viernes, 31 de agosto de 2012

114. Laicos cistercienses, un carisma monástico mariano vivido en el mundo: Ef 5, 8-20



    Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz, cuyo fruto es la bondad, la justicia y la verdad. Los fieles laicos y laicas, discípulos misioneros de Jesús Luz del mundo, son los católicos incorporados a Cristo por el bautismo en comunión con el papa y los obispos, que forman la inmensa mayoría del Pueblo de Dios, el 97 %. Su misión específica se realiza en el mundo pues con su testimonio contribuyen a la transfiguración de las realidades y a la creación de estructuras más justas según los criterios del Resucitado. El ámbito propio de su acción es el vasto y complejo entramado del amor, el matrimonio y la familia, la educación, el trabajo, la sociedad, la política, la economía, la cultura, las ciencias y las artes, los medios de comunicación social, los sufrimientos y males que azotan a la humanidad, y  la comunidad internacional.
    Tienen una verdadera vocación o llamado de la Trinidad para dedicarse, con entusiasmo y ante todo, a ese envío tan propio; y luego, en la medida de lo posible y sin descuidar en nada su especificidad, participar en la acción pastoral y misionera de la Iglesia en cualquiera de sus tres dimensiones, Palabra Liturgia Servicio. Necesitan en consecuencia, de una sólida formación doctrinal, pastoral y espiritual, para que con espíritu de comunión y participación con los clérigos y consagrados, que somos poquísimos, nos entreguemos todos juntos a la nueva evangelización que hoy es imposible realizar sin la colaboración contemplativa y apostólica de los laicos; quienes están con todo su ser en el mundo pero con un pie en la Iglesia y el otro en el Reino. Así, de una u otra forma han existido laicos que en relación más o menos estrecha con una comunidad monástica han encontrado inspiración y soporte a su vocación laical. Sobre todo desde el siglo IX como empleados más o menos comprometidos; luego como consagrados religiosos, las hermanas y hermanos legos o conversos a quienes va nuestro más sentido agradecimiento, unificados en 1964 para que todos fuéramos monjes; los oblatos y las hermanas externas; y hoy otra vez con cientos de empleados.
    Entre los trapenses hace unos 30 años algo nuevo se ha desarrollado, en especial desde el Capítulo General de Holyoke en 1984. Laicos que se sienten llamados a integrar en su vida familiar y profesional, los valores más fundamentales de la vida cisterciense. Se agrupan en comunidades laicales pluralistas, vinculados de común acuerdo a un monasterio autónomo de monjas o monjes. Hoy tenemos unas 70 comunidades y 1.300 asociados alrededor del mundo. Teniendo en cuenta que somos una partecita de la Familia benedictina, con 169 monasterios, 97 con 2.080 monjes y 72 con 1730 monjas en 44 países, los laicos son ya un tercio y es factible que pronto nos superen. Han realizado 5 Encuentros Internacionales, en Quilvo, Chile 2000; Conyers, EU 2002; Grange de Clairvaux, Francia 2005; Huerta, España 2008 y New Mellery, EU 2011. Hay un Comité de Coordinación Internacional de tres miembros; Dom Armand Veilleux, abad de Scourmont en Bélgica es el enlace con la OCSO; y un hermoso sitio web en www.ocso.org, con seria interacción y documentación.
    La vocación laica cisterciense es una llamada personal a vivir en cierto grado de comunidad cual don de la Totalidad de Cristo. Es una llamada a ser testigos alegres de Jesús y de su Iglesia, en el mundo, dando un testimonio orante y contemplativo, con una vida definida por los valores propios del carisma y teología cisterciense, guiada por la Regla de San Benito, una de las formas de concretizar el Evangelio, así como por nuestros Padres y Madres cistercienses. Es un camino de conversión continua que conduce a profundizar en la gracia del bautismo, la confirmación y la Eucaristía desarrollando la fe en esperanza y amor. Llegar a ese Lugar no lugar que todos llevamos, donde nos abrazamos con las Tres Personas, los seres humanos y el cosmos en comunión pascual sobrenatural. Es posible adaptar la espiritualidad cisterciense a la vida de un laico, aunque son dos formas distintas de vivirla, monástica y laical, ambas complementarias. Ello pone de manifiesto la universalidad de los carismas del Espíritu. Algunos laicos encuentran en la espiritualidad monástica un modo de vivir en el mundo con mayor entrega humanística y espiritual, pues el carisma cisterciense puede y debe ser vivido fuera del monasterio, aún cuando esto conlleve temores y esperanzas que nunca faltarán.
    Hay sana diversidad en las prácticas de la vida laical cisterciense, pero si bien las formas pueden ser diversas, se utilizan parecidos caminos para una única meta, la pureza de corazón, y un mismo Fin el Reino de Dios. Los valores y las prácticas cistercienses, la politéia monástica, son una búsqueda sin fin de la Trinidad en el Verbo encarnado, enamorados de Cristo, los hermanos y el lugar; un sendero de liberación y transfiguración; que puede ser incorporado, adaptando lo que sea necesario adaptar, a la vida de los laicos. Orantes y contemplativos, centrados en la Misa y la Liturgia, la Lectio Divina, y el trabajo productivo; la obediencia de la fe, la humildad, el silencio la soledad y el diálogo; la simplicidad y austeridad; el equilibrio armonía y disciplina cotidiana en oración acción y descanso; la hospitalidad servicio a los pobres y estabilidad en formación permanente; la Virgen y la Iglesia, el ecumenismo, el diálogo interreligioso, la belleza y el arte, sin anteponer nada al amor de Jesucristo el Monje Pastor del Mundo entero.  

