sábado, 21 de abril de 2018


240. La vergüenza de no ser santos en Jesús הקדוש ברוך הוא, Sal 1, 1-2. Jn 17, 17-19 y 20, 29. Ef 1, 3-6


    01. Cazando palabras para entregar la Única Palabra que nos hace santos. Bienaventurado el hombre que no sigue por el sendero de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la Ley del Señor y la medita de día y de noche. Santifícalos en la Verdad. Tu Palabra es la Verdad. Por ellos me santifico, para que también ellos sean santificados en la Verdad. Bienaventurado quien tiene fe sin ver mis Llagas crucificadas y resucitadas. No ver para tener fe, sino tener fe para ver. El Padre nos eligió en Cristo, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e inmaculados en su Presencia, por el amor. Hacemos una Consideración sobre nuestra transfiguración en Jesús por el camino de la santificación que sigue a la justificación y se plenifica en la glorificación. Ser santos con todo el Pueblo Santo de Dios es la Bienaventuranza. La alegría, el gozo y el júbilo, que nos da el Espíritu, y así contribuir a la misión que se nos ha regalado a cada uno en Comunión con toda la Iglesia, para transfigurar el Mundo y el Cosmos. Lo haremos parafraseando, agregando y releyendo, Gaudete et Exultate. Santo, άγιος amundano, קדוש sagrado, apartado del uso mundano, para que el Santo sea Bendito הקדוש ברוך הוא en el Mundo. Santo es quien en Cristo vence al que tiene el dominio de la muerte, el demonio, y con gozosos procesos creativos de desarrollo integral, es pan partido en humildes pedazos fragmentados, por la palabras y los hechos, para dar Vida a los que lo rodean. Heb 2, 14-15 

    02. A los santos en Cristo y venerables hermanos establecidos en el monasterio, que por misericordia de Dios y por orden del rey Childeberto, construí yo Aureliano obispo de Arlés. Hasta su muerte, quien ha sido recibido en el monasterio, que no intente salir de él. No recibirá los vestidos religiosos si antes no extiende una carta de donación o de venta de sus bienes, por razón del mandamiento, si quieres ser perfecto vende todo lo que tienes, dalo a los pobres, y sígueme. Regla de Aureliano, sVI  

   Señor Jesús, nuestra mirada se dirige a Ti, llena de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza. Ante tu amor supremo nos invade la vergüenza por haberte dejado solo cuando sufrías por nuestros pecados. La vergüenza por haber huido ante la prueba a pesar de haberte dicho mil veces, incluso si todos te dejan, yo no te dejaré jamás. La vergüenza de haber elegido a Barrabás y no a ti, el poder y no a ti, la apariencia y no a ti, el dios dinero y no a ti, la mundanidad y no la Eternidad. La vergüenza por haberte tentado con la boca y con el corazón, cada vez que nos hemos encontrado ante una prueba, diciéndote, si tú eres el mesías, sálvate a Ti mismo y tendremos fe. La vergüenza porque tantas personas, e incluso algunos de tus ministros, se han dejado engañar por la ambición y por la vanagloria perdiendo su dignidad y su primer amor. La vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y por las guerras, un mundo devorado por el egoísmo donde los jóvenes, los pequeños, los enfermos y los ancianos son marginados. La vergüenza de haber perdido la vergüenza.

    03. Enséñanos que tu amor es nuestra esperanza. Ante Ti se enciende, en las tinieblas de nuestra desesperación, un rayo de esperanza porque sabemos que tu única medida de amarnos es amarnos sin medida. La esperanza para que tu mensaje continúe inspirando, incluso hoy, a tantas personas y pueblos a que sólo el bien puede derrotar al mal y la maldad, sólo el perdón puede abatir el rencor y la venganza, sólo el abrazo fraterno puede dispersar la hostilidad y el miedo al otro. La esperanza para que tu sacrificio continúe, también hoy, emanando el perfume de amor divino que acaricia los corazones de tantos jóvenes que continúan consagrando sus vidas convirtiéndose en caminos vivos de caridad y de gratuidad en este nuestro mundo devorado por la lógica del provecho y de la ganancia fácil. La esperanza para que tantos misioneros y misioneras continúen, también hoy, desafiando la dormida conciencia de la humanidad arriesgando la vida para servirte en los pobres, en los descartados, en los marginados, en los invisibles, en los explotados, en los hambrientos y en los encarcelados. La esperanza para que tu Iglesia, santa y hecha de pecadores, continúe, también hoy, no obstante todos los intentos de desacreditarla, a ser una luz que ilumina, anima, alivia, y testimonia tu amor ilimitado a la humanidad, un modelo de altruismo, un arca de salvación y una fuente de certeza y de verdad. La esperanza porque de tu cruz, fruto de la avidez y cobardía de tantos doctores de la ley e hipócritas, ha surgido la Resurrección transformando las tinieblas de la tumba en el esplendor del alba del Domingo sin ocaso, enseñándonos que tu amor es nuestra esperanza. Haznos como el buen ladrón. Ayúdanos a despojarnos de la arrogancia del ladrón de tu izquierda y de los miopes y corruptos, que han visto en ti una oportunidad para aprovechar, un condenado para criticar, un derrotado para burlarse, otra ocasión para echar sobre los demás y sobre Dios sus propias culpas. Te pedimos en cambio identificarnos con el buen ladrón que te ha mirado con ojos llenos de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza. Que, con los ojos de la fe, vio en tu aparente derrota tu victoria, confió en tu misericordia y con honestidad te robó el paraíso. Francisco, Via Crucis en el Coliseo 2018

