lunes, 31 de octubre de 2011

44. En muerte vivificante con el Invisible Dios de los vivientes: Heb 11, 23-28


    Por la fe, Moisés compartió el oprobio del Mesías y huyó de Egipto, sin miedo a la furia del rey, y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible, aóraton. Mientras habitamos en el cuerpo, caminamos en la fe, no en la visión. 2 Cor 5, 7 La fe es de non visis, oscura como noche, está en las realidades que no vemos, no en las que vemos. Aun las visiones místicas pueden estorbar nuestra fe, pues no muestran el Misterio del Resucitado y la Trinidad sin velos, que sólo logrará la visión beatífica, ya que ninguna criatura ni alguna noticia nos puede servir de medio próximo para la divina unión con Dios, aunque no son las criaturas las que nos separan de Dios sino nuestro apego a ellas. Juan de la Cruz, Subida, II, 8 Por eso la fe se convertirá en motivo de alabanza el día de la revelación de Jesucristo. Porque lo amamos sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, nos alegramos con un gozo indecible, seguros de alcanzar el fin, télos de esa fe, que es la Salvación. 1 Ped 1, 7-9
    La muerte es el fin de la peregrinación terrena del ser humano. Contamos con un tiempo limitadísimo de gracia y amor que Dios nos ofrece para realizar nuestra propia vida terrena, y decidir nuestro último destino. Los hombres morimos una sola vez. Heb 9, 27 Y no hay reencarnación después de la muerte, ya sea en sentido vitalista occidental, de que en una sola vida no se pueden realizar todas sus posibilidades y es bueno volver; o en el sentido punitivo oriental, por el karma que debe ser eliminado si uno no llegó a la purificación total de sus vicios en la vida anterior. Además, el estado definitivo en que nos coloca la muerte no es una especie de mortaja paralizante, sino al contrario. El alma saltará danzando en procesos creativos de desarrollo que nunca terminarán al encontrarse con el Dinamismo Infinito del Dios Viviente. La vida de los que creemos en el Resucitado no termina sino que se transforma y entra en otras dimensiones de impensables despliegues.
    De aquí que sea salvífico que en nuestros monasterios tengamos tan cerca el cementerio, como un Jardín donde duermen, koimízo los que serán despertados por el Resucitado. Y visitarlo a menudo con la Biblia del Señor entre nuestras manos orantes es un regalo. Claro, allí nos enfrentamos con El Invisible del Reino. Por un lado está el silencio de las tumbas, el rumor de los altos pinos que se alimentaron de los cadáveres de nuestros hermanos y hermanas que hemos inhumado, la soledad de las altas montañas con sus bosques, nuestros inútiles chismorreos interiores que nos distraen de Dios y nuestra propia y muy cercana desaparición del escenario de este mundo. Pero la fe es de las realidades que no vemos y podría ser que cada tanto estallara una tormenta, un rayo de luz incendiara la zarza de Moisés, nos postráramos en tierra, y el Fuego del Espíritu nos diera un atisbo del Invisible, liberándonos de condicionamientos culturales y abriéndonos más la Puerta de la pura fe.
    Jesús fue bien conciente de su muerte y se tomó muy en serio el tiempo limitado que el Padre le marcó para cumplir la misión que le había encomendado. Pero jamás le dio a la muerte el mismo peso que tiene la Vida. Para Él es más importante la Vida que la muerte, y si la muerte importa es sólo para expandir más el gozo de la Vida en abundancia, como el grano de trigo que cae en tierra y da mucho fruto. Jn 12, 24 Tenemos que estar obsesionados con la Vida, no con la muerte, pues con su muerte ya destruyó todas nuestras muertes. Y si el combustible de la vida es la muerte, es para transmitir a los demás la Vida. 2 Cor 4, 12
    Toda espiritualidad tristona y mortecina  viene del mal espíritu, el cementerio no es muerte sino un sueño feliz en dínamo de Vida. La Vida en el Espíritu Bueno es una implosión bienaventurada de fuegos artificiales divinos. La zarza que arde sin consumirse, con llama que consume y no da pena, Cántico, 38 que muere irradiando Luz, se lo dijo al que se mantuvo firme como si viera al Invisible, mucho más allá de las sombras visibles. Dios no es un Dios de muertos, sino de vivientes, Todos, en efecto viven para Él. Lc 20, 38   
43. La muerte o salir al encuentro creativo del Invisible: Fil 1, 21- 26


    Me siento urgido de ambas partes. Deseo partir para estar con Cristo, ya que es mucho mejor porque para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia. Pero por el bien de ustedes tal vez es preferible que permanezca todavía un tiempo en este cuerpo. Sabemos que el gran enigma de la vida humana es la  muerte. Todo ser humano sufre con el dolor y el desgaste de su cuerpo a medida que envejece. Pero su máximo tormento es el miedo ante la posibilidad de su desaparición perpetua. Juzga con el instinto certero de su corazón, cuando se resiste a aceptar la perspectiva  de la ruina completa de su persona y de un adiós definitivo que se perdería en la nada.  La extraña y maravillosa semilla de eternidad que llevamos dentro, por ser irreductible a la sola materia, se levanta contra la muerte. GS 18 Cristo ha transformado el enigma, realidad oscura de la que no se puede casi adivinar su significado, en un misterio y revelación, que mucho nos esconde y algo sublime nos aclara.
    Sabemos también que Dios no hizo la muerte ni se complace en la perdición de los vivientes. Sab 1, 13 La muerte es consecuencia del pecado, de haber rechazado el Contacto permanente con la Vida de la Trinidad. La muerte no entraba en el proyecto del Creador. Y nos habríamos liberado de ella si no hubiera habido pecado. Es el último enemigo que tenemos que vencer. 1 Cor 15, 26 En el amor al Dios de la Vida está nuestra liberación. Nunca debemos anhelar la muerte sino la Vida plena en Dios. Pues el terror ante la muerte es ya la muerte misma. Lutero Hace poco se suicidó un abuelo de 77 años, pobre y viudo, que había quedado solo en el campo de su Ranchería, por la ida de sus hijos que buscaron en Canadá horizontes más prósperos. Su miedo a la soledad, el aislamiento y el abandono ya fueron su muerte, pues la muerte nos comienza a atenazar matándonos de mil formas en plena vida.
    Jesús nos tiene que abrir la Puerta de la Fe, y nosotros entrar libres y gozosos por ella, para que la muerte sea transfigurada por su Cruz y Resurrección. Él dio la Vida al mundo por su muerte gloriosa, a la que a pesar de su angustia y sudores de sangre, se entregó con total libertad. Porque en la muerte el Padre llama a cada hombre hacia sí y le da la energía portentosa del Espíritu para que con su aceptación, por su Pascua entre en el Misterio de la Vida Trinitaria, en comunión con todos sus queridos hermanos, ya purificados y embellecidos que, en la historia de su peregrinar, lo precedieron y lo seguirán.
    En profundidad este terror a la muerte la produce, no sólo el dolor que conlleva, sino que estamos encorvados sobre nuestro falso yo, homo incurvatus in se; apegados, ilusionados y condicionados por las criaturas, en las cuales engañados, pusimos toda nuestra felicidad. Cuando nos desencorvamos y nuestra contemplación se centra en nuestro Sí mismo que es nuestra vida en Cristo y la muerte una ganancia fabulosa, desaparece el aguijón de la muerte que es la esclavitud del pecado, y liberados nos entregamos al Dios Invisible.
    Aquí nuestra vida, verdad y amor en Dios son imperfectos, a través de las criaturas como en un espejo borroso. Pero después de la muerte, o del purgatorio, en el Cielo lo veremos tal cual es. Nuestros rostros ante los Tres Rostros del Invisible que se nos hará Visible al espíritu, por la visión beatífica en la Luz del Resucitado, de forma inmediata, desnuda, clara y patente, sin mediación de creatura alguna que fuera como un objeto, ya que será el abrazo de amor eterno con las Tres Personas Increadas de la Trinidad. Morir para que el Invisible se me vuelva Visible, eso es morir en Cristo para entrar en la plenitud del vivir en Cristo.
    Por eso creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celestial. Creemos que todos nos unimos en una sola Iglesia donde están a nuestra disposición la Vida, la Verdad y el Amor de la Trinidad que se nos entregará sin velos; de Jesús, María y José; y de todos los ángeles y santos, que sin cesar ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones. Mientras esperaremos alegres la resurrección de nuestros cuerpos, el Juicio final y la transfiguración del Universo en Cielo y Tierra nuevos, afianzados para siempre en la Consumación Total que nunca será Final, pues seguiremos desarrollándonos por toda la eternidad  en un clima creativo de comunión, misión y felicidad sin fin.

