229. La Parusía del Resucitado
y de la Trinidad Toda en todos, Tit 2, 13
Aguardamos la bienaventurada esperanza, la
Manifestación de la Gloria del Gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo, προσδεχόμενοι τὴν μακαρίαν ἐλπίδα καὶ ἐπιφάνειαν τῆς δόξης τοῦ μεγάλου θεοῦ καὶ σωτῆρος ἡμῶν Ἰησοῦ Χριστοῦ. Cuando todos seremos
vivificados en Él, cada cual en su rango, Cristo como Primicia, luego los de Cristo
en su Parusía, y entonces llegue el Fin. Ἔπειτα οἱ
τοῦ Χριστοῦ ἐν τῇ παρουσίᾳ αὐτοῦ, εἶτα τὸ τέλος. 1 Cor 15,
23-24 La Escatología Pneumatológica está adherida por la Persona del Verbo hecho carne, a la Parusía del Esjatón Jesús Resucitado. Cuando entregue el Reino a
su Padre, después de haber aniquilado el poder de satanás, el pecado, la muerte
y todo mal. Aunque por el Bautismo y en el Cielo ya se celebra el inicio de
este triunfo final, sin la Parusía, o Segunda Venida de Jesús, nadie vive en la Consumación
de la Gloria de la Trinidad y la Bienaventuranza Plena del Finis sine fine.
No obstante no todos los cristianos tienen la urgencia del Día del Señor
Jesucristo. La Parusía desparece del horizonte de su fe iluminada que es
feliz esperanza en el fervor del amor. Tal como le sucede al rico estanciero, nos quedamos con bienes temporales o acariciando el ídolo de nuestra psiquis, olvidando el Bien Eterno. Esta misma noche te pedirán tu alma. Sí, Jesús vendrá como ladrón en la noche. Lc 12, 16-21 y 1 Tes 5, 1-11 Como dirían los jóvenes creyentes, no
saben lo que se pierden.
Creación
Redención Glorificación pueden parecernos etapas separadas por millones de
años, pero en el Espíritu que procede del Padre son la simultaneidad Total de
Cristo. Él desde siempre ejecuta este Superdesarrollo amoroso de Protología
Hodología Escatología. En el mismo soplo fugaz de nuestro pasaje por este
Planeta están presentes. Ya en esta vida te mueves entre el Infierno de tus
pecados o el Cielo de la Gracia unido a Jesús. Elige el Purgatorio. Inicia tu
liberación[1]. La Trinidad se ha entregado a la
historia y al cosmos como Principio Camino y Fin, Origen Sendero y Meta. La
Escatología es de la esencia del cristianismo. No es un anexo accidental de la
teología, sino la estructura dinámica, pasado presente futuro, de toda ella[2]. La Teología, Cristología,
angelología, antropología, cosmología son escatológicas de por sí. Está tan
presente en la creación, como en la redención y en la Glorificación o
Consumación Universal. Es la Plenitud de la autocomunicación definitiva sin fin
de la Trinidad a los ángeles, los hombres y la naturaleza. El Crucificado
Resucitado Uno de la Trinidad, es Arjé Hodós y Ésjaton, Inicio Camino y Telos.
En su Trascendentalidad ya todo está dado. Nosotros y el mundo sufrimos el
límite de lo que ya pero todavía no se nos ha otorgado en última plenitud.
La vida monástica ha percibido esta energía
protológica hodológica y escatológica. Desde los inicios, ya que la Biblia es
su Libro, se fijaron en Eva y Adán antes y después de la caída. La búsqueda del
paraíso terrenal[3] del que habían sido arrojados, y la
Novedad del Paraíso Celestial del Resucitado Nuevo Adán, los arrebataba. Imbuidos
de su Praktiké vieron que entre el Génesis y el Apocalipsis había otros 71
Libros que señalizaban el Camino de Jesús. Elaboraron, con distintas terminologías
teológicas y culturales, el itinerario de progreso o superación en el
seguimiento de Jesús por el Desierto, desde la miseria del idólatra esclavizado
y alejado de la Trinidad, a la Bienaventuranza del hombre liberado hacia el
Cielo Nuevo y la Nueva Tierra. Un paradigma que atraviesa todo el monacato, inspirado
en la Sagrada Escritura, 1 Tes 5, 23 retomado por Orígenes y muchos
otros, llama a las tres fases, somática o animal, psíquica o racional y
pneumática o espiritual. Vida angélica[4] en el paraíso claustral, donde los cuatro claustros
del cuadrilátero, pneumático psíquico somático y social, se expanden hacia el
Horizonte siempre abierto de la Vida Eterna.
