domingo, 4 de septiembre de 2011

12. Immanuel Kant, Fenómeno y Númeno: Dan 4







        El árbol gigantesco; que viste en un sueño que te horrorizó y con obsesiones y visiones te llenó de espanto; cuya altura llegaba hasta el cielo y se lo veía desde toda la tierra, ese árbol eres tú, Nabuconodosor. Pero un Vigilante, un Santo que descendía del cielo, gritó, derriben el árbol, corten sus ramas y dejen el tocón. A ti, Nabuconodosor, se dirige esta palabra, tu realeza te será retirada. Te arrojarán de entre los hombres y convivirás con los animales, comiendo hierba como los toros, tus cabellos crezcan como plumas de águila y tus uñas como las de los pájaros. Hasta que recobres la razón, se te restablezca tu reino y glorifiques al Rey del Cielo. Daniel publicado por el 170 aC, con el Sitz im Leben de la persecución de Antíoco IV, es un libro narrativo y apocalíptico desconcertante, con mezclas de hebreo, arameo y adiciones griegas, que cuenta la historia de este sabio del siglo VI aC que sabe interpretar los síntomas y signos de los tiempos sobre todo a partir de un misterioso Hijo del Hombre que dará la victoria final, en un Reino transfigurado, a todos los que son perseguidos por causa de la paz y la justicia. Cuando negamos al Dios Metafísico somos como animales incapaces de trascendencia.
    A algunos les parecen infantiles los capítulos 1-6; superficiales, fantásticos y retorcidos los 7-12; y románticos los 13 y14. Pero Daniel, libro tan inspirado por Dios como cualquier otro de la Biblia, no es ningún débil imitador o epígono de los demás hagiógrafos, sino que expresa experiencias espirituales tales como sueños, visiones, premoniciones gloriosas u horrorosas, que en el fondo muchos tenemos. Lejos de ser un libro de inocentes cuentitos, es un libro que pone fin a los imperios del mal, y visualiza el correr y el fin de la historia desde Dios. Por eso, como el Apocalipsis, Daniel fue prohibido por subversivo, durante algunos gobiernos totalitarios. Y no eran tontos, en los dos siglos dC Palestina, debido a las insurrecciones sangrientas contra Roma, de los que cultivaban la literatura apocalíptica donde las legiones del César serían arrasadas por los ejércitos de los Santos, fue reducida a escombros. André LaCoque, Daniel in his Time
    No voy a contar aquí la biografía de Kant ni explicar su filosofía, aunque algo diré; sino por qué lo uno a una Lectio de Daniel en mi lento proceso de entender un poco de la sabiduría kantiana que aporta mucho al arte de vivir y buscar la verdad. Sé que los filósofos y los científicos, manteniendo tanto la diferencia entre razón y fe como su inseparabilidad, nos ayudan a captar la Revelación. Tenemos que terminar con el dualismo espíritu y materia, sin que la mística deba confundirse con paradigmas científicos, pues serán siempre distintos, sin mezcla ni confusión, pero inseparables, como el Verbum caro. El cardenal O’Connell de Boston previno a los católicos contra la relatividad de Einstein por inducir a la duda sobre Dios y su creación y ser una mortífera reedición del ateísmo. El rabino Goldstein, en cambio, proclamó que Einstein había encontrado una fórmula científica a favor del monoteísmo. No obstante, cuando el obispo Davidson le preguntó a Einstein qué efecto tendría sobre el cristianismo la teoría de la relatividad, éste le dijo, ni el más mínimo, la relatividad es una teoría científica, y nada tiene que ver con la religión.
    Ni el principio de indeterminación de Heisenberg, ni el de complementariedad de Bohr, ni la física cuántica de Planck que establecen que el sujeto no puede conocer el objeto sin interferir con él, son una confirmación de la no-dualidad mística natural y menos de la sobrenatural. La conciencia del místico aprehende, en forma de alguna manera directa, Algo del númeno de la Realidad, sin mediación simbólica ni conceptualización alguna, fuera del tiempo y del espacio, en  el parar la mente, en la tempiternidad. La conciencia del físico, en cambio, no capta del todo  el númeno sin mediaciones, que son los fenómenos o  ecuaciones matemáticas de la realidad.
