miércoles, 28 de noviembre de 2012


133. Preámbulos de la fe en la Nueva Evangelización: Mt 13, 53-58 y Jn 11, 43-48


    Y Jesús no pudo ejercer en Nazaret sus dinamismos milagrosos, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y estaba asombrado de su falta de fe. En Betania Jesús había revivido a Lázaro y muchos creyeron en Él. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, y no sólo a Jesús, porque muchos judíos se apartaban de ellos y tenían fe en Jesús, a causa del signo que había hecho con Lázaro. Los signos son necesarios y pueden llevar a la fe, pero sin la Gracia quedarían truncos, y aún unidos con ella no la imponen; no obstante, signos, Gracia y fe son indesligables. 
    La proclamación de la Buena Noticia en contextos culturales diferentes del mundo, marcado por procesos de globalización, relativismo y secularización, plantea varios desafíos a la Iglesia, a veces por una persecución religiosa abierta, otras veces por una indiferencia generalizada o ateísmo práctico, otras por injerencias, restricciones o acosos indebidos. El Evangelio ofrece una visión del ser humano y del mundo que no se puede imponer, sino solo proponer, cual mensaje de verdad y belleza que puede ayudar a las personas a salir del aislamiento y de la falta de sentido malsanos, a las cuales las condiciones de la sociedad postmoderna a menudo las relegan. De aquí que los creyentes deben esforzarse por mostrar al mundo el esplendor de una humanidad transfigurada por el Misterio de Cristo. La piedad popular es importante pero no suficiente. Hay que hacer más para ayudar a reconocer el deber de anunciar al mundo las razones de la fe cristiana y de proclamarla a los católicos alejados de la Iglesia, a los que no siguen a Cristo, a las sectas y a quienes viven experimentando con diferentes tipos de espiritualidades erróneas y fugaces.
    En estos contextos muchas dudas y obstáculos causan escepticismo e introducen nuevos paradigmas de pensamiento y de vida. Es de suma importancia para una Nueva Evangelización, destacar el papel de los preámbulos de la fe y los signos de credibilidad. Es necesario no solo mostrar que la fe no se opone a la razón, sino también el poner de relieve una serie de verdades y realidades que pertenecen a una antropología adecuada, iluminada por la razón natural. Entre estos, está el valor de la ley natural y las consecuencias para la sociedad en su conjunto. Las nociones de ley natural y de naturaleza humana, son capaces de demostraciones racionales, tanto a nivel académico como popular. Este hecho y el esfuerzo intelectual ayudarán al diálogo entre fieles cristianos y personas de buena voluntad, abriendo un camino para reconocer la existencia de un Dios Creador y el mensaje de Jesucristo Redentor.
    Los teólogos deben desarrollar una nueva apologética del pensar cristiano, una teología de la credibilidad adecuada para una nueva evangelización, donde fe y razón, Gracia y naturaleza, teología y ciencias no se excluyan. Es Dios quien por don se revela y crea en el hombre la capacidad de recibir su Palabra; pero es el hombre quien con libertad cree y entra en contacto viviente con la Trinidad revelada. Su decisión no puede ser arbitraria ni ciega, y debe explicarse a sí mismo porqué da el paso de la fe. En su motivo formal el acto de fe transciende la razón; pero en su carácter de opción libre debe caer dentro del control del hombre, que no puede menos de preguntarse por el porqué de sus propias decisiones. En el ejercicio de la libertad y de la fe, el hombre no puede renunciar a su razón.
    La expresión praeambula fidei aparece en el siglo XIII en la Escolástica y presenta un doble significado. Ante todo una serie de verdades metafísicas, la existencia de un Dios personal, Señor del universo y del hombre; la intelectualidad del ser humano como apertura al Absoluto, su capacidad para la verdad y su libertad; el valor de los principios fundamentales del ser y de la ética; el dramático enigma del mal y del bien; que la razón puede probar y que la revelación supone, no en el sentido de que el conocimiento natural de las mismas deba preceder a la fe, sino en el de que su negación implicaría la lógica falsedad de las doctrinas reveladas y los Misterios de la fe carecerían de inteligibilidad y serían inaccesibles al hombre. Además, con la expresión preámbulos de la fe se designa también el hecho de la revelación, en cuanto conocido por la razón a través de los signos externos de credibilidad; y el Vaticano I definió la posibilidad de probar el origen divino del cristianismo partiendo de tales signos; mostrando que la fe no es irracional. Juan Alfaro
    La revelación exige del hombre un sí pleno e irrevocable, que imprime a su existencia un sentido definitivo; en la actitud de la fe la libertad humana alcanza su máxima intensidad. El hombre no debe tomar ni mantener una decisión de tal gravedad, si no está cierto de su obligación de aceptar el mensaje cristiano como Palabra de Dios. Debe poder discernir si su obligación de creer es ilusoria, subjetivista o absurda. Si no se quiere caer en que la fe es una decisión atolondrada y confusa, hemos de reconocer el valor de los signos externos de credibilidad, como garantía de la obligación de creer. El cosmos y el hombre, Cristo y su Iglesia son los signos supremos de la revelación divina.
    El conocimiento correcto de esos signos de credibilidad es anterior al acto de fe, pues en ellos se funda la certeza del deber de creer. La fe presupone la persuasión de que se puede y se debe creer, sin que me precipite en creencias fanáticas fideístas o degradantes racionalistas. La retroalimentación y convergencia entre ciencias, artes, filosofías, teologías y fe, que nunca hubieran debido distanciarse, nos introducen en el gozo de la Unitotalidad Cosmoteándrica Trinitaria propia de la Nueva Evangelización.