La
primera, por el ayuno, se ocupa de los ejercicios somáticos,
mortificación del cuerpo en obediencia al padre o madre espiritual, el trabajo
manual, el sueño, la alimentación, la soledad el silencio la taciturnidad,
pobreza, celda, arte de vivir en comunidad, castidad, sociabilización,
politéia, estabilidad, Eucaristía, Opus Dei, oración continua, hasta que huir
del mal y hacer el bien es un placer satisfactorio.
La segunda, por la oración, tiende
hacia las Cumbres por el amor sobrenatural y se cuida de no caer en el abismo
de la epithymía o mal deseo. Arranca malos hábitos y planta virtudes, libera de los
loguismoi y afectos desordenados, hasta que los misterios de la fe son
practicados en la alegría del Evangelio.
La tercera, por la misericordia, no
encuentra su reposo sino en la contemplación en íntima relación con la
Trinidad, arrastrando a su prójimo a idéntica consciencia, amándolo como Jesús
lo ama. Jn 17, 21-26 Por su intervención el Espíritu
Santo hace que el dominio del pensamiento se convierta en amor, Amor ipse
intellectus est o sensus humilis et iluminati amoris. Dios no puede
ser alcanzado por la inteligencia humana[5], pero sí acariciado por el amor, guardado
y escondido en mi consciencia el Secreto que es Inefable. Hasta que la luz
de la razón sea gnosis y memorial amante del Mysterium fidei, de claridad en
claridad y de semejanza en semejanza, hacia la Jerusalén Celestial[6].
Quien encontró el Camino hacia adentro.
Quien en el hundirse ardiente en uno mismo. El núcleo presintió de la
Sabiduría. Ese elegirá con su sentido a Dios y al mundo. Como su imagen y su
alegoría. Cada obra y cada pensamiento. Diálogo serán con el alma que le es
propia. Que a Dios y al mundo en sí contiene. Hermann Hesse, Camino hacia
adentro
Dios es un Malabarista en desbaratar
ilusiones maltrechas y construir paradojas bien hechas. La Escatología no es
Futurología de morondanga, ni un
pronóstico de Física científica del futuro, con detalles que sacien nuestra
curiosidad sobre planificaciones energéticas o de marketing a porvenir. El Ésjaton
Jesús Resucitado en el seno de la Trinidad manifiesta la Providencia divina en lo creado y la Pascua eterna, la
Promesa Divina que se nos ha hecho de un futuro pleno y absoluto. Futuro que
aguardamos por la fe esperanzada y amante, confiando en el Esplendor del Trino
Dios. La Escatología de Jesús es lo que caracteriza al cristianismo.
Subyugados por nuestra cultura egolátrica
solemos ponernos a nosotros en el centro de la Parusía, y así fueron nuestras
finitudes a terminar en las llamadas Postrimerías o acontecimientos
últimos que nos afectan al ego. Se fueron olvidando los Novísimos, las Novedades
de la Única Belleza Infinita. Una antropología cortada de lo Esencial. Nuestro
Hogar, ahora y después de esta vida es la Trinidad, y desde la Trinidad sólo se
hará comprensible la Nueva Creación que no es mi casa sino un anexo creado y
finito. No queremos un yoyo ni un mundo hermoseado para mi Egobody[7]. Parusía significa llegada y presencia
en epifanía apocalipsis y manifestación gloriosa de Cristo, el Hombre Dios. Se aprende siendo amamantado por la Sede de la Sabiduría.
