viernes, 28 de septiembre de 2012

120. Las Asociaciones laicales para transmitir la fe: Hech 2, 42-47

    

    Eran perseverantes en la enseñanza de los apóstoles, en la koinonía, en la fracción del pan y en la oraciones. Unidos frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría, y el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse. La Revelación da, a través de esta descripción ennoblecedora y algo idealizada de Lucas, lo que es la esperanza ideal de una comunidad que, haciendo la mente común con la del Resucitado que está en medio por la espiritualidad de comunión, evangeliza transmitiendo la fe.         
    No se puede regalar lo que no se cree, espera y ama, con vitalidad alegre y creativa. No se puede entregar el Evangelio sin tener como base una vida que esté modelada por el Verdadero Rostro de Jesús, y que en esa Buena Noticia encuentre su sentido, su verdad y su futuro. Como para los primeros cristianos, también para nosotros hoy se trata de la comunión vivida con el Padre, en Cristo, gracias a su Espíritu que nos transfigura y nos hace capaces de irradiar la fe que vivimos y de suscitar la respuesta en aquellos que el Espíritu ya ha preparado con su visita y su acción. Hech 16,14 Para proclamar en modo fecundo la Palabra, se requiere una profunda comunión entre los hijos de Dios, signo distintivo y anuncio del Mandamiento nuevo. Que nos amemos los unos a los otros como Jesús nos ama, pues en esto conocerán que somos sus discípulos. Jn 13, 34 Donde entra el mal espíritu de incapacidad para vivir en comunión, incredulidad, desesperación, odio, imprudencia, injusticia, pereza, agresiones, celos, envidias, mentiras, la nueva evangelización se esfuma.En consecuencia el asociarse de los fieles laicos por razones espirituales y apostólicas expresa, ante todo, la naturaleza social del ser humano. Todos estamos deformados y limitados, nos ayudamos unos a otros, reconociendo aceptando y transfigurando nuestras deformidades. Toda comunidad es una clínica para el cuerpo, un psiquiátrico para el alma y un pneumátrico para el espíritu. De ahí el estar atentos para liberarnos de iatrogénesis o enfermedades derivadas de medicinas no bien administradas. Se tardan décadas en aprender a ser ayudado ayudando, curar con nuestras llagas mutuas sin contagiarnos, y que los médicos son pacientes y los pacientes son médicos. En la Residencia AMI, en las montañas de Kioto, vivimos unos setenta enfermos. Además están los de la plantilla, médicos, enfermeras y personal administrativo. Las instalaciones son grandes y están en un terreno espacioso inmerso en la naturaleza, y la vida es tranquila aunque disciplinada y con bastante trabajo y deporte. Juego al tenis y al baloncesto. Todos nosotros sabemos que estamos deformados. Esto es lo que nos distingue del mundo exterior. En él mucha gente vive sin ser consciente de sus deformaciones. Pero en este pequeño mundo, la deformación es la premisa. H. Murakami, Tokio Blues. Norwegian Wood
    Además el asociarse obedece a instancias de una más dilatada e incisiva eficacia operativa. Una consulta particular nunca puede ofrecer los complejos y difíciles servicios de un sanatorio, ni un profesor particular los de una Universidad, ni un ermitaño los de un monasterio. La incidencia sociocultural se realiza no tanto por la labor de un individuo, cuanto con la de una asociación donde decenas o cientos de personas colaboran como en un gran concierto musical.
    Pero la razón más profunda de asociarse es teológica. Cada Asociación, privada o pública, es signo de la Iglesia, personas en comunión para una misión. El derecho a asociarse de los laicos, guardada la debida relación con los obispos, es algo esencial a Jesús, la Iglesia y el mundo. Por ello la necesidad de criterios eclesiales precisos de discernimiento y reconocimiento de las Asociaciones laicales, cualquiera sea la variedad de sus espiritualidades, teologías y carismas. Christifideles laici, 30 y CIC 298-329 El primado que se dé a la espiritualidad católica que lleve en esperanza a la santidad del Amor a cada uno de sus miembros, conformándolos con la Totalidad de Cristo. La responsabilidad de confesar la auténtica fe adulta y teologal contenida en la Tradición, la Biblia y el Magisterio de la Iglesia; y la preocupación por una formación inicial y permanente, tanto vital, como personal e institucional. Una comunión firme y convencida con el Papa, centro perpetuo y visible de la Unitotalidad de la Iglesia; con los obispos; y con todas las otras formas de apostolado contemplativo o activo que hay en la Iglesia. Participación, de acuerdo al propio servicio de la Asociación, en la Nueva Evangelización y en las prioridades pastorales de la Iglesia Universal y Particular donde actúa la Asociación.
    Estos criterios se comprueban por sus frutos concretos. Renovado gusto por el misterio pascual, la contemplación, la vida litúrgica; la Lectura orante de las Escrituras; el estudio y el trabajo; el florecimiento de vocaciones para los sacramentos del matrimonio y el orden sagrado, y la vida religiosa; la capacidad pedagógica de formar cristianos cada vez más comprometidos en la vida social, cultural, artística, científica y espiritual; el espíritu de desprendimiento, simplicidad y solidaridad evangélica que lleva a nunca olvidarse de los más pobres en sus cuerpos, psiquis o espíritus; la dedicación al ecumenismo, al diálogo interreligioso, y al patio de los gentiles, con todos los seres humanos por más diferentes que sean de nosotros. 
    Asociaciones así perduran, tienen el coraje para reconocer sus debilidades y pecados, mientras continúan impertérritas con el testimonio del Hombre Nuevo, de la perenne necesidad que todos tenemos de ser salvados y sanados.

