ya que pronto todos nos olvidan, que deseo tengan de mí luego de mi muerte. Nos dio a Jesús Eucaristía, y con Cristo nos dio el Amor a Todo, a la Trinidad a los ángeles a los hombres y al cosmos.
    Creer en la Iglesia, en mi concreta familia o comunidad eclesial, y creer en la comunión de los santos peregrinantes, purgantes y celestiales, es la misma realidad.  En Cristo todo es comunión inclusiva y la exclusión una mala palabra y un pecado. La sabiduría revelada ama tres cosas, la concordia entre los hermanos, la amistad entre vecinos y una esposa y un esposo que se aman y llevan muy bien. Además un bello adorno para los ancianos es saber discernir, y  el aconsejar con sabiduría. Ecli 25, 1-12 Es decir la armonía entre las generaciones. Benito se hace eco de este camino salvífico con los grados de humildad. Diferencio entre humildad, humillar y humillado. La humildad es una virtud o Fuerza muy propia de Jesús que consiste en la moderación del deseo desordenado por mi propio ego o excelencia. Humillar es un pecado sádico, y a nadie le está permitido cometerlo. El humillado es un neurótico alfombra masoquista, le gusta que lo pisen, rechacen, castiguen y lo muelan a palos injustos.
    La humildad que nos pide la multitud de la comunión de los santos es estar contento de ocupar el último lugar, ceder el sitio a los otros para que crezcan y yo disminuya, y vivir bien con las diferencias generacionales, jóvenes Promesa, adultos Servidores, Ancianos Memorial. La Eucaristía, Dios lavándonos los pies y alimentándonos, nos hace a todos servidores inútiles, cooperadores con el plan de Dios. 
    El séptimo grado de humildad consiste en que no sólo se proclame con su lengua el último y más vil de todos, sino que lo crea así con íntimo sentimiento del corazón, diciéndose soy un gusano no un hombre, oprobio de todos y deshecho del pueblo. Bueno fue aprender la humildad, así encontré los Mandamientos de Dios. Ni a Jesús, ni a Benito, le interesan las apariencias humildes, ni las cortesías y etiquetas de monjes, gamberras gandulerías con fachadas postizas que nada tienen que ver con su interioridad. Cuando la humildad se manifieste en el cuerpo será porque fluye del corazón unido al Único Corazón Humilde.
    La humildad es el olvido de mi egolatría reemplazada por la Presencia de la Trinidad que es mi verdadera identidad y misterio. Lo más contrario a la humildad es la preocupación por mi ego, y dado que en el monacato no hay otro fin que la búsqueda de Dios, si no hay humildad enloqueceré tarde o temprano. Estamos acostumbrados a monjitas o monjitos muy humilditos en pantomima teatral, basta contrariarlos un poco y saltan peor que leche hervida. Cuando ya no sea un hombre egoísta, sino un gusano, y mi Todo sea el Padre, habré desaparecido del pueblo, y comenzará mi aventura monástica a favor de la Iglesia y del Mundo. Cuando sé que soy el más vil de todos, paso a ocupar el último lugar evangélico, las sombras nunca me apartarán de la Luz Resucitada.
    Ser humilde es experimentar que soy el primer pecador entre todos, pues mis pecados están patentes a mi conciencia, en cambio los de mis hermanos los barrunto o conjeturo y no puedo estar seguro, Dios sólo penetra mi intención. En consecuencia Pablo se tiene por el peor de los pecadores, un aborto, el último de los santos y de los apóstoles, pero al vaciarse por la Gracia de Dios ha podido interpretar su propia música o rol en el proyecto de Dios en comunión con la Iglesia, y la Gracia lo ha hecho trabajar cual humilde servidor del Reino, más que a todos los otros. La humildad es la simplicidad de la aceptación de mi vida. Come tu pan con alegría, y bebe tu vino con tranquilidad. Sea tu ropa limpia y blanca, nunca falte el perfume en tu cabeza, y goza de la Mujer que amas. Si vives muchos años disfruta de todos ellos, pero recuerda que serán muchos los días sombríos y que todo lo que sucede es vanidad. Ecl 9, 9 y 11, 8
    La humildad, entrelazada con las virtudes teologales, empieza con la fe escuchando la voz de Dios y de su Iglesia, camina por la esperanza y concluye en el amor que echa fuera la esclavitud del miedo. Es suma liberación en el Espíritu. Olvido del ego en Memorial de la Trinidad los hermanos y el universo, contra el olvido de Dios y la obsesión  enfermiza por mi bienestar y exaltación demencial. No se puede ser monje sin poner el Amor Humilde de Jesús en el centro de mi vida.