    04. Extraño y raro ver la velocidad con que estamos perdiendo la vergüenza el pudor y la honestidad ante Dios, los hombres y la naturaleza. La vergüenza de haber perdido la universal vocación a la santidad, tan pedida por el Vaticano II. Sinvergüenzas y desvergonzados pululan en nuestro interior y por nuestras calles físicas o virtuales. El desparpajo de habladurías y exhibicionismos crudos. El mal gusto se muestra sin que aparezca una pizca de oprobio o confusión ante el pecado. La vergüenza y la honestidad son partes integrales de la templanza, Summa Theologiae, II-II, 144 y 145 virtudes o dinamismos propios de Jesús el Santo de Dios, de la Belleza Evangélica. Concurren en la noción de lo bello lo santo y lo decoroso con el brillo y la proporción debida. Dios es llamado Bello como causa de la armonía y del brillo de su universo. La belleza del cuerpo humano consiste en que el hombre tenga miembros corporales bien proporcionados, con un cierto esplendor del color conveniente. Y la belleza espiritual consiste en que la conducta del hombre en sus acciones, sea santa y proporcionada según el esplendor espiritual de la fe y la razón. Por eso consideramos honesta la belleza inteligible o espiritual. A las realidades visibles bellas las llamamos honestas con menos propiedad. Danos, Jesús, avergonzarnos de no ser santos para que tu Pueblo sea Glorioso y Hermoso.

    05. Una distinción para leer la Biblia sine glossa. En griego γλώσσα significa lengua, boca, idioma, lenguaje humano. En latín también explicar o comentar un término o un texto difícil u oscuro. En música son las variaciones o interpretaciones sobre una obra ya compuesta por su autor. Aunque son pocos los llamados al sacrificio supremo del martirio, existe sin embargo un testimonio de coherencia que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios. Veritatis Splendor, 93 En realidad, a veces hace falta un esfuerzo heroico para no ceder, incluso en la vida diaria, ante las dificultades y las componendas, y para vivir el Evangelio sine glossa, como sucede en el martirio. Es decir, tomarlo tal cual, sin interpretaciones acomodaticias que lo vuelvan cómodo, fácil, agradable, aguando el vino del Evangelio, convirtiéndolo en una sal sosa, en un dinamismo inmóvil. El proceso que degenera en tibieza y en mediocridad es hacer del texto un pretexto, atraer el Evangelio hacia mí y amoldarlo a lo que vivo y siento, en lugar de ser yo el que me sitúe frente a Él, y ser este pecador quien se amolde y configure a Él. El proceso degenera en falta de calidad cristiana, de elevación espiritual, cuando lo que el Evangelio me presenta lo interpreto como exageraciones. Es dura esta Palabra, quién puede escucharla. Σκληρός ἐστιν ὁ λόγος οὗτος· τίς δύναται αὐτοῦ ἀκούειν. Jn 6, 60 No hay que exagerar, Dios no pide tanto, Dios es Padre. Tal vez en otros tiempos sí, pero hoy no tiene sentido. Lo interpreto rebajándolo con ansiolíticos edulcorantes o barbitúricos, lo traduzco según me deje igual y no me vaya a cuestionar ni me pida cambiar. Tomo la Biblia pero no en su preciosa totalidad, sino seleccionando páginas, elaborando mi propio canon dentro del canon. Y esto, que se hace tanto en la exégesis más profesional y científica como en la predicación, ocurre también en el plano personal. Se pretende convivir con el Evangelio y con la mentalidad secularizada del mundo. Se busca lograr una síntesis moderna del Evangelio eludiendo el aspecto básico, el negarse a sí mismo, diluir el ego. El Evangelio se queda sin Cristo y su Espíritu. Un simple manual filantrópico. Partim ex Javier Sánchez Martínez Un bello libro de ejemplos para ser buenazos, solidarios, transformar el mundo, pero sin transfigurar a las personas por la conversión, hacia la justificación santificación y glorificación escatológica. Es un antropocentrismo racionalista que nada tiene ver con el humanismo cristiano que diviniza. Vivir la Biblia sine glossa es no entender el lenguaje de Jesús, laléo que me infunde el Logos. Ustedes no entienden mi lenguaje, porque no escuchan mi Logos. Jn 8, 43 Cuando la Encarnación Pascual Trinitaria se convierte en la medida de mi pensar hablar y actuar, se acabó la charlatanería y la glossa. Esto me hace ver que la Única Glossa Evangélica de toda la Biblia, si es que el dios de este mundo, o nosotros falsificando la Palabra de Dios, la obnubilamos, es el mismo Jesucristo, la Vida de la Verdad en el Amor, Clemente Compasivo y Misericordioso. No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús el Señor. Nosotros no somos más que esclavos de ustedes por amor de Jesús. 2 Cor 4, 1-6

