sábado, 5 de enero de 2019

290. Vídeomensajes para Resucitar Socializar Ecologizar, Is 5, 20. Gal 5, 13. 1 Jn 1, 1-5


    Guay de los que llaman bien al mal y mal al bien. De los que cambian las tinieblas en luz y la luz en tinieblas. De los que vuelven dulce lo amargo y amargo lo dulce. Ustedes han sido llamados a vivir en la libertad, pero procuren que esa libertad no sea un pretexto para satisfacer al pecado. Háganse más bien esclavos uno de otros, a través del amor. Μόνον μὴ τὴν ἐλευθερίαν εἰς ἀφορμὴν τῇ σαρκί, ἀλλὰ διὰ τῆς ἀγάπης δουλεύετε ἀλλήλοις. A Él que existía desde el Principio, a quien hemos escuchado, a quien hemos visto con nuestros ojos, a quien hemos contemplado y palpado con nuestras manos, al Verbo de la Vida, τοῦ λόγου τῆς ζωῆς a Él es a quien anunciamos, porque la Vida se nos manifestó. Gloria Dei  homo vivens, et vita hominis Visio Dei. San Ireneo de Lyon, 140-202
    Los Vídeomensajes kerigmáticos catequísticos y mistagógicos, no son homilías ni fervorines para iniciar el día o la semana. Im Jalláh, serán un curso teológico filosófico científico histórico y literario con diferentes temas. Comenzamos por una prolífica introducción a la Totalidad de su nombre fundante, Resucitar Socializar Ecologizar. A los demás temas les daremos otros títulos luego de éste que permanecerá cual la Casa del Padre de donde salimos, hacemos lo que Él nos pide, y retornamos. Mi enseñanza no es mía, sino de Aquel que me envió. Cuando ustedes hayan levantado en Alto al Hijo del Hombre, sabrán que Yo Soy, y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que mi Padre me enseñó. Salí del Padre y vine al mundo, ahora dejo el mundo y voy al Padreἐξῆλθον παρὰ τοῦ πατρὸς καὶ ἐλήλυθα εἰς τὸν κόσμον· πάλιν ἀφίημι τὸν κόσμον καὶ πορεύομαι πρὸς τὸν πατέρα. Jn 7, 16. 8, 27-29. 16, 28 Y cada Vídeo tendrá el suyo. Es importante unirlos con los Blogs y los Twitters. De ahí la Descripción que reemplaza al Twitter con mayor amplitud, y capacidad de aclarar lo que a veces queda suelto o imperfecto, o peor ambigüo, al hablar por siete minutos. Un año de vida en una familia da para la película Roma de Cuarón entre 1970 y 1971, y mucho más. No sabemos qué pasará con nosotros, tratando de hacer entrar la Eternidad en el tiempo que se fuga dolorido hacia la Bienaventuranza del Hogar Trinitario, mientras la Alegría del Resucitado seca toda lágrima y termina con todo mal, al que siempre miraremos de frente, y vuelve a poner en pie todo lo derrumbado.
     
    Están basados. a. En la Belleza Absoluta del Cuerpo Resucitado del Verbo que está en la Trinidad y culmina y transforma toda la creación. Él es Reino ya establecido en toda su plenitud, al que unirá después del Juicio, la Nueva Creación. b. En la adquisición de la Complejidad Conciencia Cristológica. c. Y en la Presencia Clemente Compasiva y Misericordiosa de Jesús, que fue traicionado, sufrió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación. Rom 4, 25 Luz de la Vida que todo lo envuelve y penetra, junto al Padre y al Espíritu, indesligable de todo lo creado. Omnia ex Te in Te et ad Te, et ideo in omnibus es laudandus. Imitación de Cristo, julio, 3 Tener conciencia o consciencia, no distingo nunca, de la Presencia del Resucitado que está en la Trinidad y en la totalidad creada. Cum scientia, saber y mantener o permanecer en lo que sé, no es lo mismo que sólo saber. Puedo saber que soy casa de la Trinidad en todo mi cuerpo. Vendremos a él y haremos nuestra Morada, μονὴ en él, ἐάν τις ἀγαπᾷ με τὸν λόγον μου τηρήσει, καὶ ὁ πατήρ μου ἀγαπήσει αὐτὸν καὶ πρὸς αὐτὸν ἐλευσόμεθα καὶ μονὴν παρ’ αὐτῷ ποιησόμεθα. Jn 15, 23 Que por la fe el Resucitado habita en mi corazón, que es mi conciencia más íntima. Que está en medio de nosotros y en todo el universo, y sin embargo perder consciencia de la Presencia. Somos homo sapiens sapiens, hombres que sabemos que sabemos, seres humanos que tenemos conciencia de lo que aprendemos y conocemos. Pero el pecado disminuye, y hasta anula, esa capacidad del ser humano, que no obstante siempre tiene más bondad que cualquier maldad que pueda mancharlo. Toda la mística cristiana se dirige a que permanezcamos en la Luminosidad de esa conciencia que tenía tiene y tendrá siempre Jesucristo. Las profundas cavernas del sentido, cuando están llenas de apegos creados no sienten el vacío de oscuridad y ceguera ilimitadas que produce la disminución o ausencia de la Infinita Luz de la Vida con la Belleza de todos su Infinitos Atributos. Verdaderas Lámparas de Fuego que reverberan, con misteriosos primores, en nuestros cuerpos esponsales. Juan de la Cruz, Llama, can. 3. Lámparas de Fuego, en cuyos resplandores. Las profundas cavernas del sentido, que estaba oscuro y ciego, con extraños primores. Calor y Luz dan junto a su querido.

