134. María en inteligibilidad, síntesis y divinización con la Escritura: Rom 8, 28-30
La
Totalidad coopera para el bien de los que aman a Dios, que predestinó a
reproducir la imagen de su Hijo a los que conoció de antemano, para que así
Cristo fuera el primogénito entre muchos hermanos. La Imagen de Dios quedó
empañada en nosotros por el pecado, la concupiscencia y la muerte. El Redentor
del hombre nos la restituye liberándonos del pecado, dándonos la Gracia para
vencer la concupiscencia que nos esclaviza a las creaturas, y otorgándonos la
inmortalidad gloriosa y la resurrección universal. Esta imagen va apoderándose
más y más de nosotros, 2 Cor 3, 18 hasta
que llevemos la imagen del celestial y se nos quite la del terrenal. 1 Cor 15, 49 El primer hombre es terrenal, el Segundo es
celestial. De ahí la fe virginal, el amor esponsal y la esperanza maternal de
María que coopera al engendrar y educar a Cristo en quien nos vamos
transfigurando de gloria en gloria. 2 Cor 3, 18
En este proceso de nacimiento y educación
de Cristo en nosotros; la realidad humana
divinizada, Théosis consagrada o
santificada, creada por la Trinidad, encuentra su realización perfecta en
la obediencia de la fe de la Virgen. La
Madre de Dios y Madre nuestra, desde su Concepción inmaculada hasta su muerte,
resurrección y Asunción, con su nuevo nombre Kejaritoméne o Plenitud de
Gracia, se dejó formar y modelar por la Palabra, vivió al ritmo de la
Palabra, y es el paradigma, modelo y figura; causa ejemplar y eficiente creada
inseparable del Espíritu Increado, de cómo cada uno de nosotros puede entrar en
la escucha creyente y orante de la Biblia, ser madres por Gracia del Verbo
encarnado, y cumplir nuestro envío de discípulos misioneros de la Palabra. San Ambrosio, +397 PL, 15, 1559
Es importantísimo en nuestra vida
espiritual hacer inteligible, intus legere leer
iluminando por dentro esa esencia; sintetizar,
sýn-títhemi
componer las partes de esa Totalidad en un Verbum
breviatum, este Misterio de la ternura y acompañamiento incomparable de
esta Mujer Eucarística que nos diviniza.
Théosis Todo
cristiano que tiene fe en las palabras de la Escritura, que lee, medita ora y
contempla, con avidez cada día; concibe, da nacimiento y va educando haciéndolo
crecer en cierto sentido, al Verbo de Dios, no en su carne sino en su Gracia
que es participación física y formal, análoga y accidental, en la Vida Verdad y
Amor de las Tres Personas de Dios. Por la fe Cristo es el fruto de todos los
hombres.
Hay una relación indisoluble e intrínseca
entre nuestro amor a las palabras de la Sagrada Escritura y nuestro amor a
María. Sin la Nueva Eva, Madre de los vivientes, moriremos sin entender lo que
es la Biblia, centro y circunferencia envolvente de la Literatura Universal. Había llegado a una meta, a una cima de mi camino, desde la cual lo veía seguir, dilatado y esplendoroso, hacia tierras de promisión. Fuese de mí lo que fuese, me sentía feliz de saber en el mundo a aquella Mujer, beber su voz y respirar su presencia. Lo que para mí fuera no importaba, madre, amante o mujer transfigurada. Me bastaba saberla viva y que mi camino avanzase cercano al suyo. Demian de Hermann Hesse
Los Padres de la Iglesia y el Arte han sabido plasmar esta unión de María leyendo la Biblia, y a los santos haciendo lo mismo que Ella; en soledad o en su seno; recibiendo la Comida que ella ha encarnado y transformado en Leche para los infantes que no podemos masticar; junto a Ella o cobijados en comunión bajo su Manto. Así como no podemos vivir sin la Eucaristía, sine dominico non possumus, san Justino, +165 sino que vivimos según el Domingo, iuxta dominicam viventes, Ignacio de Antioquía, +107 del mismo modo nequaquam sine Maria.
Los Padres de la Iglesia y el Arte han sabido plasmar esta unión de María leyendo la Biblia, y a los santos haciendo lo mismo que Ella; en soledad o en su seno; recibiendo la Comida que ella ha encarnado y transformado en Leche para los infantes que no podemos masticar; junto a Ella o cobijados en comunión bajo su Manto. Así como no podemos vivir sin la Eucaristía, sine dominico non possumus, san Justino, +165 sino que vivimos según el Domingo, iuxta dominicam viventes, Ignacio de Antioquía, +107 del mismo modo nequaquam sine Maria.
Guerrico de Igny, + 1157, Sermón 27 es
uno de los tantos testigos de esta ininterrumpida Tradición. La Virgen nos sirve de modelo o causa ejemplar, al
concebir a Dios por la fe, por la cual mereció de Él que se cumpliera todo lo
que le había prometido. Bienaventurada al haber creído, porque serán llevadas a
buen fin las cosas que te ha hablado el Señor. Esto es para que lo imites, pues
perderás la Gracia del Misterio si no imitas la fuerza de su ejemplo. Porque la
que concibió a Dios por la fe, otro tanto te promete a ti o causa eficiente cooperante, si
tienes fe. Si recibes con fidelidad la palabra del mensajero, puedes tú mismo
concebir a Dios. Concebirlo en tu corazón, no en el cuerpo; y aún en tu cuerpo,
aunque no de manera corpórea y tangible, pero sí conforme nos manda la Palabra,
glorificando y llevando a Dios en nuestro cuerpo. 1 Cor 6, 20 Tu alma puede quedar embarazada de Cristo,
anima gravida Christi. Abre tu seno, dilata tus afectos, no te angusties en tu
corazón, concibe al que ninguna creatura puede contener. Abre tu oído para
escuchar la Palabra de Dios, tal es el camino para concebir en espíritu, en el
seno de tu corazón de tal manera que los huesos de Cristo, que son las
virtudes, reciban cohesión en el vientre de su madre. Ecl 11, 5 Con la ayuda
del Espíritu Santo veo cómo son innumerables los fieles que están embarazados
con este divino germen. Guarda tu obra, no sea que haya peligro de algún aborto
o nazca muerto. Cuidémoslo hasta que Cristo se forme en nosotros; Gal 4, 19 advenga el parto y la vida de Cristo se
manifieste en nuestra carne mortal. 2 Cor 4, 11 y Jn 16, 21
Al Hijo de Dios, primogénito entre muchos
hermanos, lo forma el Padre en nosotros por el Espíritu, uniéndonos a la Madre
de Cristo y de la fe, en la Iglesia, con la Biblia, los Sacramentos y el Amor. Sin Mujer no hay posibilidad de alumbramiento y menos el encanto de ser educados en la Hogar de Nazaret por Jesús, María y José. No podemos desligar a nuestra entrañable Totius Christi Mater de la Teología de la Palabra Inefable y hecha lenguaje velado y revelado.
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