domingo, 25 de noviembre de 2012


132. Fe y razón en la Nueva Evangelización del Reino de Dios: Sal 149


    Canten a Yahveh un Cantar Nuevo, Shir hadash alábenlo en la Asamblea de los santos, Qajal jasidim que Israel se alegre por su Creador, y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. Melek Este salmo postexílico muestra las luchas que está manteniendo el pueblo para reedificar la Jerusalén terrenal, en medio de las dificultades de los que se les oponen; y cómo Yahveh se complace con su pueblo y salva a los humildes, anawim. Rey es el monarca soberano de un reino, Jefe de Estado y representante y símbolo de su nación. Puede tener o no poderes ejecutivos, legislativos y judiciales, y su autoridad es para desarrollar y hacer crecer el bien común de los ciudadanos. Al Creador se lo llama Rey por encima de toda autoridad humana y eclesial, a las que hay que respetar y obedecer si son legítimas y buenas. CEC, 1897-1904 Seis siglos después de este salmo, el Ap 1, 4-8  nos dirá. Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de Aquel que es, que era y que viene, de los siete Espíritus y de Jesucristo el Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Príncipe arjón de los reyes de la tierra. El Verbo de Dios está más allá de todo lenguaje, y aunque éste exprese la verdad, el Verbo la sobrepasa al Infinito. Cristo es el Rey Total, la Autoridad del Amor Absoluto, opuesto a cualquier arbitrariedad, que rige el cosmos, los seres humanos y los ángeles.  
    Anunciar que el Hombre Dios es Rey supone una revelación prodigiosa y liberadora de toda tiranía y esclavitud propia o ajena. Inseparable pero distinta de toda autoridad humana o eclesial, mi verdadero y Único Rey, que busca la redención de mi persona, y de todas las personas y el cosmos, es la Trinidad. La fe permite un conocimiento auténtico sobre Dios, que coenvuelve a todo mi ser. Se trata de un conocer, no racionalista, que da sabor a la vida, una forma alegre de existir. La fe no es fideísmo o voluntad de creer en contra de la razón. El creo porque es absurdo es contrario a la fe católica. Dios no es ningún absurdo, sino un Misterio. El Misterio no es irracional sino transracional. Es sobreabundancia de sentido, de significado y de verdad. Si contemplando el Misterio, la razón ve oscuridad, no es porque en el Misterio no haya luz, sino más bien porque hay demasiada Luz. Igual que al mirar al sol vemos negrura por enfocar tanta luz. La fe nos permite ver el Sol que es Padre Verbo Espíritu, quien se ha acercado al hombre, en la encarnación pascual del Hijo, y se ha ofrecido a su conocimiento, condescendiendo al límite creatural de su razón. Dei Verbum, 13
    Dios con su gracia ilumina la razón, le abre nuevos horizontes, inconmensurables e infinitos. Por este motivo, la fe es un fuerte incentivo para buscar siempre, sin detenernos ni desfallecer jamás, la verdad inagotable del Reinado de Jesús. Es falso el prejuicio de los que aseveran que la razón humana quedaría como bloqueada por los dogmas de la fe. Es todo lo contrario. San Agustín, antes de su conversión, buscó con inquietud la verdad, a través de todas las filosofías disponibles y las encontró insatisfactorias. Su fatigosa búsqueda racional es para él una pedagogía para el encuentro con Jesucristo Rey Universal. Al decir comprende para creer y cree para comprender es como si estuviera contando su experiencia vital. Ante la revelación divina, la razón y la fe no son extrañas o antagonistas, sino que ambas son condiciones para comprender su sentido, para recibir su mensaje auténtico, acercándose al umbral del Misterio. San Anselmo dijo que la fe es fides quaerens intellectum, donde la búsqueda de la inteligibilidad es un acto interior al creer. Y santo Tomás de Aquino se confrontó en el siglo XIII con la razón de los filósofos, mostrando cuánta vitalidad racional nueva y fecunda enriquece el pensamiento humano cuando se insertan las verdades de la fe en Cristo Rey. Benedicto XVI, Audiencia del 21/XI/2012
    La fe es razonable y nutre la confianza en la razón. Dios colgado de la Cruz con la tabella INRI, dictamen judicial de Pilato de la  causa de la pena de muerte, es ho lógos ho toû stauroû, la palabra de la cruz. 1 Cor 1, 18 Aquí logos significa tanto razón como palabra, y alude a la palabra porque expresa con palabras lo que elabora la razón del Misterio insondable de la fe. Sobre esta base, acerca del nexo fecundo entre entender y creer, se funda la relación entre ciencia, arte, filosofía, teología y fe. La investigación científica conduce al conocimiento de verdades siempre nuevas sobre el hombre y el cosmos. 
     El supremo bien de la humanidad, accesible en la fe, abre el horizonte en el que se debe desenvolver la investigación. Deben fomentarse las investigaciones puestas al servicio de la vida que tienen por objetivo erradicar las enfermedades; y descubrir los secretos de nuestro planeta y del universo, a sabiendas de que el hombre está en la cima de la creación, no para explotarla de manera insensata, sino para custodiarla y hacerla habitable según Cristo Rey. 
     La fe así vivida no está en conflicto con la ciencia, más bien coopera con ella, ofreciendo criterios básicos que promueven el bien de todos; pidiéndole que renuncie sólo al intento de oponerse al Proyecto de Dios y se produzcan efectos que se vuelven contra el mismo hombre. En la gran empresa humana de tratar de desvelar los misterios del hombre y del universo, hay necesidad urgente de diálogo constante y de cooperación entre la ciencia y la fe para edificar una cultura de respeto al hombre, de su dignidad y libertad, del futuro de nuestra familia humana y del desarrollo sostenible a largo plazo de nuestro planeta. Sin esta interacción entre fe y razón, las grandes cuestiones de la humanidad dejan el ámbito de la Verdad y se abandonan a la irracionalidad, al mito o a la indiferencia, con gran detrimento de la misma humanidad, de la paz y de nuestro destino último. Benedicto XVI, Complexity and Analogy in Science. Theoretical, Methodological and Epistemological Aspects, Academia Pontificia de Ciencias, 08/XI/2012
     Es razonable creer que si la ciencia es un aliado valioso de la fe para la comprensión del Plan de Dios en el universo, la fe permite al progreso científico realizarse por el bien y la verdad del hombre, fiel a este mismo Diseño. Por eso es crucial abrirse a la fe y conocer el Designio salvífico de Jesucristo Rey Total de ángeles hombres y universo, quien inaugura un nuevo humanismo, una verdadera Gramática del hombre y del cosmos, donde fe y razón se regocijan por su Rey, el Singular y Definitivo Rey  de la Vida, la Verdad y el Amor.

