sábado, 30 de junio de 2012

101. El tópico del mal inseparable de la formación al Bien: Lc 11, 14-26



    Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa, volveré a mi casa de donde salí. Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio. Jesús lo dice en el contexto de un exorcismo, mostrando que a los demonios les gusta más vivir con hombres que en desiertos, y su estrategia está en que cuanto más nos liberamos de ellos, más somos atacados. Y no sólo por siete sino hasta por dos mil, como en el endemoniado de Gerasa, encadenado con grillos entre sepulcros dando gritos e hiriéndose con piedras.
    Es impactante que todo el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros concluya con una reflexión sombría y realista sobre la soledad del sacerdote. Es un logismoi que lo persigue en cualquier edad o situación. No es sólo aislamiento psicológico, podría ser, a un buen ojo clínico pneumatológico, consecuencia de vivir con sinceridad su celibato obediencia y pobreza con el Evangelio, así también terminó Jesús, solo y abandonado. Podría deberse también a marginaciones, incomprensiones, desviaciones, abandonos, imprudencias, limitaciones de carácter propias o de otros, humillaciones, calumnias, todo derivando hacia un agudo sentido de frustración muy perjudicial. Ya no es la soledad de un enamorado que se apaga entregando su vida al Resucitado por el Reino.
    Para los antiguos como Evagrio Póntico, +399 y Juan Casiano, +435 hay un misterio de iniquidad o anticristo, que une nuestros vicios con satanás. El mal no es sólo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad misteriosa y pavorosa. Quien rehúsa reconocer su existencia se sale del marco de la Biblia y de la Iglesia, como se sale también quien hace de ella un principio autónomo, algo que no tiene su origen, como toda criatura, en Dios. O quien la explica como una pseudorealidad, una personificación psicológica y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias. Pablo VI, L’Osservatore, 19/XI/1972 Porque el diablo y demás demonios por Dios fueron creados buenos por naturaleza; pero ellos por sí mismos, se hicieron malvados. Y el hombre pecó por sugestión del diablo. Lateranense IV, 1215  Sería ingenuo que formadores y formandos no tuviéramos en cuenta esta sutilísima sombra y tiniebla que va desde el Gn al Ap e ignorando sus propósitos fuéramos engañados por Satanás. 2 Cor 2, 11
    Ninguna formación de Cristo, inicial o permanente, es posible si no hay, además de la persona con vocación y apta para ser formada, la persona del formador. La bondad y eficacia de un plan de formación dependen en parte de las estructuras, pero sobre todo de los formadores pues es una vivificante Traditio Evangelii. Pertenece al obispo tener un grupo de formadores con madurez humana, espiritual, intelectual y pastoral que posean el arte de transfigurar en Jesús resucitado. Dar una Nueva Forma, la del Hombre Dios, con los dinamismos del Espíritu, según el proyecto del Padre; es sin embargo, un imposible sin claras metas de educación, de educere o extracción de los vicios y demonios que nos acosan. No se puede plantar el fruto del Espíritu, amor alegría, paz; magnanimidad, afabilidad, bondad, confianza, mansedumbre y autocontrol; sin desarraigar los nueve vicios capitales sean viscerales somáticos, gula lujuria avaricia; cordiales psíquicos, cólera tristeza acedia; cerebrales pneumáticos, insensatez vanagloria soberbia; con sus colaterales tales como orgullo envidia celo, cobardía injusticia discordia, incredulidad desesperación odio.
    Un niño de 2 años de Durango acaba de ser operado de un tumor de 15 kilos, pesaba 27 cuando a su edad no pasamos de los 12.  Si no se extrae el tumor no hay salud a formar. Las sombras de los vicios y demonios pueden permanecer inconscientes y activas; proyectadas sobre los demás; usurpar nuestra conciencia y tentarnos obsesionarnos o poseernos; o entrar en procesos educativos de reconocimiento, polarización e integración con las virtudes. Los formandos deben estar dispuestos a que los ayuden a conocer las facetas más oscuras de sus vicios, y los formadores a ser sabios en cirugía de tumores malignos. Es una larga sesión en el quirófano de la Inmaculada de la Salud del Tata Vasco, más se limpia más aparecen, pero allí está la curación y liberación; ya que, quien no vive transfigurándose, muere desfigurado.