    06. Distinto e ingenuo, es admitir que puedo leer o estudiar la Biblia, sin ninguna interpretación, hermenéutica de su sentido literal, para escuchar lo que Dios nos habla. Por más que sea Jesús quien me abra la inteligencia para entender las Escrituras, lo que interpretaré será una exégesis. San Francisco, como los padres del desierto, insistía en seguir el Evangelio sine glossa. Sin embargo, los benedictinos y cistercienses olíamos en ello una interpretación propia de la espiritualidad franciscana, distinta de la monástica. Lo mismo sucede con dominicos, jesuitas o focolarinos. Bueno el Evangelio sine glossa para librarse del peligro de la tibieza que antropomorfiza a Dios a mi medida, en vez de elevar al hombre a la medida de la Trinidad. Pero si leo, siempre interpreto. Y si interpreto con el Buen Espíritu en la Iglesia, bienvenida sea esa glossa del Espíritu. Si toco una partitura de violín, piano o flauta, siendo fiel a la misma que escribió Tchaikovski, Grieg, o Bernstein, será sin embargo mi interpretación. No pocas veces la explicación sine glossa que alguien desea presentar está repleta de tintes personales con su nacionalidad, cultura y espiritualidad. Qualis unusquisque est talis finis videtur ei. Ocurre igual con las Weltanschaungs más incluyentes. No hay Totalidad que no esté en convergencia con determinados grupos y países. Toda reflexión y expresión humana es limitada, y tiene necesidad de seguir siendo expandida, verificada y puesta en comunión con otras.
    Hasta los más informados y aconsejados por cantidades de eminentes especialistas se les hace difícil el discernimiento, con dolor y vergüenza, y no de la totalidad sino de uno de sus infinitos aspectos. En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan con fidelidad, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, en especial por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo en persona, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de los entrevistados. Víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de su País contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo, e incluso les robaron, la inocencia. Carta de Francisco a los obispos de Chile, 08.IV.2018 Dignos de encomio son esa parte del Pueblo de Dios en Chile que no se rindió ante las negaciones injustas de algunos miembros de la jerarquía, y otros sectores eclesiales, que hicieron oídos sordos a su clamor. Lo importante es estar abiertos en entrada salida y escatología. No es lo mismo una espiritualidad amurallada que una abierta de par en par a todos y al Todo, lista a pedir perdón y establecer las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la unión, reparar el escándalo, y restablecer la justicia en la vida verdad y amor. 

07. Por más universal que sea, Hildegarda es una alemana benedictina del siglo XII, Teresa de Jesús una española carmelita del siglo XVI, y Catalina una italiana dominica del siglo XIV. Lejos de ser algo malo, es la esencia sublime de la Unitotalidad o Pluriformidad en Comunión Globalocalizada. Los otros y sus gracias y carismas son una enorme riqueza para mí. Es un sano revulsivo no encerrase en su propia quintita y abrirse a Iglesia Universal al Mundo y al Cosmos, sin dejar de conservar la identidad de mi específico servicio, para colaborar con los demás en la fugacidad de esta vida  donde es imposible ser un perito en todo. En cada vida humana actúa el Señor. Los demás son un regalo para mí, y cada uno es un regalo para los demás. Ejercer una supervisión estricta controladora asimilativa y uniforme de la vida de los otros es asfixiante y deletéreo. La santidad puede vivirse también fuera de la Iglesia Católica y en ámbitos muy diferentes, en los que el Espíritu suscita signos de su presencia, que ayudan a los mismos discípulos de Cristo. El mayor peligro es la presunción de querer definir dónde no está Dios, porque su Misterio está en la vida de toda persona, está en la vida de cada uno como Él quiere, y no podemos negarlo con nuestras supuestas certezas y exclusiones. Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida. Non coerceri a máximo, contineri tamen a minimo divinum est. No estar bajo la coerción de lo más grande, sino contenido en lo más pequeño, eso es lo que nos diviniza. La misma santidad es una misión. No existe en un ideal abstracto. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser y servir con los demás y para los demás, complaciéndolos en todo lo que sea bueno y esté a mi alcance.