miércoles, 15 de agosto de 2012

113. Y todo terminará Bien en la entrega a la Trinidad: Job 38, 1-7


 


    El Señor le respondió a Job. No sé quién eres tú para oscurecer mis proyectos con palabras desprovistas de sentido. No sé dónde estabas cuando Yo fundaba el universo, fijando sus medidas, hundiendo sus pilares y asentando su piedra angular; mientras los astros del amanecer cantaban a coro y aclamaban todos los hijos de Dios. Job solicita una confrontación con Dios, ya que proclama su inocencia y sus males desmienten la bondad y justicia de Dios. Éste le retruca con una retahíla de preguntas que muestran la sabiduría con que ha proyectado el universo incluyendo sufrimientos y muertes que apuntan, en la totalidad de la Biblia, al Crucificado Resucitado. Esto supera la tirria de Job, que se retracta, por conocerlo sólo de oídas y no haberlo visto en su Misterio que incluye el mal para sacar de él el Bien. Comprendí, por la gracia de Dios, que era preciso mantenerme firme en la fe, y creer con no menos firmeza que, todas las maneras de existir terminarán bien, all manner of thing shall be well. Juliana de Norwich
    El árbol de la Vida, The Tree of Life, donde se replantea en un contexto de matrimonio y familia el drama cósmico de Job, es un film escrito y dirigido por Terrence Malick, nacido en Waco, Tejas, en 1943, de padre sirio libanés. Estudió filosofía en las universidades de Harvard y Oxford, donde preparó una tesis sobre Heidegger que no terminó. Fue profesor de filosofía en el MIT y trabajó como periodista en Life, Newsweek y The New Yorker. En 1969 obtuvo un Master del American Film Institute; y en 1973 estrenó Malas tierras, Badlands, en 1978 Días del Cielo, Days of Heaven. Se fue a Francia durante 20 años, donde enseñó Literatura Inglesa, regresando en 1990 a Tejas. En 1998 presentó La delgada línea roja, The Thin Red Line, en 2005 El nuevo mundo, The New World, y en 2011 El árbol de la vida. Está filmando The Burial y Voyage of Time.
    Reservado y distante, poco se sabe de él. Nunca concede entrevistas, ni se tiene su fotografía. Sus películas, alejadas de lo hollywoodiense son flechas alusivas a hilvanar parecidas a las de Bergman. Hay que verlas varias veces para comenzar a profundizar su filosofía que da lugar a interpretaciones diversas. He aquí la nuestra para The Tree of Life que comienza a fines de los años 50 de Eisenhower con la cita de Job que consideramos. Aparece una llama de la Colección Epstein en Los Ángeles, cual Luz cincelada en las tinieblas, Jn 1, 5 inclusión literaria como algunas otras. Se escuchan las palabras, BrotherMother, se ven girasoles al sol levante, la madre, Jessica Chastain, todavía niña que recuerda los dos Caminos de las monjas sobre la diferencia entre la naturaleza y la Gracia. Tenemos que elegir. La Gracia no trata de satisfacerse a sí misma, busca ser olvidada, no recula ante la antipatía, acepta insultos e injurias. La naturaleza busca complacerse a sí misma, hace que otros también la complazcan, busca salirse con la suya, imponerse a los demás, y razones para estar descontenta cuando todo el mundo resplandece a su alrededor y el amor sonríe en todas las cosas. Nadie que ame el camino de la Gracia tendrá un mal fin. La promesa de la madre, la Virgen, de serle fiel a Dios pase lo que pase. 
    De inmediato la entrega del telegrama donde se le anuncia que su segundo hijo R.L. de 19 años acaba de morir en un accidente. O'Brien padre, Brad Pitt, es notificado por teléfono junto a una pista con aviones de acero inoxidable. Escenas dispersas sugieren que podría tratarse de un percance al precipitarse el avión de R.L. en una imponente y hermosa catarata de agua, que se mostrará una y otra vez. La familia es sumergida en un mundo de dolor y tribulaciones, al que hacen frente con oración, fe esperanza y amor. Dios los ha dejado en la estacada, no todo parece terminar bien para quienes siguen el Camino de la Gracia. La abuela sabia le da consejos de la naturaleza, todos morimos la vida continua y las penas remiten, y le repite a su hija lo de Job, el Señor me lo dio y el Señor me lo quitó. Job 1, 21 Se muestran casas y rascacielos, de vidrio y acero inoxidable, bellísimos y futuribles.