    No se puede confundir lo Infinito con lo finito, lo Eterno con lo temporal, lo Absoluto con lo relativo. La exploración del universo, con los métodos de la fisicamatemática no nos lleva a encontrarnos con la Realidad que para nosotros es el Cuerpo de Cristo, sino con las sombras y los símbolos. Arthur Eddington Sabemos, sin embargo, que varios grandes físicos se han aproximado a la mística, y esto es debido a que la fisicamatemática contemporánea los ha convencido más de que se aproximan sólo a las sombras no a la Realidad. Los físicos matemáticos no entran en contacto con la Realidad Última, sino con imágenes matemáticas, que no son otra cosa que símbolos y ficciones. Siguen estando prisioneros en la caverna platónica, de espaldas a la Luz, y sólo contemplan las sombras contra el muro. Demócrito en el siglo IV aC tal vez no lo expresó, y esa es la gran diferencia entre la antigua y la nueva física. Por ello los nuevos físicos matemáticos comienzan a mirar más allá de la caverna hacia el Sol. Debo afirmar como filósofo, no como científico, que Dios es un Matemático, y el universo comienza a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran maquinaria. James Jeans, The Mysterious Universe
    Ken Wilber en Cuestiones Cuánticas. Escritos de los físicos más famosos del mundo, lo sintetiza así, la física trata de un mundo de sombras; ir más allá de las sombras es ir más allá de la física, es adentrarse en la metafísica y en la mística. Y esa es la razón por la cual tantos físicos pioneros han sido también místicos. Kant en el siglo XVIII fue un iniciador, mostrando lo positivo y lo insostenible del empirismo fundado sólo en la experiencia y observación material. La ciencia es buena, pero sin la metafísica y la ética se vuelve ambigua y peligrosa.
    Este taurino filósofo alemán, nació en Königsberg casi junto al Mar Báltico, Reino de Prusia, el 22 de abril de 1724, y allí murió sin haberse alejado más de 150 km de su ciudad, el 12 de febrero de 1804, casi a los 80 años. Es el primero y más importante representante del Idealismo alemán que supera a la Ilustración sin negarla; para él la Ilustración significa el movimiento del hombre al salir de una puerilidad mental de la que él mismo es culpable, puerilidad es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona; y esta puerilidad es culpable cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena. Sapere aude, atrévete a pensar por ti mismo, es el lema de la Ilustración. Aunque, por supuesto, Immanuel repensó con creatividad, como cualquier ser humano, con centenares de otros, y es hijo del Siglo de las Luces influenciado por la Paz de Westfalia de 1648 que puso fin a las guerras de religión, la Revolución de 1688 en Inglaterra que depuso al rey católico James II y consagró la monarquía parlamentaria, la publicación de la Enciclopedia en 1751, la Declaración de la independencia de los EU en 1776 y la Revolución francesa en 1789; y cantidad de pensadores como Swedenborg +1772, Newton +1727, Montesquieu +1755, Baumgarten +1762, Hume +1776, Voltaire +1778, Rousseau +1778, Diderot +1784 y Jefferson +1826.
    Su hogar luterano pietista privilegiaba una intensa devoción cristiana, la humildad y una interpretación literal de la Biblia; a la par de una educación estricta, punitiva y disciplinada, con la enseñanza del latín y la religión por encima de las matemáticas y las ciencias. A los 8 años entró en el Collegium Fridericianum dirigido por el párroco y doctor en teología Schulz. Durante 8 años aprendió Humanidades y Literatura de los clásicos latinos, además de inclinarse por la Poesía y las Bellas Artes. A los 16 comenzó la Universidad donde estudió a Leibniz, Wolff, Newton y teología.
    A los 22 años empezó a trabajar como preceptor o profesor particular de los hijos de familias adineradas, como el hogar de la condesa Von Kayserling que lo introdujo en el arte del diálogo o la buena conversación en los Salones. No dejó de seguir estudiando estando al corriente de los problemas científicos y filosóficos de su época. En 1749, a los 25 años, publicó su primer libro, Pensamientos sobre la verdadera estimación de las fuerzas vivas. En 1755 deja las tutorías, saca el doctorado y la habilitación como docente libre y durante 42 años sin interrupción se dedicará, como el primer filósofo de la era moderna a la enseñanza de la filosofía en la universidad.  En ese año publica Historia general de la naturaleza y teoría del cielo, donde avanza la hipótesis de las nebulosas que dieron nacimiento al sistema solar, la Via Láctea y otras galaxias, y la posibilidad de vida en otros planetas. Siendo docente libre o Privatdozent, dependía del pago de los alumnos y daba muchas horas de clase sobre temas tan diversos como metafísica, antropología, ética, geografía, geometría, lógica, pedagogía y mecánica.