miércoles, 26 de septiembre de 2012


119. Apostolado laical, Nueva Evangelización, y primado de la fe: Jn 11, 18-27



    Betania distaba de Jerusalén unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y María por la muerte de su hermano Lázaro. Estos tres hermanos pertenecen a los adeptos de Cristo. Jesús, al iniciar su misión, se rodea de una gran cantidad de colaboradores con quienes forma la Familia de Dios. Siendo el Verbo del Padre, no obstante, su humanidad y su tiempo son limitados. Sin asociados su apostolado se vería cercenado al máximo. Con su carismático poder propositivo pone en marcha un Movimiento de hombres y mujeres de las más diversas categorías. Son los comienzos de la Iglesia. Los estudiosos del Jesús histórico y los Orígenes del cristianismo distinguen al menos cuatro grupos. Las muchedumbres a quienes se dirigía la misión evangelizadora; los adeptos, sedentarios o laicos comprometidos que permanecían en sus casas y familias gestionando los bienes de este mundo pero acogiéndolos a Él y sus discípulos, permanezcan en la casa que los aloje; Lc 9, 4 los seguidores, como los 72 discípulos y otros, de alguna manera los consagrados; y los Doce o los clérigos, que recibirán el Sacramento del Orden en la Última Cena de las  primeras vísperas del Viernes Santo.  
    Esta estructura evolucionada, todos con la misma dignidad pero con distintos servicios, ha permanecido hasta hoy. Sin embargo da tristeza comprobar, o da la sensación, que los laicos no tendrían una vocación y ministerio laical específico, otorgados por el mismo Trino Dios que los llama y envía; sino que serían sobrantes que no se animaron al sacrificio y entrega de los clérigos y religiosos. Es muy diferente lo que nos dice la Revelación. Los laicos tienen una vocación propia, buscar el Reino de los Cielos, ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según el proyecto redentor del Espíritu. Ellos se encuentran en la línea más avanzada de la vida de la Iglesia. Por ellos la Iglesia es el principio evangélico del matrimonio y la familia, de la sociedad, del trabajo, de las escuelas y universidades, del arte, de la economía y la cultura mundial. Tanto como los clérigos y los religiosos, ellos están encargados, según su índole secular, de servir para que el mensaje de Liberación en Cristo sea conocido y recibido por todos los hombres. Obligación tanto más importante cuanto que millones de seres humanos no accederían al Evangelio sin su apostolado. Y sin ellos la misión de los pastores y religiosos, de por sí poquísimos, no alcanzaría su eficacia, y la nueva evangelización sería un sueño irrealizable.
    Todo apostolado laical tiene que retomar el Camino del Primado de la fe como fundamento de la vida espiritual y de la posibilidad de vivir con gozo en comunidad. Y es aquí donde enfrentamos un desafío de primer orden. No obstante los esfuerzos hechos en estos últimos 50 años, da la impresión que la educación a una fe teologal adulta se encuentra sólo en los comienzos. Los obstáculos en la transmisión de la fe son análogos en todas partes. Los hay internos a la vida cristiana, como una fe vivida en modo privado y pasivo; la inadvertencia de la necesidad de una educación permanente de la propia fe; una separación entre fe y vida. Y otros que vienen desde afuera de la vida cristiana, en particular de la cultura, y hacen difícil la vida de fe y su transmisión, el consumismo y el hedonismo; el nihilismo y devocionismo; la cerrazón a un Dios que nos salva y nos sana. Se perciben también signos de un futuro mejor, que permiten entrever un renacimiento de la fe. La existencia de iniciativas de una formación seria, así como también el surgimiento de comunidades, grupos  o movimientos que dan a la fe el primado que le corresponde. Esta experiencia de fe en la Encarnación del Verbo que me hace vivir su misterio pascual y me sumerge en la Trinidad, tiene un efecto transfigurador, un aumento de la calidad de la vida en comunión, y una maduración de las personas que forman parte de ella.
    En absoluto es necesario que cada fiel laico tenga una viva conciencia de ser un miembro de un Cristo Verdadero, Serio no infantiloide, y de su Iglesia; a quien se le ha encomendado una tarea original, insustituible e indelegable, que debe llevar a cabo para el bien de todos. De ahí la absoluta necesidad de compromisos apostólicos asumidos en forma deliberada y libre, de cada católico en singular. El apostolado personal del discípulo misionero laico es la forma primordial y la condición de todo apostolado laical, incluso del asociado, y nada puede sustituirlo. A este testimonio apostólico capilar, incisivo y constante, siempre y en todas partes provechoso, y a veces el único apto y posible, están llamados y obligados todos los laicos cualquiera que sea su condición, aunque no tengan posibilidad de colaborar en la Asociaciones. Jesús necesitó de los hermanos de Betania. Él mismo nos pedirá  amorosa y justa cuenta de cómo habremos realizado aquellas buenas obras que Dios preparó de antemano para que las practicáramos, Ef 2, 10 con los talentos que nos concedió. Mt 25, 14-30