    En flashforwards Jack O'Brien adulto, Sean Penn, ya arquitecto, está a la deriva entre fe e incredulidad, Señor, dónde estabas Tú. Qué estoy haciendo aquí. Quiero saber quién eres y si me estás observando. Nadie habla del mal. Es que la Gracia, siendo sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. No podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados o salvados. Pero la consideración de los beneficios de Dios, en nuestras vidas y en las vidas de los santos, nos ofrece una garantía de que la Gracia está actuando en nosotros, y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza y humildad llena de confianza en el Espíritu. CEC, 2005
    Cuando Jack ve un nuevo árbol que es colocado entre el concreto, comienza el Memorial principal del film. Un monitor cardíaco hace pensar que está en agonía. Se ve una estupenda formación del universo desde el Big Bang a la aparición de la vida, desde las bacterias y virus a los dinosaurios. Se oyen preguntas filosóficas y teológicas, entrelazadas con tentaciones.
    Los O'Brien reaparecen  en una colonia residencial de un pueblo de Tejas, con una casa más antigua y un árbol añoso en el jardín y secuoyas gigantescas. La joven pareja católica y conservadora, está cautivada por el bebé Jack, y sus dos hermanos, R.L. y Steve. El relato sugerente sigue centrado en la familia, y una predicación del párroco sobre Job y el misterio pascual, hasta que Jack alcanza la adolescencia. El señor O'Brien, la naturaleza, equilibra su sentido educador mandón y severo, con el amor que experimenta por sus tres hijos varones. La señora O'Brien, la Gracia, es cariñosa, serena, empática y orante, con una actitud juguetona meditativa y maternal. El padre, hablando en plata, busca el american dream, y lamenta no haber llegado a ser un músico de carrera. Consigue patentes por sus inventos sin obtener beneficios, lo que lo amarga y avergüenza. 
    Mientras está de viaje, todo pronto se hará con acero inoxidable, los hijos tienen un alegre jaleo de acceso sin restricciones a su madre. Jack experimenta las primeras punzadas de violencia confusión y rebeldía. Comete actos de vandalismo y un fetichismo con la enagua de su madre de la que parece enamorado para competir con su exigente padre. La fábrica de éste cierra y se mudan, pero al otro Barrio, la única manera de ser feliz es amar, si no amas la vida te pasará por encima. Se ve el fin del sistema solar. Luego de pasar por el desierto, en una playa apocalíptica, Jack se reúne con sus padres y hermanos niños, el mismo se ve así, y las cientos de personas que habitan en sus recuerdos. La familia se reencuentra y abrazan con la emoción del fin. Jack adulto escucha la última palabra Sígueme, y cae de rodillas. La madre, María con el Requiem de Berlioz Lux perpetua luceat eis, dice, te lo entrego a Ti. Te entrego a mi hijo. El sol cae, los girasoles miran al poniente, los rascacielos y puentes de la ciudad muestran toda su belleza y practicidad. Y la misma luz del inicio, doble y una, brilla en las tinieblas que no podrán vencerla, mientras nuestro Padre nos lleva con cariño cargados en su Espalda.
    La filmografía la ensalzó como obra de arte; y hubo algunas críticas a su catolicidad, esa que no esquiva el inexplicable enigma del mal en naturaleza y Gracia, dos realidades diversas mas indespegables del Misterio del Trino Dios desplegado en la Totalidad de Cristo, el Único Árbol de la Vida.     