miércoles, 27 de junio de 2012

100. Del Verbum breviatum al encuentro con la Trinidad en el Resucitado: Jn 5, 37-47



    Ustedes nunca han escuchado la voz del Padre, ni han visto su rostro, y su Palabra, Logos no permanece en ustedes. Examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida Eterna. Ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí. Según Rom 9, 28, citando a Is 10, 23 el Señor hace un Verbum breviatum sobre la tierra. Tanto los Padres griegos, Logos pajínetai o brajínetai como los latinos entendieron esta abreviación o condensación, del Verbo encarnado como del Verbo encartado, del Cuerpo Carne y del Cuerpo Libro, aunque se puede aplicar de manera análoga al Cuerpo Sacramental, Místico y Cósmico. El Invisible que habita en una Luz inaccesible se hace visible, el Eterno entra en el tiempo, el Hijo de Dios se hace hijo del hombre. El Verbo se revistió de materialidad de dos modos, primero siendo incorpóreo y espiritual, al venir en la carne, asumió de nosotros nuestra materialidad y finitud, aunque sin el pecado. Y segundo porque se ocultó en lo que puede leerse con los ojos y manifestarse con palabras de un texto escrito. El Verbo, Todo en todos, Entero no ha disminuido, siendo siempre el mismo, está en realidades diversas, siendo Simple en lo complejo, siendo Invisible en lo visible. Por amor a nosotros el Logos se expresa en letras, sílabas y palabras. San Máximo el Confesor, 580-662 
    Gran parte de la fecundidad de la Lectio depende del pasaje, que realiza el Espíritu Santo, del Logos émbiblos o Palabra hecha Libro, al Encuentro con el Logos énsarkos o Palabra hecha carne resucitada que nos abre al diálogo con las Tres Personas de Dios. La palabra humana es impalpable e invisible, pero toma cuerpo cuando se la pone por escrito en un libro. Eso sucede con la Palabra de Dios, por su Divinidad no puede ser vista, pero desde que se encarna, se la puede ver y escribir. Orígenes La Biblia con su lenguaje humano, por el que siguen pasando las energías increadas del Espíritu; San Gregorio Pálamas, 1296-1359 es un Sacramento donde se hace audible y palpable el Logos. San Agustín
    Aun antes de hacerse Verbo encarnado la Palabra divina se había hecho lenguaje humano, asumiendo los modos de expresarse de las diversas culturas, que desde Abraham hasta el Vidente del Apocalipsis ofrecieron al Misterio admirable del amor salvífico de Dios la posibilidad de hacerse accesible a las distintas generaciones, a pesar de la múltiple diversidad de situaciones históricas. Juan Pablo II a la Pontificia Comisión Bíblica, 26/IV/1979 Bajo la corteza de la letra, que a veces es como un desierto árido fatigoso e intransitable, se esconden los sentidos sapienciales. San Bernardo, SCant 47, 4 En el seno de María se encarnó el Único Logos que antes se había encartado en palabras bíblicas. Quien estaba en el seno del Padre, ahora viene abreviado a nuestro Encuentro en el útero de la Guadalupana, y cual discípulos amados recostados en su seno y en su pecho percibimos sus latidos. De ahí que por momentos, podamos escucharla con nuestros oídos, verla con nuestros ojos, tocarla con nuestras manos y llevarla en nuestros brazos, pues no es la palabra escrita y muda sino encarnada y viva, empalabramiento en la Biblia, y encarnación en el Judío de Nazaret.
    En esto consiste el pasaje del lenguaje a la Palabra Substancial; de la letra al Espíritu; de la palabra escrita a la Palabra del Viviente resucitado; del desierto al oasis; de la Lectio, Meditatio y Oratio, a la Contemplatio. Contemplar, en griego Theoría, Theós horáo ver a Dios como por un atisbo de Encuentro en el amanecer del Día de la resurrección o en el ocaso esplendente de Emaús, que presagia la Visión beatífica, en Luz Tabórica o Paulina. La Lectio salta del Cuerpo Libro a la Dimensión inimaginable del Cuerpo Resucitado, de las palabras escritas a la Singularidad Única del Logos, Uno de la Trinidad. La Palabra se encartó, y ahora del Libro retornamos a la Luz de la Vida.
    Cada tanto, sin que dejemos la noche de la fe en que peregrinamos pero con improntas más estables de Luz que va permaneciendo como estado y nos otorga la transformación; la Biblia, desde donde el Silencio del Padre sale por su Espíritu a nuestro Encuentro, a través de su Verbo nos arranca el velo, kálymma 2 Cor 3, 12-18 ya quien se convierte al Señor, se le cae el velo, porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Así con el rostro descubierto entramos en la comunión de la Trinidad, en sus procesiones, relaciones y misiones, y somos transfigurados desde la Gloria hacia la Gloria.