martes, 20 de noviembre de 2012


131. Enseñar a cuidar de los que están muriendo: 1 Re 1-2



    El rey David estaba viejo, muy avanzado en años, y por más que lo abrigaban no entraba en calor. Sus servidores buscaron una joven hermosa, Abisag la sunamita, para que lo sirviera y cuidara de él, durmiera entre sus brazos y así entrara en calor. Ya próximo a su muerte hizo varias recomendaciones a su hijo Salomón. Y David se fue a descansar con sus padres. Lo enterraron en la Ciudad de David. Dios siempre busca aliviar y consolar el final de la vida, cual parte integrante de nuestro proceso vital de pecadores arrepentidos. Nos pide aprender no sólo el arte de envejecer, tal vez la fase más difícil del arte de vivir, sino a cuidar de los moribundos. Cuando ya no hay nada que hacer, es cuando más ayuda necesitamos, para acabar nuestra peregrinación y salir de este mundo, yendo al Hogar de la Trinidad, ven hacia el Padre.
    Hay que recalcar que el moribundo está vivo, a punto de emprender su salto a la Vida Eterna. Hay que revalorizar estos últimos instantes o días con los cuidados que le aseguren el bienestar somático, psíquico y espiritual, con un acompañamiento terapéutico, humano y vigilante, competencia profesional y cariño que alejen el abandono, el menosprecio y cualquier sufrimiento inútil. Hoy, con el envejecimiento cariacontecido y sosegado en nuestros monasterios, debemos plantearnos la necesidad de una buena enfermería y de monjas y monjes enfermeros profesionistas, formados también en los aspectos médicos, deontológicos, institucionales, económicos y religiosos; que conlleva atender a los que moribundos, que mueren entre nosotros o en un Hospital, donde ya por leyes estatales el cuidado del enfermo se amplió al cuidado del moribundo.
    No se trata de manera única del conjunto de los medios higiénicos, terapéuticos y dietéticos; sino del care, del cuidar del final del otro, de tener cuidado de la persona que se está muriendo, y apela a otros valores éticos y espirituales que se deben aprender. La computadora puede determinar varios tratamientos, pero no respetar mi intimidad y pudor, acogerme, sostenerme, escucharme, animarme a entregarme como se entregó Jesús. Quien no está evangelizado no puede evangelizar, quien no posee ideas claras sobre su propia muerte no puede cuidar de mi muerte.
    El que cuida debe aprender a hacer acabar bien al moribundo, con cuidados tales como el confort, posición en la cama o el sillón, la estética que no es ningún lujo sino la revalorización del cuerpo que se extingue y deforma, la higiene sanitaria diaria en especial si no hay contención, el movimiento óseo muscular, las comidas, los medicamentos sin exagerar con opiáceos y analgésicos que lo dejan inconsciente sin necesidad, los paseos y toma de aire y sol, los contactos familiares y sociales, la espiritualidad y sentido vital, logoterapia, del sufrimiento y de la muerte.
    Hay que enseñar a abandonar este curso de la historia para iniciar otra historia, la del alma inmortal antes de la resurrección, sin cortar y más allá de esta historia terrena. Implica hacernos conscientes de que el pecado del mundo, la no aceptación de Jesús, con los pecados original personal y estructural; me han quitado la capacidad de integrar mi muerte o Pascua hacia el Padre, en mi existencia; de tal forma que no veo la muerte como un proyecto estupendo de Dios quien me recoge con ternura de este mundo pasajero a la Patria de la Trinidad. Proyecto al que me acoplo por Gracia en obediencia de fe, esperanza y amor. Ese hubiera sido el Paso de Adán y de todos, si no hubiéramos pecado. Es el Paso que da Jesús. Se entrega en libre obediencia al designio del Padre, y con la energía del Espíritu, alcanza la perfección de su humanidad en su Resurrección.
    Gran cantidad de muertes, sufrimientos tribulaciones fracasos, nos van alcanzando a lo largo de la vida, y la muerte es sin regateos nuestra suprema vocación. Dios nos llama con inexorable parsimonia, y lo único que nos queda es escuchar la voz de su llamada y seguirlo, tú sígueme. Jn 21, 22 Ahí experimentamos nuestra fragilidad, limitación y finitud. La muerte no es una puerta giratoria sino una portentosa, misteriosa e inimaginable transfiguración sin retorno. De ahí el miedo y la esperanza que conlleva, y Jesús comenzó a sentir temor y angustia, y dijo mi alma está triste hasta la muerte. Mc 14, 34 Con mayor o menor intensidad sentiremos el pavor de la muerte.
     Bajo el pretexto de amar la vida, el hombre se aparta de la muerte, y huye del enfrentamiento con ella. Pero la vida de la que se expulsa a la muerte es una vida falsa y truncada. La religión puede ser esta huida, del mismo tipo que la droga. Así se acusa a la fe de disfrazar a la muerte y su aspecto trágico con la perspectiva de una vida mejor. La ligereza del creyente, dogmático o ingenuo, puede a veces avalar esta hipótesis; pero la fe en sí misma no lo ha hecho. Burucoa, Jean Marie, El camino benedictino, Verbo Divino, Navarra, 1981, 172 p. 
    De ahí la importancia de lo que nos dicen la ciencia, la filosofía, el arte y la literatura universal, junto a la Biblia, sobre la muerte. Los ateos, los suicidas, los artistas angustiados, los enfermos mentales, los desesperados, los condenados a muerte y los delincuentes son también parte nuestra. No hay Eucaristía sin los lozadales que se purgan en el Sacramento de la Confesión. El sacerdote tiene en profundidad una de las vivencias más dramáticas del claroscuro del existir y desaparecer humanos, en este planeta por donde pasa presurosa, gozosa y doliente, la sombra de nuestro brevísimo peregrinar. 
    Deben enseñarnos la seriedad paradójica y la confianza amorosa de las últimas palabras del Hijo, Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu. Lc 23, 46 Y con David, despidiéndonos de quienes nos cuidaron, porque solos responderemos a esta última llamada, alcanzaremos el Descanso Eterno, en el Padre con nuestros padres, enterrados en el cementerio y en el Cielo, hacia la Parusía del Señor en la Nueva Jerusalén.  Sin olvidarnos que el lenguaje humano en que se expresa la Revelación, proveniente de la Trinidad Inefable Infinita, nos sobrepasa en todas las explicitaciones que le vamos dando en evolución homogénea, y que hoy necesitamos con urgencia nuevas expresiones debido a la complejidad y analogía en las ciencias en sus aspectos teoréticos, metodológicos, epistemológicos, y en su relación con el arte y la fe.