sábado, 29 de octubre de 2011

42. El Encuentro nupcial con la Trinidad en la Vida Eterna: Ap 19, 1-8


    Oí el clamor de una enorme multitud que estaba en el cielo y exclamaba, Dios ha condenado a la famosa Prostituta que corrompía la tierra con su lujuria, estableciendo su Reino; porque han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha preparado. Bienaventurados los que son invitados al banquete de bodas del Cordero. La Prostituta es Babilonia, y es ayudada por la bestia escarlata de las Finanzas y el Estado ateo, a la que el Dragón satánico le da su poder; y la bestia del falso profeta o la propaganda mentirosa, el 666 ó 616 del César es Dios. Es la ciudad sumergida en el secularismo salvaje que excluye a Dios y a los Padres, los Profesores y los Pastores; y entroniza a los Poderes, los Politizantes y los Publicistas. Las tres P de los expertos en Aparecida Se llama también Roma, Sodoma, Egipto, Jerusalén donde Dios es crucificado; y cualquier ciudad santa y pecadora, donde Cristo con sus misioneros son excluidos hasta el paroxismo. Los cristianos no podemos identificarnos con esos cotilleos superconsumistas y habrá que resistir hasta el martirio.
    Dios nos revela que Babilonia madre del pecado estructural, que influye en el personal y viene de la rayadura en el ADN del original, concentración inmensa del Mal, tarde o temprano será destruida, y surgirá la Mujer Pura, la Jerusalén Celestial, la Esposa del Cordero que se unirá para siempre con Él por el Banquete de bodas. Los ángeles, los mártires y los santos, comprometidos con la Iglesia peregrina, cantan cuatro veces un Aleluya triunfal, Alabad a Yahveh, única vez que se da en la Nueva Alianza. Porque los Proyectos de Dios son verdaderos y justos y la Iglesia llena de tribulaciones, ve el cumplimiento de esas Promesas en que no cejó de colocar su esperanza, y ahora los santos se visten de lino deslumbrante de blancura, el signo de sus buenas obras. No hay aislamiento en la Comunión de todos los santos peregrinos, purgantes y celestiales.
    Se nos da un anticipo de cómo será el Encuentro con la Trinidad más allá de la muerte. No se trata de un aburrido ver estático de un objeto que estaríamos obligados a contemplar; sino de la beatificante, dinámica y vital comunión entre Sujetos, Personas que se conocen, se aman y se interpenetran en una generatividad matrimonial y familiar cada vez más creativa y novedosa en epéktasis sin fin. La visión beatífica de las Tres Personas de Dios cara a cara o tal como son, sin mediación de ninguna criatura que tenga razón de objeto visto, sino mostrándose Dios de modo inmediato y desnudo de manera clara y patente, Definición dogmática Benedictus Deus, Benedicto XII, año 1336, Denzinger-Hünermann 1000-1012 es una interrelación yo-tú-él-nosotros-ustedes-ellos, que participa en la conducción  divina del Universo que ejerce Jesús resucitado. El trabajo es parte esencial de Dios, y en el Cielo trabajar será una explosión de Gozo. Mi Padre trabaja y yo también trabajo. Jn 5, 17 Unidos al Cristo glorioso en la energía del Espíritu y en diálogo ininterrumpido con nuestro Abba, influiremos en el Mundo y su historia para que alcance su Consumación Total. Una eternidad sin trabajo sería un eterno bostezo.
  La trilogía yo-tú-él nunca será anulada. No hay fusión ni fisión alguna en el Cielo, no desapareceremos ni en la Nada ni en el Todo impersonales; sino que las Tres Personas del Único Dios se nos entregarán, permaneciendo siempre al Infinito trascendentes, y se nos irán desvelando más y más con una alegría indecible, a medida que penetremos en su Vida Eterna. Y cada ángel, cada ser humano y cada cosa guardará su parte de misterio tal como aquí en la tierra; aun nuestros parientes, amigos y enemigos que se regocijarán con nosotros. Eso, lejos de ser un sufrimiento lacerante, imposible en el Cielo, será un estupendo regocijo, el redescubrimiento incesante de la realidad y dignidad de la persona subsistente, que está de pié con su secreto por debajo y guarda su misterio procedente del mismo Misterio de Cristo. Algo que agotaríamos lo desecharíamos y Dios no es descartable.
    El Resucitado, hecho Cuerpo Espiritual en las Bodas del Cordero, ejercerá una función especial en reunir a todos los ángeles y los seres humanos con el universo, ya que Él reconcilia en Sí mismo todo lo que hay en la tierra y en el cielo restableciendo la Paz. Col 1, 20 Si el infierno es el aislamiento absoluto, y el condenado está convencido que es el único que por su libre decisión cortó toda comunión y está allí él solo; el Cielo no es vivir a solas, ni menos a solas con Dios, sino en una Danza revitalizante, con música callada y soledad sonora, de una muchedumbre inmensa, con el ruido de grandes aguas y el fragor de fuertes truenos. Introducidos por el Costado abierto del Corazón de Jesús, en los Tres Círculos Infinitos de la Trinidad, nos adentraremos, de luz en luz y de gloria en gloria, en la Espesura Dinámica de la Vida Total.

viernes, 28 de octubre de 2011

41. Dios y su Iglesia abren la Puerta de la fe: Hech 14, 19-28


    A su llegada reunieron a la iglesia y les contaron todo cuanto Dios había hecho junto con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la Puerta de la fe. Estamos alrededor del año 43. Bernabé y Pablo acaban de terminar su misión, en el Espíritu Santo, por Chipre y seis ciudades de Asia Menor, y regresan a la Comunidad de Antioquía que los había enviado imponiéndoles las manos. Esta metáfora de La Puerta de la fe, thýran písteos, porta fidei la emplea Pablo también en 1 Cor 16, 9; 2 Cor 2, 12 y en Col 4, 3 dice que es la Puerta de la Palabra, el misterio de Cristo. De aquí que esta Puerta de la fe introduce en la Vida íntima y dichosa de comunión con las Tres Personas del Dios Único, Ser y Amor, que habita en la Luz inaccesible. Sólo Él abre esta Puerta, teniendo como signos e instrumentos de esa apertura a los discípulos misioneros.
    El umbral de esa Puerta se cruza, cuando la Palabra del Señor es anunciada y el corazón se deja transformar por la Gracia, y entramos en el inicio del Reino, en un Universo Nuevo. Atravesarla significa emprender un Camino que dura toda la vida, pasa por la libre entrega a nuestra muerte próxima, y nos introduce en la Vida Eterna de la Trinidad, con todos los ángeles y santos, y el cosmos transfigurado en la Jerusalén Celestial que desciende de Dios, su Skené entre los hombres. Ap 21
    Benedicto XVI convocó a un Año de la Fe, que comienza el 12 de octubre de 2012, a los 50 años de la apertura del Vaticano II y a los 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. La fe implica que creo en unos contenidos bien definidos por la Biblia, la Tradición y el Magisterio, y que me entrego con amor y plena libertad a los proyectos de un Dios que me ama y a quien amo. Proyectos que comparto, en la esperanza que no defrauda, y propongo con inmensa alegría a los que me rodean, para que juntos edifiquemos un inicio de mundo mejor pervadido por el Reino de las Bienaventuranzas. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un acto privado, sin testimonio y compromiso público.
    La fe es decidirse a entrar en diálogo constante con la Trinidad que tiene cuidado amoroso del mundo entero, y pide así la responsabilidad social y ecológica del que cree en comunión eclesial, Creo y Creemos son inseparables. Un amor y esperanza que no tengan claros contenidos de fe enunciados en el CEC, son una ensoñación de un vago y nebuloso misterio que termina en la desilusión. La fe sin el amor no da el Fruto del Espíritu, pero un amor sin contenidos de fe es un etéreo e inestable sentimiento a merced de las dudas que sin tregua nos amenazan. Cristo, en la expresión Total del Credo, los Sacramentos y la Vida ética y orante del cristiano, es el Único Misterio de Dios, en quien creemos, alabamos y evangelizamos.
    El CEC tiene 2865 especificaciones sobre el Misterio inaccesible y sagrado de Dios que tengo que redescubrir, estudiar y orar. Nunca debemos entregarnos a un misterio que no se nos haya hecho accesible por revelación buena y verdadera. Jamás creería en un Dios sin energía, mentiroso y odioso; no sea que caiga en manos de la brujería, la magia negra, el esoterismo y las fuerzas ocultas del demonio; en vez de ir al encuentro de las Tres Personas de la Trinidad en la Pascua liberadora de Cristo, Rostro humano de Dios y Rostro divino del hombre. Hoy nos enfrentamos a una situación desconocida hace 70 años. Hay millones de bautizados sin fe. Están sacramentalizados pero no kerigmatizados y catequizados, no se han contactado con las verdades sobrenaturales que trascienden la razón; desconocen, relativizan y hasta se oponen a la fe, la celebración y la moral reveladas, aunque quieren seguir siendo católicos, y los amemos ofreciéndoles el Pléroma.
    Ya hay interrogantes sobre si es posible dar el sacramento del Matrimonio, la radicalidad del bautismo y confirmación de la Vida consagrada, o el Orden sagrado del estado clerical a personas que no han pasado por el kerigma y la catequesis y no están dispuestas a una mistagogía de por vida. Podrían ser expertos en su vocación, como otros lo son en su profesión, por así decirlo, pero les falta la Piedra angular de Cristo en el Catecismo y la Doctrina Social de la Iglesia, como lo poseíamos ya en nuestra adolescencia, los que hoy somos ancianos.
    Necesitamos un Viento fresco de entusiasmo creativo, Robinson, Ken, Todos nuestros futuros: creatividad, cultura y educación franco y valeroso, por encontrar nuevos métodos, nuevas ideas y palabras, nuevo fervor, sin miedo a las tecnociencias de la globalización, pues entre fe y ciencia no hay conflicto alguno, ambas por caminos distintos, tienden a la Verdad.  Así Dios reabrirá con nosotros la Puerta de la fe a muchísimos que lo esperan con ardor.