lunes, 25 de junio de 2012

99. La Misa, preparada y prolongada, en Liturgia Horarum, Lectio et Adoratio: Lc 6, 12-16



    Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce, a los que dio el nombre de Apóstoles. La Eucaristía, presencia real de la Pascua, muerte y resurrección del Verbo hecho carne, que nos sumerge cada vez con mayor hondura en las Tres Personas de la Trinidad; fuente y cumbre de la vida cristiana y de toda la nueva evangelización, es el camino y la meta del ministerio sacerdotal, ya que los servicios de Confesar la fe, Celebrar la esperanza y Testimoniar el amor, están trabados con la Eucaristía, de ella proceden y a ella se ordenan, pues Todo conexiste en Cristo. La Eucaristía, que contiene al Resucitado, es la identidad de los que hemos recibido la Gracia y el Carácter del Orden en alguno de sus tres Grados, diaconal, presbiteral o episcopal. Liberación del falso ego por el Self Cristo.
    Fuimos llamados por Jesús, después que pasara una noche en oración con su Abba; y fuimos instituidos en la primera Eucaristía que presidió en el Cenáculo, al transubstanciar el vino en su Sangre y decir, hagan esto en conmemoración mía, eis anámnesin, dentro y hacia mi Memorial por siempre. Somos los ministros de la transfiguración de Todo, por la transubstanciación, hacia la Resurrección universal. No podemos escatimar esfuerzo alguno para aumentar la limpieza, la belleza, la sacralidad, el diseño artístico del templo, el altar, el ambón, la sede; la nobleza de los libros litúrgicos, que no pueden ser folletos, los vasos sagrados, la voz, el canto, la música y el silencio. Celebrar mal es mostrar la debilidad, tibieza o crisis, de nuestro amor por el Pueblo de Dios, y no educar para el Año de la Fe. Celebrar bien constituye ya de por sí, la primera y más importante catequesis y mistagogía.
    De ahí que siendo la Eucaristía el Centrum Centri de nuestra identidad en comunión diocesana con el Presbiterio, cual discípulos misioneros de Jesús Buen Pastor, necesite de una seria preparación y prolongación, que milenios de experiencia de judeocristianismo llaman Liturgia de la Horas, Lectio Divina y Adoración eucarística, y que tienen a la Misa por origen, eje y fin. La liturgia de la Palabra es el manantial de la Lectio. La Liturgia del Sacramento lo es de la Adoración. Y la Eucaristía con la Lectio y la Adoración como tales, lo son para la Liturgia de la Horas, Biblia con Tradición y Magisterio, orada en el Corazón Eucarístico de Jesús y, cuando sea posible, alrededor de su altar y sagrario.
    Transformarnos en siervos y servidores de la Palabra, de la Eucaristía, de la Iglesia y del Mundo hacia el Reino; en siervos y servidores del Cuerpo Libro, del Cuerpo Sacramento y del Cuerpo Místico, unidos al Cuerpo Cósmico en el Cuerpo Resucitado, a la primera y a la Nueva Creación; es una peregrinación larga como la vida. No termina ni con la ordenación, ni con licenciatura o doctorado alguno, ni con 25 o 50 años de fervoroso servicio.
    Implica tomar consciencia de que la necesidad espiritual por excelencia de nuestro tiempo es la de una amplia visión integral y sintética de la Totalidad de Cristo, el Misterio de Dios, elaborado en un contexto científico filosófico y teológico mundial, a la Luz que emana de la Vida la Verdad y el Amor trinitarios, y a partir de un foco central promotor de inteligibilidad y consagración pascual de todos los rayos reunidos en complementariedad. Ese foco no puede ser otro que el de la Eucaristía. Bertrand de Margerie, Cristo para el mundo.
    Implica vivir inmersos en la nueva Pastoral de los Pastores tanto a nivel de Iglesia Local como Universal con una formación permanente vital diaria, e institucional mensual y anual, con sus cuatro dimensiones marcadas por Aparecida, humana, espiritual, intelectual y pastoral en búsqueda propositiva dialogante con todos los hombres, católicos o ateos.
    Implica que el formador tiene que formarse, más aun que los formandos, Contemplata aliis tradere, en una explosión de dinamismo humano divino que une el ayer con el hoy y el mañana, pues los desafiantes escenarios de la nueva evangelización necesitan de una inmensa creatividad, hacer que algo nuevo valioso que no existía venga a la existencia, con el poder de expulsar a los malos espíritus y curar cualquier enfermedad y pecado. Mt 10, 1