sábado, 17 de noviembre de 2012

  130. Caminos de desarrollo para discípulos misioneros en Evangelización: Hech 18, 24-28



    Un judío llamado Apolo, originario de Alejandría, había llegado a Éfeso. Era elocuente y versado en la Escrituras. Había sido iniciado en el Camino del Señor y, lleno de fervor, enseñaba lo que se refiere a Jesús, aunque no conocía otro bautismo más que el de Juan. Priscila y Áquila lo llevaron con ellos y le explicaron con exactitud el Camino de Dios. Y cuando fue a Corinto demostraba por las Escrituras que Jesús es el Mesías. Apolo nos muestra cómo podemos tener un conocimiento deficiente de Jesús, como ocurría con los discípulos de Emaús o el mismo Pedro en relación con la Pascua, Crucifixión Resurrección, de Cristo. Eso nos ocurre hoy al enfrentarnos con el reto de la Nueva Evangelización. Mientras el Papa prepara la Exhortación Postsinodal, comencemos con las pistas que la celebración del Sínodo nos ha dado. Nuestra confianza puesta en la Mujer Apocalíptica del Tepeyac, primera nueva evangelizadora de toda América, mostrándonos al Hijo de Téotl Dios.
    1. La Iglesia y su misión evangelizadora tienen su origen y fuente en el Misterio de la Trinidad según el Proyecto del Padre, la Obra del Hijo, y la Energía del Espíritu. La Iglesia es así signo e instrumento libre de esta misión de las Tres Personas del Único Dios en nuestro mundo. La evangelización es una actividad de Palabra Sacramento y Servicio que, en especial a través de la Eucaristía en sus dimensiones de Palabra Sacrificio Comunión Presencia y Servicio fraternal, nos admite a la participación en la Vida de la Trinidad, y por lo tanto suscita, con la Gracia del Espíritu Santo, el poder de evangelizar y dar testimonio de Jesús Resucitado con valentía y entusiasmo. Al ser signos e instrumentos libres, en constantes procesos de transformación, necesitamos educarnos, formarnos y transfigurarnos ante el desafío de la Nueva Evangelización.
    2. Es el momento del despertar a un nuevo testimonio del Amor de Jesucristo, de quien nadie ni nada podrá separarnos. Él es el centro de nuestra fe y el motivo de nuestra esperanza, e invita a cada miembro de la Iglesia a una renovación de la fe y a un esfuerzo real por compartirla; discerniendo en el mundo los signos de los tiempos que inciden en el quehacer de la Iglesia con una creciente toma de conciencia de los enormes cambios que se suceden en la actualidad con el secularismo el indiferentismo y el relativismo. Evangelización que puede entenderse de tres maneras. Ante todo evangelización ad gentes, a aquellos que no conocen a Jesucristo. Luego el continuo crecimiento de la fe en la vida de los creyentes. Por último, la Nueva Evangelización dirigida a aquellos que se han alejado de la Iglesia, hacia el reencuentro con el Hogar.
    3. La puerta a la Sagrada Escritura debe estar siempre abierta a todos los creyentes. En el contexto de la Nueva Evangelización, todas las oportunidades para el estudio de la Sagrada Escritura deben ser puestas a disposición. La Escritura debe impregnar las homilías, el kerigma, la catequesis, la mistagogía y todos los esfuerzos para transmitir la fe. Dada la necesidad de la familiaridad con la Palabra de Dios para el crecimiento espiritual de los fieles hay que animar a las diócesis, parroquias y pequeñas comunidades cristianas a continuar un estudio serio de la Biblia y de la Lectio divina, que es la lectura orante de las Escrituras. Dei Verbum, 21-22, 86-87