domingo, 12 de agosto de 2012

112. San Bernardo sobre la Gracia y el libre albedrío: Tit 2, 11-15; Sal 115



    Ha habido una epifanía, epefáne de la Gracia de Dios, fuente de salvación para todos los hombres. Esta Gracia nos educa a rechazar la impiedad y la concupiscencia cósmica, para vivir con sobriedad, justicia y piedad; mientras aguardamos la bienaventurada esperanza y la epifanía de la Gloria de nuestro Gran Dios y Salvador, Cristo Jesús, que se entregó por nosotros para redimirnos, lutrósetai de toda iniquidad. Las cartas pastorales quieren salvar a las comunidades eclesiales de los errores, las divisiones y el poder del Maligno a quien Jesús hace desaparecer con el Espíritu de su boca, 2 Tes 2, 8 infundiendo la esperanza en la acción de la Gracia que es la participación física y análoga en la manifestación de la encarnación del Verbo.
    Sin la ayuda de la Gracia sobrenatural y natural, el hombre no puede hacer nada. Pero si todo es Gracia podríamos borrar de un plumazo el libre albedrío cayendo en una pereza e indolencia malsana, una  acedia quietista irresponsable, como si no tuviéramos razón y voluntad de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar por nosotros mismos acciones deliberadas y libres, o en una soberbia pelagiana autosalvífica. Parece que hay oposición entre Gracia y libertad, incompatibilidad entre la acción omnipotente de Dios y la persona que Él mismo quiso dejar en manos de su propia decisión Ecli 15, 14 para que sufra y goce buscándolo sin coacciones externas o internas, con mérito o demérito.
    Bernardo se encontró con estas hondas problemáticas espirituales y escribió el  Libro sobre la Gracia y el libre albedrío en 1127, con 37 años y 12 de abad en Claraval. Se lo dedica y envía a su amigo benedictino Guillermo, abad de Saint Thierry, para que lo lea, corrija y aclare lo necesario antes de su publicación. No es un innovador; he expuesto sin la debida competencia temas profundos, y repetido de manera superflua lo que tantos otros ya han explicado. Siendo, no obstante, un santo profeta reformador que influye con sus 68 fundaciones; los Templarios, la II Cruzada, las relaciones internacionales, económicas, políticas y eclesiales; resonará en Pedro Lombardo, Tomás de Aquino y Lutero.
    Por otra parte, Bernardo no es un freelance sino un gran escritor, su latín es bello y vivificante, hechiza lleno de asonancias y paronomasias. No se aparta de los 1.100 años de Tradición cristiana que ha hecho suya, pero la recicla en su chándal de experiencia mística; para proyectar una vida más evangélica en la conducta de otros; con una teología monástica orante; que no busca reducir el arte, arquitectura escultura pintura música literatura; a un frío silogismo y opta, con el lenguaje de Nietzsche, por ser un activo creativo que plantea valores sin discutirlos, alejándose sin descartarlo, de lo reactivo que dialoga rechazando la necedad y la mala fe. Baste con la Visión del Sol Resucitado, verdadero mediodía. Cuando el calor y la luz están en su cumbre, y el sol en su zenit. Sin que exista sombra alguna. Cuando las aguas estancadas se secan, y sus malos olores se dispersan. Solsticio sin fin, cuando la luz del día no tiene ocaso. Luz del mediodía, marcada por la suavidad de la primavera. Estampada con la belleza provocativa del verano. Enriquecida con los frutos del otoño. Y no parezca que lo olvido, calmada por el reposo del invierno. SC, 33, 6