miércoles, 26 de octubre de 2011

40. Abrir la Puerta de la fe, fuente de la vida en el Espíritu: Heb 11


    Por la fe, comprendemos que la Palabra de Dios formó el universo, de manera que lo visible proviene de lo Invisible. Sin fe es imposible agradar a Dios, porque quien se acerca a Dios debe creer que existe y es justo remunerador de los que lo buscan.  Por la fe huimos de la esclavitud de Egipto, sin temer la furia de las persecuciones que jamás faltan a la Iglesia, y nos mantenemos firmes como si viéramos al Invisible que vive y nos ama. Las virtudes humanas se arraigan en las tres teologales que adaptan las facultades del ser humano para que se divinicen en las Tres Personas de Dios. Infundidas por Él en nuestro ser, son la garantía de la presencia y de la acción de la Trinidad en nosotros. La obediencia de la fe es la fuente de la vida en el Espíritu. Es pasar de las sombras a la Luz del Resucitado, entrar en el Hogar trinitario, en la escucha de la Palabra del Señor que sale a nuestro encuentro y nos revela su Vida su Verdad y su Amor, y la Iglesia nos los propone para que nos entreguemos con entera libertad a sus Proyectos. El discípulo misionero no sólo debe guardar la fe y vivirla, sino también difundirla pues la fe se fortalece creyendo y anunciándola. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Quien cree en Él no quedará confundidoRom 10,10-11 e Is 28, 16
    El don de la fe permanece en quien no peca contra ella, pero sin obras está muerta. Sant  2, 26 Gracias a la fe viva, Cristo plasma toda la existencia humana en la novedad radical de su Cruz y Resurrección. Los pensamientos, afectos y pulsiones viscerales, la mentalidad y el comportamiento del hombre se purifican y transfiguran en un proceso que no termina en esta vida. La fe que actúa y alcanza su cumbre por el amor, Gal 5, 6 caminando por la esperanza, se convierte en un nuevo criterio para nuestras inteligencias múltiples y acciones que cambian nuestra vida entera, y de quienes se benefician con nuestra transformación.
    No es la primera vez que la Iglesia es llamada a celebrar un Año de la fe. Pablo VI, proclamó uno parecido en 1967, para conmemorar los 1.900 años del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo. Lo concibió como un momento solemne para que en toda la Iglesia se diese una auténtica y sincera profesión de la misma fe. Además, quiso que ésta fuera confirmada de manera individual y colectiva, libre y consciente, interior y exterior, humilde y franca. Las grandes transformaciones que tuvieron lugar en aquel Año, el Mayo francés, hicieron que la necesidad de dicha celebración fuera todavía más evidente. Ésta concluyó con la Profesión de fe del Pueblo de Dios, para testimoniar cómo los contenidos esenciales que desde siglos constituyen el patrimonio de todos los católicos tienen necesidad de ser estudiados, explicitados y profundizados de manera siempre nueva, con el fin de dar un testimonio coherente en nuestras nuevas condiciones de un cambio histórico mundial.
    Pablo VI, con los padres del concilio Vaticano II, vieron la necesidad de que la Iglesia no se distanciara de su realidad católica y del Mundo, y así el 15/IX/1965, con el Motu Proprio Apostolica sollicitudo, creó el Sínodo de Obispos con la misión de ayudar al papa y a los pastores a realizar su servicio de liberación en la Iglesia universal. El primero se realizó en 1967, estando yo estudiando en Roma y teniendo la oportunidad de conversar con varios padres y peritos sinodales. El tema fue la Preservación y fortalecimiento de la fe católica, su integridad, su fuerza, su desarrollo, su coherencia doctrinal e histórica. Hemos tenido 24 Sínodos, el 25 será en el 2012 y tratará de La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.
    La Iglesia, como Cristo, tiene que abrir La Puerta de la Fe, Hech 14, 27 para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la Vida en abundancia. Sucede hoy que los cristianos se preocupan por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia los contenidos de la fe según el CEC, son desconocidos o negados. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que ya sea así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a millones de bautizados que no tienen fe. Benedicto XVI, Porta fidei Otro Año de la Fe nos hará ver que sin ella no se vive ni se muere por el Invisible y menos se experimenta que la Trinidad nos cuida con infinito Amor. 