domingo, 23 de septiembre de 2012


118. Misión de los fieles laicos de Cristo en el Reino, la Iglesia y el Mundo: Mt 20, 1-16



     Al caer la tarde el propietario salió de nuevo, encontró a otros y les dijo cómo era que se habían quedado allí sin hacer nada. Ellos le respondieron, nadie nos ha contratado. Les dijo, vayan también ustedes a trabajar a mi viña. El misterio bíblico de la viña alcanza su consumación en la Trinidad. El Padre es el viñador, Cristo la vid verdadera, separados de de Él nada podemos hacer, permaneciendo en Él y en su Cuerpo Místico que es el Pueblo de Dios, damos mucho fruto con la energía del Espíritu Santo. Los laicos de igual modo, están llamados a trabajar en su viña, a tomar parte activa, consciente y responsable en la misión de la Iglesia, indesligable del Mundo y el Reino de Dios.
    Nuevas situaciones sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy con fuerza inusitada la acción de los laicos que son la casi totalidad de la Iglesia en números y sin ellos toda la acción de los discípulos misioneros queda casi paralizada. Si el no comprometerse, el no te incomodes ni te metas es inaceptable, la urgencia de la nueva evangelización lo hace aun más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso. Los laicos son los fieles cristianos; a excepción de los clérigos, obispos presbíteros y diáconos, y de los religiosos varones o mujeres; que en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, y hechos partícipes a su modo del oficio sacerdotal, profético y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y el Mundo su misión con una modalidad que los distingue sin separarlos de los clérigos y religiosos. Ese carácter es su índole secular cual constructores del Universo.
    En el Mundo son llamados por Dios y allí deben vivir implicados en todas y cada una de sus oraciones, estudios y trabajos, en la vida matrimonial familiar y social, profesional y apostólica de las que su existencia está entretejida. Llamados a gestionar las realidades temporales, ahí deben encontrar su santidad y transfiguración en el Hombre Celestial sin alejarse de la participación en los ministerios, oficios, funciones y carismas eclesiales ejercidos en la Palabra Liturgia y Caridad.
     Eso sí, como laicos y no cual clérigos o religiosos; pues nunca deben dejar sus tareas específicas en la familia, el trabajo, el descanso, la cultura y la comunidad internacional. Ni clericalización ni monastificación de los laicos, ni laicos perezosos desligados de todo compromiso eclesial. Ni toros clérigos ni vacas monjas. Pero tampoco despreocupados terneros mamones que esperan que todo lo hagan los clérigos y religiosos. Ya que la misión salvífica de la Iglesia es llevada a cabo no sólo por los clérigos que reciben el sacramento del Orden, ni por los religiosos con sus votos públicos y vida en común, sino también por los laicos en virtud de su Bautismo y Confirmación, y muchísimos de ellos de su Matrimonio.
   Tocamos una realidad delicada, que suele ser fuente de problemáticas y conflictos, tanto en las formas personales de participación laical, como en las asociativas, a saber, cuánto tiempo o dedicación debe darle el laico a su corresponsabilidad en la Iglesia misterio, comunión y misión. Tiene que mantener una armonía entre su gestión de las realidades temporales y Eternas. En las Asociaciones laicales es necesario que los variados compromisos fundamentales que asumen estén delineados en sus Estatutos, aprobados por los obispos o la Santa Sede. Luego se pueden hacer Directorios más concretos, por consensos de grupos o personas que pueden cambiar y actualizar según sus posibilidades, teniendo en cuenta las fases para asumirlos, los procesos individuales y la maduración formativa.
    No hay Comunidad eclesial, salvo las ocasionales y fugaces, que no implique cierta estructura institucional, enraizada en la Sociabilidad Alianza Encarnación y su prolongación en la Iglesia, y con ello un conjunto de compromisos, no pocas veces crucificantes, necesarios para su buen funcionamiento. El vigor espiritual de una Comunidad se manifiesta también por su robustez legislativa e institucional, su permanencia y fidelidad. Debido a la infinita variedad de personalidades y modos de vivir laicales es bueno que cada Asociación tenga el mayor número posible de distintos tipos de miembros con muy diferentes compromisos, la coordinación con la autoridad correspondiente y la forma rápida y eficaz de reemplazo. Una muestra hipotética puede ser, Eucaristía una o tres veces por semana, Laudes Vísperas o el Rosario y algún tipo de Meditación, Lectio Divina, siete horas de servicio semanales o las que puedan dedicar, reuniones organizativas mensuales, Encuentros anuales de formación permanente, y algún tipo de diezmo o centiezmo a favor de la Comunidad cuyo tesoro son los pobres.
    Pueden existir miembros consagrados, sin modificar su condición laical, al estilo de los Institutos seculares que sigan diversos consejos evangélicos con votos o promesas, y las Sociedades de vida apostólica en comunidad sin votos ni promesas. Miembros como los oblatos benedictinos o los laicos cistercienses, y grupos que se reúnen de manera atípica o una vez por año. Miembros que sólo sostienen con sus oraciones o sus bienes, o se adhieren a cualquiera de las otras Ramas hasta de forma virtual sin pertenecer a la Asociación privada, pública o civil, siendo católicos o cristianos de otras Iglesias, Religiones o Culturas también ateas, sin compromisos específicos. 
    Estamos ante el desafío de un mundo globalizado; si no ampliamos nuestras Carpas moriremos asfixiados. Nadie puede permanecer ocioso. Todos los miembros debemos asumir compromisos serios y fieles, por los que permanecemos vinculados en koinonía a las personas y actividades de la Asociación, no obstante la prueba desgastadora y devastadora del tiempo y la edad, las dificultades exteriores que inclinan nuestra debilitada estabilidad al cambio, al abandono, a la traición. Estamos llamados a trabajar hasta la muerte con gozo en la Viña del Señor resucitado.