    El octavo grado de humildad es que nada haga el monje sino lo que persuade la Regla común del monasterio y el ejemplo de los ancianos. RB 7, 55  La comunión con la multitud de los difuntos que está purgando sus pecados e intercediendo por nosotros, plantea más al rojo vivo la interrelación generacional. Si en la única Familia de Dios, formada por millones de seres humanos, todos aspiramos al carrerismo del primer puesto nos despellejamos vivos; y lo mismo sucede si somos neuróticos buscadores de humillaciones. Nos toca hoy ver cómo a los jóvenes los ancianos no les interesan ni son ejemplares ni conocen más. El joven de hoy está convencido de que sabe mucho más que los viejos. Los años ya no señalan competencia sino incompetencia. En los monasterios es notorio cómo luego de un período inicial de docilidad y docibilidad, los jóvenes se reafirman en sus convicciones, no están dispuestos a largos períodos de aprendizaje evangélico y menos a modelarse según los criterios de monjas viejas o no tan viejas, desfasadas, desactualizadas, llenas de chocheras desmemoriadas que no son ejemplos de Gertrudis la Grande o Serafines de Sarov  transfigurados.
    Si se confronta al inicio y en demasía esta actitud se puede destrozar una verdadera vocación. Ellos piensan que no son como los demás monjes. Una breve oración privada vale más que una Eucaristía en común.  Trabaja con fervor en sus propias cosas y es perezoso en las comunitarias. Vela en la cama y duerme en el coro. Hay que llevarlos con paciencia y dejarlos seguir hasta que la vida en comunidad les dé un buen cimbronazo y se conviertan a Jesús en medio. Sí, los viejos somos pecadores y estamos cerca del hoyo, cual fieles difuntos, desconocemos las tecnociencias juveniles pero somos su profecía sino captan que la vejez honorable no consiste en vivir mucho tiempo, ni se mide por el número de años, los cabellos blancos del hombre son la prudencia, y la vejez una vida intachable. Sab 4, 8-9 Pues este grado nos desafía también a los ancianos que aprendemos cantidades de los jóvenes. Si los viejos somos guías de comunión entonces debemos vivir y proclamar que la vida monástica vale la pena, que la Regla común del monasterio aleja de la arbitrariedad, y los años acercan al Resucitado. Los viejos somos un tesoro de santos y pecadores peregrinantes, glorificados y purgantes, un Camino escondido en la tumba de la clausura, hasta que los jóvenes, sorpresa, ya son viejos y nosotros nos fuimos.
    

sábado, 12 de octubre de 2013

179. Jerusalén, otro Nombre para el Reino de la Totalidad de Cristo: Sal 137




    Junto a los ríos de Babilonia, la devastadora que arrasó con Jerusalén, nos sentábamos a llorar acordándonos de Sión. Si me olvidara de ti, Jerusalén, que se paralice mi mano derecha, que la lengua se me pegue al paladar si no me acordara de ti, si no pusiera a Jerusalén por encima de todas mis alegrías. Sal 137 La fe no es individualista sino familiar, comunitaria, social y universal. Nos impulsa a construir la Morada de Dios o de la Paz. Una ciudad que alcanzará su Totalidad más allá de la historia, cuando entremos en la Vida Eterna de la Trinidad, en la Nueva Jerusalén, pero que la Revelación nos dice que Dios está edificando ya con nosotros. Esa ciudad está en todos los lugares y tiempos donde los seres humanos nos reunimos para salvarnos de la destrucción y construir un inicio de mundo mejor en la que todos y cada uno tenga su hogar, su patria, su madre, sus hermanos y su jardín.
    No obstante, Dios ha querido significarla o mostrarla en Jerusalén, la capital actual de Israel, reclamada también, en parte, por Palestina. Es una de las ciudades más antiguas del mundo y Patrimonio de la Humanidad, habitada en el cuarto milenio aC. Luego, Melquisedec en tiempos de Abraham, la ciudad cananea Urushalem, Origen de la Paz, testimoniada por documentos de hace 1.500 años aC en Tell el Amarna, la que David conquistó a los jebuseos en el año 1000 aC, en la que viví en medio de la guerra árabe israelí con bombardeos, ataques terroristas e incontables peligros; pero contemplando sus murallas de oro, cual ciudad de Dios, de bronce, cual idólatra que se salva mirando a la Serpiente levantada en Alto, y de Luz, cual Ciudad Transfigurada por la Luz del Mundo; en cada atardecer y besando el Evangelio de piedras donde fue crucificado y resucitó Jesús, donde el Padre concentró la liberación del mundo, hizo descender el Espíritu y desde donde partieron los testigos o mártires hasta los confines de la tierra. Hech 1, 8 Ciudad de los eternos conflictos y reconciliaciones superiores a esos conflictos, pues nos ayudan a superarlos y transfigurarlos en eslabones de la cadena de la Paz.