Y Tú, Señor, naciendo inesperado. En
esta soledad del pecho mío. Señor, mi corazón, lleno de frío. En qué tibio
Rincón lo has transformado. Qué de repente, Dios, entró tu arado. A romper el
terrón de mi baldío. Pude vivir estando vacío. Cómo no muero al verme tan
colmado. José García
Nieto, 1914-2001
De aquí que el Único Centro es Dios mismo
mostrando todo el Brillo de su Bondad Sabiduría y Misericordia[8]. El Resucitado que unirá a la
creación redimida salvada y liberada con la última Realidad Dinámica de la
Trinidad. De lo creado transfigurado asumido en lo Infinito Increado Eterno[9]. Más allá de esta dimensión
temporal. Fin o término de la historia, y sentido o finalidad de toda la
creación, al cumplirse el Proyecto definitivo de su Creador. La Parusía nos da
a conocer más cómo es el Dios Verdadero. La fe en Él es esperanza, spes
quaerens intellectum[10]. Ch. Schütz El Credo es diáfano y taxativo, Creemos o Creo sólo en la
Trinidad Invisible Incomprensible Inalcanzable hacia, eis la resurrección de la carne y la
vida eterna, o espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo
futuro.
Unamos la cruz de las Diez Palabras de los Mandamientos, indesligables de las Bienaventuranzas, con la cara de nuestro rostro definitivo en las Otras Diez Palabras de la Escatología, Mat 25 con el resto de la Biblia y el Catecismo. Palabras Individuales, Morir en Cristo, Juicio particular, Cielo,
Purgatorio, Infierno. Palabras Universales, Anticristo, última prueba y pascua de
la Iglesia, resurrección de la humanidad y Parusía del Cristo Glorioso con
todos sus ángeles y santos, Juicio final, Transfiguración del Cosmos en Cielos
Nuevos y Tierra Nueva, Plenitud del Reino en Consumación Universal donde el
Dios Uno y Trino, con el Resucitado Total en su seno, será Todo en la
Totalidad. No estamos dando las últimas noticias de Google sobre lo que va a
suceder pronto, de facto ya está sucediendo, sucedió y sucederá en cualquier
instante. Estamos anunciando en fe a la misma Trinidad cual el Discernimiento Gozoso
Performativo del Evangelio. La autocomunicación reveladora de la Trinidad al
hombre y al universo para que enderece su Camino hacia el Sentido Absoluto del
devenir. El Camino no existiría sin esta Buena Noticia de que Dios es el
Misterio, la Realidad y el Futuro Supremo de toda la creación. Como alcanzado
es Cielo. Como perdido es Infierno. Como catarsis es Purgatorio. Como Verdad es
Juicio. Como Totalidad es Vida Eterna. Aquel en quien lo finito muere y se pone
en pié transformado por la Anástasis. Por Cristo con Él y en Él, Síntesis del
Ésjaton del Mundo, a Ti Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espíritu Santo
todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos.
Ese Ésjaton que nos salva en la esperanza[11], Rom 8, 24 es Cristo el Evangelio que no es sólo comunicación de
cosas que es bueno saber, sino acciones del Espíritu que nos cambian la vida,
como a los discípulos de Emaús. La puerta oscura del futuro en su esencia ha
sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive una vida nueva,
diferente y difícil, plasmando al Verbo del Padre. Se libera de los ídolos
finitos, aun la Iglesia creatura peregrinante idolatrizada en honores premios carrerismos
encumbramientos o rechazos, y se abre al Infinito Reino de Dios que comienza en
esta historia dirigida hacia el Retorno de Cristo. El Pueblo de Dios está en
devenir. Tiene un Logos mensaje inmutable, la Encarnación Pascual Trinitaria. Pero
debe moldearlo en maneras culturales con lenguajes cambiantes. Tiene que estar
en Salida anunciadora dialógica con todos los seres humanos, para responder
a interrogantes que desconocía desde sus orígenes. Y elaborarlos con probables
inexactitudes que deberá ir matizando o corrigiendo. Corre el riesgo de
asimilarse a este mundo que pasa y caer en acomodamientos de aplausos neoliberales conservadores o
repulsas progresistas populistas. Se olvida de su paradoja, estar el mundo sin ser del mundo