sábado, 15 de septiembre de 2012

117. Monje quieto ecuánime ante el misterio del mal, por el Reino y su Justicia: Mt 5, 38-42



    No le resistan antistêvai al Mal. Al contrario, si alguien les da una bofetada en la mejilla derecha, preséntenle también la otra. Si quiere quitarles la túnica, déjenle también la cogulla. El mal forma parte de nuestra realidad personal y social cotidiana, está en la misma Iglesia, comunidad de pecadores que buscamos la justificación, la santidad y la meta del Hombre Nuevo, creado según Dios en la justicia y la piedad de la verdad. Ef 4, 24 Ignorarlo es naife. No es un problema que podamos algún día resolver, sino un misterio de iniquidad que forma parte increíble de la Providencia de Dios. Él hubiera podido crear un mundo sin mal físico, pero en su Amor inescrutable e Inocencia incomprensible, creó este universo en proceso hacia una perfección definitiva que llamó Cielo Nuevo y Tierra Nueva o Resurrección Gloriosa Final. Además, los ángeles y los hombres inteligentes y libres, caminamos hacia nuestro último destino por elección libre y amor preferencial; de ahí que nos desviemos y pequemos, y el mal moral, más grave que el mal físico, hace su entrada en nuestra historia. De ese mal moral, Dios no es causa ni directa ni indirecta. Y no permitiría el mal físico o el moral si no lograra en su Omnipotente Bondad hacer surgir el bien del  mismo mal.
    El escándalo del mal puede alejarnos de Jesús, aún cuando veamos a Dios colgado de la Cruz atosigado de sufrimientos. O puede convertirse en un Lugar privilegiado de la experiencia de la Trinidad. El mal, en la Providencia de Dios que todo lo gobierna, rompe los esquemas que con ingenuidad nos hacemos de las Tres Personas. No tenemos respuesta que lo aclare. Su Misterio nos supera por los cuatro costados, nos hace humildes, vulnerables, frágiles, precarios como la hierba que florece por la mañana y se seca por la tarde.
    Después que la Voz le dice a san Arsenio, huye y Sígueme; cállate y Escúchame; le dice aquiétate y Perdóname. Jn 20, 22-23; Mat 18, 21 Quietud, hesicaze posee varios significados. Silencio, serenidad, calma; descanso, paz, tranquilidad; retiro, desierto, oración continua. Perdonar, afíemi también; soltar, dejar libre, absolver; permitir, no hacer caso, pasar por alto. Ante el mal, san Benito tiene una expresión liberadora, que le recomienda al abad, oderit vitia diligat fratres, RB, 64, 11 odie los vicios, los males y pecados, pero sin dejar jamás de respetar y amar a sus hermanos. No existe el pecado sin un pecador; no existe la mentira sino el mentiroso. Me está prohibido juzgar o condenar a alguien, y tengo mandado amar a mis enemigos. Debo tener claridad acerca de la mentira, respetando al máximo al mentiroso, y conviviendo con el pecador.