    Lo que nos amenaza a todos no es el choque de civilizaciones, sino el choque de la ignorancia y el radicalismo. La ignorancia es ante todo una amenaza para la convivencia, así que reunirse, hablar, construir algo juntos, es una invitación a conocer al otro, y significa además descubrirnos a nosotros mismos. Los Lugares Satos cristianos, en Tierra Santa, en Roma, en Guadalupe o en cualquier lugar del mundo, están siempre abiertos para nuestros hermanos y hermanas musulmanes, para los creyentes de otras religiones y también para toda persona de buena voluntad que no profese una religión. En muchos países también las mezquitas están abiertas a los visitantes, y esto es el tipo de hospitalidad espiritual que ayuda a promover el conocimiento mutuo y la amistad, contrarrestando todos los prejuicios. La religión es lo más valioso que tiene una persona. Y por eso, cuando algunos son llamados a elegir entre preservar su fe o conservar sus vidas, prefieren aceptar el sacrificio y pagar un alto precio, son los mártires de todas las religiones y de todos los tiempos.
    Pero, en todas las religiones hay radicalismos. Fundamentalistas y extremistas, quizás son personas celosas, pero que se han desviado de una comprensión sólida y sabia de la religión. Además, consideran a todos los que no comparten su visión como infieles que deben convertirse o ser eliminados, para mantener la pureza. Son personas desviadas que pueden pasar con facilidad a la violencia en nombre de la religión, incluido el terrorismo. Están convencidos, a través de un lavado de cerebro, que están sirviendo a Dios. La verdad es que sólo se están haciéndose mal a sí mismos, destruyendo a los demás, arruinando la imagen de su religión y de sus correligionarios. Por eso tienen necesidad de nuestra oración y de nuestra ayuda. La religión puede ser propuesta, pero jamás impuesta, y luego aceptada o rechazada con plena libertad. J. L. Tauran, en Arabia Saudí, abril 2018

    08. La estupenda hermosura de la santidad es siempre un don de la Misericordia y Belleza de la Trinidad. Alégrense y regocíjense, dice Jesús a los que son perseguidos, insultados y calumniados por su causa, pues tendrán una gran recompensa en el Cielo. Mt 5,12  El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada. En realidad, desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham, Camina en mi presencia y sé irreprochable. Gn 17,1 En los procesos de beatificación y canonización se tienen en cuenta los signos de heroicidad en el ejercicio de las virtudes, la entrega de la vida en el martirio, y también los casos en que se haya verificado un ofrecimiento de la propia vida por los demás, sostenido hasta la muerte. Esa ofrenda expresa una imitación ejemplar de Cristo, y es digna de la admiración de los fieles. Recordemos, a la beata María Gabriela Sagheddu, que ofreció su vida por la unión de los cristianos. Pero no pensemos solo en los ya beatificados o canonizados. El Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, en el santo pueblo fiel de Dios, porque fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no de forma aislada, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera con santidad. El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana. Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo.
    Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente, a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad de la puerta de al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, la clase media, o de los descartados, de la santidad.

    Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor nos presenta a través de los más humildes miembros de ese pueblo que participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad. Pensemos, como nos sugiere santa Teresa Benedicta de la Cruz, que a través de muchos de ellos se construye la verdadera historia. En la noche más oscura surgen los más grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. Con seguridad, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron influenciados de modo esencial, por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que solo sabremos el día en que todo lo oculto será revelado.
    La santidad es el rostro más bello de la Iglesia. Pero aun fuera de la Iglesia Católica y en ámbitos muy diferentes, el Espíritu suscita signos de su presencia, que ayudan a los mismos discípulos de Cristo. Juan Pablo II nos recordó que el testimonio ofrecido a Cristo hasta el derramamiento de la sangre se ha hecho patrimonio común de católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes. En la memoria ecuménica que celebró en el Coliseo por el Jubileo del año 2000, sostuvo que los mártires son una herencia que habla con una voz más fuerte que la de los factores de división. Gaudete et exultate, 5-9