    4. A la luz de los 16 Documentos del Vaticano II, del Catecismo de la Iglesia Católica, del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, de Aparecida y demás Documentos del Magisterio y escritos de los teólogos especulativos, pastoralistas y misioneros; sigamos cuales fieles eslabones, el principio hermenéutico de la reforma en continuidad, dentro del único Pueblo de Dios, cadena ininterrumpida de transmisión de la fe. No separemos los vínculos teológicos, humanísticos y cósmicos entre evangelización, desarrollo y libertad, sea de cada persona como de la sociedad. Globalizados, no es posible pensar en la Nueva Evangelización sin la proclamación de la plena libertad de todo lo que oprime al ser humano por el pecado y sus consecuencias estructurales. Sin un compromiso serio con la vida y la justicia, y sin un cambio de las situaciones que generan la miseria de los descartados y la exclusión de los discriminados no puede haber progreso.
    5. Hay que prestar mucha atención al Camino de la belleza, al Pastor Hermoso, Jn 10, 11 signo de la Belleza revelada, que se nos da sin medida. Es importante dar testimonio a los jóvenes que siguen a Cristo, no solo de su Bondad y Verdad, sino también de la plenitud de su belleza. No se puede amar lo que no es bello. Confesiones, IV, 13, 20 Los artistas se sienten interpelados por la Nueva Evangelización y comunicadores privilegiados de esta. En la formación no debe pasarse por alto la educación a la belleza y a las artes sagradas de los templos, música y liturgia. Existe una especial vinculación entre filosofía, arte y religión, debido a la relación intrínseca con el enigma del mundo y de la vida común a los tres. Una comunidad que deja la filosofía cual sabiduría de vivir, dejará pronto las bellas artes y la contemplación. Trivializará la muerte, el sufrimiento y el amor; y bajo el dominio de lo utilitario y el consumismo, aparecerán falsificaciones e imitaciones fraudulentas desahuciadas de lo religioso, lo filosófico y lo artístico. En vez de oración, brujería; en lugar de arte, entretenimiento; en lugar de filosofía engolfamiento en las urgencias del día, la vanidad de las opiniones y la búsqueda de lo que me conviene en vez de la Verdad. Pieper, Josef, Defensa de la filosofía, Herder, Barcelona, 1970, 146 p. 
     Lo dicho por Tarvainen, una experta en educación en la Universidad de Jyväskylä de Finlandia, que impartió en noviembre pasado una clase muy celebrada en el WISE 2012, World Innovation Summit for Education, Cumbre mundial de la innovación para la Educación, sobre El profesor, el catalizador más importante para el éxito y la innovación en la Educación; puede aplicarse a la edificación de nuevos evangelizadores. La educación es un factor clave para el éxito social y humano y se enmarca en un sistema de cuatro coordenadas, calidad, eficiencia, igualdad e internacionalización. La educación es un elemento esencial para encontrar trabajo en el futuro, y para la seguridad y prosperidad de cualquier país. Los profesores en Finlandia, tienen competencia profesional y compromiso ético con su trabajo, autonomía e independencia en el aula, son expertos cualificados en pedagogía, una materia en la que han de superar un máster, son capaces de valorar y evaluar su trabajo educador y pedagógico y de trabajar en grupo y en comunidad, tienen conocimientos diversos y trabajan bien en equipo. Pero no se quieren quedar ahí. Se han propuesto mejorar en los siguientes aspectos, que les parecen esenciales para el mañana. Más competencia ética. Más y mejor competencia intelectual. Atención especial a la interacción y a la comunicación. Pulir la competencia social cultural y pedagógica. El futuro profesor es consciente de que si logra su propósito es querido y respetado por la comunidad. Se necesita aprobar un máster también para enseñar en cualquier nivel inicial. Debe integrar la teoría, la práctica y el conocimiento de los contenidos con la manera pedagógica de enseñarlos. Hay escuelas de entrenamiento para los profesores, quienes tienen que seguir estudiando y aprendiendo toda la vida. La educación de los profesores se basa en resultados de investigación probados.
    Nuevos Priscilas y Áquilas nos conducirán a miles de Apolos hacia los nuevos Caminos de Evangelización, fusionando dos átomos de Hidrógeno, seres humanos y Cristo Hombre Dios, en Uno de Helio, la Lámpara de la Ciudad ya sin sol y sin noche. Ap 21, 21-27