    Sin dejar de pedir al Padre que nos libre del Mal, nos dé fuerzas para combatirlo, y pasión por el Reino del Amor y su Justicia; necesito aprender a no resistir al Mal. Si existo resistiéndolo y reprimiéndolo; combatiendo a las personas malignas con odio, imprudencia, injusticias, cobardías y agresividades, o aun con virtudes sin discernir; me alejo del Evangelio, de la sana diplomacia y del sentido común. Arrancando trigo con cizaña, pierdo el gozo del Espíritu, haciendo del mal un molino de viento, una apariencia que está en el sujeto; o un dualismo ridículo e intolerable, con un dios malo con tanto como poder la Única Trinidad.
    Arsenio o como te llames, aquiétate, ora sin cesar uniéndote a la Fuente de la Vida, mantén la paz y promueve la justicia con amabilidad, respeto y perdonando setenta veces siete cada día, acogiendo y comiendo con los pecadores. Lc 15 Con audacia teológica perdónalo también a Dios, permítele ser más sabio que tú, y que en el Misterio de su Providencia Inefable nos haya sumergido, bautizado como a Jesús, Mc 10, 39 en un mundo y una historia donde el bien es superabundante, pero donde el mal lacerante, en alfilerazos o catástrofes infernales, existe y nos hiere con su abismo de sufrimientos a cada instante. Días antes de ser arrestada, en agosto de 1944 a los 15 años, con las otras siete personas con quienes vivía escondida en el ático de Amsterdam, por el único crimen de ser judíos, Ana Frank escribió en su Diario a Kitty, su imaginaria amiga, algo parecido a la mística Juliana de Norwich. A pesar de todo creo que la gente tiene una auténtica bondad de corazón. Veo al mundo convertirse en algo salvaje, escucho el trueno que se aproxima y que nos destrozará, puedo sentir el sufrimiento de millones. Sin embargo, si alzo la mirada al cielo, creo que todo terminará bien. Murió de tifus en el campo de concentración de Bergen Belsen, en marzo de 1945.
    Sin esa ecuanimidad ante el mal, sin ese desapego que no se resiste a lo inevitable, sin esa quietud orante y de hábil violencia por la justicia y paz del Reino, la bienaventuranza pascual monástica es un imposible, pues es ilusorio pensar que el monje, o el laico que internaliza el monacato, estarían libres de dolores y persecuciones. La ciencia es conocimiento organizado, la sabiduría es vida organizada. Kant 
    Organizada en la Pascua de Cristo, desde el mal hacia el Bien, desde la muerte hacia la Vida. Esa Hesijía o Quietud en la Cruz, nos salva de caer en el zelus amaritudinis, fervor Malo y amargo, RB, 72 que separa de Dios y conduce al infierno, propio del inquieto revolucionario fundamentalista que nada aguanta, y chalado cretino busca eliminar el mal con lo peor. En cambio el fervor Bueno nos separa de los vicios y conduce a la Vida Eterna. Honrándonos, tolerando con paciencia mansedumbre y humildad de corazón, nuestras debilidades, construyendo ese Mundo donde Él secará todas nuestras lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo viejo de antes ya pasó. Ap 21, 4