    09. Para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque la voluntad de Dios es que ustedes sean santos. 1 Tes 4, 3 Hombres celestiales en vez de terrenales, conresucitados en vez de zombis mundanos. Cada santo es una misión, un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio.
    Esa misión tiene su sentido pleno en Cristo y solo se entiende desde él. En el fondo la santidad es vivir en unión con Él los misterios de su Vida. Consiste en asociarse a la muerte y resurrección del Señor de una manera única y personal, en morir y resucitar con Él. Pero también puede implicar reproducir en la propia existencia distintos aspectos de la vida terrena de Jesús. Su vida oculta, retraído desaparecido en Nazaret, su vida en comunidad, su cercanía a los últimos, su pobreza entre los marginados y otras manifestaciones de su entrega por amor. El orar estos misterios, como propone el Rosario de María y tantos otros santos en la Communio sanctorum omnium, nos orienta a hacerlos carne en nuestras opciones y actitudes. Porque todo en la vida de Jesús es signo de su Misterio. Cristo es Revelación del Padre, toda su vida Cristo es Misterio de Redención y Recapitulación, y todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en él y que él lo viva en nosotros.
    El Proyecto del Padre es Cristo, y nosotros en él. En último término, es Cristo amando en nosotros, porque la santidad no es sino el Amor vivido en plenitud. La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra existencia según la suya. Así, cada santo es un mensaje que el Espíritu Santo toma de la riqueza de Jesucristo y regala a su Pueblo.
    Para reconocer cuál es esa palabra que el Señor quiere decir a través de un santo, no conviene entretenerse en los detalles, porque allí también puede haber errores y caídas. No todo lo que dice un santo es en plenitud fiel al Evangelio, no todo lo que hace es auténtico o perfecto. Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo, y que resulta sólo cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona.
    Esto es un fuerte llamado de atención para todos nosotros. Tú también necesitas concebir la totalidad de tu vida como una misión. Inténtalo escuchando a Dios en la oración y reconociendo los signos que él te da. Pregúntale siempre al Espíritu qué espera Jesús de ti en cada momento de tu peregrinar y en cada opción que debas tomar, para discernir el lugar que eso ocupa en tu propia misión. Y permítele que forje en ti ese misterio personal que refleje a Jesucristo en el mundo de hoy.
    Ojalá puedas reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al mundo con tu vida. Déjate transformar, déjate renovar por el Espíritu, para que eso sea posible, y así tu preciosa misión no se malogrará. El Señor la cumplirá también en medio de tus errores y malos momentos, con tal que no abandones el camino del amor y estés siempre abierto a su acción sobrenatural que nos purifica y llena con su Luz.

    Como no puedes entender a Cristo sin el reino que Él vino a traer, tu propia misión es inseparable de la construcción de ese reino. Busquen sobre todo el reino de Dios y su justicia. Mt 6, 33 Tu identificación con Cristo y sus deseos, implica el empeño por construir, con él, ese reino de amor, justicia y paz para todos. Cristo mismo quiere vivirlo contigo, en todos los esfuerzos o renuncias que implique, y también en las alegrías y en la fecundidad que te ofrezca. No te santificarás sin entregarte en cuerpo y alma para dar lo mejor de ti en ese empeño.
    No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro. Desear el descanso y rechazar la actividad. Buscar la oración y menospreciar el servicio. Todo puede ser aceptado e integrado como parte de la propia existencia en este mundo, y se incorpora en el camino de santificación. Somos llamados a vivir la contemplación también en medio de la acción, y nos santificamos en el ejercicio responsable y generoso de nuestra propia misión, sin grandilocuencias ni fuegos artificiales.
    El Espíritu Santo no puede lanzarnos a cumplir una misión y al mismo tiempo pedirnos que escapemos de ella, ni que evitemos entregarnos en totalidad, por preservar la paz interior. Sin embargo, a veces tenemos la tentación de relegar la entrega pastoral o el compromiso en el mundo a un lugar secundario, como si fueran distracciones en el camino de la santificación y de la paz interior. Se olvida que no es que la vida tenga una misión, sino que la vida es misión.