martes, 25 de octubre de 2011

39. Juan Pablo II, copensar holístico en Cristo, signo de contradicción: 1 Ped 2, 13-17


    
    Procedan como hombres libres obedeciendo a Dios. Respeten a todo el mundo, amen la fraternidad, teman a Dios y honren al rey. Recuerdo cuando el cardenal de Cracovia Wojtyla, fue llamado por Pablo VI a darle los Ejercicios espirituales junto con sus colaboradores en 1976. Centró sus pláticas en que ningún ser humano, y menos los santos, se librarán de ser signos de contradicción; hechos como estamos a imagen de Jesús; y estas palabras son una particular definición de Cristo y de  su Iglesia. Simeón pasa del Signo de contradicción a su Madre, una espada  atravesará tu psiquis y así se revelarán los logismoi de muchos. O estamos en la Verdad o contra la Verdad. Lc 2, 33-35; Mt 15, 19-20 
    Karol había nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice. Cuando tenía 9 años murió su  mamá, a los 12 su hermano mayor Edmundo que era médico; su hermana Olga había fallecido recién nacida antes del nacimiento de Karol. Y su papá murió en 1940 cuando él tenía 20 años. Karol quedó solo. Es un aspecto abrumante de su rica personalidad humana y cristiana. Siempre aceptó lo planes de Dios y como autodidacta resistió cualquier tentación de aislamiento. Después de la Secundaria y Prepa pudo hacer un año de Filología en la universidad Jagelloniana antes de que los alemanes invadieran Polonia en 1939. Fue un Amante de la palabra como fuerza transfiguradora del mundo. Poeta, ensayista, dramaturgo y actor rapsódico, enrolado en las actividades secretas de la resistencia cultural polaca. No admitió que una única lectura de la realidad pudiera agotarla, se necesita ciencia, filosofía, teología, literatura, política, humanismo, arte y técnica. Trabajó en la fábrica química Solvay y entró en el seminario clandestino de Cracovia en 1942. En 1946 fue ordenado presbítero y enviado un año a la universidad de Santo Tomás en Roma para su primer doctorado con Garrigou-Lagrange sobre La doctrina de la fe según san Juan de la Cruz.        
    Al volver a Polonia relativiza la objetividad tomista cosmológica, y se sumerge en el desafío de la antropología subjetiva fenomenológica, sobre todo de Max Scheller quien había pasado del judaísmo al catolicismo, que abandonó en 1923 para involucrar a Dios en el desarrollo cósmico e histórico, mi conciencia e inconsciente, en relación con los valores, en un proceso de elección libre que me realiza como hombre. Verdad objetiva y verdad subjetiva, realismo metafísico y sensibilidad frente a cada ser humano. Estos dos polos, y su síntesis en el valor supremo de la cultura cristificada, serán esenciales en su pensar. Su segunda tesis doctoral para la Habilitación, en 1954 versará sobre Una evaluación de la posibilidad de forjar una ética cristiana basándose en el sistema de Max Scheller. Empieza a dar clases de Ética en la Universidad de Lublin, única universidad católica, en aquellos tiempos, detrás de la cortina de hierro a la que Lenin había donado una biblioteca. Seguirá como profesor aun cuando en 1958 sea ordenado obispo auxiliar de Cracovia, y en 1964 sea su arzobispo.
    El 22 de octubre de 1978 elegido como el 264 obispo de Roma definió su ministerio petrino cual constructor de puentes o pontífice, teniendo que tender el más importante entre Cristo y todos los seres humanos. Ese puente sería la misma Iglesia al servicio de los derechos del hombre. Las tres verdades que traería a Puebla, Jesucristo, la Iglesia y el hombre. Pues el hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer. Intensificando al máximo los viajes que había comenzado Pablo VI a Palestina, Israel, Turquía, EU, la ONU, Colombia, India, Australia, Portugal, Suiza, Uganda, Indonesia, Hong Kong y Sri Lanka; peregrinará a 129 naciones, convirtiéndose en uno los líderes mundiales más mediáticos e influyentes del siglo XX, que comenzó con un Papa santo, Pío X; a la mitad tuvo otro, Juan XXIII, y terminó con su beatificación el 1º de mayo de 2011. Abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante, fuerza que le venía de Dios, una tendencia que podía parecer irreversible. Con su testimonio de fe, de amor y de valor apostólico, acompañado de una gran humanidad, este hijo ejemplar de la Nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio. En una palabra, ayudó a no tener miedo a la verdad, porque la verdad es garantía de libertad. Benedicto XVI, al beatificarlo el 1º de mayo de 2011
    En efecto, el 4 de Junio el Presidente de EU George Bush le entregó la Medalla presidencial de la libertad, que le llevó al Vaticano ya que el Parkinson del Papa estaba muy avanzado. Le traigo un mensaje de mi gobierno. Trabajaremos por la libertad y la dignidad humana promoviendo la paz y la compasión. Apreciamos el fuerte símbolo de libertad que usted ha supuesto, y reconocemos el poder de la libertad para cambiar el mundo.  Juan Pablo le respondió. Que el deseo de libertad, de paz y de un mundo más humano simbolizado por esta medalla inspire a hombres y mujeres de buena voluntad en todo tiempo y lugar.
    Para él la negación de la libertad del hombre, conciencia subjetiva, con el respeto de todos sus derechos y deberes que conlleva, formación objetiva, significa negar su naturaleza y caer en toda clase  de opresiones y barbaries ultrajantes. Aquí se deberían ubicar sus 130 catequesis sobre la Teología del cuerpo que ama, como parte de la dignidad de cada persona en comunión y misión. Ese es el hilo conductor de su servicio, la tensión dramática entre los falsos humanismos que degradan a los hombres y el verdadero humanismo liberador plenificado por Cristo. Weigel, George, Biografía de Juan Pablo II, testigo de esperanza, Barcelona, Plaza & Janes, 1999.
    Su opción no es original pero sí englobante y preferencial. Como ya lo habían hecho otros papas, Juan XXIII en Pacem in terris hace una enumeración exhaustiva de los derechos y deberes universales, Juan Pablo vio en esos derechos la posibilidad de una ética mundial que nos libere del miedo ante una autodestrucción inimaginable por el retraso amenazador del mundo moderno entre sus logros tecnicocientíficos y su carácter ético. Vio en la defensa de los derechos humanos la respuesta a las terribles amenazas que han convertido al siglo XX en una época de miedo y carnicerías, los cristianos con 70 millones de mártires, más que en los 19 siglos anteriores, ideologías erradas, totalitarismos de Estado, destrucción de la familia, guerras incesantes y terrorismo internacional. Y vio, como le diría en la ONU, que la Declaración universal de los derechos humanos de 1948 era su documento fundacional y no su Carta de 1945. Sólo por la definición, el reconocimiento y el respeto de los derechos inalienables de las personas, las sociedades y la comunidad internacional se puede construir la paz como obra de la justicia.
    Esta defensa liberadora de los derechos humanos debería resultar connatural a los latinoamericanos. Fuimos los primeros en hacer, en base a la Conferencia de Lima de 1938, una declaración internacional de derechos humanos el 30/04/1948 en Bogotá, que la Constitución de Argentina coloca con razón antes de la declaración universal de la ONU, hecha el 10/12/1948; y en cuya elaboración tuvimos una importancia decisiva ya que éramos el bloque más importante de naciones, 20 de 58. Teníamos clara noción de su importancia por nuestro humanismo, indígena colonial e independiente, y nuestra cultura católica que evita los extremos individualistas y colectivistas. De hecho una declaración de estilo estadounidense o soviético no hubiera alcanzado consenso entre representantes de países de culturas tan diversas. Glendon, Mary Ann, presidente de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, El crisol olvidado: Influencia latinoamericana en la idea de los derechos humanos universales, Criterio, Nº 2293.
    La primera encíclica del siglo XXI, su XIV, la dedicó Juan Pablo a la Eucaristía en su relación con la Iglesia para reforzar el puente entre Cristo y la Humanidad. A los gérmenes de disgregación entre los hombres, que la experiencia cotidiana muestra tan arraigada en la humanidad a causa del pecado, se contrapone la fuerza regeneradora de unidad del cuerpo de Cristo. La Eucaristía construyendo la Iglesia, crea por ello comunidad entre los hombres. Eccl. de Euch., 24 Si el Verbo ha asumido un cuerpo, si la Eucaristía, el pan y el vino transustanciados son el Cuerpo y la Sangre de Cristo, entonces esta materia de la que está hecho el mundo y el hombre no es materia condenada, sino un valor profundo que su Creador le ha atribuido, el pecado ha oscurecido, y la Redención de Cristo ha transfigurado. Bruno Forte, 14-06-2004
    Juan Pablo tuvo una personalidad original, cuando a cada hora el poder del mundo se concentra y se globaliza y la masificación ha hecho estragos, ya es difícil encontrar originalidad en las personas y un idéntico proceso se cumple en los pueblos, es la llamada globalización. Ernesto Sábato Falleció el 2 de abril de 2005, sábado de la Octava de Pascua, en las Vísperas del Domingo de la Misericordia, después de 26 años de construir puentes allí donde lo invitaron para ofrecer su amistad a todas las naciones. De inmediato se inició su proceso de canonización, santo súbito. Nos enseñó a copensar en vez de pensar en solitario, a dialogar en vez de confrontar con dialécticas y  a convivir en la totalidad de Cristo en vez de cortarme solo. Ningún hombre en toda la historia se ha reunido con tantos seres humanos. En 1995 celebró el mayor encuentro masivo, una Misa en Manila con más de 6 millones de personas. Leía, escribía, escuchaba, y dialogaba mucho, haciéndose asesorar por cientos de especialistas. Luego en oración con la Trinidad, buscando la Verdad, hacía su síntesis y tomaba su decisión en fidelidad a la Biblia, la Tradición, el Magisterio, la teología y la razón. Nunca temió ser signo de contradicción tanto si era aplaudido en Polonia o México, como si era abucheado en Nicaragua, Holanda o Alemania; nadando en su alberca privada o esquiando en los Alpes ante el asombro de Pertini, el Presidente de Italia.
    De todos los continentes llegan sin cesar informaciones inquietantes sobre la situación de los derechos del hombre, las cuales indican que algunas personas, hombres, mujeres y niños; son torturadas y heridas en su dignidad, en contra de la Declaración universal de los derechos humanos. Así se hiere y ofende a toda la humanidad. Nunca callaremos ante estos abusos intolerables. Corresponde a todos los hombres hacer todo lo posible para que se respete a todo ser humano.27-05-2004, Juan Pablo II a siete nuevos Embajadores ante la Santa Sede
    Pude conversar bastante con él en tres oportunidades, siempre en el Vaticano. Comprobé cómo percibía, en intuición orante, a Cristo transparentándose en Todo. Como cualquier ser humano tuvo sus pecados, sus límites y sus decisiones parciales, que no resguardan a la fe y la moral, y con las que podemos estar o no de acuerdo. Pero ahora ya ha sido purificado, iluminado y transfigurado por su muerte y la visión beatífica.
    No temamos acercarnos a él. Ya es un santo. Y la interpretación de la Sagrada Escritura quedaría incompleta si no estuviera también a la escucha de quienes han vivido en realidad la Palabra de Dios, es decir, los santos cuyas vidas son una Lectio Divina viviente. Verbum Domini, 48 Con Benedicto XVI, Nadar contra corriente, Planeta, México, 2001 sintamos su intercesión, su ejemplaridad y su cercanía a través de sus escritos, oyéndolo y viéndolo hablar, escuchándolo a él en un diálogo de persona a persona; en esa copensante holística singularidad que es la comunión de todos los santos entrelazados con las Tres Personas del Único Dios.