domingo, 11 de noviembre de 2012


129. Meditar qué clase de buena muerte desearía para mí: 2 Tim 4, 6-8



    Yo estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida es inminente. He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe y amé su Epifanía o Manifestación gloriosa. Sea la momentánea liberación de la prisión, o la muerte; lo cierto es que Pablo ya está entre la vida y la muerte; su muerte es más que previsible y el desmoronamiento hace progresos. Será decapitado por el Evangelio. No sabemos si la gracia del martirio nos será concedida, lo que sabemos es que de una u otra manera pronto moriremos.
   Es necesario recorrer un largo camino para asumir nuestra muerte, y acompañar la vida terrenal lo mejor posible, hasta nuestro deceso. Según Hazlitt ser joven es ser un dios inmortal. Aunque el joven vea morir y sienta ramalazos de terror ante su propia muerte, la patea hacia adelante, a él le falta mucho y tal vez no morirá. Es la diferencia entre juventud y ancianidad, entre inmadurez y madurez, entre las fantasías que empacamos y desempacamos y la realidad de que por el pecado entró la muerte; que para la fe católica tiene, cual todo otro mal un sentido último positivo, ya que la Trinidad no permitiría mal alguno sino sacara de él un bien mayor. Esta doctrina es diga de fe, si morimos con Cristo, viviremos también con Él. 2 Tim 2, 11
    Llega pues el plazo en que nos queda un día, dos semanas o tres meses, y los signos premonitorios de la muerte se hacen presentes. Parálisis, ataques a centros nerviosos o arteriales, dolores musculares intolerables, infecciones urinarias o pulmonares, nos ponen al borde de la asfixia, imposibilidad de deglutir, e hipoglucemia. Deterioro y debilitamiento que no nos deja atendernos a nosotros mismos. El cuerpo pone en pie todas sus defensas y lucha evocando la agonía. Se percibe que la situación es irreversible. Los cambios psicológicos suelen ser inquietud, tormento, miedo, desconcierto, angustia, agresividad o aceptación, agitación, depresión, mutismo y decatexis o coma, sin posibilidad de comunicarse con los que le rodean, si no se muere solo. Los signos de la muerte se imponen a los de la vida. Como  pasó con san Benito que al percibirlos pidió ser llevado al Oratorio. Y en la Eucaristía, comulgando, murió de pie. Esa es la muerte que suplico para este pobre monje y pastor cuya existencia giró alrededor del Altar. Por supuesto, luego de orar que no se haga mi voluntad sino la de nuestro Abba que tanto nos ama. Él sabe mucho mejor que nosotros cómo nos llevará a la Vida Feliz.
    No olvidemos, hasta su muerte real, el moribundo es una persona viva. En consecuencia los cuidados paliativos son su derecho y nuestro deber. Los sufrimientos físicos pueden atenuarse en el 93% de los casos, lo que le permite retomar el sueño, conversar y mantener su mente y libertad aun para sus últimos deseos o determinaciones. El sufrimiento psicológico y espiritual puede verse también atenuado por la ayuda multidisciplinar de personal especializado. Y sus vivencias religiosas hay que respetarlas, que se ore junto a él o se lo deje en silencio con Dios. La Iglesia no acepta la eutanasia porque desea que muramos en  la ternura, viviendo nuestro último instante. Es posible prever la proximidad de la muerte pero es imposible determinar su momento exacto. Por ello la vida terminal continúa y es vida al ritmo de los acontecimientos sociales, bajo el signo de lo que sucede hoy, con sus crisis y superaciones. Jomain, Christiane, Morir en la ternura. Vivir el último instante, Paulinas, Madrid, 1989, 183 p.
    Los cristianos confesamos que el Hijo de Dios, nos ha salvado y liberado porque se encarnó, verdadero Dios y verdadero Hombre, murió crucificado y resucitó de entre los muertos. Después del cisma del 1054 con la Iglesia Oriental y la Reforma protestante del 1517, sin embargo, hemos enfatizado uno de esos aspectos y creado tres visiones antropológicas con vivencias espirituales distintas. La antropología católica está en la Encarnación representada en la imagen del Sagrado Corazón, Cristo mientras vivió como hombre en este mundo. El católico se siente acogido por Dios a través del consolador abrazo del Salvador. El catolicismo echa el ancla en el Hombre como soporte de salvación, y el compromiso sociopolítico es típico de los católicos. La antropología protestante está en el dramático realismo de la Cruz. La naturaleza humana, después del pecado, quedó tan desfigurada que sólo nos resta mirar a Dios con la cabeza gacha, sin decir ni pretender nada. Sólo la Sangre del Crucificado cayendo sobre nosotros nos cubre y libra del castigo eterno. La antropología ortodoxa contempla a Jesús Resucitado que tiende la mano a Adán y Eva, a toda la humanidad, para llevárselos al Paraíso recobrado, al Reino de su Manifestación gloriosa. Tocados por las energías increadas viven ya en la tierra un anticipo de divinización escatológica iluminados por la Luz Tabórica.
    Nuestra muerte tiene que ver con los matices de la práctica de nuestra fe. Esos énfasis los vivimos, de la timba al tambo, estemos donde estemos. Optemos ya por la fe en el Verbo hecho carne de pecado. Ayudémonos a morir abrazados a la Cruz del Hombre Dios en comunión con Todos. Y creamos que en nuestra muerte el Resucitado nos vendrá a buscar.