    10. Una tarea movida por la ansiedad, el orgullo, la necesidad de aparecer y de dominar, no será santificadora. El desafío es vivir la propia entrega de tal manera que los esfuerzos tengan un sentido evangélico y nos identifiquen más y más con Cristo. De ahí que se hable de una espiritualidad del catequista, de una espiritualidad del clero diocesano, de una espiritualidad del trabajo. Hay una espiritualidad de la misión, una espiritualidad ecológica, una espiritualidad de la vida matrimonial y familiar. Sería oportuno espaciar los procesos de canonización de clérigos y consagrados, que casi llenamos el Santoral, y dedicarnos más a sacar adelante los de matrimonios santos, o sólo de uno de los esposos. No puede ser que en 2000 años de historia de la Iglesia sólo existan unos 12 matrimonios santos. Recordamos lo bien que hizo la beatificación en 2001 de María Corsini, 1881-1965 y Luis Beltrami Quattrocchi.1880-1951 el primer matrimonio beatificado de manera conjunta con un solo milagro atribuido a ambos. Se casaron en Santa María La Mayor de Roma en 1905 y tuvieron cuatro hijos. Cecilia que se hizo benedictina, Enriqueta que se casó y cuya causa de canonización ha comenzado, Filippo presbítero diocesano, y padre Paolino, 1909-2009 monje trapense en Frattocchie, cerca de Roma. Lo mismo ocurrióo con la canonización de Celia Guerin, 1831-1877 y Luis Martin, 1823-1894 padres de Teresa de Lisieux, en 2012.
    Esto no implica despreciar los momentos de quietud, soledad y silencio ante Dios. Al contrario. Porque las constantes novedades de los recursos tecnológicos, el atractivo de los viajes, las innumerables ofertas para el consumo, a veces no dejan espacios solitarios donde resuene la voz de Dios. Todo se llena de verborrea, de disfrutes epidérmicos y de ruidos con una velocidad siempre mayor. Allí no reina la alegría sino la insatisfacción de quien no sabe para qué vive. Cómo no reconocer entonces que necesitamos detener esa carrera frenética para recuperar un espacio personal, a veces doloroso pero siempre fecundo, donde se entabla una íntima relación con la Trinidad. Por momentos tendremos que percibir de frente la propia verdad, para dejarla invadir por el Señor, y no siempre se logra esto si uno no se ve al borde del abismo de la tentación más agobiante, si no siente el vértigo del precipicio del más desesperado abandono, si no se encuentra solo, en la cima del desierto más radical. Sólo el Buen Pastor nos libra de la gran cantidad de lobos interiores y exteriores que nos persiguen. Sigue un poco la serie Blacklist, con James Spader y Megan Boone, y entérate en que mundo criminal de peligros nos movemos. Así hallamos las grandes motivaciones que nos impulsan a vivir a fondo la propia tarea que nos pide la santidad que es lo mismo que consagración y sacrificio. Apoyemos a los buenos y buenas policías gendarmes y militares que dan sus vidas por protegernos.

    Los mismos recursos de distracción que invaden la vida actual nos llevan también a absolutizar el tiempo libre, en el cual podemos utilizar sin límites esos dispositivos que nos brindan entretenimiento o placeres efímeros. Como consecuencia, es la propia misión la que se resiente, es el compromiso el que se debilita, es el servicio generoso y disponible el que comienza a retacearse. Eso desnaturaliza la experiencia espiritual. No puede ser sano un fervor espiritual que conviva con una acedia en la acción evangelizadora o en el servicio a los demás. Nos hace falta un espíritu de santidad que impregne tanto la soledad como el servicio, tanto la intimidad como la tarea evangelizadora, de manera que cada instante sea expresión de amor entregado bajo la mirada de Jesús. Así, todos nuestros momentos serán escalones en nuestro camino hacia el Padre.
    En orden a evitar el neosentimentalismo, neognosticismo y neopelagianismo, es sano recordar con frecuencia que existe una jerarquía de virtudes, que nos invita a buscar lo esencial. El primado lo tienen las virtudes teologales, que poseen a Dios como objeto y motivo. Y en el centro está la caridad. Lo que cuenta de verdad es la fe que actúa por el amor. Gal 5, 6 Estamos llamados a cuidar la caridad. El que ama ha cumplido el resto de la Ley, por eso la plenitud de la Ley es el amor. Rom 13, 8.10 Porque toda la ley se cumple en una sola frase, amarás a tu prójimo como a ti mismo. Gal 5, 14
    Dicho con otras palabras, en medio de la tupida selva de preceptos, Jesús abre una brecha que permite distinguir tres rostros, el del Padre el del hermano y el de la naturaleza. No nos entrega tres fórmulas o tres preceptos más. Nos entrega tres rostros, o mejor, uno solo, el de Dios que se refleja en todos. Porque en cada hermano, en especial en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen de Dios. En efecto, el Señor, al final de los tiempos, plasmará su obra de arte con el desecho de esta humanidad vulnerable. Pues, qué es lo que queda, qué es lo que tiene valor en la vida, qué riquezas son las que no se diluyen. Sin duda son tres. El Señor, el prójimo, y la creación transfigurados. Estas tres riquezas no desaparecerán jamás. GE, 19-31 y 60-61