sábado, 9 de junio de 2012

98. La Nueva Evangelización no separa a Dios de la bioética y la ecología: Deut 23, 10-15



    Si algún varón ha caído en impureza ritual a causa de un derrame seminal, saldrá fuera del campamento, se lavará, y a la puesta del sol entrará de nuevo. Tendrás un lugar, fuera del campamento, para hacer tus necesidades. Porque el Señor, tu Dios, recorrerá el campamento para protegerte, pues es un lugar santo, y el Señor no debe ver en él nada indecente. Dios no separa la tierra del hombre. Se une a la higiene de los lugares habitables, como a las leyes humanitarias, al asno y buey caído, al cuidado de los pájaros, Deut 22-25 al Año de Descanso de la tierra cada 6 años, y al Jubileo cada 49 años, recuperando cada familia su propiedad. Lev 25
    El objetivo de todo empeño educativo y formativo de la Iglesia debe ser reconocible. Desde Jesús resucitado y sus enseñanzas, se trata de trabajar en la construcción de una bioética humana y una ecología ambiental. Necesitamos una ética de Dios para la vida del hombre y su planeta. El problema decisivo es la capacidad de una moral mundial para la sociedad. Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de bioética y de ecología. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. El Libro de la naturaleza creada por Dios es uno e indivisible, tanto en lo que concierne al aire, agua, tierra, vegetales y animales; como a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia y las relaciones sociales en desarrollo humano integral. Los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros, y viceversa. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, daña a la sociedad, y trastorna el medio ambiente destruyéndolo para los más pobres.
    La fe en la Revelación sostiene la inteligencia en la comprensión del equilibrio profundo que mantiene firme la estructura del mundo y de la historia humana. La fe desarrolla esta operación no en modo genérico o desde el exterior, sino compartiendo con la razón la sed de saber e investigar, orientándola hacia el bien del hombre y del cosmos. Es una tarea que el catolicismo desarrolla desde hace tiempo. Por ello se encuentra preparado para dar vida a instituciones, centros de investigación holísticos y universidades. Estas instituciones desarrollan su función habitando el espacio común de la investigación y del progreso del conocimiento en las diversas culturas y sociedades. El discernimiento, que constituye la base de la nueva evangelización, está llamado a ocuparse de este empeño cultural y educativo de la Iglesia. Se podrán así identificar los puntos críticos de estos desafíos y las estrategias que han de ser adoptadas para garantizar el futuro de la Iglesia y la humanidad, en la lucha con el pecado que nos acecha sin tregua.
    En vista de una nueva evangelización será posible imaginar todos estos espacios culturales como otros tantos patios de los gentiles u hogares para todos los hombres creyentes o no, ayudándoles a vivir la propia vocación originaria dentro de los nuevos escenarios que avanzan hacia aquel llamado de llevar la cuestión de Dios, con la fe y la razón, dentro de las realidades del espacio tiempo. Ayudar a estos espacios a ser lugares en los cuales se puedan formar las personas libres y adultas, capaces a su vez de llevar el Problema de Dios dentro de sus vidas, en el trabajo, en la familia, en las comunidades, naciones y relaciones internacionales.
    La Nueva Evangelización propone experimentar el Encuentro dinamizador con Jesús a millones que son cristianos sacramentalizados pero no kerigmatizados, o el catolicismo ya les resulta impracticable, o han abandonado la Iglesia por insufrible o escandalizados. El gran desafío es cómo cristianizar a alguien que ya es cristiano. Habrá que volver a enamorarlos de nuestra fe esperanza y amor en la bellísima Singularidad del Resucitado y de su Iglesia. Habrá que disponer de muy diferentes propuestas desde la piedad popular a la teología universitaria. Habrá que ser testigos de estabilidad y fidelidad sin rechazar legítimos cambios vertiginosos con sus desequilibrios e interrogantes. Habrá que agrandar mucho más la capacidad de la Iglesia para que nuevas formas de ser católicos se sientan cómodas y bienvenidas junto a las antiguas. Habrá que unir libertad con madurez y responsabilidad a la obediencia de la fe en la Trinidad la bioética y la ecología.