    La solución por la Gracia, está en tomar consciencia del Panenteísmo o Inmanencia del Dios Trascendente que se Transparenta sin cesar a la razón y a la fe en toda su creación. Esta categoría es usada por muchos. Baste recordar a Frederick Krause. 1781-1832 Y Sergei Bulgakov, 1871-1944 en especial para la unión del Espíritu con la Iglesia. Como una fuente humana, reflejo del monacato oriental y occidental, es el insistencialismo que tanto enseñó Ismael Quiles, s.j. 1906-1993. Lo más esencial del hombre no es el ser hacia afuera, existencialismo de la angustia o la diversión, sino lo primero y más original de su esencia es el ser hacia adentro, existencialismo convertido, el estar en sí, el ser en sí mismo, que es lo que designamos con el término insistir, insistire, insistencialismo. La diferencia básica entre el hombre y el irracional, es que éste está dirigido por simple necesidad hacia afuera, mientras que el hombre está dirigido hacia afuera pero para ser más hacia adentro, para poder afirmar su identidad frente al mundo. La realidad del hombre es existir, manifestarse, colocarse o estar fuera de su casa, de su Principio, de su Fundamento, y si no existe, no es. Pero esta realidad es como condición, un paso previo o primera fase de su ser. Su más íntima y definitiva realidad es insistir, estar en su Fundamento del cual está dependiendo en todo su ser y en el cual sólo puede ser su ser en sí, ser hacia sí, ser hacia dentro de sí, ser hacia el Infinito Dios. Como atisbó el padre del existencialismo filosófico Kierkegaard. 1813-1855 Pues lo primero que el hombre descubre al entrar dentro de sí mismo es su radical contingencia, se experimenta como insatisfecho, como incompleto y por eso se siente llamado a realizarse en una realidad Trascendente, en definitiva, en una Trascendencia Absoluta desatada de todo, que lo sacie en plenitud. Hay una experiencia de la Trascendencia, lograda por la reflexión que me descubre a mí mismo como incompleto y, por ende, como abierto a aquello que pueda completarme y realizarme, la Existencia del Dios Trino. Y desde Él volver hacia afuera sin dejar mi insistencia. Ismael fue para nosotros un monje jesuita, un gran especialista en la Orientale Lumen y el budismo. Condecorado por el emperador del Japón con la Orden Del Sol Naciente en 1988.