lunes, 10 de septiembre de 2012

116. El monje aprende a escuchar Todo, callando: Sant 3, 1-11


    Una pequeña llama basta para incendiar un bosque. También la lengua es fuego, un mundo de maldad puesto en nuestros miembros, que contamina todo el cuerpo, y encendida por el infierno, hace arder toda la rueda de la vida humana. Nadie puede dominar la lengua, un flagelo siempre activo y lleno de veneno mortal. Después de huir o desaparecer, lo primero para el monje es callarse, otra forma sorprendente de desaparecer, del pecado a la Gracia, del desatino a la Sabiduría, de la mundanidad al Monasterio. San Benito coloca De taciturnitate después del corazón que escucha, propio de la obediencia. Nadie que no ha aprendido a escuchar podrá callarse. Y de la humildad, pues nadie que no sepa moderar el apetito desordenado de su propia excelencia y autoestima narcisista, captando su pequeñez y miseria en relación con Dios, los hermanos y el universo, se callará. El noveno grado de humildad es si el monje reprime su lengua para hablar, y callándose, no dice ni una palabra hasta ser preguntado, enseñándonos la Escritura que en el mucho hablar no se evita el pecado, y que el charlatán no prospera en la tierra. Prov 10, 19 y Sal 139, 12 Tacere, es no hablar, estar tranquilo reservado y silencioso, callar, omitir, guardar el secreto, no levantar la voz en risotadas zafias, hablar con suavidad gravedad y humildad. El sabio se da a conocer por las pocas palabras. Pitagorismo
    Enseguida de la fuga de la mundanidad, la Voz le pide a san Arsenio callarse. Es el milagro de alguien callado, sereno, en la alegría del Espíritu, que nos escucha con prudente discernimiento. Benito nos da la razón profunda. Por una parte la huida del pecado, Dios nos señala a través de Santiago, el poder mortífero y devastador de las palabras inútiles, groseras, hirientes e insultantes, la muerte y la vida están en manos de la lengua. Prov 18, 21 Por otra, dada la gravedad del callar, raras veces se concederá al discípulo perfecto licencia para hablar, porque hablar y enseñar incumbe al maestro, callar y oír conviene al discípulo. El Callar acoge el Hablar hacia el Crear del Reino. Con una vuelta de tuerca y caminando en puntas de pie nos adentramos en la Virgo audiens, quien concibe al Hijo del Padre de la Vida por el Espíritu Creador, debido a su obediencia de la fe, fiel discípula oyente y hacedora del Verbo Único Maestro. Entre los monjes obediencia espiritual a los hermanos, ya que la vida monástica es tradición transmitida de los maestros a sus discípulos.