jueves, 7 de junio de 2012

97. La Nueva Evangelización pide un estilo novedoso de proclamación: Is 43, 16-21



    Así habla Yahveh, quien abrió un camino en el mar. Acuérdense de las cosas pasadas, piensen en las antiguas; voy a hacer algo nuevo, ya está germinando. Pondré un camino en el desierto y ríos en el páramo, para dar de beber a mi Pueblo y así proclame mi alabanza. El Deuteroisaías, previo al año 538 aC, anuncia la novedad de un resto generacional del judaísmo que volverá del exilio.
    El clima cultural y la situación de cansancio mortecino en la cual se encuentran varias comunidades conducen al riesgo de hacer débil la capacidad para anunciar, educar y testimoniar nuestra fe al hombre actual. Lo de Pablo, cómo creerán sin que se les prediqueRom 10, 14 suena hoy más urgente. Reconocemos como don del Espíritu la frescura y las energías que la presencia de grupos y movimientos eclesiales ha logrado infundir en esta misión de transmitir la fe. Y debemos trabajar para que estos frutos puedan contagiar y comunicar su impulso a aquellas formas de catequesis que han perdido su ardor originario.
    El contexto en el cual nos encontramos exige a las comunidades un renovado impulso, un nuevo acto de confianza en el Espíritu Creativo que las guía, para que vuelvan a asumir con alegría y fervor la misión fundamental para la cual Jesús envía a sus discípulos, el anuncio del Evangelio y del Reino. Es necesario que cada cristiano se sienta interpelado por este mandato de Jesús y se deje guiar por el Espíritu al responder a la llamada, según su propia vocación. En un momento en el cual la opción de la fe resulta menos fácil y comprensible, o incluso es contrariada y combatida, aumenta la tarea de la comunidad y de cada cristiano individual de ser testigos y heraldos del Evangelio con un estilo genial. Si soy creativo existo en el Abba.
    La lógica de un comportamiento como éste, nos la sugiere Pedro, cuando nos invita a dar respuesta a todo el que nos pida razón de vuestra esperanza. 1 Ped 3, 15 Una nueva primavera para el testimonio de nuestra fe, nuevas formas de respuesta, apo-logía a quien nos pida el logos o razón de nuestra fe, renovarnos para hacer presente la esperanza y la liberación, que nos da el Resucitado en el mundo que nos ha tocado. Se trata de aprender un estilo nuevo, de responder con dulzura y respeto, con buena consciencia, con aquel ímpetu humilde que proviene de la unión con la Trinidad, y con aquella determinada determinación de quien corre al gozo del encuentro del Reino del Eterno Dios. Este estilo debe ser global, debe abrazar el pensamiento y la acción, los comportamientos personales y el testimonio público, la vida interna de nuestras comunidades y su impulso orante y apostólico, la educación y la entrega a los pobres, la capacidad del cristiano de dar la palabra en los contextos en los que vive y trabaja para comunicar el prodigioso don de la fuerza resurreccional que ya actúa en nosotros.
    En un tiempo durante el cual tantas personas viven la propia vida como una experiencia de oscuridad o muerte de Dios, de noche o vacío de las almas que ahora no tienen conciencia de la dignidad y del rumbo del hombre,  debemos ponernos en camino como Cristo para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al jardín de la Luz de la Vida, donde los verdugos no triunfan sobre sus víctimas, renace la creatividad teológica, el ser humano como sujeto relacional hecho para vivir en armonía de familia y comunidad, y el arte de hablar con afecto.
    Este es el estilo propositivo de amor, justicia y libertad, que el mundo tiene derecho a encontrar en nuestras comunidades según la Sabiduría de nuestra fe. Un estilo comunitario y personal. Un estilo que interpela a las comunidades y a cada bautizado. Ya que, además de la proclamación colectiva del Evangelio, conserva toda su validez esa otra transmisión de persona a persona. La urgencia de comunicar la Buena Nueva a las masas no debe hacer olvidar esa otra forma de anunciar, mediante la cual se llega a la conciencia personal del hombre y se deja en ella la semilla de una Palabra de Dios recibida de un hermano.
    Sin dejar de inspirarnos en las raíces misioneras de 4.000 años, y en seria colaboración con el magisterio de los obispos, otro kerigma, catequesis y mistagogía son posibles. En la denuncia y anuncio evangélico, en la conflictividad no violenta, en la hospitalidad, en el uso de los medios informáticos, en las homilías, en la unión de la Biblia con la literatura, las ciencias y la cultura universal, en consagrados o laicos al encuentro del hambre y la sed de Pan y Vino temporal y eterno que padecen millones, en la solidaridad globalizante que abraza a todos los hombres y el planeta. Junto a María de Guadalupe, lo Nuevo ya germina imparable.