    El Panenteísmo nada tiene que ver con el panteísmo que afirma que todo es Dios y Dios es todo. Dios y su creación serían idénticos. Esta falta de diferencia lleva a la cultura de la indiferencia. Si todo es Dios y Dios es todo, entonces es indiferente si corro a ayudar a una niña violada, a los aborígenes del Amazonia en vías de extinción, o a rechazar una ley que favorece la homofobia. Todo no es Dios. Las creaturas son lo que son, seres finitos creados por el Yo Soy de la Aseitas Infinita. Sin embargo, Dios está en sus criaturas y sus criaturas están en Él, por causa de su acto creador. La criatura siempre depende de Dios en su conservación que es igual a su creación, sin Él volvería a la nada de dónde fue sacada. Dios y el mundo son diferentes, pero no están separados o cerrados, están abiertos y abrazados uno al otro. Si son diferentes es para posibilitar el Encuentro y la Comunión mutua. Mediante el panenteísmo se supera la categoría que contraponía transcendencia a inmanencia. Inmanencia es este mundo de aquí. Transcendencia es el mundo que está más allá de este. El cristianismo, por la Encarnación del Verbo creó una nueva categoría, la Transparencia, que es la presencia de la Trascendencia dentro de la Inmanencia de la Totalidad del Universo. Quien me ve a mí, ve al Padre. Teilhard de Chardin vivió una conmovedora espiritualidad de la Transparencia. El gran Misterio del cristianismo no es sólo la Aparición, sino la Transparencia del Dios Trino en el Universo. No sólo el rayo que aflora, sino el rayo que penetra. No sólo la Epifanía sino la Diafanía. Le milieu divin El universo en cosmogénesis nos invita a vivenciar la experiencia que subyace tras el Panenteísmo. En cada mínima manifestación del ser, en cada movimiento, en cada expresión de vida estamos ante la presencia y la acción de Dios. Abrazando al mundo abrazamos a Dios. Las personas sensibles a lo Sagrado sacan a Dios de su anonimato y le dan un Nombre, Jesús. Lo celebran con cánticos y ritos mediante los cuales expresan su experiencia en el Dios en quien vivimos, nos movemos y existimos. Hech 17, 28. Partim ex una exposición de Leonardo Boff
    Una Unión Hipostática que sea sólo ontológica, sin repercusión en la Autoconsciencia Mesiánica de Jesús, ni tan siquiera sería atisbada ni celebrada y experimentada. Y menos en nuestras conciencias, ya que por la Gracia se nos pide tener una participación en su misma Autoconciencia, ἡμεῖς δὲ νοῦν Χριστοῦ ἔχομεν, 1 Cor 2, 16 por la Entrega Unitiva Transfigurante. Habría, no estratos o niveles de conciencia sin mezclas ni confusiones en un sistema del paradigma de la complejidad, sino dos conciencias, una humana y otra divina, lo que haría dos yos, un Yo Soy Divino y otro yo humano. En mi humilde proposición de teología artesanal, y experiencia rústica de campesino, en Jesús hay un Yo único, el Yo Divino del Verbo, que es conocido tanto por su inteligencia Divina, como por su mente humana. Esta mente podía expresar la Autoconciencia Divina por la Unión Hipostática en sí misma, y por la Visión Beatífica de que gozaba Cristo. Siempre que lo que es Increado permanezca Increado, y lo que es creado permanezca dentro de los límites de la creatura. San Juan Damasceno, 676-749 De fide orthodoxa, 3 En los Evangelios Cristo muestra un Yo único. El Espíritu del Mesías Ungido, es la Luz en la que el Padre conoce al Hijo y el Hijo conoce al Padre. Tratándose de un solo Dios en tres Personas, la comunión de Uno frente al Otro se debe tanto al Silencio del Padre Amante, como a la Palabra del Hijo Amado, y al Encuentro del Espíritu que es el mismo Amor en Persona.

    Hay una perijóresis cristológica, entre lo Divino y lo humano por la encarnación, entre el conocimiento humano y el Divino, expresada en la communicatio idiomatum o comunión de propiedades, la interacción entre Dios y el Hombre en el Hombre Dios. No se pueden desligar Preexistencia del Hijo, de la encarnación del Logos por el Padre, y la concepción del Hombre Jesús en María, divinizada por el Espíritu. Las dos naturalezas de Jesucristo Yo Soy, todo hombre y todo Dios, el Verbo en dos naturalezas sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación de lo Divino con lo humano, Concilio de Calcedonia, 451 no son dos partes extrínsecas, yuxtapuestas y pegadas con Resistol abroquelado. La Unión hipostática produce una conexistencia inmanente de ambas naturalezas y es el fundamento de la comunicación de las propiedades de esas dos naturalezas en la Única Persona del Verbo. La Divinidad Infinita penetra ungiendo la Humanidad finita del Mesías, deificándola sin absorberla ni deformarla, sino transfigurándola. El Verbo, Uno de la Trinidad, comunica a su humanidad Filial Doliente Resucitada su propio modo de existir cual Palabra Belleza en la Trinidad. Una Complejidad Divina, cuerpo, psicología, espiritualidad, Cabeza de la Iglesia y de los ángeles, los hombres, la vida socioeconomicopolítica, el cosmos y la ecología de nuestro minúsculo planeta.