    Immanuel era de baja estatura, delgado, modesto y honrado. Vivió sólo de su trabajo, muy meditativo cuando estaba solo. Podía tener períodos de melancolía, insomnio, angustia e hipocondría que él adjudicaba a su pecho plano y estrecho que no le dejaba respirar bien. No se casó, puede ser influenciado por el médico higienista suizo Tissot que pensaba la retención del semen daba mayor energía y prolongaba la vida del varón. No viajó, fue muy disciplinado y puntual con sus horarios de estudio, caminatas y ejercicios diarios, influenciado esta vez por su amigo el inglés Joseph Green, y su vida no tuvo incidentes; salvo que en 1874 con gran sufrimiento de su parte fue conminado con sanciones por la Realeza, en caso de proseguir desfigurando y menospreciando doctrinas fundamentales de la Escritura, por ciertas partes de su libro La religión dentro de los límites de la razón pura. Kant guardó silencio y la cosa no pasó de allí. Hermann Cohen, La religión de la razón desde las fuentes del judaísmo, Ánthropos, Barcelona, 2004. Del mismo autor, El concepto de la religión en el sistema de la filosofía
    No obstante su introversión, era sociable, ingenioso, alegre, elegante, conversador en las reuniones, y sus clases brillantes. Herder, que fue su alumno entre 1762 y 1764 escribió, tuve el regalo de tener a un gran filósofo como profesor, un verdadero maestro de la humanidad. Tenía la animación propia de un joven. Su amplia frente, hecha para pensar, era la fuente de un gozo y una amenidad inagotables. Su discurso lleno de inteligencia estaba sazonado de anécdotas, humor e ingenio. Todo descubrimiento era utilizado por él para explicar mejor cual era la naturaleza y dignidad del ser humano. Nada digno de ser conocido le era indiferente. Ningún provecho personal ni ambición ensombrecían su pasión por dilucidar y dar a conocer la verdad. Y sus alumnos no recibían otra consigna que la de pensar por cuenta propia, nada le fue más ajeno que el despotismo.
    En 1770 concursa la cátedra de lógica y metafísica, y a los 46 años es nombrado profesor ordinario, puede sostener mejor su economía y confiesa que el escepticismo mitigado de Hume, poner en duda la posibilidad del conocimiento de la realidad objetiva, lo despertó de su sueño dogmático. Comienza La década del silencio, dedicándose con más intensidad a leer, pensar y escribir su Crítica de la razón pura que publica en 1781. En 1783 da a luz los Prolegómenos, 1785 Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 1786 los Primeros principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza, 1788 Crítica de la razón práctica, 1790 Crítica de la facultad de juzgar. En esta década aplica su método a lo estético y teleológico, la lógica, la pedagogía, el derecho, la antropología, la historia y la religión. Seis veces fue Decano de su Facultad, dos Rector de la Universidad de Königsberg, miembro permanente del Senado universitario, y miembro de las Academias de San Petersburgo, Berlín y Viena.
    Su pensamiento y escritura no son fáciles de entender, parece que se complace en volver lo simple en complejo de significados. Hay que tomarle cariño y no desanimarse. Tuvo una tendencia a la divagación y la ensoñación, y leyó a Swedenborg, un multifacético científico, filósofo y teólogo sueco que a los 56 años tuvo una visión malhadada de Jesucristo que lo llevó al esoterismo. En Sobre el cielo y sus maravillas y sobre el infierno, dice que son Estados de alma para volver a retornar a su lugar en la tierra. Después de la muerte del cuerpo físico del individuo pasa un tiempo intermedio en el mundo de los espíritus de ahí elegirá con libertad si ir al cielo o al infierno. El cielo no es una recompensa y el infierno no es un castigo, sino una experiencia de paso entre ángeles y demonios. Algo parecido a la novela de Alice Sebold The Lovely Bones, en el cine dirigida por Peter Jackson. Podría ser que en la Serie Lost haya algo de las ideas de Swedenborg, donde todavía hoy en California sigue siendo muy leído. Por eso algunos opinan que su Crítica de la razón pura; donde Kant va contra los iluminados, esotéricos y visionarios; fue también un marcarle territorio a sus propios demonios, guardando aquellos diez años de crítico silencio, y discernir sus logismoi.
    Antes de morir dijo Es ist gut, está bien; según otros Genug, suficiente. Desde 1945 Königsberg fue anexada a Rusia con el nombre de Kaliningrado y en su Catedral está la sepultura de Immanuel, muy respetada aún por el régimen soviético. Cerca hay una placa con la inscripción en alemán y ruso, tomada de la Crítica de la razón práctica: Dos cosas llenan la mente, con siempre nuevo y acrecentado asombro y admiración, cuanto más se reflexiona en ellas; el firmamento estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí. Que su alma sea encerrada en la Bolsa de la Vida.