     Dios lleva a cabo la salvación de aquellos cuyos nombres están inscritos en el Libro de la Vida. Algunas veces por medio de las creaturas y sin su consentimiento. Otras veces mediante ellas y contra su voluntad. Y otras, por su medio y con ellas. Son muchos los favores que vienen a los hombres a través de las creaturas insensibles o irracionales. Por eso digo que se hacen sin su consentimiento, porque carecen de inteligencia y no son conscientes. Otros muchos bienes hace Dios a través de los malos, sean hombres o ángeles. Y así digo contra su voluntad, porque no colaboran en ello. Quieren dañar al hombre, y le benefician. Las criaturas por medio de las cuales y con las cuales obra Dios son los ángeles y los hombres buenos, que quieren y hacen lo que Dios quiere. Consienten con libertad en el bien que realizan, y Dios les hace partícipes de lo que por su medio realizan. Por eso Pablo, refiriéndose a las muchas obras buenas que Dios hizo por medio de él, dice, pero no yo, sino la Gracia de Dios que está conmigo. 1 Cor 15, 10; Gr, 44
    San Bernardo piensa que la Gracia es como la experiencia de Dios que redime, salva y libera al hombre humilde en su pecado, y que sin Jesús nada puede obrar. Toda la gloria le corresponde a Dios, no a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu Nombre da la GloriaSal 115 que lo injerta en la Iglesia Santa con la alegría del Espíritu. La Gracia es la Buena Noticia de esos Tres Amores Personales que vienen corriendo a socorrernos, pero no anula sino que apoya y eleva a la libertad para que, movida en paradoja por Dios, coopere en poseerse y darse a la Trinidad. El libre albedrío es el objeto de la salvación.  Nuestra libertad implica elegir entre el bien y el mal, de crecer en Dios o de flaquear y pecar; y no hay verdadera libertad  sino en el servicio del Señor, el que peca es esclavo del pecado. Jn 8, 34-36 y Rom 6, 17 Si se suprime el libre albedrío no hay nadie a quien salvar, y si se quita la Gracia no habrá con qué salvar. Dios es el Autor de la salvación, la libertad pura capacidad de salvación. El consentir nos salva, consentire salvari est. Consentir al influjo divino es justificación y bienaventuranza, disentir es pecado e infelicidad.
    En el libre albedrío, libre en cuanto a la voluntad, albedrío en cuanto a la razón; distingue tres libertades o liberaciones, de la naturaleza sobre la coacción, de la gracia sobre el pecado, y de la gloria sobre nuestra última miseria o debilidad que es la corrupción de la muerte. La imagen y semejanza se encierran en estas tres libertades. La de la naturaleza es la imagen, la de la gracia y la de gloria es la semejanza que puede aumentar por la humildad y el amor o desaparecer con el pecado. Todo pensamiento bueno, todo consentimiento y toda obra buena proceden de Dios, pero no se dan sin nosotros. Quien quiere justificarse a sí mismo, atribuyendo a sus méritos otra fuente distinta de la Gracia, ignora la justicia de Dios que lo hace justo. Tanto el querer, y su ejecución por nuestra buena voluntad, son obra de Dios quien es el autor del mérito. Nuestros méritos son semillas de esperanza, incentivos de la caridad, presagios de la futura felicidad. Dios no glorifica a los justos sino que los hace justos, santos y Nuevas Creaturas en la Resurrección, donde el Fin es el Inicio en Eterno Desarrollo.