    La Complejidad Conciencia Cristológica expresa de modo humano las Formas Divinas de los Tres. La naturaleza humana de Cristo está unida a la Persona del Verbo que la ha asumido. Todo lo que es, piensa, habla, hace, siente, padece y realiza, pertenece a Uno de la Trinidad. Así el Hijo de Dios comunica a su humanidad su propio modo de existir e insistir en la Trinidad. En su soma, psiquis, pneuma y relaciones angélicas sociales y cósmicas, Jesús muestra las costumbres divinas de la Trinidad. Su humanidad poseyó la gracia santificante, o sea la participación en la Única Naturaleza de las Tres Personas de Dios. Es la gracia más plena, y en al infinito máximo grado posible, que jamás una naturaleza humana puede tener, sin limitación, lleno de santidad y verdad, refusionándola en los seres humanos de todos los siglos. No confundamos paradigma de sistema de complejidad, que puede servirnos como parábola científica, con lo complicado. Lo complicado se explica por el estudio de sus partes. Lo complejo no, porque rebasa a sus partes dada su capacidad de auto organización, desarrollo y propiedades emergentes. Resiste cualquier análisis, ese de aflojar las partes para entenderlas y entender el todo. Lee el Catecismo, 470-478 y dime si ya captas la vida conocimiento y amor de Jesús. Verás que al mismo tiempo que lees, algo entiendes por supuesto, pero te está superando el Corazón del Verbo Encarnado que encierra en su espesura todos los tesoros de las sabidurías y de las ciencias, literaturas poesías y relatos, que Él crea sostiene desarrolla redime y glorifica. Por sus muchos elementos, con interacciones dinámicas interpenetrativas no lineales sin relación exacta de causa efecto, con retroalimentaciones constantes, interactuando con su entorno, que no llegan a un equilibrio de cese sino que siguen creciendo cada vez más, no son estáticos sino dinámicos diacrónicos con historias autónomas sin fin, con lo que emerge de cada elemento, como de cada neurona de las 86 mil millones de nuestros cerebros. Con toda tranquilidad Jesús podía decir a nivel de su ciencia experimental que no lo sabía, Mc 13, 32 para luego agregar no tener misión de revelar lo que muy bien sabía por la plenitud de su conocimiento de los designios eternos que había venido a revelar. Hech 1, 7. CEC 474 Las místicas de la plasmación o encarnación del Verbo en cada seguidor suyo lo dicen. La Palabra del Padre nació según la carne de una vez para siempre, pero continúa naciendo por el Espíritu en los que lo buscan y desean. En ellos se engendra como Niño, y se va formando a medida que crecen sus dinamismos virtuosos, según la capacidad de cada uno. Máximo el Confesor, 580-662 Centurias Pobre de nosotros si todo cesa con el embarazo, o la infancia, hay que cooperar para que se vaya acercando a la medida del Hombre Finalizado, εἰς ἄνδρα τέλειον. Ef  4, 13

    Adquirir la Conciencia de Jesús es místico candor cristídem, es el compendio de la vida espiritual, la Presencia del Resucitado en nosotros. Por desgracia, de lo que no somos conscientes es como si no existiera. Así nos pasa con la Trinidad, mecum eras sed tecum non erat. San Agustín, Confesiones Pero algo sabremos y todo lo ignoraremos. Él poseía todas las virtudes, también las intelectuales, con sus dones y carismas del Espíritu. Sin tener fe y esperanza, III, 7, 3-4 que siempre son claroscuras, al pertenecer a lo que no se ve ni se posee, sino en una explosión de Complejidad Autoconciencia Mesiánica, categoría cristológica superior y distinta de nuestra visión beatífica en el Resucitado. Algunos se han apartado demasiado pronto de las tres ciencias, que ya estaban en la Tradición con contenidos y nombres distintos. La beatífica, la infusa y la experimental en circumincesión con la Divina, que Tomás de Aquino describió. III, 9-15 Opino, sin marketing actual, que es salvífico y liberador mantenerlas. Obvio con mejores terminologías enriquecidas con las neurociencias, estudios biocibernéticos con algoritmos monitoreados, robots, psiquiatrías y psicologías, profundización en la mente humana y la teología mística. Todos tenemos niveles o dimensiones simultáneas o sucesivas de conciencia. Ken Wilber estudia decenas. A mí me persiguen centenas de sensaciones y ni sé qué pasa en mi propio cuerpo y cabeza. Al celebrar la Misa puedo tener tres, o más, diferentes corrientes de pensamientos en simultáneo. Jesús experimentó en sus tentaciones o pruebas superlativas, Heb 4, 15 lo que tan bien pintan Dostoiesvski y Jung, la dramática enantiodromia o doblez entre el Todo y la nada, entre el Espíritu y satanás actuando en el ser humano. Aunque en formas distintas a las nuestras, nos señalan el camino para vivir las propias, tan limitadas pero tan dramáticas o trágicas.