     Hoy se busca más ser consentido, encontrar a alguien que me convenga y adule, no seguir la voluntad de un anciano sabio, sacramental de Cristo, sino la mía propia para mis conveniencias manipuladoras. Pero el monacato no se basa en la autoafirmación psicopática de mi yo cerrado, sino en la transfiguración en el Resucitado abierto a la Totalidad, por mediación de la comunidad eclesial guiada por el abad o abadesa. Se trata de la pleroforía, la gracia de una espléndida formación inicial y permanente vital, personal e institucional; incluyendo un buen padre o madre espiritual. Que desempeñe sus servicios con entero acierto. Estable en la búsqueda y enseñanzas de Jesús, que en su Misterio Pascual me abre a la Trinidad. Con continuidad bíblica magisterial y humanística, no haciendo zapping para deslumbrarme con idioteces. Que esté disponible para dialogar, tranquilo, sin cólera, sin rencor, amnésico a cuanto le cuente. Que no busque exhibirse, inmune a las adulaciones y a las agresiones y ataques. Perito en transferencias y proyecciones, contra transferencias y contra proyecciones. Que jamás atraiga hacia sí, sino hacia el Eterno Viviente.
    El Callar y el Silencio; aun ambiental, corporal, afectivo y mental es casi sinónimo de monacato universal. Se da en el hinduismo, budismo, taoísmo, sintoísmo, jainismo, judaísmo, cristianismo e islamismo, y en caminos actuales con saludable relajación y oración. Alejándonos de cualquier contaminación estilo New Age pelagiana, es bueno volver a meditar en católico, la obra de Johann Scheffler, mejor conocido por su seudónimo Angelus Silesius, 1624-1677 publicada en 1657, El Peregrino Querúbico, Cherubinischer Wandersmann. Considerada la más importante del misticismo europeo de esa época.
    Luterano, pasó a los 29 años al catolicismo. En 1661 fue ordenado sacerdote y sirvió en la Colegiata de San Matías de Breslau. Sumido en la pobreza, el ayuno y el ascetismo, murió a los 53 años. El Peregrino  Querúbico es una colección de aforismos en versos que recorren las sutiles paradojas del misticismo cristiano, la eternidad en el tiempo, relación entre Dios y el hombre, el abismo del Silencio de Dios, el desapego o vacío. Se inspiró en Jakob Böhme, Meister Eckhart, Juan Taulero, Blois, y Juan de la Cruz. La belleza de su poesía fue estudiada por Goethe y Borges, y su influencia se extiende a Schopenhauer, Wittgenstein y Heidegger. Calla querido, calla; si puedes quedarte callado, Dios te dará más bendiciones de la que puedas desear. La rosa es sin por qué, florece porque florece. Dios está por encima de todo; mejor no hablar mucho de Él; adóralo en el silencio. Cuando más conozcas de Dios, más confesarás que menos conoces de Él. Si quieres hablar del Ser de la Eternidad, rompe con todo hablar. Cuando piensas en Dios, le oyes a través de ti; cuando callas y estás quieto, entonces Él te habla a ti. Nadie habla menos que Dios; desde toda la Eternidad pronunció una sola Palabra. Por la misma Palabra con que engendró al Hijo, el Padre creó todo el universo. Tomás de Aquino    