sábado, 15 de octubre de 2011

38. La fraternidad en misión por el Camino de éste Niño: Mt 18, 1-5


    Le preguntaron a Jesús quien era el más grande en el Reino de los cielos. Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo, si ustedes no cambian stréfo y se hacen como niños, paidía no entrarán en el Reino de los cielos. El que se humille tapeinósei como este niño, será el más grande en el Reino de los cielos. Y ay del que escandalice a uno de estos pequeños. Mikrôn De las cosas más sorprendentes que Jesús pone al revés cuando anuncia el Reino, está esta de colocar a un niño como el modelo al que tenemos que seguir. Ya de por sí un niño no es un gran legislador, ni un profeta ni un sabio, ni un héroe ni un genio. Todavía hoy en muchos lugares, millones desconocen los derechos de los niños, recién aprobados por las Naciones Unidas en 1989. Los niños tienen derecho a la vida y a la paz mundial, al juego y la diversión, a la libertad y a compartir sus puntos de vista, a dar a conocer sus opiniones y manifestar sus ideas, al amparo durante los conflictos armados, a la libertad de conciencia, a la protección contra el trabajo infantil y contra el abuso sexual, el secuestro, hacerlos soldados y otras formas de explotación.
    Entre los campesinos de Galilea, el niño era un don nadie sin derecho alguno. La actitud de los discípulos que no quieren que Jesús les imponga las manos, manifiesta la mentalidad reinante. Mt 19, 13-14 Los niños eran los más vulnerables y débiles de la sociedad, los primeros en sufrir desnutrición y enfermedades, en especial tuberculosis y malaria. La mortalidad infantil era del 30%, y el 60% no llegaba a los 15 años. Sin duda muchos eran muy queridos, pero su vida era difícil y áspera bajo el mandato de las mujeres del grupo familiar.
    Jesús nos pide por tanto, volvernos como niños humildes y pequeños. Éste Niño es Él mismo que inició su kénosis de esa forma en la Anunciación.  Pero que no fue aniñado en su madurez, sino que nadie habló jamás como este hombre. Jn 7, 46 Y Dios nos amonesta por Pablo contra el infantilismo, no ser como niños para pensar y discernir, sino en la malicia, y hombres maduros en el pensar. 1 Cor 14, 20 La trampa está en la búsqueda de  la reputación y comparación competitivista. En la Iglesia habría que clarificar la futilidad de quién es el mayor o el menor, el superior o el inferior. El zelo o hervor de la amargura mala, del que habla la RB, 72 que separa de Dios y conduce al infierno; muy diferente del zelo bueno que aparta de los vicios y conduce a Dios y a la vida eterna; se hace patente. O el falso yo o el Sí mismo. El niño humilde y pequeño, que juega gozoso relacionado con todo, es como una nada lleno de la Trinidad, y en Cristo es el Reino ya comenzado, es como el Sí mismo.
    En el seno materno y a poco de nacer, los niños poseen la confianza básica instintiva. Se saben relacionados a los seres humanos y las cosas que los rodean, no desconfían de nadie ni de nada. Pero el pecado original que traen y los rechazos reales o imaginarios que sufren, los vuelven independientes, desconfiados y sospechosos de los que están cerca. El falso yo aislado muestra sus defensas de agresividad, manipulación, miedo y control del entorno. Cristo vio en los bebés con confianza básica el signo de su familiaridad espiritual hacia los Tres Rostros de la Trinidad que su humanidad poseía. No era un inexperto inmaduro que confiaba en cualquiera, o un ingenuo que jugara con fuego sin captar sus peligros; sino un místico intrépido que nunca se pensó aislado, miedoso ni manipulador. Para Él, el Sal 27 que tanto rezaba como buen judío, mi corazón sabe que dijiste, busquen mi Rostro. Sí, yo busco tu Rostro, Señor, no lo apartes de mí; era la suprema realidad. Las actitudes y los dimes y diretes de amigos o enemigos, eran discernidos a la Luz de estos Rostros, Todo y nada.
    Cuando una comunidad baja las defensas, no lucha por conquistar puestos, y se llena de la Presencia de la Trinidad y de la Complejidad Conciencia Cristológica, ἡ πολυπλοκότητα συνείδησις χριστολογική de inmediato se hace misionera. El amor sobrenatural echa fuera al miedo, y el Niño recuperado sale al encuentro del otro muy distinto de mí. Cuando en vastas regiones de América la fe corre el riesgo de apagarse como una llama que se extingue, la prioridad más importante de todas es Aparecida y la Nueva Evangelización que abra a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí y cuyos Tres Rostros reconocemos en el Amor de Cristo crucificado y resucitado.
37. La paidéia paternal de Dios y lo que nos espeja La Filosofía de House: Heb 12, 5-13


    Hijo mío, no desprecies la educación, paidéia del Señor. Porque el Señor educa al que ama y azota a todo aquel que recibe por hijo. Como somos seres maravillosos con inmensas cualidades, pero incompletos, limitados, imperfectos y pecadores, necesitamos de una educación y formación permanente que nos vaya transfigurando, en el breve espacio de nuestra vida.
    Cuando hablamos de educación y formación cristiana, entendemos que mis padres, mis maestros y yo, tenemos un proyecto de ser humano en el que Jesús resucitado es su centro con el poder transformador de su Nueva Vida. Hay muchísimos aspectos y valores en los que hay que educar, para que el ser humano se supere sin cesar a sí mismo, y de los que consta el proyecto educativo. Pero esos valores, para que la educación sea cristiana, deben formar una constelación en que la fuente, camino y meta, sea la recapitulación de Todo en Cristo.
    Doctor House, Hugh Laurie, es una serie televisiva estadounidense, que comenzó en el 2004 y en septiembre inició su séptima temporada que termina mal, estrellando su auto en la casa de su ex novia Lisa Cuddy, y la octava empezará en la cárcel. Tiene como protagonista a un médico eminente, Gregory House, que dirige el Departamento de diagnósticos en la ciudad de Los Ángeles, California. Cuenta con una doble especialidad en Infectología y Nefrología. Es bien parecido y sexy, pero es un misántropo gruñón, con una actitud prepotente, extravagante, cabezadura, cínica y sarcástica, que tiene aversión a tratar a los pacientes. El personaje está inspirado en parte por Sherlock Holmes, Sartre, Nietzsche y otros referentes. Utiliza métodos poco ortodoxos para diagnosticar, con terapias alternativas y racionalidad incondicional; lo que le ocasiona varios conflictos entre él y sus colegas. Es adicto a la Vicodina, la usa para controlar su dolor, derivado de un infarto en un músculo de su pierna lo que le obliga a caminar con un bastón.
    No tiene casi vida social, su único amigo es el Dr. James Wilson. Al final de la quinta temporada es llevado a un hospital psiquiátrico por sufrir alucinaciones, pero se recupera rápido y vuelve al Hospital. Utiliza un programa médico detectivesco, especie de novela policíaca, donde la enfermedad es tomada como un crimen y los médicos como detectives que deben resolver el enigma, y a través de una serie de pistas, síntomas, deben hallar al culpable, la causa de la enfermedad o diagnóstico, para determinar el tratamiento a seguir. House se salta las normas de la ética médica y la bioética con tal de obtener la sanación, basado en teorías éticas teleológicas, proporcionalismo y consecuencionalismo, desechadas por el Magisterio en Veritatis Splendor. Así, desconfía de todos porque todos mentimos, no le importa si el paciente da su consentimiento informado, lee expedientes médicos confidenciales de otros médicos, insulta, es insensible, casi nunca muestra compasión, y engaña a sus pacientes. Para él no hay Eternidad, pues si hay Eternidad la vida es irrelevante, así como un insecto es insignificante comparado con el universo. Lo único que cuenta es lo que hacemos acá, buscando razones suficientes para resolver nuestros problemas. Somos animales viles y egoístas que se arrastran por el mundo, pero como tenemos cerebro, de vez en cuando podemos aspirar, con gran esfuerzo, a hacer algo que no sea del todo malo.
    Como para Sartre en El ser y la nada y A puerta cerrada, el infierno son los otros, ya que nos irritan y estorban poniéndonos en estado de constante conflicto. El primer motivo es que los demás representan obstáculos a nuestra libertad, ponen trabas a nuestra autonomía; por eso House se burla de sus colegas, los reprende y confunde a menudo, saboteando su confianza y amor propio. El segundo motivo es que los otros nos reducen a la condición de objetos, recordándonos gracias a sus miradas malévolas y observaciones hirientes, que somos lerdos o sordos, estamos más gordos, sucios o mal vestidos. Por eso House no disimula en lo más mínimo su desprecio por el hombre común y corriente, pues él sería una especie de superhombre. Y el tercer motivo es que los otros nos quitan la primacía, infundiendo el antagonismo y la competitividad; pues no hacen lo que queremos, tienen sus propios proyectos y no comparten nuestras creencias. Así House es rebelde, crispa los nervios, resiste a la autoridad de sus superiores, pone patas para arriba a sus iguales y no quiere que lo eduquen.
    Vemos que House es un inquietante antihéroe, parece que la nave de la Felicidad en la Verdad zarpó y a él lo dejaron en el amarradero. Otras personas van en la nave y lo sabe, pero él es un náufrago sentimental, abandonado en su aislamiento de problemáticas y conflictos sin fin. Tiene momentos de alegría e intensidad adrenalínica, pero casi la convicción de que nunca le van a dar un pasaje en esa nave. Esto tiene poco que ver con la paidéia socrática de la eudomonía, o plenitud de vida en Dios, y la areté o virtud, y la Totalidad que nos quiere regalar Jesús. De hecho cuando el joven Doctor Chace, que estuvo en el Seminario, pero por complacer a su padre se convirtió en médico, comete un grave error de diagnóstico y mata a una paciente, House le dice: Vete a tu casa, tómate unos tragos, duerme bien, y mañana, si necesitas absolución confiésate o da limosna a los pobres, cualquier ritual que te consuele; y sigue adelante, curando mejor que hasta ahora. Pero, atención, ya se escribe sobre La Filosofía de House, Bill Irwin y Henry Jacoby que es un espejo de nuestras claridades y luces con nuestras sombras y tinieblas. Un buen azote de Dios para hacernos más hijos de la Luz en Cristo.