    Como breve introducción de sentido común a Kant, pensemos que las mismas realidades creadas guardan secretos. Los objetos cotidianos de nuestro conocimiento, aun los más sencillos, naturales y próximos, son misteriosos para nosotros; ya que nuestras representaciones de las cosas no llegan hasta la totalidad de lo que ellas son en sí mismas, guardan siempre mucho de inconcebible e insondable. De ahí que la perfección de nuestro conocimiento esté en reconocer que algo conocemos y mucho ignoramos. Al estar rodeados de deficiencias y oscuridades; sería un error pensar que, con lo poco que logramos saber, ya lo sabemos todo. El sabio tiene presente su ignorancia conciente, doctor en ignorancia, destacando con humildad las líneas claras y las sombras que rodean su conocimiento. Si así es para lo creado, qué será para lo Increado. Job respondió al Señor, sé que tú lo puedes todo, y que ningún proyecto es irrealizable para ti. Sí, hablaba sin entender de cosas que me superan e ignoro. Sólo de oídas te conocía, pero ahora he captado un poco más tu Misterio. Job 42, 1-6
    Como Job solemos hablar, sin entender, de cosas que ignoramos, así haré sintetizando el arduo razonamiento de Kant, para quien la Crítica del griego kríno-juzgar-distinguir, consiste en discernir qué puedo y qué no puedo conocer. En la Crítica de la razón pura será el conocimiento, en la de la razón práctica, la voluntad; y en la del juicio, el sentimiento o estética-aísthesis, percepción de lo que me gusta o disgusta, me da placer o dolor. Por eso el sentimiento tiene una relación con el fin, no es sólo estético sino teleológico. Conocemos fenómenos o lo que aparece o se manifiesta de las cosas, pero no alcanzamos en plenitud su númeno, inteligibilidad, quidditas o esencia substancial y accidental de las cosas. Pero Kant no será fenomenologista ni numenologista, ni empirismo ni idealismo dogmaticista, sino crítica-discernimiento. La diácrisis es tan importante para él como para Apa Moisés sobre la Discreción, en la segunda Colación de Casiano; o la mater omnium virtutum de san Benito. Hubiera puesto bajo la lupa de su Crítica el idealismo alemán, de hecho se opuso a Fichte; y la fenomenología de Husserl que aspira al conocimiento estricto de los fenómenos, que ya no son las apariencias sensibles de las cosas, que no coinciden con la realidad que hay debajo de ellas, sino las cosas tal y como se muestran a mi conciencia subjetiva.
    Quiere salvar la metafísica, y se da cuenta, como me pasó a mí al terminar mi licenciatura en filosofía, que de Dios, el alma inmortal y el cosmos nada podemos demostrar a la manera de las ciencias; caeríamos en una ilusión trascendental, atribuyendo realidad a las ideas de la razón. Por ello las tres preguntas cardinales de las cuales depende toda la antropología, necesitan de otros caminos filosóficos, qué puedo saber, qué debo hacer y qué me es posible esperar. Están en relación con sus tres Críticas o problemas fundamentales ante los cuales es imposible simular indiferencia. Conocer la existencia de Dios, probar la libertad en mi voluntad y la inmortalidad del alma unida a mi felicidad en Dios. Ontología, Ética, Estética.
    Kant, con varias opiniones discutibles y ciertos errores que todos tenemos, Gredt afirma que nunca captó la importancia del intelecto agente, dio en el siglo XVIII enormes aportes a la construcción de esa Historia de la sabiduría de vivir que llamamos Filosofía perenne, distinta pero inseparable de las ciencias y de la teología. Nos mostró que nada es tan difícil como no engañarse a sí mismo, y con ello la humildad del conocimiento. Por ello hay que atreverse a no ser fotocopias, sino a pensar por cuenta propia y ser en plenitud uno mismo; pero como un punto y aparte en continuación con todos los párrafos anteriores. Obrar de tal modo que consideremos la dignidad de cada ser humano siempre como un fin en sí mismo y nunca como un mero medio. Ver un interrogante o desafío donde nadie es capaz de verlo. Lograr que todos nuestros conocimientos encajen como los instrumentos de una orquesta que ejecuta una grandiosa sinfonía, de manera armoniosa, integral u holística. El universo está compuesto de un número infinito de fuerzas vitales activas, en unidad dentro de la variedad, y con ellas debemos integrarnos; el individualismo es mortal. No hay que hundirse en el solipsismo de la razón, ni en el escepticismo del mundo exterior. Existe un vínculo profundo entre razón y fe, aunque la metafísica de Dios, el hombre y el mundo no pueden demostrarse a la manera científica prueba y error, sin embargo la Religión dentro de los límites de la razón pura es demostrable por convergencias distintas. Dulce María Granja, Lecciones de Kant para hoy
    La ciencia no es unívoca sino análoga, no es lo mismo tecnociencias que teología, pero ambas son ciencias. Y como Sócrates y su mayéutica, nadie debe ufanarse de haber llegado ni con mucho a la meta del conocimiento y de la virtud. Sólo sé que no sé nada. Basta que me mueva en el pequeño claro de mi Selva Negra; allí las tecnociencias son compatibles con la filosofía y la experiencia mística; naturaleza y Gracia no se excluyen. Entre el todo y la nada. De esta manera se encuentra el hombre, insuprimible finitud, desproporcionada en relación con la insuprimible infinitud hacia la cual está abierta. Bruno Forte, A la escucha del Otro. Filosofía y Revelación


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