    Juan Pablo II lo indica de manera respetuosa para con tantas corrientes teológicas, en Novo Millenio Ineunte, 16-28 Un Rostro para contemplar. La Palabra y la carne, la gloria divina y su morada entre los hombres. En la unión íntima e inseparable de estas dos polaridades está la identidad de Cristo, según la formulación clásica del Concilio de Calcedonia, Una persona en dos naturalezas. La Persona es aquella, y sólo aquella que es la Palabra Eterna, el Hijo del Padre. Sus dos naturalezas, sin confusión ni separación posible, son la Divina y la humana. Somos conscientes de los límites de nuestros conceptos y palabras. La fórmula aunque humana, está sin embargo expresada en su contenido doctrinal y nos permite asomarnos a la profundidad del Misterio. Es cierto, Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Como Tomás, la Iglesia está invitada sin cesar por Cristo a tocar sus llagas, a reconocer la plena humanidad asumida en María, entregada a la muerte y transfigurada por la resurrección. Acerca aquí tu dedo y mira mis manos, trae tu mano y métela en mi costado. Jn 20, 27-28 Y como Tomás, la Iglesia se postra ante Jesús Resucitado, en la plenitud de su divino esplendor y exclama adorando, Señor mío y Dios mío.

    La Palabra se hizo carne. Jn 1, 14 Esta presentación joánica del misterio de Cristo está confirmada por todo el Nuevo Testamento. En este sentido se sitúa Pablo cuando afirma que el Hijo de Dios nació de la estirpe de David según la carne. Rom 1,3 y 9,5 Si hoy, con el racionalismo que reina en gran parte de la cultura contemporánea, es sobre todo la fe en la divinidad de Cristo lo que constituye un problema, en otros contextos históricos y culturales hubo más bien la tendencia a rebajar o desconocer el aspecto histórico concreto de su humanidad. Pero para la fe de la Iglesia es esencial e irrenunciable afirmar que la Palabra se hizo carne y asumió todas las características del ser humano, excepto el pecado. Heb 4, 15 En esta perspectiva, la Encarnación es en verdad una kénosis, un despojarse, por parte del Hijo de Dios, de la Gloria que tiene desde la Eternidad. Fil 2, 6-8 y 1 Ped 3, 18 Este rebajarse del Hijo de Dios no es un fin en sí mismo. Tiende más bien a la plena glorificación de Cristo, incluso en su humanidad. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un Nombre sobre todo nombre. Fil 2, 9-11 Cristo Dios y Hombre, revela el auténtico rostro del hombre, al manifestar la plenitud del hombre al propio hombre. Él es el Hombre Nuevo, Ef 4, 24 y Col 3, 10 que llama a participar de su vida divina a la humanidad redimida. En el misterio de la Encarnación están las bases para una antropología que es capaz de ir mucho más allá de sus propios límites y contradicciones, moviéndose hacia el mismo Dios, hacia la meta de la divinización del hombre, a través de la incorporación a Cristo, admitido él también a la intimidad de la Vida Trinitaria. Sobre esta dimensión salvífica del Misterio de la Encarnación los Padres han insistido mucho. Sólo porque el Hijo de Dios se hizo hombre, puede el hombre, en él y por medio de él, llegar a ser en realidad hijo de Dios en el Hijo.