jueves, 9 de agosto de 2012

111. María indesligable de Israel y la Iglesia es Madre y Mediadora de la Gracia: Ap 12


    Apareció en el cielo un gran signo, una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas en su cabeza. Está embarazada y grita de dolor por el parto. Y apareció en el cielo otro signo, un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Estamos en el medio del Ap, la congregación litúrgica ya se ha dado cuenta, con la apertura de los siete sellos y el toque de la siete trompetas, que la historia de la salvación es una lucha dramática y descomunal entre las fuerzas del bien y del mal, no sólo con minúscula sino con la mayúscula de satanás, el diablo y los demonios.
    La impenetrabilidad propia de la apocalíptica conlleva intransparencias y oscuridades que no se pueden iluminar del todo. Pero, aunque con mucho ruido y pocas nueces, tirados sobre futones y observando el cielo, atisbamos algo, con ojos de carámbanos luceros de la mañana, fijos en la Revelación. Hay elementos maléficos desconcertantes, enemigos crueles y amenazantes, que influyen en nosotros y en nuestras comunidades más allá de toda imaginación y verificación científica. Podríamos ser destruidos en cualquier momento, y nuestros cadáveres yacer en la plaza de la gran Ciudad, Sodoma Egipto Jerusalén, crucificados con el Cristo Orante Lector Trabajador.
    Se nos asegura la victoria final de la Resurrección, mientras oscilamos por extremos enloquecedores desde dentro y afuera; entre la insolencia devastadora del Mal, y la Gracia de Jesús salvándonos. Antes del signo, la séptima trompeta nos hace renovar la fe en el Reino ya establecido en Cristo, y en el Templo de Dios que está en el Cielo, con el Arca de la Alianza, desaparecida en el 587 aC. El Dios fiel, en el Mundo Nuevo todo lo recompone, está más allá de la catástrofe. Sin embargo, la congregación sabe que el enigma del mal prosigue; experimenta sus estacadas mañosas y estrafalarias, se siente al borde del abismo infernal.
    La aparición de la Mujer que es polisemiótica, Israel María y la Iglesia, tres Mujeres distintas pero indesligables en la Única Mujer Apocalíptica. Madres cada una a su manera del Mesías, Autor de la Gracia. Y del dragón envarado que es la misma serpiente del Edén, relevante síntesis de la Historia de la Salvación en cada uno de nosotros, el llamado diablo y satanás, seductor del mundo entero, pecador y homicida desde los orígenes, que busca devorar a Jesús. Todo nos muestra cual es el Proyecto del Señor y qué quiere que hagamos.
    María y la Iglesia de la Primera y Nueva Alianza seguirán dando a luz a Cristo y sufrirán interminables dolores de parto hasta ver a Cristo formado en sus seguidores. Gal 4, 19 Es un Cristo recién nacido en crecimiento, pero ya arrebatado por la Ascensión a la Eternidad. No se podrán distinguir bien sus desarrollos creativos. Al contrario, por momentos el envoltorio furioso del Mal hostil dará forma al contenido, la congregación estará a punto de zozobrar en las aguas diabólicas, y tendrá que despreciar su vida ante la muerte. Estas tribulaciones, de los que guardan los mandamientos de Dios y se mantienen firmes en el testimonio de Jesús, durarán un tiempo y tiempos y medio tiempo, tres años y medio, cuarenta y dos meses, 1260 días, es decir hasta el fin del mundo. Habrá que huir al desierto, al Silencio del Padre, la Palabra del Verbo, y el Encuentro del Espíritu. Acechados por las tentaciones del diablo como Cristo, discerniendo nuestro discipulado misionero amenazado sin cesar; vivir alimentados con el Pan y el Vino del Maná, liberados de la esclavitud, vencer al mal espíritu.
    Una de las Mujeres, María, sin separarse de las otras, ha sido resucitada y elevada en cuerpo y alma al seno de la Trinidad. También Ella fue conminada por la serpiente en su calcañar por un río demoníaco, pero el Mesías aplastó la cabeza de la serpiente, Gn 3, 15 y la tierra abrió su boca y la salvó de la corrupción de la muerte. Es la tierra, separada del mar, del día tercero, Gn 1, 9-13  que produce toda clase de vida y hace surgir al Nuevo Adán y de su costado a la Nueva Eva. Gn 2, 18-25 Ella lejos de alejarse, al estar con Dios y en Dios, está más cerca de cada uno de nosotros. Cuando peregrinaba en la tierra, sólo podía estar junto a algunas personas. Al estar ahora en Dios, quien está cerca y dentro de nosotros, ella participa de esa cercanía de Dios. Ella conoce nuestra mente, escucha nuestras oraciones, nos ayuda con su bondad; y podemos poner nuestra vida en manos de esta portentosa Mujer Esposa y Madre de los vivientes, prototipo de la Iglesia y mediadora, subordinada a Cristo, de la Gracia Increada y creada. Para que al ver en esta lucha draconiana cómo son destruidas las grandes o pequeñísimas casas terrenales, epígeios oikía de nuestros emprendimientos evangelizadores, tengamos la firme y audaz esperanza en el Dios  de la Palingenesis que las reconstruye transfigurándolas, en esta vida, y en la Skené ajeiropoíeton de la Vida Trinitaria, una vez vencido el dragón, la bestia y el falso profeta. 2 Co, 5, 1-5 y Ap 21, 10

