miércoles, 26 de diciembre de 2012


142. La Bienaventuranza de la identidad familiar en la Trinidad: Sal 128



    Bienaventurado todo el que teme al Señor, ´asheré kol ieré´ Yhvh y sigue sus caminos. Comerás del trabajo de tus manos, bienaventurado tú, ´sheréja todo te irá bien. Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. Bendígate Yahveh desde Sión, y veas a los hijos de tus hijos. Shalom a Israel. Este breve salmo muestra la bienaventuranza del matrimonio y la familia; llena de regocijo pascual, amor y trabajo, fecundidad, hijos y nietos, con la paz del convivir en la Ciudad Santa, temiendo apartarse del fabuloso proyecto de Dios. Un clásico eterno de la liturgia nupcial judeocristiana.
    Los católicos no podemos dejarnos influenciar por ideologías que nos quieren imponer legislaciones disparatadas que desconocen las leyes naturales y reveladas sobre la familia. Respetaremos las opciones de los demás, sin asomos de rapapolvos, enfurruñamientos y regañinas, y menos de fantoches discriminaciones y sonsacados fanatismos faranduleros, muy contentos de compartir una sociedad pluralista. Pero mantendremos el derecho y el deber que tienen los novios de educarse y formarse en el respeto de la teología sus cuerpos sin relaciones prematrimoniales, y con mucha seriedad, a la Gracia del sacramento nupcial en el Resucitado, Pontificio Consejo para la Familia, Preparación al sacramento del matrimonio, 1996 su unidad indisolubilidad y fidelidad para siempre, su apertura a la fecundidad y al servicio de la Vida, siendo los padres los principales y primeros educadores de sus hijos, por encima del poder estatal y escolar, y la ayuda mutua entre matrimonio y virginidad consagrada.
    No aceptaremos el divorcio, los métodos artificiales de regulación de la natalidad, el aborto y la eutanasia, ni equiparar el matrimonio con la unión libre entre homosexuales, o la adopción de niños por dichas parejas. Un vanguardismo no artístico y amoral, con libertinaje de expresiones, que se manifiesta alterando la estructura de las obras, abordando sin sabiduría temas tabú, y desordenando los parámetros creativos. La poesía rompe con la métrica y cobran protagonismo aspectos antes irrelevantes, como la tipografía o una página en blanco; la arquitectura desecha la simetría, para dar paso a la asimetría; la pintura rompe con las líneas, las formas, los colores neutros y la perspectiva. Sería como caer en el mundo de En attendant Godot, Esperando la bota de Samuel Beckett, cuya labor retrata la tragicomedia de la condición humana en un mundo sin Dios, sin ley y sin sentido. La autenticidad de su visión, la sobria brillantez, minimalista existencialista pesimista nihilista y experimentalista, de su lenguaje en francés e inglés, han influido a jóvenes escritores de todo el mundo. Encyclopedia of World Literature in the 20th Century La bota nunca llegará pues jamás la necesitarán los que, al perder el sentido de la vida ils ne bougent pas, ya no se moverán aunque decidan partir.  
    Es innegable, nos repite el Papa, la crisis que amenaza al matrimonio en sus fundamentos y la importancia de la familia para la transmisión de la fe y las formas fundamentales del ser persona. Éstas se aprenden viviéndolas, gozándolas y sufriéndolas juntos. En el tema de la familia no se trata sólo de una determinada forma social, sino de la cuestión del hombre mismo; de la cuestión sobre qué es el hombre y sobre lo que es preciso hacer para ser hombres felices y justos. Uno de los desafíos es la cuestión sobre la capacidad del hombre de comprometerse, o bien de su carencia de compromisos. Hoy se duda si el hombre puede comprometerse para toda la vida, si ello corresponde a su naturaleza cambiante, o contrasta con su libertad y las dimensiones de su autorrealización. El hombre podría llegar a ser sí mismo sólo permaneciendo autónomo y entrando en contacto con el otro a través de relaciones que puede interrumpir en cualquier momento. Un vínculo para toda la vida estaría en conflicto con su libertad en constante proceso, y el compromiso no merece que se sufra por él.