    11. Algunas notas de la santidad en el mundo actual. Dentro del gran marco de la santidad que nos proponen las Diez Palabras, Ex 20, 2-17. Dt 5, 6-21. Mt 22, 34-40 y 5, 17-20 las Diez Bienaventuranzas, Lc 1, 48, Mt 5, 3-12. Lc11, 28 y el Discernimiento Final, Mt 25, 31-46 quisiera recoger algunas notas o expresiones espirituales que no deben faltar para entender el estilo de vida al que el Señor nos llama. No nos detendremos en los medios de santificación que ya conocemos. Los distintos métodos de oración, los preciosos sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, la ofrenda de sacrificios, las diversas formas de devoción, el acompañamiento espiritual, y tantos otros. Solo nos referiremos a algunos aspectos del llamado a la santidad que resuenan de modo especial.
    Estas notas no son todas las que pueden conformar un modelo de santidad, pero son cinco grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo que considero de particular importancia, debido a algunos riesgos y límites de la cultura de hoy. En ella se manifiestan, la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita, la negatividad y la tristeza, la acedia cómoda, consumista y egoísta, el individualismo, y tantas formas de falsa espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso actual.
    Aguante, paciencia y mansedumbre. La caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no escandalizarse de sus debilidades. Teresa de Lisieux La primera de estas grandes notas es estar centrado, firme en torno a Dios que ama y que sostiene. Desde esa firmeza interior es posible aguantar, soportar las contrariedades, los vaivenes de la vida, y también las agresiones de los demás, sus infidelidades y defectos, con resistencia y sumisión, con ὑπομονή. A contracorriente se está bajo el peso del mal, pero se lo resiste para no contagiarse y vencerlo con la Fuerza Divina. Si Dios está con nosotros, quién estará contra nosotros. Rm 8, 31 Esto es fuente de la paz que se expresa en las actitudes de un santo. A partir de tal solidez interior, el testimonio de santidad, en nuestro mundo acelerado, voluble y agresivo, está hecho de paciencia y constancia en el bien. Es la fidelidad del amor, porque quien se apoya y tiene fe en Dios, pístis también puede ser fiel frente a los hermanos pistós no los abandona en los malos momentos, no se deja llevar por su ansiedad, y se mantiene al lado de los demás, aun cuando eso no le brinde satisfacciones inmediatas.
    La Revelación nos pide no devolver a nadie mal por mal, no querer hacerse justicia por su cuenta, y no dejarse vencer por el mal, sino a vencer al mal con el bien. Rom 12, 17-21 Esta actitud no es expresión de debilidad sino de la verdadera fuerza, porque el mismo Dios es lento para la ira pero grande en poder. Nah 1,3 Nos reclama, desterrar de nosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Ef 4, 31
    Hace falta luchar y estar atentos frente a nuestras propias inclinaciones agresivas y egocéntricas para no permitir que se arraiguen. Si se indignan, no lleguen a pecar, que el sol no se ponga sobre la ira de ustedes. Ef 4, 26 Cuando hay circunstancias que nos abruman, siempre podemos recurrir al ancla de la súplica, que nos lleva a quedar de nuevo en las manos de Dios y junto a la fuente de la paz. Nada les preocupe sino que en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, sus peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará sus corazones. Fil 4, 6-7