miércoles, 1 de agosto de 2012

110. El Movimiento del hombre desde el pecado a la divinización por la gracia: Rom 5, 1-11



    Jesús fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. Rom 4, 25 dikaíosin Justificados por la fe y por el bautismo, Rom 6, 3-4, Mc 16, 16 hemos alcanzado la Gracia en la que debemos sumergirnos cada vez más. Y nuestra esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. Y la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Siendo enemigos fuimos reconciliados con el Padre por la muerte de su Hijo, y ahora somos salvados por su Vida. Hablamos de Movimiento pues para entender el Evangelio de la Gracia, la Buena Noticia del Crucificado Resucitado que se nos regala cual Logos de Gracia, Hech, 20, 24 y 32 nos conviene partir de hechos que de forma análoga son científicos, filosóficos y teológicos. Es un principio conocido por todos que nada se mueve por sí mismo ya que estaría al mismo tiempo en potencia y en acto. Todo lo que se mueve es movido por otro, excepto Dios que es Pura Existencia Eterna. Por concurso simultáneo, Dios mueve a todas sus creaturas, causas segundas e instrumentales, de forma intrínseca y como causa primera y principal. Aun mueve nuestra libertad, de manera física e intrínseca, sin quitarnos el ser libres. La Trinidad es Energía Infinita y nos mueve en libertad. No somos dos iguales los que movemos sino el Infinito y la nada.
    Si esto es así en el orden natural que es gracia natural, mucho más se debe decir del sobrenatural. El movimiento del pecador al justo es imposible sin la Gracia que no es sólo algo, Gracia habitual y actual; sino Alguien que se nos entrega con inenarrable Ternura, El Espíritu del Padre y del Verbo. Para que se realice una comunión de vida entre dos seres humanos es necesario que ambos se abran y se entreguen con libertad el uno al otro. Pero como Dios es el Inmaculado Absoluto Trascendente, si Él no toma la iniciativa, esa comunión es imposible. La Gracia es inseparable del Misterio Pascual, del Espíritu y del amor o ágape y viceversa; mientras que puedo tener fe y esperanza sin Gracia. El amor de Dios puede darse de una forma tan fascinante y escondida que en él tan sólo resplandezca como última palabra la humillada majestad de la Gloria y la respuesta del hombre se concentre en forma de pura obediencia ciega de la fe; pero ambas, palabra y respuesta, alcanzan su sentido sólo desde una donación de la Persona Infinita a la finita. Donde esta donación acontece se da junto con ella la posible respuesta de la persona finita a la Infinita, una donación cuyo corazón y esencia es el amor. Hans Urs von Balthasar, Sólo el amor es digno de fe
    Mi pecado original, personal y estructural me encierra en la aversión a Dios y la conversión desordenada a las creaturas. Soy ignorante, malo, concupiscente y débil, todas heridas invencibles sin la Gracia. Estoy encerrado en mí mismo, muerto en la ley del pecado, imposibilitado de abrirme a la Ley del Espíritu. Bajo la actuación del Proyecto salvífico universal de Dios necesito de la iniciativa de la Trinidad, que es Gracia; y de mi libre decisión que opta por Dios, que también es Gracia de concurso simultáneo. Pesch, O. H., Frei sein aus Gnade, 1983 La Iglesia no es más que una comunidad de pecadores que buscan convertirse viviendo la Gracia del perdón y la transfiguración gratuita en Cristo resucitado. Suprime el libre albedrío y no habrá nadie a quien salvar. Quita la gracia y no habrá con qué salvar. Esta obra necesita la colaboración de ambos, de quien la hace y de quien la recibe. San Bernardo, La gracia y el libre albedrío 
    Mi misterio es el Misterio de Dios en mí, no soy yo sino mi Sí mismo de imagen y semejanza de la Trinidad. No obstante, el pecado borra la semejanza y mostramos nuestra inclinación a la esclavitud, la idolatría, la huida de mis Orígenes, la discordia y el asesinato, el odio, la incredulidad, la desesperación, la mentira codicia y sensualidad impura, la imposibilidad de entrar en diálogo con nuestro Padre, por Jesús, en el Espíritu. Soy un misterio de iniquidad más que de piedad, una creatura en pecado que erró el Camino, un puzle en atolladero desmadrado de piezas chivadas.
    Puede que el deseo de hacer el bien esté en mí, pero no el realizarlo, y así no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Por el poder del Espíritu me convierto al Padre, participo en la Pasión de Cristo, muriendo al pecado, y en su Resurrección, nazco a una vida nueva sobrenatural, como sarmiento unido a la Vid. CEC 1988 Frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito alguno por parte del hombre. Entre Él y nosotros la desigualdad es Infinita. Todo es Gracia recibida de su Amor Creativo. Nuestro mérito relativo consiste en que Dios ha dispuesto, en su Libertad, asociar al hombre a la obra de la Gracia. Mas la acción paternal de Dios es lo primero, y nuestro obra lo segundo. De ahí que los méritos del hombre recaen en Dios, y al coronar sus méritos, coronas tus propios Dones. Prefacio I de Los Santos, Canon Romano, y san Agustín, Doctor de la Gracia, Sermón 298
    Nadie puede merecer la primera Gracia, en el inicio de la conversión, cuando es justificado o perdonado de sus pecados. Bajo la moción del Espíritu podemos después, merecer a favor nuestro y de los demás gracias para la santificación, y bienes temporales como salud, amistad y bienestar. La Gracia nos libera de la ilusión pelagiana; 360-422 y el mérito de la fascinación del quietismo molinista. 1628-1696 Gracia y mérito, Don y libertad, nos dan la justificación, que es el Inicio; la santidad, que es el largo Camino de transformación, y el Hombre Nuevo, que es la Meta sin fin. Movimiento increíble en el Resucitado que nos busca divinizándonos para que seamos por Gracia lo que las Tres Personas son por naturaleza. En consecuencia, Gracia y liberación van juntas. L. Boff y E. Schillebeeckx Por eso la más mínima participación de la Gracia santificante, en una sola persona, supera y trasciende el bien natural de todo el universo. Santo Tomás, I-II, 113, 9, ad 2 Y los pobrísimos de Espíritu, sin la Gracia de las virtudes y dones del Paráclito, son los más pobres entre los pobres, sin excluir por ello, sino incluyendo a todas las demás pobrezas espirituales, psicológicas, corporales, sociales y cósmicas.