sábado, 8 de octubre de 2011

36. Lectio en soledad y silencio, a la Escucha en contacto con la piel de Dios: Jer 7, 23-28




    Esto es lo que les dije: Escuchen mi voz, caminen por el camino que les señalo. Pero ustedes no escucharon, sino que obraron según sus proyectos, según los impulsos de su corazón obstinado y perverso.  Cada día les envié a los profetas, pero no los escucharon. Escuchar la voz de Dios, a lo largo de nuestra vida, implica ante todo enamorarse de Jesús, que es el Verbum breviatum Rom 9, 28  que en su piel de niño y palabra humana nos da al Padre, y sumergirse en la Tradición, la Escritura y el Magisterio aterrizados a mis circunstancias por una recta elaboración personal teológica, filosófica y científica. Pablo VI nos dijo en 1969: El silencio es una herencia preciosa de la Orden cisterciense y conserva todo su valor en estos tiempos de alboroto y tumulto que destruyen la soledad. El silencio exterior es el signo del interior que no consiste en abstenerse de palabras, sino en el empeño por apartar todas las potencias del alma de las cosas pasajeras y vanas de aquí abajo, y orientarlas sólo hacia Dios. Aquí es importante la Lectio, meditación y oración de la Escritura que pone al monje en contacto con la Palabra de Dios.
    Sin soledad, silencio y Lectio seremos pronto víctimas de los antivalores del pecado estructural que nos rodea, tanto dentro como fuera del monasterio; y quedaremos enredados en las ilusiones y fantasías del falso yo. De ahí la importancia de la clausura propia de los que no anteponen nada al amor de Cristo y se hacen ajenos a la conducta del mundo. Esto implica la custodia de mi intimidad como estructura existencial de mi persona. Cada uno debe guardar su secreto y su misterio; de sí mismo, contra la tentación exhibicionista; y de los demás, contra las invasiones indebidas a mi personalidad. La intimidad no está reñida con la interrelación y la apertura, pero dialogan sólo los que tienen identidad e intimidad. Hoy, no obstante, la intimidad está amenazada, vulnerada por interrogatorios policíacos injustos como el narcoanálisis y la tortura; por ciertas técnicas psicoterapéuticas tanto personales como grupales; por el exceso de comunicación en climas asfixiantes de amistades insanas y confianzudas, hasta en las relaciones pastorales y las revisiones evangélicas de vida o Alcohólicos Anónimos.; y por la era de la indiscreción periodística y el espionaje so capa de seguridad nacional, la piratería de la información confidencial, la manipulación de datos electrónicos, los teléfonos interceptados y las cámaras escondidas, el exhibicionismo vergonzoso, el escaneo, las pruebas y los interrogatorios ilegítimos, hasta en los aeropuertos. La veracidad y la fidelidad deben ser balanceadas, hoy más que nunca, con el secreto y el misterio evangélicos: Secretum meum mihi. Is 24
    La Lectio, en la soledad y el silencio, es el encuentro con la escucha de la Vida la Verdad y el Amor del Trino Dios, y la agonía con las imposiciones del mal espíritu y los engaños del falso yo personal y social. Es la conversión o retorno al Yo de Cristo que está en el corazón de mi interioridad y en el centro de la comunidad eucarística. Debería ser el gran regalo de nuestros monasterios como Scholae Caritatis, lugares de quietud, descanso y tiempo libre para que uno vuelva a entenderse mejor a sí mismo y el ambiente en que le toca vivir. Porque sin ir más allá de nuestra puerta, podemos conocer el mundo. Sin asomarnos más allá de nuestra ventana, podemos conocer los Caminos del Cielo. Pues, cuanto más nos alejamos, tanto menos avanzamos. Por eso el sabio, sin caminar, encuentra su Meta. Si ver, todo lo observa. Y sin obrar, todo lo realiza. Lao-Tse Wu Wei, No acción. Siéntate sereno en el bosque, deja tus preocupaciones o inquietudes-merimna contra el tronco del árbol, y sus raíces seguirán hundiéndose en la tierra y sus copas seguirán elevándose hacia Dios. Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. No se inquieten, amerimna. Busquen el Reino y su  justicia y todo lo demás prostethésetai se les añadirá poniéndoseles por delante. Mt 6, 25-34
    Leer a san Bernardo es una manera de leer la Biblia, dijo Jean Leclercq. La monja se hace bíblica al escuchar la voz de Dios en la Lectio cotidiana y actualizada, con la energía de la soledad y el silencio que proceden de la Eucaristía. Por la neurofonía sabemos que la piel, el mayor órgano del cuerpo, sabe escuchar. Jesús, el Verbo hecho carne, es la piel de Dios que nos incluye en su Escucha.

35. No hay comunión sin soledad y viceversa: 1 Jn 4, 17 – 5, 5



    El que dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso. Y conocemos que amamos a los hermanos, y a las cosas vasos sagrados del altar, Gen 1, 28-31 en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos o Proyectos. Juan sintetiza toda la espiritualidad de Jesús en el amor a Dios, en el amor fraterno y en el amor ecológico. Un único y triple amor cosmoteándrico de amistad con la Trinidad, de fraternidad con los seres humanos, y de cuidado con la naturaleza; o amor a la oración, al cenobio y al trabajo. Es una espiritualidad relacional ya que la Relación es un trascendental y está en las Tres Personas de Dios.
    Equivocamos, por lo tanto, el camino si pensamos que esta relacionalidad se agota en lo humano y laboral, cosa que ha calado hondo en millones de cristianos y en la desaparición del tiempo libre en algunos monasterios, donde todos y todas buscan ser abejitas hacendosas. El zángano no es complementario, es un pecado o complejo de culpabilidad. Jamás hay que perder el tiempo que es oro o mamona, sólo la actividad incansable salva al mundo, tenemos vergüenza que nos encuentren sin hacer algo, e irse de retiro es camuflada vagancia. Los mismos psicólogos están dando el alerta como Anthony Storr en Solitude, donde sostiene que desear encontrar la realización en las relaciones humanas es un error garrafal pues la ciencia comprueba que todas las personas equilibradas sabias y geniales han logrado equilibrar la convivencia con la soledad para reflexionar, reponerse u orar.
    Quien no sabe estar solo con Dios, no sabrá relacionarse con sus prójimos. Nunca lo olvidemos, la soledad es la otra cara del encuentro. Verdad que la soledad no pocas veces se nos vuelve aislamiento, depresión y aburrimiento, pero esa bazofia es el campo del mal espíritu, del pecado, de la acedia y la tentación. La soledad y el silencio para las monjas y los monjes es otro asombroso tipo de Encuentro con los Tres Otros muy distintos de mí. La característica cardinal de una auténtica relación es la de saber apreciar, sostener y respetar a la otra persona como a alguien que jamás será como yo. Querer homologarse con uno o varios miembros de mi comunidad es fatal. Peor es no poder percibir al hermano como alguien al máximo separado de mi identidad.  El falso ego se hace el centro del universo, se niega la teología del cuerpo, surge el narcicismo, el complejo de Edipo y el culto a la propia personalidad, que busca regular a los demás según sus berrinches. Lo compruebo bastante con los matrimonios que se llevan mal, y lo podemos trasladar a quien no va bien con su comunidad. Cuando nace un hijo, llega una nueva vocación o surge una amistad extra comunitaria, la esposa o la monja frustrada descarga su afectividad sobre el niño, y el padre o el monje malogrado sobre la niña; que no es ninguna niña sino otra bella Angelina Jolie casada o consagrada para colmo de males. Menos delito habría con una soltera.
    La poesía no es sino un sueño al que estando en vigilia lo solidificamos en palabras. Tomas Tranströmer La soledad es parte del continuo de nuestra vida que nos permite soñar al arrojarnos hacia la intimidad del misterio de nuestra interioridad vuelta hacia Tres Personas diferentes al Infinito de mi yo. Y así en lugar de querer resolver los problemas del otro, que es factible no tenga ni las más mínima intención de cambiar, lo mejor está en curar mis heridas y resolver mis propios problemas. Esa fue la técnica de Jesús, el Verbo hecho carne, a la búsqueda incesante de su Abba y de su Espíritu.
    El Padre nada tiene que ver con lo masculino, ni con el patriarcado ni el machismo, sino con la Intimidad enamorada de alguien que me ama y acepta tal como soy, santo y pecador, que tiene Proyectos muy distintos de los míos, por más verborragia que emplee en rebatírselos. Y el Espíritu o La Ruaj nada tiene que ver con lo femenino, ni con el matriarcado ni el feminismo, sino con la experiencia de Unión mística de Alguien que facilita todo Encuentro con el Abba y me energetiza, consuela y ayuda a seguir sus Designios o mandamientos. Por esa Ruaj Eterna Jesús pudo subir a la Cruz que sintió la tentación de rechazar en Getsemaní. Heb 9, 14 Por eso nos ama tanto en forma propositiva, y nosotros podemos amarnos y amar todas las cosas, porque nunca estamos solos sino que como María, el primer ser humano en entrar en comunión con la Trinidad desde la Anunciación, vivimos incluidos en las Procesiones de las Tres Personas de Dios. Jn 16, 32

