sábado, 1 de octubre de 2011

29. Sin acompañamiento divino y eclesial no hay vida heroica espiritual: Hab 2, 1-4



    El que no tiene el alma recta sucumbirá, pero el justo vivirá por su fe y fidelidad. Esto lo inspiró Dios a Habacuc hace 2.600 años, y la Nueva Alianza lo retomará en Gal, Rom y Heb. No tener el alma recta, Iashar, significa morir a la vida según el Espíritu al no dejarse iluminar por la Palabra de Dios y menos ser guiado por la Iglesia. En cambio el justo vive porque sabe escuchar a Jesús resucitado y a su Cuerpo místico que es la Iglesia. Sin acompañamiento espiritual personal y comunitario, la vida de la gracia ni se implanta ni se desarrolla, como pasa en el orden natural, que es plenificado por el sobrenatural. La vida vive de vidas. Nuestra propia vida vive de la vida de los otros. El infierno es la vida secándose.
    Joseph Campbell fue un profesor de EU que murió a los 83 años en 1987, enseñó en Sarah Lawrence College durante 38 años y publicó varios libros sobre los arquetipos colectivos que la humanidad guarda en su inconciente y sobre las religiones comparadas. En El héroe de las mil caras trata el tema del viaje o proceso del héroe, un patrón narrativo que se encuentra en las religiones, historias y leyendas populares. El héroe pasa a través de ciclos o aventuras similares en todas las culturas. Resumido en la trilogía, Separación-Iniciación-Retorno; que pueden desgajarse en doce estadios. 1. El mundo normal u ordinario del héroe antes de que su proceso comience. 2. El llamado o vocación a la aventura o misión. 3. La reticencia del héroe o rechazo del llamado, el héroe duda o rechaza el desafío o la aventura, sobre todo por miedo al cambio. 4. El encuentro con el mentor, orientador o acompañante sobrenatural, el héroe encuentra un maestro que lo ayuda a aceptar el llamado y lo informa y entrena para el servicio heroico. 5. El cruce del primer umbral, el héroe abandona el mundo ordinario para entrar en un mundo especial, mágico, megalýnei de la Virgen, o sobrenatural. 6. Las pruebas y encuentro con aliados y enemigos, el héroe se enfrenta con dificultades, de forma que aprende las reglas de su nuevo mundo. 7. La adquisición, el héroe tiene éxitos que lo animan durante las pruebas. 8. La prueba difícil o traumática, la crisis más grande de la aventura. 9. La recompensa, el héroe se ha enfrentado al fracaso mortal, se sobrepone a su miedo y gana una recompensa. 10. El camino de vuelta, el héroe debe volver al mundo ordinario porque nada es ordinario. 11. La resurrección del héroe o última prueba, el héroe enfrenta la muerte y debe usar todo lo aprendido para superarla en el Misterio. 12. El regreso con la Novedad, el héroe vuelve transfigurado para ayudar en el mundo de todos los días, lo cotidiano es como el Inicio del Reino.
    Campbell muestra la importancia del guía o consejero espiritual, en el camino heroico que consiste en acceder a los Proyectos de Dios sobre nosotros. Dice, el místico, dotado de ciertos talentos, y siguiendo las instrucciones de un maestro, penetra en una alberca y comienza a nadar. El psicótico, no dotado, sin preparación y sin guía, entra en la alberca y se ahoga. Cuando avanzamos por la vida vemos que hay muchos abismos, no son tan anchos como los imaginamos. Un buen maestro o maestra espiritual, que conozca el territorio interno y externo de las emergencias evolutivas personales y sociales, puede ayudarnos a saltarlos. De lo contrario adviene la crisis y en vez de vivirla como transformadora, sanadora y plenificadora; la experimentamos como demoledora, enfermiza y mortífera.
    Hoy afrontamos dos concepciones muy diferentes de la vida. El mundo light nos dice que deberíamos conformarnos con una felicidad terrena, mediocre, autoindulgente, cómoda, indolora, libre de heroicidades, organizada sólo por el racionalismo y libre de problemáticas. En cambio, Jesús y su Iglesia nos piden un compromiso heavy, basado en las Bienaventuranzas para esta tierra y para el Cielo, incómodo hasta el martirio con una autoentrega radical y heroica, escarpado y doloroso, con noches oscuras y alegrías de santos. Sin acompañamiento espiritual sucumbiremos. El justo, oyente de la Palabra del Señor, sabe que la santidad es para todos y escucha la voz de la Trinidad en sus mediaciones humanas y signos de los tiempos. Vive de la obediencia de la fe en fidelidad, no se ahogará en la alberca de las aguas torrenciales que apagan el Amor que es Dios.

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