guardándose del Mal, de dejarlo todo por su Señor. Se contagia de la
mundanidad idolátrica. Sin Entrada en el Hogar no logra volver a la
intimidad relacional con la Trinidad, a permanecer en autoreforma continua a la
Luz del Reino. No se mira cual esposa del Cordero. Ap 21, 9 La Parusía le revela que no debe
quedarse sólo con lenguajes sino a la escucha del Verbo. Lc 10, 38-42 y Jn 8, 43 Todo es sombra, la Realidad es el
Cuerpo del Resucitado. Col 2, 17
Sería de desear que la Iglesia semper
reformanda, sin que los innovadores o reformadores se separen de la Unam Sanctam, y los monjes en especial dentro de Ella, en la lucha de esa
formidable resiliencia o capacidad de superar por la tirantez entre patologías
y Salud, entre pecado y Gracia, entre protología y Escatología, vivieran con
más intensidad el misterio del Purgatorio[12], tan propio de la Hodología que es
Crisol de Fuego Nuevo. Al fin y al cabo la Purgación no es Eternidad, como no lo es
el Infierno. Dios es el Único Eterno y sólo viéndolo a Él participamos al modo
de creaturas de su Eternidad. El Purgatorio aunque no es un lugar sino un
estado, sin fuego eterno, tiene duración temporal[13] y termina en la Vida Eterna. El
Infierno tampoco posee Eternidad, pero es eterno sin término en su
duración. Los que mueren en gracia y en amistad con Dios, pero de manera
imperfecta purificados, aunque están seguros de su salvación eterna y de la
comunión de los santos, sufren después de su muerte una purificación, por
completo distinta del castigo de los condenados[14].
Las monjas y los monjes sabían bien que sin
emprender este camino ascético místico expiatorio de purgación ayudados por
toda la Iglesia, entre alejamiento y unión con la Trinidad, esta penosa
purificación y liberación divinizante y peregrinante entre Infierno y Cielo
experimentados ya en este mundo, la salvación estaba en peligro. Tanto en ser
salvado por Dios como en obrar con la divina gracia, su propia salvación en
koinonía con la Iglesia peregrinante purgante y celestial.
Safranski escribió una apasionante biografía
de Goethe. En medio de su febril creatividad tuvo conciencia de que las obras
literarias eran sólo una dimensión, la otra dimensión era su misma vida a la
que debía darle la forma de una obra de arte, Kunstwerk des Lebens[15]. Eso está en el corazón de la
politéia monástica, morir habiendo hecho de mi vida una minúscula obra de arte
en seguimiento de Cristo, esa insuperable Obra de Arte que es su Vida. No para
contemplarme el ombligo en el espejo de Narciso. Ni estar mirándonos unos a
otros cual Vanessa y Roland, en la magnífica interpretación de Angelina Jolie y Brad Pitt en By
the Sea, aunque resolvamos algo de nuestras
problemáticas psicológicas. Sino sólo para gloria de la Trinidad
Increada que viene hacia mí en el Juicio particular, me ama como persona, y en
Juicio universal, en comunión con toda la humanidad y el cosmos para la misión
que su Amor, desde antes de la creación, proyectó. Vuelve a surgir la
distinción entre psicología clínica y vida en el Espíritu. Soy psicólogo y
puedo decir que la terapia, la mayoría de las veces, lo que hace es un
intercambio de problemas, te quita uno, pero te mete otro. La espiritualidad es
la que intenta solucionarte porque busca liberarte del ego. Ese yo está
generando los problemas que te llevan al psicólogo. Sé como Jesús[16].
No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti,
amor, de amor de ti. De urgencia mía de mi piel de ti. De mi alma, de ti y de mi boca. Y del
insoportable que yo soy sin ti. Morimos en mi cuarto en que estoy solo. En mi
cama en que faltas. En la calle donde mi brazo va vacío. En el cine y los
parques, los tranvías. Los lugares donde mi hombro. Acostumbra tu cabeza. Y mi
mano tu mano. Porque todo yo te sé como yo mismo. Jaime Sabines, 1926-1999
[2] Urs Von Balthasar, Verbum Caro I. Ensayos teológicos.
Cristiandad, Madrid, 1964, 354 p.