miércoles, 5 de septiembre de 2012

115. Clave del monacato para monjes y laicos, Desaparecer amando hacia Jesús: Is 34-35



    Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa. Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los desalentados, sean fuertes, ahí está su Dios; vean su Gloria y su esplendor. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos. Brotarán aguas en el desierto, y habrá un Camino Santo por donde volverán, shuv los rescatados por el Señor para entrar en Sión con júbilo, gozo y alegría perpetua. Este apocalipsis de Isaías, unido a 24-27, compuesto después del exilio, que inspira pasajes enteros del Apocalipsis de la Nueva Alianza, muestra el pasaje de la ciudad del caos, tohu que se derrumba, 24, 10 a la Ciudad Fuerte del Señor. 26, 1
    La Pascua desde Babilonia a la Nueva Jerusalén, a través del desierto, es la clave de la experiencia mística monástica. Desaparecer amando hacia Jesús resucitado. Ho afanismós en agápe eis Iesoûn. Desaparecer, cual desaparece Cristo, luego de celebrar la Eucaristía para los discípulos de Emaús, Lc 24, 31 y en la Ascensión. Desaparecer no en la nada sino pasar de un estado a otro, tanto sea en lo exterior del monje, cuya médula es lo interior, como en el monacato interiorizado, P. Evdokímov del laico monástico.
    Arsenio, mentor de los hijos del emperador Teodosio, en el 394 salió el mundo y se fue al desierto de Escete en Egipto, bajo la guía de Juan Colobos. Cuando estaba en el palacio de Constantinopla, oró al Señor diciendo, Señor, dirígeme por el camino de la salvación. Y llegó hasta él una voz que le dijo, Arsenio, huye de los hombres y serás salvo. Estamos ante el Misterio de la Fuga mundi; no ante un problema psicológico, filosófico o estético. Es la experiencia, regalada por Gracia sobrenatural, del pasar de la desemejanza al Misterio de la semejanza con la Trinidad, de la desunión al Misterio de la comunión con los ángeles y los hombres, y del caos al Misterio del cosmos en Dios. No se trata de huir de las bondades del universo. Se trata de huir del anteproyecto de este mundo, signado por el mal físico; y que yace bajo el poder del pecado y del Maligno, signado por el mal moral. No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 1 Jn 2, 5
    Es un despertar, una iluminación de fe, una Chispa de la Luz del Mundo Nuevo que ya está en el Resucitado. Babilonia la grande, la madre de las abominables prostitutas de la tierra se emborracha con la sangre de los santos y los mártires de Jesús. Nosotros, que somos el pueblo de Dios, tenemos que huir de esa ciudad que lucha contra el Cordero, para no hacernos cómplices de sus pecados. Ap 18, 4 Quien no encuentra el tesoro escondido del Reino quedará atrapado. Lo que muestra que no se trata de un mero cambio de lugares, vestidos o hábitos, horarios, edificios o costumbres, sino de una insondable profundidad del Amor que tiene que ver con los valores que definen el ethos monástico, llevando a la Pureza del corazón que vislumbra a Dios y su Reino. Esto queda claro ya que, habiéndose retirado Arsenio al desierto de la soledad y el silencio, oró de nuevo con idénticas  palabras. Y oyó una voz que le decía, Arsenio, huye, calla, aquiétate, hesicaze pues estas son las raíces de la impecabilidad. Sabemos que el nacido de Dios no peca, sino que el Verbo lo protege y el diablo no puede nada. 1 Jn 5, 18
    En el siglo III muchos cristianos, varones y mujeres, fermentados entre los ascetas y vírgenes consagradas, se hicieron anacoretas. Se retiraban de la ciudad y sociedad y vivían apartados ya sea en habitaciones adosadas a una Iglesia, fuera del pueblo, en bosques, y en los límites del desierto en tumbas que les servían de casa y fortaleza contra los maleantes. Estar en un sepulcro no era sólo algo práctico, sino un anuncio evangélico. Estaban muertos y sus vidas escondidas, encriptados con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la real Vida de ellos, entonces se manifestarán con Él, llenos de Gloria. Col 3, 1-4 Desaparecían amando a Cristo muriendo en el desierto, fugándose, callados y quietos como muertos. Conrresucitados con Cristo no buscaban más el mundo viejo, sino la Transfiguración por la Transubstanciación hacia la Resurrección universal del Reino. Se tomaban muy en serio la muerte próxima, con plena libertad y deliberación se entregaban a una muerte mística y morían antes de morir.
    Quien se sienta cómodo en este mundo, y haga de él su casa, no sirve para el monacato, sea enclaustrado o laical. Cuando la Trinidad lo llame a su Hogar, su incomodidad se hará insoportable. Dejándolo todo, morirá y entrará en la Dimensión monástica, aquella del perderlo todo por el Todo, ganando el ciento por uno. Desaparecer amando en el Desierto, hacia el Resucitado, será su Ley y su Gracia; tanto en el monasterio como en el supermercado.