martes, 5 de junio de 2012

96. La Nueva Evangelización es proclamación en el Espíritu no en letras: 2 Cor 3, 4-11



    Dios nos ha capacitado para que seamos los servidores de una Nueva Alianza, que no reside en la letra, grámmatos sino en el Espíritu; pues la letra mata, pero el Espíritu da vida. El encuentro y la comunión con Jesús resucitado es la finalidad de la transmisión de la fe. El mandato de ir a todas las naciones, que los discípulos misioneros han recibido de su Señor, contiene una explícita referencia a la proclamación y a la enseñanza del Evangelio, enseñándoles a guardar todo lo que Yo les he mandado. La misión de la Iglesia consiste, en realizar la traditio Evangelii, el anuncio y la transmisión del Evangelio, que es fuerza, dýnamis de Dios para la salvación de todo el que cree, Rm 1, 16 y que se identifica con el mismo Jesucristo. 1 Cor 1, 24 Al hablar de Evangelio, no debemos pensar sólo en letras o en doctrinas; el Evangelio es mucho más. Es la Palabra Absoluta viva y eficaz, que realiza lo que dice. No es un sistema de artículos de fe y de preceptos morales ni, menos aún, un programa político, sino que es la Persona del Verbo hecho carne, cual Palabra definitiva de Dios. El Evangelio es Evangelio de Jesucristo. No sólo tiene como contenido a Cristo. Mucho más, Jesús resucitado es, a través del Espíritu, también el sujeto primario y el promotor de su anuncio, de su transmisión. El objetivo de la transmisión de la fe es la realización de este encuentro místico con Jesús, en el Espíritu, para llegar a vivir la experiencia del Padre suyo y nuestro.
    Transmitir la fe significa crear, en cada lugar y en cada tiempo, las condiciones para que este encuentro entre los hombres y el Resucitado se realice. La fe como encuentro con la Persona de Cristo Vivo asume la forma de una relación de amor más fuerte que la muerte con Él, de su memorial en la Eucaristía, y de la formación en nosotros de la mente de Cristo, con la gracia sobrenatural del Espíritu Santo. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona contemporánea, que da un nuevo horizonte a nuestra vida y, con ello, una orientación decisiva. Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero, 1 Jn 4, 10 el amor no es sólo un mandamiento, sino la respuesta al don del Amor, con el cual Dios sale a nuestro encuentro, sin importarle nuestros pecados y límites. Lc 15 Este Amor Supremo hacia cada hombre es la razón definitiva de la autoestima trascendental, que no se mira a sí mismo sino que se enamora de las Tres Personas de Dios. Esta es la experiencia de la novedad del Dios cristiano. En esta perspectiva, transmitir la fe en Cristo significa crear las condiciones para una fe bien pensada, celebrada, vivida y rezada; que implica inserirse con gran gozo en la vida de la Iglesia, como Cuerpo de Cristo.
    Nadie puede causar el Encuentro con la Luz del mundo, sino de manera instrumental y significativa. No podemos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, sino que nuestra capacidad viene de Dios, que nos hace ser una carta que Cristo escribe, no con letras de tinta, sino con el Espíritu del Padre; no en tablas de piedra, sino en nuestros corazones. La Iglesia, con la evangelización, engendra nuevos hijos. Ese proceso que consiste en transformar desde dentro y renovar a la misma humanidad es un verdadero volver a nacer. Y no se puede hablar de la Iglesia sino está presente la Virgen María. Se trata de una presencia femenina que crea el ambiente familiar, la voluntad de acogida, el amor y el respeto por la vida. Ella es la presencia sacramental de los rasgos maternales de Dios. Es una realidad tan honda, humana y santa, que suscita en los creyentes las plegarias de la ternura, del dolor y de la esperanza. Puebla, 288 y 291. Día del catequista, 18/08/1979. Basílica de Nuestra Señora de Buenos Aires
    Este Misterio nos pide no atribuirnos algo que nos es imposible. Nosotros escribimos letras muertas sobre computadoras, clamamos voces en oídos de robots. Sólo el Resucitado escribe con el Espíritu del Padre sobre los corazones que transfigura con su Verbo en corazones que escuchan. Pero, Él mismo nos ha capacitado, hikavótes  con el carácter sacramental del bautismo, de la confirmación y hasta del Orden, y tenemos que tener una fe audaz y arrolladora, un empuje propositivo e incansable, parresía un coraje que no sabe de cobardías y claudicaciones, en que nuestro servicio de mangueras por donde pasa el Agua Viva, lo exige su Envío que no falla. La semilla germinará e irá creciendo sin que sepamos cómo, hasta que el fruto esté a punto. Mc 4, 26-29 Se me pide plantar, no hacer la cosecha. Jn 4, 37-38 Gran parte de la Nueva Evangelización depende de esta convicción que resiste toda desilusión y desencanto. No está mal plantar esporas que produzcan hongos en una noche, o maíz con tiernas mazorcas en meses, si al mismo tiempo no dejamos de cultivar piñas que den secuoyas vivas dentro de 2.000 años. Estamos entrenando para el quinto milenio en el Espíritu con el que escribe el Eterno Viviente.