[3] Paraíso de
tierra. San Ireneo urge que el cuerpo de los dos Adán era de la misma
substancia visible, carnal. El origen del primero era la tierra árida visible,
el del Segundo, la carne visible. Ambos procedían en su cuerpo de tierra
virgen. Adán de tierra, Gen 2, 5 no labrada
por varón, donde no ha penetrado el arado, figuraba la carne Virginal de la que
fue formado el Verbo hijo de Adán. La misma tierra con la que curó al ciego de
nacimiento, en la que escribió, y en la que fue sepultado. Por tener la misma
carne, puede el Segundo solucionar el pecado del primero. Antonio Orbe, Introducción
a la teología de los siglos II y III, Sígueme, Salamanca, 1988, 1053 p.
[4] Mysterium Salutis, V II-T II, Michael Seemann, Los ángeles, pp.
1054-1096. Lo esencial que la teología dogmática dice de los
ángeles es la relación, que según la Revelación y los Padres de la Iglesia,
tienen con la obra salvadora de Dios. Están integrados en la comunidad del Dios
Trino a una con las criaturas llamadas por esa Trinidad a la existencia.
Intervienen como servidores de la Alianza concertada por Dios con ellos y con
los hombres.
[5] No hay que
confundir al Dios que está por encima de todo nombre y más allá de todo
entendimiento, el invisible y fuera de todo alcance, con nuestras representaciones
humanas. CEC,
42
[6] Guillermo de
Saint Thierry, Carta de Oro, 44 y 249-300
[7] Robert Redeker, Egobody. La fábrica del hombre nuevo. CFE,
Bogotá, 2014, 149 p. El nuevo hombre no es el final de ninguna esperanza. Su Yo
verdadero ha sido absorbido por el cuerpo. Es un hombre animal, organismo o
cuerpo, consumidor, usuario, elector, hincha escandaloso, sin hogar habitante
de la calle, objeto de sondeos, conectado a prótesis de celulares e Internet,
reserva genética, banco de órganos de trasplante, mujer vientre alquilada,
desmembrado en múltiples funciones, máquinas, redes, nodos de conexiones, moldes
de clones, no sujeto de Salvación espiritual alguna. Para los católicos el
cuerpo era sagrado, arraigado en la Encarnación. La Comunión en la Misa era su
Símbolo, el Cuerpo de Cristo tan divino como humano.
[8] A quién
sino a Ti tengo yo en el cielo. Si estoy contigo, no deseo nada en la tierra. Y
aunque mi corazón y mi carne se consuman, Dios es mi herencia para siempre, la
Roca de mi corazón. Sal 73
[9] Juan L. Ruiz
de la Peña, La Pascua de la creación. Escatología, BAC, Madrid, 2002,
298 p. Cuando proclamamos en el Credo no sólo nuestra fe, sino también
nuestra esperanza, decimos Jesucristo de nuevo vendrá con Gloria para juzgar a
vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin. Parusía y Juicio. El proceso
histórico en el que estamos comprometidos culminará con un acontecimiento
salvador que afectará a toda la realidad creada. Cristo Omega llevará a su
telos lo que hizo como Cristo Alfa, crear el cielo y la tierra. La creación
conocerá su Pascua de Luz.
[11] Benedicto XVI, Spe
salvi. Se nos ofrece la salvación
en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias
a la cual podemos afrontar nuestro presente que, aunque sea fatigoso, se puede
vivir y aceptar pues lleva hacia una meta tan grande que justifica todo el
esfuerzo del camino.
[12] Juan L. Ruiz de la Peña, La Otra Dimensión. Escatología cristiana,
Sal Terrae, Santander, 1986, 359 p.
[13] L. Pacomio y otros, Diccionario Teológico Interdisciplinar, I-II,
Sígueme, Salamanca, 1985, 1192 p. Hay teólogos que piensan habría que concebir
el Purgatorio como el límite del status viae, para que el ser humano, ya
unido a Cristo, termine de morir al pecado hacia la Visión Beatífica.
[15] Rüdiger
Safranski, Goethe. La vida como obra de arte, TusQuets, México, 2016,
687 p.