sábado, 8 de octubre de 2011

36. Lectio en soledad y silencio, a la Escucha en contacto con la piel de Dios: Jer 7, 23-28




    Esto es lo que les dije: Escuchen mi voz, caminen por el camino que les señalo. Pero ustedes no escucharon, sino que obraron según sus proyectos, según los impulsos de su corazón obstinado y perverso.  Cada día les envié a los profetas, pero no los escucharon. Escuchar la voz de Dios, a lo largo de nuestra vida, implica ante todo enamorarse de Jesús, que es el Verbum breviatum Rom 9, 28  que en su piel de niño y palabra humana nos da al Padre, y sumergirse en la Tradición, la Escritura y el Magisterio aterrizados a mis circunstancias por una recta elaboración personal teológica, filosófica y científica. Pablo VI nos dijo en 1969: El silencio es una herencia preciosa de la Orden cisterciense y conserva todo su valor en estos tiempos de alboroto y tumulto que destruyen la soledad. El silencio exterior es el signo del interior que no consiste en abstenerse de palabras, sino en el empeño por apartar todas las potencias del alma de las cosas pasajeras y vanas de aquí abajo, y orientarlas sólo hacia Dios. Aquí es importante la Lectio, meditación y oración de la Escritura que pone al monje en contacto con la Palabra de Dios.
    Sin soledad, silencio y Lectio seremos pronto víctimas de los antivalores del pecado estructural que nos rodea, tanto dentro como fuera del monasterio; y quedaremos enredados en las ilusiones y fantasías del falso yo. De ahí la importancia de la clausura propia de los que no anteponen nada al amor de Cristo y se hacen ajenos a la conducta del mundo. Esto implica la custodia de mi intimidad como estructura existencial de mi persona. Cada uno debe guardar su secreto y su misterio; de sí mismo, contra la tentación exhibicionista; y de los demás, contra las invasiones indebidas a mi personalidad. La intimidad no está reñida con la interrelación y la apertura, pero dialogan sólo los que tienen identidad e intimidad. Hoy, no obstante, la intimidad está amenazada, vulnerada por interrogatorios policíacos injustos como el narcoanálisis y la tortura; por ciertas técnicas psicoterapéuticas tanto personales como grupales; por el exceso de comunicación en climas asfixiantes de amistades insanas y confianzudas, hasta en las relaciones pastorales y las revisiones evangélicas de vida o Alcohólicos Anónimos.; y por la era de la indiscreción periodística y el espionaje so capa de seguridad nacional, la piratería de la información confidencial, la manipulación de datos electrónicos, los teléfonos interceptados y las cámaras escondidas, el exhibicionismo vergonzoso, el escaneo, las pruebas y los interrogatorios ilegítimos, hasta en los aeropuertos. La veracidad y la fidelidad deben ser balanceadas, hoy más que nunca, con el secreto y el misterio evangélicos: Secretum meum mihi. Is 24
    La Lectio, en la soledad y el silencio, es el encuentro con la escucha de la Vida la Verdad y el Amor del Trino Dios, y la agonía con las imposiciones del mal espíritu y los engaños del falso yo personal y social. Es la conversión o retorno al Yo de Cristo que está en el corazón de mi interioridad y en el centro de la comunidad eucarística. Debería ser el gran regalo de nuestros monasterios como Scholae Caritatis, lugares de quietud, descanso y tiempo libre para que uno vuelva a entenderse mejor a sí mismo y el ambiente en que le toca vivir. Porque sin ir más allá de nuestra puerta, podemos conocer el mundo. Sin asomarnos más allá de nuestra ventana, podemos conocer los Caminos del Cielo. Pues, cuanto más nos alejamos, tanto menos avanzamos. Por eso el sabio, sin caminar, encuentra su Meta. Si ver, todo lo observa. Y sin obrar, todo lo realiza. Lao-Tse Wu Wei, No acción. Siéntate sereno en el bosque, deja tus preocupaciones o inquietudes-merimna contra el tronco del árbol, y sus raíces seguirán hundiéndose en la tierra y sus copas seguirán elevándose hacia Dios. Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. No se inquieten, amerimna. Busquen el Reino y su  justicia y todo lo demás prostethésetai se les añadirá poniéndoseles por delante. Mt 6, 25-34
    Leer a san Bernardo es una manera de leer la Biblia, dijo Jean Leclercq. La monja se hace bíblica al escuchar la voz de Dios en la Lectio cotidiana y actualizada, con la energía de la soledad y el silencio que proceden de la Eucaristía. Por la neurofonía sabemos que la piel, el mayor órgano del cuerpo, sabe escuchar. Jesús, el Verbo hecho carne, es la piel de Dios que nos incluye en su Escucha.

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