    El rechazo de la vinculación humana, que se difunde cada vez más a causa de una errónea comprensión de la libertad y la autorrealización, y también por eludir el soportar con paciencia el desgaste, el acompañarse y envejecer juntos, significa que el hombre permanece encerrado en sí mismo y, en última instancia, conserva el propio yo para sí mismo, no para donarlo. Pero el hombre sólo logra ser él mismo entregándose sin cesar. Sólo abriéndose al otro, a los hijos la familia y la sociedad; dejándose plasmar por las etapas de la vida entre concepción y muerte, descubre la amplitud de su ser persona pasajera. Con el rechazo de estos lazos permanentes de por vida, desaparecen las figuras fundamentales del existir humano, abuelos, padre, madre, hijos, nietos y decaen dimensiones esenciales de la experiencia de ser persona humana limitada y finita, fuente de sensatez.
    Además, del lema del género, según aquello de Simone de Beauvoir, no se nace mujer, se llega a serlo, on ne naît pas femme, on le devient, surge una nueva interpretación de la sexualidad. El sexo ya no es un dato original de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar poco a poco de madurez y metas, sino un papel social del que se decide por autonomía, mientras que hasta ahora era la sociedad la que decidía. La falacia de esta teoría y de la revolución antropológica que subyace en ella es evidente. El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su cuerpo y su psiquis. Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear. Según el relato bíblico de la creación, el haber sido creada por Dios como varón y mujer pertenece a la esencia de la criatura humana. Esta dualidad, no dual en la koinonía, es esencial al ser humano, tal como Dios la ha dado.
    Ya no sería válido aquello de varón y mujer lo creó. Gen 1,27 Lo que vale ahora es que no ha sido Dios quien los creó varón o mujer, sino que hasta ahora ha sido la sociedad la que lo ha determinado, y ahora somos nosotros mismos quienes hemos de decidir sobre esto. Hombre y mujer como realidad de la creación que se complementan, ayudan e integran, cual naturaleza de la persona humana, ya no existen. Hoy existe sólo el hombre en abstracto, que después elije por sí mismo ser varón o mujer. Si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creación, entonces tampoco existe la familia como realidad preestablecida por la creación. Pero, en este caso, también los hijos han perdido el puesto y la dignidad que le correspondía. Allí donde la libertad de hacer se convierte en libertad de hacerse por uno mismo, se llega a negar al Creador y con ello, al hombre como criatura e imagen de Dios. En la familia está en juego el hombre y es evidente que, cuando se niega a Dios, se disuelve la dignidad del hombre.
    En cuanto comunidad de vida verdad y amor, sea como institución divina natural o como sacramento en Cristo, el Anillo que entrelaza los anillos, la familia es una fuente formidable de energías para la nueva evangelización. Por eso, bienaventurada la familia que experimenta a Jesucristo como Salvador, Redentor y Liberador. Bienaventurada la familia que vive cual comunidad básica de amor sexual afectivo humano y sobrenatural, escuela de oración y de virtudes, e iglesia doméstica. Bienaventurada la familia que sabe que sólo la fe en la Eucaristía y en su Iglesia la sana, educando personas libres maduras y responsables. Bienaventurada la familia que no deja de anunciar en este mundo que el matrimonio y la familia son insustituibles y no hay otras alternativas. Bienaventurada la familia que cree que ella es el ámbito privilegiado donde la persona aprende a dialogar con todos y a dar y recibir amor. Bienaventurada la familia que sabe vivir el Misterio Pascual de discípulos misioneros de Jesús crucificado y resucitado para ser cauce de transmisión fe esperanza y amor a la Trinidad quien llena y ordena la Totalidad. Bienaventurada la familia que cuida de la ecología, pone límites sanadores, tiempos y lugares de soledad y silencio, y en la que sus miembros buscan momentos para comunicarse entre ellos, escuchar la Palabra de Dios, orar leer trabajar y divertirse juntos. Bienaventurada la familia que encuentra en la Familia de Jesús María y José su camino para soñar y vivir el Proyecto de Dios. Bienaventurada la familia que se siente célula viva de la sociedad y de la Iglesia e instrumento de unidad para todo el género humano y la comunidad internacional.
    Quien defiende a Dios, defiende al hombre. Temer perder el proyecto de la Trinidad sobre el matrimonio y la familia, es temer perder mi trabajo creativo, mi sexualidad para el Amor que comunica Vida en la Verdad, mi identidad y misión más definitiva. Mi trascendente Misterio antropológico en la Comunión con la Unitotalidad. 

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