domingo, 3 de junio de 2012

95. Tomarse, partirse, darse, derramarse, transfigurarse para el Mundo: Mc 14, 22-25



    Jesús tomó el pan, lo partió y se lo dio diciendo, tomen, esto es mi Cuerpo. Después hizo lo mismo con la copa, diciendo, esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes. No beberé más de la vid hasta que beba el vino nuevo en el Reino de Dios. Jesús en la Eucaristía no toma y nos da algo, sino que se toma y se nos da a sí mismo, parte su Cuerpo y derrama su Sangre para transformarnos en el Hombre Nuevo del Reino de la Trinidad. Transfigurarnos, transubstanciándonos hacia la Resurrección. Reflejar, como en un espejo, los cinco lenguajes verbales del Verbo eucarístico y transfigurarnos a su propia imagen, de gloria en gloria, por la creatividad del Padre que nos solidariza en su Hijo para crecer por el Espíritu.
    Tomarse, tomar el pan, fruto de la semilla, de la madre tierra y del trabajo de tantos seres humanos, que con nuestras limitaciones y obras colaboramos en complementariedad a que el pan sea una realidad. Es tomarnos, asumirnos, tal como nos hicieron, nos hacemos y seremos.
    Partirse, fragmentar el pan, romperse y dividirse, no sin angustias y alegrías. Es ofrecerse e inmolarse listos para compartirnos. Es el dinamismo de la vida, lo que no se abre y se parte, se pudre y queda infecundo. Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto. Jn 12, 24
    Darse, todo está en el fragmento y si los fragmentos no se entregaran a los otros correrían la misma suerte del todo aislado, un talento enterrado en un pozo desintegrador. Mt 25, 17 Luego de partirnos debemos repartirnos, tragados por los otros, para alimentarlos y desaparecer amando.
    Derramarse, va más allá del darse. Es como la sangre del parto que cae en tierra y se pierde sin aparente utilidad. Como las cientos de semillas que caen del roble. Sólo algunas producirán tal vez un roblecito. Unas cayeron al borde del camino y el Maligno arrebató lo sembrado. Mt 13
    Transfigurarse, así como yo vivo por el Padre, el que me come, vivirá por mí. Jn 6, 57 De consumistas y succionadores de los demás, hemos pasado a ser pan partido y vino derramado; vida, verdad y amor entregados y vertidos para los otros. Al vaciarnos entregamos el Espíritu.
    La nueva evangelización tiene urgente necesidad de traducciones del Verbo Resucitado hacia el siglo XXII. El hombre puede ver al hombre, pero no debe seguir sus pasos. Debe imitar al Dios invisible, no seguir al hombre que está al alcance de sus ojos. Pues sí, para ofrecer al hombre lo que podía ver con sus ojos e imitar a Dios, es que Dios se hizo hombre. San Agustín, Sermón 380, 2  La transfiguración, el pasaje de la teología a la teofanía por la Eucaristía, es ya el anticipo de la Resurrección de Jesús, un atisbo de la Nueva Creación caminando entre nosotros.