    Sacando, cual discípulo misionero del Reino, de lo nuevo y lo antiguo, Mt 13, 52 damos una sucinta bibliografía sobre la Gracia, realidad central de la fe como Amor de la Trinidad donado al ser humano. Misterio teológico de Transfiguración  Luminosa, para la teología oriental; y Misterio antropológico de relación entre el Impulso de Dios y la libertad del hombre, para la occidental. Ambos complementarios e indesligables. 

00. La Biblia. En la Primera Alianza en especial las categorías de Liberación, Elección, Alianza, Misericordia, Compasión, Fidelidad, Pecaminosidad del ser humano y Retorno o Shuv Conversión a Dios, por la Creación de la nada de un Corazón Puro. En La Nueva Alianza Lc 15 y las Cartas de Pablo a los Gálatas y Romanos.
01. En El Magisterio de la Iglesia de  Denzinger y Hünermann, Gracia. Concilio de Trento.
02. En el Catecismo de la Iglesia Católica, Gracia y justificación. Iglesia Madre y Educadora, 1987-2051
03. Floristán, Casiano, Tamayo Juan José, Conceptos fundamentales del cristianismo, Trotta, Madrid, 1993, 1524 p.
04. San Agustín, Obras Completas, BAC, Madrid, 1983
05. San Bernardo, Libro sobre la gracia y el libre albedrío, Obras Completas, Tomo I, BAC, Madrid, 1983
06. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, 109-114
07. Louf, André, Mi vida en tus manos. El itinerario de la gracia, entrevista con Stéphane Delbergue, Madrid, Narcea, 2005, 191 p.
08. Bonhöffer, Dietrich, El precio de la gracia, el seguimiento, Sígueme, Salamanca, 1999, 215 p.
09. Rahner, Karl, La Gracia como Libertad, Herder, Barcelona, 1972, 322 p.
10. Coda, Piero, El ágape como gracia y libertad. En la raíz de la teología y la praxis de los cristianos, Ciudad Nueva, Madrid, 1996, 191 p.
11. Journet, Charles, Charlas acerca de la gracia, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1963, 163 p.
12. Fortman, Edmund, Teología del hombre y de la gracia, Sal Terrae, Santander, 1970, 504 p.
13. Schmaus, Michael,  El Credo de la Iglesia Católica. Orientación posconciliar. Tomo II, Rialp, Madrid, 1970, 850 p.
14. Lubac, Henry, The Mystery of the Supernatural, New York, Herder & Herder, 1967, 321 p.
15. Baumgartner, Charles, La Gracia de Cristo, Herder, Barcelona, 1969, 406 p.
16. Scheeben, Matthias Josef, Los misterios del cristianismo, Herder, Barcelona, 1957, 995 p.
17. Guardini, Romano, Grace and destinity. Three Chapters in the interpretation of Existence, New York, Pantheon Books, 1960, 251 p.
18. Louf, André, A merced de su gracia, propuestas de oración, Narcea, Madrid, 2000, 236 p.
19. Fernández, Víctor Manuel, La pasión mística, espiritualidad y sensualidad, México, Dabar, 1998, 94 p.
20. Fernández, Víctor Manuel, La gracia y la vida entera, dimensiones de la amistad con Dios, Buenos Aires, Ágape, 2003, 342 p.
21. Durrwell, F. X., Cristo nuestra Pascua, Ciudad Nueva, Madrid, 2003, 181 p. 
22. Ladaria, Luis F., Teología del pecado original y de la gracia, BAC, Madrid, 2007, 315 p.
23. Delás Segura, Eduardo, Dios es Jesús de Nazaret. Cristología desde dentro, Noufront, Tarragona, 2011, 173 p.
24. Galingo Rodrigo, José A., Compendio de la Gracia. La Gracia expresión de Dios en el hombre. Hacia otra visión de la antropología sobrenatural cristiana, Edicep, México D.F., 1991, 414 p.