martes, 4 de octubre de 2011

34. Apología de los cluniacenses y sus superfluidades, logros y desafíos de hoy: Lc 5, 27-28




   
    Mateo, dejándolo Todo, se levantó y siguió a Jesús. En 1125 Bernardo recibe una carta de su amigo Guillermo, abad benedictino de Saint-Thierry, cerca de Reims, donde le solicita poner fin al escándalo de los cistercienses que calumnian a la Orden de Cluny. Deberá poner de manifiesto sus logros sin esconder los desafíos que tiene por delante para evitar la relajación debido a lo superfluo. Así nace el segundo tratado de Bernardo, luego de Los grados de humildad y soberbia, titulado Apología dirigida al abad Guillermo. Ambos son los dos polos de su reforma claravalense dirigida a todo el monacato de su tiempo. Los grados, de carácter personal y espiritual: Curiositas, cupiditas, singularitas contra contemplatio; la Apología, de índole comunitaria e institucional: Sanctitas ordinis et peccatum superfluitatis, la fecundidad y las miserias de toda obra humana y divina.
    El tratado constará de dos partes. En la primera se manifiestan los grandes logros de Cluny: La tradición y politéia cluniacense merecen gran estima. Bernardo expresa sentimientos de admiración y amistad personal hacia varios de sus monjes. Se honra de haber sido recibido en sus monasterios y predicado en ellos. Recomienda todas las Órdenes, pero no puede vivir en todas, pues abraza a una por su profesión y a todas las demás por el amor. En la Iglesia peregrina debe haber pluralismo en la unidad, y unidad en el pluralismo, pues aún en el Reino encontramos disparidad en la igualdad.
    En la segunda Bernardo se enzarza con el peligro de las cosas superfluas en que caen los monasterios comparados con los del monacato primitivo. Siguiendo su estilo literario parece la obra maestra de un panfletista, una sátira o diatriba: Refinamiento en el comer beber y dormir, afectación en los vestidos, fasto de los abades, derroche en la decoración de las iglesias, vasos sagrados y dependencias del monasterio. Es una pintura surrealista y exagerada que contrapone al ideal monástico de simplicidad, austeridad, trabajo manual, pobreza, ayuno, sobriedad y separación del mundo, sin detenerse en comunidad concreta alguna, aunque se ganó la antipatía de muchos por sus descripciones hirientes: Se sirven platos y más platos, y a falta de carne, se repiten los más exquisitos pescados. Cuando te has saciado de los primeros si pruebas los siguientes creerías que no has comido, porque es tal el esmero y el arte con que los cocineros los preparan, que devorados 4 ó 5 platos, aún puedes con varios más y la saciedad no te mata el apetito, seducido el paladar por nuevos condimentos, vas olvidando el sabor de lo anterior con las salsas más extrañas, hasta quedar el pobre estómago enterrado bajo la comida. Podrás observar además, como un monje devuelve 3 ó 4 vasos de vino, cual consumado catador que con experta rapidez elige al fin el más fuerte y exquisito. Y en las solemnidades se beben vinos rociados de miel y espolvoreados con especias. Cuando las venas se hinchan ya con tanto vino y el pulso martillea en las sienes, el monje se echa a roncar y no lo obligues a ir a Vigilias, pues no le sacarás canto alguno sino lloriqueos risueños.
     Bernardo, santo sí pero luchando con sus sombras de agresividad y dominar sirviendo, había iniciado la guerra de las observancias. Nos había regalado un manual para discernir los logros y desafíos de los monasterios actuales cotejados con el único monje. Nuestro Amado Jesús.


33. Bernardo sobre la humildad y la soberbia, dispersión por la curiosidad: Jn 14, 1-7





    Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por Mí. San Bernardo publicó su primer Tratado de espiritualidad Sobre los grados de humildad y soberbia en 1125, cuando tenía 35 años, 13 de vida cisterciense y 10 de abad. Es ya una obra maestra de literatura y teología, una especie de síntesis anticipada de toda su enseñanza y el núcleo alrededor del cual desarrollará lo demás. Al mismo tiempo, Bernardo despliega en ella una gran creatividad. Se supone que va a comentar el capítulo VII de la Regla de Benito; pero lo hace de manera genial. Mientras que Benito enumera doce grados de humildad, Bernardo cuenta sólo tres. Conocimiento de sí mismo, Compasión para con los demás y Contemplación de la Trinidad. En lugar de citar el texto de la Regla, cita el evangelio de Juan. Y cuando en la segunda parte describe doce grados, son de la soberbia y no de la humildad y, a la inversa de Benito, comienza por el último para llegar al primero.
    En lugar de escribir sobre la humildad, escribe sobre la Verdad, y este término es la palabra clave desde el comienzo. Mejor que hablar de antropología, psicología o espiritualidad, habla de Jesús. Lo que le interesa no es nuestro yo egoísmo, sino nuestro mismo, la Verdad-Imagen que es Cristo. No pretende centrarnos en nosotros mismos, sino proyectarnos fuera de nosotros, a la única Luz: Cristo Camino Verdad y Vida. Y esta Verdad es trinitaria. Todo procede del Padre y conduce al Padre, a través del Espíritu. Si queremos ser humildes tendremos que experimentar que nuestro humus, centro, Grund de Eckhart, o fundamento último no es mi yo finito sino la Trinidad Infinita: Soy capax Dei.
    Es como si Bernardo pusiese más énfasis en la sombra, soberbia, que puede llegar a la tiniebla del pecado; que en la claridad, humildad. Tiene, además, una cierta teología del cuerpo que manifiesta la psiquis y el espíritu, aun con divertidísimas caricaturas.
    Así, el primer grado de soberbia es la curiosidad opuesta a la contemplación, cumbre de la humildad. Es esa curiosidad que nos descentra de Dios y nos dispersa del camino de la Verdad Jesús. Pecar es convertirse o apegarse en forma indebida a las criaturas, con aversión de Dios. Vivir en gracia es Retornar, shuv, a Dios, yendo más allá de la razón, metánoia, que nos da un sano desapego de las criaturas, bajo la mirada enamorada de Dios.
    Si ves a un monje mirar a todas partes con la cabeza levantada, aplicando los oídos a cualquier rumor; puedes colegir por estos gestos del hombre exterior que su hombre interior se está marchitando, pues por este insolente movimiento del cuerpo, descubres la enfermedad de su alma; que en vez de conocerse y cuidarse a sí misma, se derrama hacia fuera controlando a los demás con curiosidad. Se deshace de envidia, y sospecha de los que ve superiores a él; y desprecia con burlas a los que considera inferiores. Unas veces es lacónico y mordaz; otras, locuaz y vano. Ahora revienta de risa, luego estalla en llanto, y siempre se muestra irreflexivo. Es como si se olvidara de sí mismo, sus gestos reflejan ligereza, su semblante alegría tonta. Se parece a un globo que al pincharlo, mientras se desinfla, hace toda clase de ruidos insólitos e irreverentes. Así avergonzado, esconde el rostro, comprime los labios, aprieta los dientes, ríe constreñido o se desahoga a risotadas, y aunque con sus puños se cierre la boca, estalla en estruendosos estornudos por la nariz.
    El contemplativo, compasivo y desde su sí mismo, se concentra y su humildad está en su alma y en su cuerpo. En todas partes tiene los ojos clavados en la Tierra de la Trinidad. Mientras que el soberbio se descentra y su curiosidad llena de rigor, lo fragmenta en miles de miradas dirigidas a todas partes, menos hacia aquella Tierra de la Trinidad en cuya Luz todo ocupa su lugar. Para san Bernardo, es como un Rosetón destrozado y caótico, mientras que el contemplativo, cual Rosetón transfigurado, desde su Centro, abraza la Totalidad.