    También los cristianos pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital. Sembremos conciertos no desconciertos. Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena. Así se produce un peligroso dualismo, porque en estas redes se dicen cosas que no serían tolerables en la vida pública, y se busca compensar las propias insatisfacciones descargando con furia los deseos de venganza. Es llamativo que a veces, pretendiendo defender otros mandamientos, se pasa por alto el octavo, no levantar falso testimonio ni mentir, y se destroza la imagen ajena sin piedad. Allí se manifiesta que la lengua es un mundo de maldad y encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida. Sant 3, 6 La firmeza interior que es obra de la gracia, nos preserva de dejarnos arrastrar por la violencia que invade la vida social, porque la gracia aplaca la vanidad y hace posible la mansedumbre del corazón. El santo no gasta sus energías lamentando los errores ajenos, es capaz de hacer silencio ante los defectos de sus hermanos y evita la violencia verbal que arrasa y maltrata, porque no se cree digno de ser duro con los otros, sino que los considera como superiores a sí mismo. Fil 2, 3
    No nos hace bien mirar desde arriba, colocarnos en el lugar de jueces sin piedad, considerar a los hermanos como indignos y pretender dar lecciones a cada rato. Esa es una sutil forma de violencia. San Juan de la Cruz proponía otra cosa, sea siempre más amigo de ser enseñado por todos que de querer enseñar, aun por quien es menos que todos. Agregaba un consejo para tener lejos al demonio, gozándote del bien de los otros como de ti mismo, y queriendo que los pongan a ellos delante de ti en todas las cosas, y esto con verdadero corazón. De esta manera vencerás el mal con el bien y echarás lejos al demonio y traerás alegría de corazón. Procura ejercitarlo más con los que menos te caen en gracia. Y sabe que si no ejercitas esto, no llegarás a la verdadera caridad ni aprovecharás en ella.
    La humildad sólo puede arraigarse en el corazón a través de las humillaciones. Sin ellas no hay humildad ni santidad. Si tú no eres capaz de soportar y ofrecer algunas humillaciones no eres humilde y no estás en el sendero de la santidad. La santidad que Dios regala a su Iglesia viene a través de la humillación de su Hijo, ése es el camino. La humillación te lleva a asemejarte a Jesús, es parte ineludible de la imitación de Jesucristo. Cristo padeció por nosotros, dejándonos un camino para que sigamos sus huellas. 1 Ped 2, 21 Él a su vez expresa la humildad del Padre, que se humilla para caminar con su pueblo, que soporta sus infidelidades y murmuraciones. Ex 34, 6-9. Sab 11, 23-12,2. Lc 6,36. Jn 6, 61 Por esta razón los Apóstoles, después de la humillación, salieron del Sanedrín gozosos de haber sido considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús. Hech 5, 41

    12. No me refiero solo a las situaciones crudas de martirio, sino a las humillaciones cotidianas de aquellos que callan para salvar a su familia, o evitan hablar bien de sí mismos y prefieren exaltar a otros en lugar de gloriarse, eligen las tareas menos brillantes, e incluso a veces prefieren soportar algo injusto para ofrecerlo al Señor. Pero, si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí que es una gracia delante de Dios. 1 Pd 2, 20 No es caminar con la cabeza gacha, hablar poco o escapar de la sociedad. A veces porque está liberado del egocentrismo, alguien puede atreverse a discutir con amabilidad, a reclamar justicia o a defender a los débiles ante los poderosos, aunque eso le traiga consecuencias negativas para su imagen. No digo que la humillación sea algo agradable, porque eso sería masoquismo, sino que se trata de un camino para imitar a Jesús y crecer en la unión con él. Esto no se entiende con la naturaleza, y el mundo se burla de semejante propuesta. Es una gracia sobrenatural que necesitamos suplicar.
    Tal actitud supone un corazón pacificado por Cristo, liberado de esa agresividad que brota de un ego demasiado grande. La misma pacificación que obra la gracia nos permite mantener una seguridad interior y aguantar, perseverar en el bien aunque camine por cañadas oscuras, Sal 23, 4 o si un ejército acampa contra mí. Sal 27, 3 Firmes en el Señor, la Roca, podemos cantar, en paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. Sal 4, 9 En definitiva, Cristo es nuestra paz, Ef 2, 14 vino a guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Lc 1, 79 Él transmitió a santa Faustina Kowalska que la humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la misericordia divina. No caigamos en la tentación de buscar la seguridad interior en los éxitos, en los placeres vacíos, en las posesiones, en el dominio sobre los demás o en la imagen social, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. Jn 14, 27. GE, 110-121
    La santidad es un salto místico del hombre terrenal al celestial.1 Cor 15, 42-49 Mirar, oler, palpar, escuchar y gustar en toda la creación a Dios, el Misterio de la Encarnación Pascual Trinitaria. Este se nos va transparentando en los ángeles, los hombres y el universo. Pero sólo en la medida de nuestra libre entrega al Resucitado, la Única Palabra por en y para quien todo fue creado, y nos hace santos al purificarnos iluminarnos y unirnos a los Tres, por Puro Amor Misericordioso. Porque no tenemos puesta la mirada en las realidades visibles, sino en las invisibles. Lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es Eterno. Μὴ σκοπούντων ἡμῶν τὰ βλεπόμενα ἀλλὰ τὰ μὴ βλεπόμενα· τὰ γὰρ βλεπόμενα πρόσκαιρα, τὰ δὲ μὴ βλεπόμενα αἰώνια. 2 Cor 4, 18