    La fe viva en consecuencia, edifica con dificultades y esperanzas, comunidades o pequeñas ciudades monásticas, desde todos alrededor de la Eucaristía. El altar es el corazón del coro, el coro o presbiterio es el complemento del altar. En ambos, como en un teatro celestial, se representa el drama de la redención. Mauro Wolter A veces nos ponemos entusiastas, preparamos programas, planes para la reorganización de nuestra comunidad. Discutimos sobre quién es el más grande e impedimos hacer el bien a los que no pertenecen al grupo de edad media, entre los 35 y 65 años. El Resucitado nos sorprenderá, moviendo el centro de la planificación a los niños y los ancianos, porque el menos importante entre nosotros, ése es el más grande; y según Zac 8 el signo de la presencia de Dios no es una buena estructura y organización con dinámicos gestores, sino los ancianos en paz y de los niños jugando en las plazas repletas de árboles y flores de Jerusalén. Ap 22, 1-5
    El riesgo está en descartar a los ancianos y a los niños, y el futuro de una comunidad está en ellos. Una comunidad que no se ocupa de sus ancianos y de sus jóvenes novicios no tiene futuro, porque no tiene Memorial ni Promesa. Es común dejar de lado a los novicios y tranquilizarlos con gozos efímeros en vez del estudio alegre de Jesús Amor Humilde en discernimiento de los espíritus. Y los ancianos que dejen de darnos consejos, son viejos desactualizados, desfasados e ignorantes de lo que le ocurre a nuestra generación.
    Queremos eficacia, una comunidad sin problemas. Y esto puede convertirse en una tentación. La comunidad funcional y bien organizada, marcha pero sin Memorial y sin Promesa. Una comunidad así, no avanzará, entrará en la lucha por el poder, los celos y las envidias. La vitalidad de una comunidad no está dada por las reuniones y decisiones de la edad media con jeans y chamarras de ejecutivos, ni por superiores rodeados de aduladores, que con los chismosos son la lepra de toda reforma evangélica. Planificar y ejecutar bien las cosas son realidades necesarias, pero no son el signo de Dios con nosotros. Cualquier grupo, aun de corruptos, lo puede lograr contratando diseñadores y arquitectos por Internet.
    Otra vez, el signo del Resucitado en medio de la ciudad son los ancianos que se sientan de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, señal de la sabiduría. Y que esas mismas plazas de la ciudad se llenen de novicios que juegan en ellas. El juego es la Alegría del Señor. Los ancianos sentados en los claustros, calmados y serenos son la Paz. Los de edad media son servidores fecundos. Alegría, Servicio y Paz que vienen del Amor. No se pueden pedir peras al olmo, pero se puede tener un olmo mejor, regándolo con el Agua Viva del Espíritu que fluye del Altar, en ríos que nunca se excluyen de Alegría, Servicio y Paz. Ap 6, 9; Gal 5, 22
    Impacta comprobar que Jerusalén aparece 840 veces en la Biblia y Sión 160, desde el Gn al Ap. Ciudad Santa Al Quds, la Santa en árabe, y pecadora, que es destruida y reconstruida una y otra vez. Es Mujer, Esposa y Madre, Centro del mundo, de donde salió Pedro y volvió recién en sus sucesores Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y pronto Francisco. Jerusalén es la Ciudad de la Paz Universal, el nombre de la Totalidad de Cristo nuestra Paz, Ef 2, 14 el inicio del Reino de Dios. Con inaudito realismo se nos muestra que vivir en su Paz es un arte difícil. La Ciudad de la Paz se enfrenta y se mezcla con Babilonia la grande, la madre de las abominables prostitutas de la tierra, la vampiresa que se emborracha con la sangre de los santos de Jesús, Ap 17, 5-6  la anticiudad que confunde nuestros diálogos y nos arroja al aislamiento, que está siempre al acecho para arrasarnos apenas nos descuidamos y no estamos alertas cual los padres népticos.
    No podemos relativizar los ataques de los demonios, de nuestros pecados, y de los malvados. Hay que liberarse de la hipocresía del que se tiene por justo y no busca la salvación de los pobres, los ignorantes, y los pecadores. Empaparnos del Amor de Dios y hacia Dios, pues el secreto de la vida cristiana es el amor. Sólo el amor llena los vacíos, las profundidades negativas en que el Mal nos arroja. Y orar sin cesar para ser visitados por Jesús con su mensaje de Paz. Lc 19, 41-44 No para manipularlo con palabrerías inútiles, ya conoce bien qué necesitamos. La oración incesante es el signo de nuestra fe en Aquel que nos llama a combatir con Él cada momento, para vencer el mal con el bien. Biyerushláim, como dicen nuestros hermanos judíos, hasta que nos veamos en Jerusalén.