32. Sobrevivir renovando nuestros lenguajes y códigos: Mt 22, 1-10



    El Reino es semejante a un banquete de bodas que un rey celebró para su hijo, pero los invitados se negaron a ir. Entonces el rey ordenó salir a los caminos y reunir a todos los que encontraran, buenos y malos. Y la sala nupcial se llenó de convidados. El Reino se inicia en la Iglesia injertada en el Mundo, y Jesús muestra que el llamado del Padre es a una explosión de vida en abundancia que sacia las necesidades más perentorias de todo ser humano, comida, sexualidad y convivencia en el gozo de un banquete de bodas que preside el mismo Dios que todo lo transfigura. Así la comunidad cristiana no es una asociación civil reunida por decisión de sus miembros, sino participación y testimonio del Misterio de la Iglesia, como expresión viva de la comunión trinitaria de la que el Padre nos ha querido hacer partícipes enviando a su Hijo y al Espíritu Santo. De ahí que todo monasterio es Confesión de la Trinidad que nos envía a ser signos de fraternidad y servidores del Amor.
    Por eso la espiritualidad de comunión debe ocupar el primer lugar en la formación permanente de sus miembros, haciendo de cada comunidad monástica la casa de Dios y la escuela de la comunión, y cada monja o monje deben ser expertos en hacer la comunión como artífices del Proyecto de Koinonía o Mente Común alrededor del Resucitado, que constituye el culmen de la historia del ser humano según las Tres Personas de Dios.
    Espiritualidad de comunión que tiene cuatro rasgos específicos: 1. Una mirada enamorada hacia la Trinidad que habita en la intimidad de mi verdadera identidad, en medio de nuestras interrelaciones personales y en el trabajo al que somos enviados. 2. Un sentir a mi hermana o hermano en la unidad del Cuerpo místico de Cristo como alguien a quien debo cuidar y respetar, compartiendo sus alegrías y sufrimientos, intuyendo sus deseos, atendiendo a sus necesidades y ofreciéndole mi amistad espiritual. 3. Un ver, ante todo, no lo que hay que corregir en el otro, sino lo que tiene de positivo y carismático para acogerlo y valorarlo cual Don de Dios. 4. Darle a cada hermano un espacio humano y ecológico, llevando sus miserias como él lleva las mías y desarrollándonos con creatividad.
    Necesitamos crear un nuevo lenguaje y una nueva decodificación que exprese, para nosotros y la nueva generación que se allega a nuestros monasterios, lo que es esta transfigurante comunión del  Espíritu. Una cosa es lo que anunciamos, de palabra y de obra, y otra los códigos con que los jóvenes nos escuchan e interpretan lo que les decimos. Ya es un síntoma de los tiempos las repetidas veces en que la Santa Sede y la jerarquía deben, casi todas las semanas, luchar contra la enésima mala interpretación que se les ha dado a alguna de sus intervenciones. Es que los entuertos, chanchullos, guarradas de los alfeñiques con sobrepeso jugando con las tragaperras de los antros de Ciudad Hidalgo son diferentes de cierto oxímoron o absurdo que seguimos usando en nuestros lenguajes tecnicistas, pietistas, abstractos y gastados que no penetran en el pensar y sentir de la juventud actual.
    No se trata de homologarnos al gemebundo mal uso del lenguaje, de diluir la belleza del español, ni menos rebajarnos a usar malas palabras. Tampoco que debamos perder las expresiones milenarias del judeocristianismo sino de encontrar la delicadeza fascinante de una narrativa que los cibernautas, blogueros y fanáticos de las redes sociales, entiendan.
    Puede ser que así permitamos entrar al banquete del Reino, o su semilla en la comunidad monástica, también a los jóvenes malitos. Custodiando la calidad sin perseguir la cantidad, Jesús jamás separó el trigo de la cizaña. Y dejemos las lamentaciones lacrimógenas por los jóvenes que ya no captan lo que es la estabilidad, la forma de vivir monástica y la obediencia en Cristo. Sí que lo pueden captar, aunque les va a costar. Muchos de ellos están sensibles al Espíritu pero necesitan verlo expresado en una fraternidad que vive la aventura de la comunión, se logra hacer entender y les otorga los mismos derechos que tuvieron ellos para volver a recrear lo que sus Ancianos les transmitieron. Como supo hacerlo María de Guadalupe en 1531 logrando el milagro de la evangelización y reconciliación del México milenario en razas tan distintas. 

31. La vida en fraternidad nos pide compartir la espiritualidad: Hech 4, 32-37 

   
 

   

    La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común, pánta koiná entre ellos. Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección de Jesús. Sin entrar en idealizaciones ficticias de las comunidades apostólicas, enseguida con gran realismo se planteará el problema de Ananías y Safira quienes tentados por satanás quieren compartir sólo algo y haciendo trampa, lo que la Palabra del Señor nos quieren revelar por Lucas es que compartir bienes del Espíritu es esencial para una gozosa convivencia fraternal asertiva, ética y sanas habilidades sociales.

    Aunque la vida cenobítica contemplativa exige respeto a nuestras tradiciones de oración continua soledad y silencio, es un hecho que también nos es necesario, según el estilo de cada monasterio, crecer juntos en comunicación para desarrollar una buena espiritualidad de comunión. La falta y pobreza de comunicación genera debilitamiento de la fraternidad pues convierte en extraño al hermano y en anónima la relación interpersonal hasta el aislamiento. La escasa calidad de comunicación de bienes espirituales suele degenerar en superficialidad, funcionalidad empresarial, y dar vueltas alrededor de problemas marginales que no resuelven nuestros conflictos. Las consecuencias pueden ser dolorosas pues podemos ir cayendo en connotaciones individualistas, con mentalidad de autogestión e insensibilidad por el otro, buscando relaciones significativas fuera de la comunidad.

    Nos es necesario afrontar el arte de la comunicación para la comunión, sin forzar nuestra  realidad histórica comunitaria, pero también con decisión, creatividad y generatividad buscando los instrumentos que puedan permitir a todos los que lo deseen aprender a compartir los dones y carismas del Espíritu que tiene cada uno para el bien común. 1 Cor 12, 7 Las formas pueden ser muy diversas partiendo siempre de la Palabra de Dios hecha Lectio, con experiencia de la Trinidad, para el discernimiento y proyecto comunitario. Sin escucha y sin diálogo corremos el riesgo de crear existencias yuxtapuestas o paralelas, lo que está muy lejos del ideal cenobítico que forma un cuerpo de Cristo, donde cada una de las hermanas o hermanos comparte con los demás los dones espirituales recibidos según la multiforme gracia de Dios para edificar la fraternidad. C.14. La vida fraterna en comunidad, 29-34

    Nuestras muestras rituales de simpatía y cortesía, atraen, nuestras reservas mudas, hielan. Cencini habla con sorna de la alegre praxis del no-compartir, de las y los consagrados que ni siquiera se dan cuenta del problema, que no ven por qué ni en qué cosas hay que cambiar en nuestro modo de comunicar de manera banal, que no hay fe en relacionarse para compartir, que caemos en un individualismo espiritual y que nos homologamos con el autorreferente postmoderno cuyo único punto de vista es su egolatría cerrada con candado.

    Existe una estrecha relación entre la cultura de la vida, la cultura vocacional y la cultura del compartir. Por eso U. Galimberti propone una Ética del caminante, excelente para nosotros que somos hijos de un arameo errante. Deut 26, 5 Como en El Camino del peregrino ruso, el caminante sólo puede llevar en su morral, la Biblia, la Filocalia y el Pan, y es lo único que puede ofrecer a sus compañeros o cum-panis de viaje. Toda vida es relacionalidad a compartir, no existe persona aislada alguna, ni en la Trinidad. Todos nuestros procesos creativos de desarrollo dependen de los Tres Otros Divinos y de infinitos otros humanos y cósmicos. De ahí que para Juan el anticristo es el que se separa de la comunicación, comunión y comunidad. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros, si lo hubieran sido habrían permanecido con nosotros, pero negaron al Padre y al Hijo. 1 Jn 2, 18-23 Compartiendo alrededor del Resucitado podremos ser propositivos de un nuevo lenguaje, ya que para millones el nuestro es lengua muerta, decodificando a las nuevas generaciones la fascinante vocación monástica, la Schola caritatis de una Iglesia que es Amor. Madrigal, Santiago, Iglesia es Caritas. La eclesiología de Joseph Ratzinger. Benedicto XVI, Sal Terrae, Santander, 2008, 510 p.