    El Rostro del Hijo. Esta identidad Divino Humana brota con vigor de los Evangelios, que nos ofrecen una serie de elementos gracias a los cuales podemos introducirnos en la zona límite del Misterio, representada por su Autoconciencia Mesiánica. Lucas, recogiendo las primeras palabras de Jesús a los doce años en el templo de Jerusalén, nos dice que Jesús aparece ya consciente de tener una relación única con Dios, la propia del Hijo. Su Madre le hace notar la angustia con que Ella y José lo han buscado, Jesús responde sin dudar, y por qué me buscaban, no sabían que debo estar en la casa de mi Padre. Lc 2, 49 No es de extrañar que en la madurez, su lenguaje expresara la profundidad de su Misterio, como está subrayado tanto por los Sinópticos. Mt 11, 27 y Lc 10, 22 como por Juan. En su Autoconciencia Jesús no tiene dudas, el Padre está en mí, y yo en el Padre. Jn 10, 38 Aunque sea lícito pensar que, por su condición humana que lo hacía crecer en sabiduría, en estatura y en gracia, Lc 2, 52 la conciencia humana de su misterio progresa también hasta la plena expresión de su humanidad glorificada, no hay duda de que ya en su existencia terrena Jesús tenía conciencia de su identidad de Hijo de Dios. Juan lo subraya llegando a afirmar que, en definitiva, por esto fue rechazado y condenado. En efecto, buscaban matarlo porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios. Jn 5, 18 En el marco de Getsemaní y del Gólgota, la conciencia humana de Jesús se verá sometida a la prueba más dura. Pero ni siquiera el drama de la pasión y muerte conseguirá afectar su serena seguridad de ser el Hijo de su Padre celestial.
  

    Rostro doliente. La contemplación del rostro de Cristo nos lleva a acercarnos al aspecto más paradójico de su Misterio, como se ve en la Hora de la Cruz, y ante el cual el ser humano ha de postrarse en adoración. Pasa ante nuestra mirada la intensidad de la escena de la agonía en el huerto de los Olivos. Jesús, abrumado por la previsión de la prueba que le espera, solo ante Dios, lo invoca con su habitual y tierna expresión de confianza, Abba, Padre. Le pide que aleje de él, si es posible, la copa del sufrimiento. Mc 14, 36 Pero el Padre parece que no quiere escuchar la voz del Hijo. Para devolver al hombre el rostro del Padre, Jesús debió no sólo asumir el rostro del hombre, sino cargarse incluso del rostro del pecado. Quien no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él. 2 Co 5, 21 Nunca acabaremos de conocer la profundidad de este Misterio. Es toda la aspereza de esta paradoja la que emerge en el grito de dolor en apariencia desesperado que Jesús da en la cruz, Eloí, Eloí, lema sabactani, es decir, Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado. Mc 15, 34 Es imposible imaginar un sufrimiento mayor, una oscuridad más densa. En realidad, el angustioso por qué dirigido al Padre con las palabras iniciales del Salmo 22, aun conservando todo el realismo de un dolor indecible, se ilumina con el sentido de toda la oración en la que el Salmista presenta unidos, en un conjunto conmovedor de sentimientos, el sufrimiento y la confianza. En efecto, continúa el Salmo, en ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste. No estés lejos de mí, que la angustia está cerca, y no hay quién me socorra. Este grito no delata el dolor de un desesperado, sino la oración del Hijo que ofrece su vida al Padre en el Amor para la salvación de todos. Mientras se identifica con nuestro pecado, abandonado por el Padre, Él se abandona en las manos de su Padre. Justo por el conocimiento y la experiencia que sólo Él tiene de Dios, incluso en este momento de oscuridad ve la gravedad del pecado y sufre por esto. Sólo Él, que ve al Padre y lo goza en plenitud, valora qué significa resistir con el pecado a su amor. Antes aun, y mucho más que en el cuerpo, su pasión es sufrimiento atroz del alma. La tradición teológica no ha evitado preguntarse cómo Jesús pudiera vivir a la vez la unión profunda con el Padre, fuente de alegría y felicidad, y la agonía hasta el grito de abandono. La copresencia de estas dos dimensiones irreconciliables está arraigada en la profundidad de la Unión Hipostática. Ante este misterio, además de la investigación teológica, podemos encontrar ayuda eficaz en el patrimonio de la teología existencial de los santos. 