viernes, 2 de noviembre de 2012


128. Juan de Ávila y la escucha de Jesús que nos diviniza en su Iglesia: Sal 45



     Me brota del corazón un hermoso poema. Dedico mis versos al rey. Mi lengua es como la pluma de un hábil escribiente. Tú eres guapo, el más guapo de los hombres, la gracia se derramó sobre tus labios, y tu trono, como el de Dios, permanece para siempre. Escucha, hija mía, Audi filia mira y presta atención. Olvida tu pueblo y tu casa paterna, y el rey se prendará de tu hermosura. Este salmo es un poema nupcial cantado durante las bodas de un rey israelita con una princesa extranjera. La primera parte está dedicada al rey, y la segunda a su esposa. El libro más famoso del Maestro Juan de Ávila que comenzó a escribir cuando estaba en la cárcel en 1531 y se publicó de manera clandestina, 25 años después en 1556, se llama Audi filia. Felipe II la estimó tanto que mandó nunca faltara en El Escorial, y el obispo de Toledo dijo que ese libro había convertido más almas que letras tenía. Juan nació en Almodóvar, el 6/I/1499. Apasionado sacerdote diocesano, predicador, estudioso y escritor espiritual. Beatificado por León XIII en 1894, Pío XII lo declaró Patrono del clero español en 1946, Pablo VI lo canonizó en 1970 y Benedicto XVI lo proclamó doctor de la Iglesia el 7/X/2012 junto a la mística alemana Hildegarda de Bingen, en la misa de apertura del Sínodo sobre la Nueva Evangelización.
    Hijo único de Alfonso de Ávila, de ascendencia judía, y Catalina Gijón, quienes poseían minas de plata en Sierra Morena, muy ricos y de elevada posición social, lo hicieron estudiar leyes en Salamanca desde los 14 años, pero a los cuatro años dejó los estudios empujado por su búsqueda vocacional y se retiró a su natal Almodóvar, donde comenzó una vida de dura penitencia desde los 18 a los 21 años. Aconsejado por un franciscano, se marchó en 1520 a estudiar Artes y Teología a Alcalá de Henares hasta 1526. Allí fue alumno de Domingo de Soto y trabó amistad con Pedro Guerrero, futuro arzobispo de Granada; también trató a Francisco de Osuna y a san Ignacio de Loyola. Durante los estudios fallecieron sus padres y, al ordenarse sacerdote en 1526, celebró en memoria suya su primera misa en Almodóvar, vendió todos los bienes de la cuantiosa fortuna que había heredado y repartió el dinero entre los pobres, para después, con libertad, dedicarse a la evangelización, empezando por su mismo pueblo. Un año más tarde se ofreció como misionero al nuevo obispo de Tlaxcala en México Julián Garcés, pero el obispo de Sevilla, Alonso Manrique, le pidió que dejara esa idea y evangelizase Andalucía, a la que se entregó de lleno. Su teología orante y sapiencial se acerca al pueblo simple y español con su idiosincrasia manchega.
    Su habilidad como predicador provocó envidias y malos entendidos. Algunos clérigos lo denunciaron ante la Inquisición de Sevilla en 1531, cuando tenía 32 años y 5 de presbítero. Encarcelado en el Castillo de San Jorge de Triana hasta 1533 y acusado de Erasmismo, entente entre reformados y católicos, hubo 5 testigos acusadores contra 55 a su favor. Se lo absolvió con la salvedad de haber proferido en sus homilías y fuera de ellas algunas proposiciones male sonans, y bajo pena de excomunión, que las aclarase en los lugares donde las había predicado. Decidió dejar Sevilla y se incardinó a la diócesis de Córdoba. Siguió estudiando en la Universidad de Granada.
