sábado, 15 de octubre de 2011

37. La paidéia paternal de Dios y lo que nos espeja La Filosofía de House: Heb 12, 5-13


    Hijo mío, no desprecies la educación, paidéia del Señor. Porque el Señor educa al que ama y azota a todo aquel que recibe por hijo. Como somos seres maravillosos con inmensas cualidades, pero incompletos, limitados, imperfectos y pecadores, necesitamos de una educación y formación permanente que nos vaya transfigurando, en el breve espacio de nuestra vida.
    Cuando hablamos de educación y formación cristiana, entendemos que mis padres, mis maestros y yo, tenemos un proyecto de ser humano en el que Jesús resucitado es su centro con el poder transformador de su Nueva Vida. Hay muchísimos aspectos y valores en los que hay que educar, para que el ser humano se supere sin cesar a sí mismo, y de los que consta el proyecto educativo. Pero esos valores, para que la educación sea cristiana, deben formar una constelación en que la fuente, camino y meta, sea la recapitulación de Todo en Cristo.
    Doctor House, Hugh Laurie, es una serie televisiva estadounidense, que comenzó en el 2004 y en septiembre inició su séptima temporada que termina mal, estrellando su auto en la casa de su ex novia Lisa Cuddy, y la octava empezará en la cárcel. Tiene como protagonista a un médico eminente, Gregory House, que dirige el Departamento de diagnósticos en la ciudad de Los Ángeles, California. Cuenta con una doble especialidad en Infectología y Nefrología. Es bien parecido y sexy, pero es un misántropo gruñón, con una actitud prepotente, extravagante, cabezadura, cínica y sarcástica, que tiene aversión a tratar a los pacientes. El personaje está inspirado en parte por Sherlock Holmes, Sartre, Nietzsche y otros referentes. Utiliza métodos poco ortodoxos para diagnosticar, con terapias alternativas y racionalidad incondicional; lo que le ocasiona varios conflictos entre él y sus colegas. Es adicto a la Vicodina, la usa para controlar su dolor, derivado de un infarto en un músculo de su pierna lo que le obliga a caminar con un bastón.
    No tiene casi vida social, su único amigo es el Dr. James Wilson. Al final de la quinta temporada es llevado a un hospital psiquiátrico por sufrir alucinaciones, pero se recupera rápido y vuelve al Hospital. Utiliza un programa médico detectivesco, especie de novela policíaca, donde la enfermedad es tomada como un crimen y los médicos como detectives que deben resolver el enigma, y a través de una serie de pistas, síntomas, deben hallar al culpable, la causa de la enfermedad o diagnóstico, para determinar el tratamiento a seguir. House se salta las normas de la ética médica y la bioética con tal de obtener la sanación, basado en teorías éticas teleológicas, proporcionalismo y consecuencionalismo, desechadas por el Magisterio en Veritatis Splendor. Así, desconfía de todos porque todos mentimos, no le importa si el paciente da su consentimiento informado, lee expedientes médicos confidenciales de otros médicos, insulta, es insensible, casi nunca muestra compasión, y engaña a sus pacientes. Para él no hay Eternidad, pues si hay Eternidad la vida es irrelevante, así como un insecto es insignificante comparado con el universo. Lo único que cuenta es lo que hacemos acá, buscando razones suficientes para resolver nuestros problemas. Somos animales viles y egoístas que se arrastran por el mundo, pero como tenemos cerebro, de vez en cuando podemos aspirar, con gran esfuerzo, a hacer algo que no sea del todo malo.
    Como para Sartre en El ser y la nada y A puerta cerrada, el infierno son los otros, ya que nos irritan y estorban poniéndonos en estado de constante conflicto. El primer motivo es que los demás representan obstáculos a nuestra libertad, ponen trabas a nuestra autonomía; por eso House se burla de sus colegas, los reprende y confunde a menudo, saboteando su confianza y amor propio. El segundo motivo es que los otros nos reducen a la condición de objetos, recordándonos gracias a sus miradas malévolas y observaciones hirientes, que somos lerdos o sordos, estamos más gordos, sucios o mal vestidos. Por eso House no disimula en lo más mínimo su desprecio por el hombre común y corriente, pues él sería una especie de superhombre. Y el tercer motivo es que los otros nos quitan la primacía, infundiendo el antagonismo y la competitividad; pues no hacen lo que queremos, tienen sus propios proyectos y no comparten nuestras creencias. Así House es rebelde, crispa los nervios, resiste a la autoridad de sus superiores, pone patas para arriba a sus iguales y no quiere que lo eduquen.
    Vemos que House es un inquietante antihéroe, parece que la nave de la Felicidad en la Verdad zarpó y a él lo dejaron en el amarradero. Otras personas van en la nave y lo sabe, pero él es un náufrago sentimental, abandonado en su aislamiento de problemáticas y conflictos sin fin. Tiene momentos de alegría e intensidad adrenalínica, pero casi la convicción de que nunca le van a dar un pasaje en esa nave. Esto tiene poco que ver con la paidéia socrática de la eudomonía, o plenitud de vida en Dios, y la areté o virtud, y la Totalidad que nos quiere regalar Jesús. De hecho cuando el joven Doctor Chace, que estuvo en el Seminario, pero por complacer a su padre se convirtió en médico, comete un grave error de diagnóstico y mata a una paciente, House le dice: Vete a tu casa, tómate unos tragos, duerme bien, y mañana, si necesitas absolución confiésate o da limosna a los pobres, cualquier ritual que te consuele; y sigue adelante, curando mejor que hasta ahora. Pero, atención, ya se escribe sobre La Filosofía de House, Bill Irwin y Henry Jacoby que es un espejo de nuestras claridades y luces con nuestras sombras y tinieblas. Un buen azote de Dios para hacernos más hijos de la Luz en Cristo.

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