    Ellos nos ofrecen indicaciones preciosas que permiten acoger con más facilidad la intuición de la fe, y esto gracias a las luces particulares que algunos de ellos han recibido del Espíritu, o incluso a través de la experiencia que ellos mismos han hecho de los terribles estados de prueba que la tradición mística describe como noche oscura. Muchas veces los santos han vivido algo semejante a la experiencia de Jesús en la cruz en la paradójica confluencia de felicidad y dolor. En el Diálogo de la Divina Providencia el Padre muestra a Catalina de Siena cómo en las almas santas puede estar presente la alegría junto con el sufrimiento. El alma está feliz y doliente. Doliente por los pecados del prójimo, feliz por la unión y por el afecto de la caridad que ha recibido en sí misma. Ellos imitan al Cordero inmaculado, a mi Hijo Unigénito, el cual estando en la cruz estaba feliz y doliente. Del mismo modo Teresa de Lisieux vive su agonía en comunión con la de Jesús, verificando en sí misma la misma paradoja de Jesús feliz y angustiado. Nuestro Señor en el huerto de los Olivos gozaba de todas las alegrías de la Trinidad, sin embargo su agonía no era menos cruel. Es un Misterio, pero le aseguro que, de lo que pruebo yo misma, comprendo algo. Amo tanto a Dios que quisiera complacerle aunque Él ni supiera que yo existo. Es un testimonio muy claro. Por otra parte, la misma narración de los evangelistas da lugar a esta percepción eclesial de la conciencia de Cristo cuando recuerda que, aun en su profundo dolor, Él muere implorando el perdón para sus verdugos, Lc 23, 34 y expresando al Padre su extremo abandono Filial. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Lc 23, 46

    Rostro del Resucitado. Como en el Viernes y en el Sábado Santo, la Iglesia permanece en la contemplación de este rostro ensangrentado, en el cual se esconde la vida de Dios y se ofrece la salvación del mundo. Pero esta contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. Él es el Resucitado. Si no fuese así, vana sería nuestra predicación y vana nuestra fe. 1 Cor 15, 14 La resurrección fue la respuesta del Padre a la obediencia de Cristo, como recuerda la Carta a los Hebreos. El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia, y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. 5, 7-9 La Iglesia mira ahora a Jesús Resucitado. Lo hace siguiendo los pasos de Pedro, que lloró por haberle negado, y retomó su camino confesando con temor su amor a Cristo. Tú sabes que te amo. Jn 21, 15-17 Lo hace unida a Pablo, que lo encontró en el camino de Damasco y quedó impactado por Él. Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Fil 1, 21 Después de dos mil años de estos acontecimientos, la Iglesia los vive como si sucedieran hoy. En el Rostro de Cristo ella, su Esposa, contempla su tesoro y su alegría. Iesu dulcis memoria, dans vera cordis gaudia.

    La Autoconciencia que Jesús tiene del Padre es igual a la que tiene del Espíritu. Su Conciencia es Mesiánica, Ungida al Infinito Personal por el Espíritu Amor Guía Encuentro. Lo que vemos en su Bautismo, aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo, Jn 1, 33 es la presentación que hace el Padre de su Hijo a la humanidad. Pero es Él mismo que fue desde su concepción en María ya que desde siempre tiene el Espíritu sin medida, οὐ γὰρ ἐκ μέτρου δίδωσιν τὸ πνεῦμα. Jn 3, 34 Y es Él quien nos envía al Maravilloso Otro Paráclito para que nos muestre el Camino que nos conduce a la Verdad Total, ὁδηγήσει ὑμᾶς ἐν τῇ ἀληθείᾳ πάσῃ, ya que no habla por sí mismo sino que recibe de Jesús y del Padre, cuanto debe comunicarnos y anunciarnos lo que irá sucediendo. Jn 16, 7-15 Las palabras humanas de Jesús en el tiempo, están en perijóresis con su Logos Divino en la Eternidad. Por qué ustedes no comprenden mi lenguaje. Es porque no pueden escuchar mi Logos. Διὰ τί τὴν λαλιὰν τὴν ἐμὴν οὐ γινώσκετε, ὅτι οὐ δύνασθε ἀκούειν τὸν λόγον τὸν ἐμόν. Ὑμεῖς ἐκ τοῦ πατρὸς τοῦ διαβόλου ἐστὲ καὶ τὰς ἐπιθυμίας τοῦ πατρὸς ὑμῶν θέλετε ποιεῖν. Ὁ ὢν ἐκ τοῦ θεοῦ τὰ ῥήματα τοῦ θεοῦ ἀκούει· διὰ τοῦτο ὑμεῖς οὐκ ἀκούετε, ὅτι ἐκ τοῦ θεοῦ οὐκ ἐστέ. Jn 8. 39-47 De la misma manera que podemos ver al Padre en el Jesús, de la misma manera podemos ver a Jesús en el Espíritu. San Basilio, Sobre el Espíritu Santo, PG 32 