    La Infinita Pluriformidad de la Vida del Resucitado, Señor de los ángeles, los hombres y el cosmos; se manifiesta en cada comunidad eclesial perseguida y en proceso de transfiguración. La celebración eucarística nos muestra, en el contexto pascual de la entrega, tradición, traición; que el camino de la transfiguración pasa por la conversión, del apego a la creaturas al Creador. Los logismoi y los malos espíritus molestan el comer el Pan que diviniza dando Vida Eterna.
    El crecimiento espiritual igual que todo movimiento, gravado por elementos exteriores, tiende a la inercia, pierde el fervor del Espíritu, cae en la tibieza de la acedia, y el amor fogoso del principio se enfría. Sin un fuerte dinamismo Trinitario, aiekrínetos stásis, sin un constante pasar a conformarnos con el Resucitado, eis tò kreîtton todo empeño por ser cada vez más iluminados por la Luz Tabórica se frustra. No hay etapas de purgación, iluminación y unión con la Carne y la Sangre vivificantes, sino fases en la niñez, adolescencia, juventud, adultez y ancianidad. Nadie se libra de las alternancias, del bajar para ascender, de las ausencias para las presencias.
    Toda nuestra esperanza de la Gloria debe estar en la acción transubstanciadora eucarística que arranca vicios y planta virtudes. Me ofrezco en la patena y me vierto en el cáliz, con el pan y el vino, para que Jesús pronuncie sobre mí, sobre la Iglesia y el Mundo, esto es mi Cuerpo y mi Sangre. Insisto, cual viuda inoportuna día tras día, en la divinización del hombre, inflamado en zarza ardiente, en ser semejante a la Trinidad por Gracia. Doy a conocer a Cristo, no con palabrerías, sino casi cual testigo ocular, como quien está con Él en la Santa Montaña. 1 Ped 1, 16-18
    Quien no se transfigura se desfigura, dado que cuando no avanzamos retrocedemos en la vida espiritual. Esos tres pasos que no di en el espacio tiempo, cuando vuelva a caminar ya los habré retrocedido. Interminable es el Camino en la Belleza transfiguradora. Breve el primer tiempo de peregrinación por este planeta; hasta que por mi última Eucaristía hecha Viático, abrace el segundo tiempo de millones de años por la escatología intermedia en purgatorio y cielo; y el tercero eterno al llegar el Juicio Final, en epéktasis sin fin en el Resucitado Pléroma Universal.