     Juan fue en vida un santo entre muchos santos. Contemporáneo, amigo y consejero, de grandes santos y uno de los maestros espirituales más prestigiosos y consultados de su tiempo. San Ignacio de Loyola, que le tenía gran aprecio, deseó que entrara en la Compañía de Jesús; no sucedió así, pero el Maestro orientó hacia ella una treintena de sus mejores discípulos. Juan Ciudad, después San Juan de Dios, fundador de la Orden Hospitalaria, se convirtió escuchando al Santo Maestro y desde entonces se acogió a su guía espiritual. El muy noble San Francisco de Borja, otro gran convertido por mediación del Padre Ávila, terminó siendo Prepósito general de la Compañía de Jesús. Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, difundió en sus diócesis y por todo el Levante español su método catequístico. Otros conocidos suyos fueron San Pedro de Alcántara, provincial de los Franciscanos y reformador de la Orden; San Juan de Ribera, obispo de Badajoz, que le pidió predicadores para renovar su diócesis y, arzobispo de Valencia después, tenía en su biblioteca un manuscrito con 82 sermones suyos; Teresa de Jesús, hoy Doctora de la Iglesia, que padeció grandes trabajos hasta que pudo hacer llegar al Maestro el manuscrito de su Vida; San Juan de la Cruz, también Doctor de la Iglesia, que conectó con sus discípulos de Baeza y le facilitaron la reforma del Carmelo masculino; el Beato Bartolomé de los Mártires, que por amigos comunes conoció su vida y santidad y algunos más que reconocieron la autoridad moral y espiritual del Maestro. Carta apostólica del Papa Benedicto XVI mediante la cual proclama a san Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia Universal
      Buen conocedor de su tiempo y con óptima formación académica, Juan de Ávila se destacó como teólogo y humanista. Propuso la creación de un Tribunal Internacional de arbitraje para evitar las guerras. Inventó y patentó obras de ingeniería y preocupado por la educación de niños y jóvenes, sobre todo de los seminaristas, fundó varios Colegios menores y mayores que después de Trento, se convirtieron en Seminarios conciliares. Fundó asimismo la Universidad de Baeza, autorizada en 1538 por una Bula del Papa Pablo III en la que lo llama predicador insigne del Verbo de Dios. En 1554 enfermó de gravedad y se retiró a una casa en Montilla. Ahí estuvo sus últimos 15 años y, aunque desmejorando cada vez más, siguió activo ejerciendo su apostolado  por medio de sus obras literarias y su enorme correspondencia. Nombrado asesor teológico en las dos últimas sesiones de Trento, al no poder viajar redactó los Memoriales que influyeron en el Concilio. Junto a sus discípulos y amigos y aquejado de fortísimos dolores, con un Crucifijo entre las manos, entregó su alma inmortal al Señor el 10/X/1569.
    Dice que los sacerdotes en la misa deben ponerse en el altar en persona de Cristo a hacer el oficio del Redentor, encarnando con humildad, el amor paterno y materno de Dios. Ello requiere frecuentar la Palabra y la Eucaristía, ser pobre, ir al ambón templado por el estudio y la oración, anunciar la primacía de la Gracia y la confianza en el infinito Amor que Dios nos tiene, amando a la Iglesia Esposa del Resucitado. Al enseñar aludía sin cesar al bautismo y a la redención para impulsar a la santidad. Explicaba que la vida espiritual, participación en la vida trinitaria, parte de la fe en Dios Amor, se basa en la bondad de Cristo y está toda ella movida por el Espíritu; es decir, por el amor a Dios y a los hermanos. La prueba del amor a Jesús está en el amor al prójimo y en el aprecio a las cosas creadas ordenadas por el Amor. Invita a ser fervorosos misioneros, desde la dimensión eclesial y mariana, a partir de la contemplación y la propia divinización. Escucha Hija Iglesia, mira y presta atención, a lo que te dice tu Señor, Jesucristo Rey Universal.