    Y por el Panenteísmo, vemos al Resucitado que está en la Trinidad por su Ascensión, Plegaria Eucarística IV en cada ángel, en cada mujer y varón, y en cada realidad del Universo. En cuanto unidad del Padre y del Hijo, el Espíritu es la garantía de que todo lo que  ha sido creado por el Amante, en la receptividad del Amado, está también unido a Ellos en el Vínculo Increado del Amor. B. Forte Por Gracia participamos, tenemos koinonía de perijóresis, en las Procesiones y Misiones de la Trinidad, en nuestros interminables procesos de cambios en los Tres. De manera análoga en nuestro conocer, recordar y amar, ya de por sí con miles de interrelaciones, neuronales sexuales pasionales sensitivas imaginativas memoriosas futuribles e intelectuales, diarias y nocturnas en vigilias y sueños, la Trinidad se une a la humano, como pasa en el Corazón de Jesús, Sede de toda Gnosis que viene del Padre por Jesús en el Espíritu. Todos ustedes recibieron la Unción del que es Santo, y poseen el conocimiento. Ὑμεῖς χρῖσμα ἔχετε ἀπὸ τοῦ ἁγίου καὶ οἴδατε πάντες. 1 Jn 2, 20

    No olvido la inquietud del asombro lleno de unción, que me sobrevino en la casa de Pushkin donde nos llevaron, con tanta amabilidad y sabiduría, los monjes rusos de Pskov. Abandoné a los especialistas dejando las explicaciones. Me encontré como en una casa conocida y amada, comencé a recorrer su biblioteca, y por las ventanas percibí la tristeza de su duelo mortal. Como a Dostoiewski se me saltaban las lágrimas recordando poesías suyas. Era un pobre caballero. Silencioso, sencillo. De rostro severo, pálido. De alma osada, franca. Tuvo una visión. Repleta de Luz y Belleza. Que grabó en su corazón. Una profunda impresión. Desde entonces le ardía el pecho entero. Apartó sus ojos de las mujeres. Y ya hasta la tumba. No volvió a hablar con ninguna. Se puso un Rosario al cuello. Como si fuera una insignia. Y jamás levantó ante nadie. La visera de su casco de hierro. Lleno de amor puro. Fiel a su dulce fervor, escribió con su sangre. Sobre su escudo, A la Madre de Dios. Y en los desiertos de Palestina. Mientras que entre las rocas. Los paladines corrían al combate. Invocando el nombre de una amada. Él gritaba con poderosa exaltación. Luz del Cielo, Rosa Santa. Y como el rayo. Con ímpetu desbarataba a los enemigos. De regreso a su lejano castillo. Vivió en la severidad de un recluso. Siempre silencioso, siempre en su claroscuro. Muriendo por fin, enloquecido de amor. Traducción libre del ruso y francés

    A la Panhagia, Kejaritomene Inmaculada Aeiparthenos, Άεί παρθένος Madre de Dios Asunta en cuerpo y alma a la Gloria Celestial, primicia y paradigma de la Iglesia, nos encomendamos en la paciente esperanza de que encienda por Jesús las Lámparas de Fuego y nos ilumine la conciencia que tenía ella por su meditación constante, συμβάλλουσα ἐν τῇ καρδίᾳ αὐτῆς. Lc 2, 19 Con la Gracia tenemos que escoger entre auto fundarnos en nuestro yo finito, conciencia pasajera, o apapacharnos al Yo Soy Infinito Metafísico, Complejidad Conciencia Cristológica, de Jesús, y los miles de niños que cada quince segundos mueren de hambre, o por causas evitables, en África según nos informa la UNICEF. El Espíritu Santo despierta la Autoconciencia del Yo Absoluto Ontológico y Moral. Y, desde esa communio sanctorum omnium, nos unimos a las Doctoras y Doctores de la Iglesia Universal, con todos los ángeles, la humanidad y el cosmos. Para que dejemos de vivir sacudidos por las olas y arrastrados por el viento de cualquier doctrina, a merced de la malicia que hay en nosotros, y de la astucia que tienen algunos para enseñar el error. Y lleguemos a la Unidad de la fe y de la supergnosis del Hijo de Dios. Μέχρι καταντήσωμεν οἱ πάντες εἰς τὴν ἑνότητα τῆς πίστεως καὶ τῆς ἐπιγνώσεως τοῦ υἱοῦ τοῦ θεοῦ, εἰς ἄνδρα τέλειον, εἰς μέτρον ἡλικίας τοῦ πληρώματος τοῦ Χριστοῦ. Ef 4, 12-16