martes, 11 de diciembre de 2012


137. Hablar de Dios con el lenguaje del Amor hacia el Futuro: 1 Cor 13



    Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios, toda la ciencia y toda la fe, si no tengo amor, nada soy. La comunicación de Dios a mis hermanos no se reduce al lenguaje hablado, sino también a los hechos, facta et verba, al lenguaje total donde el silencio y gestos de amor son esenciales. Una monja acompañando a un condenado a muerte, no dice nada y lo dice todo. Dead Man Walking
    Jesús nos muestra que en la naturaleza; en el cielo estrellado o tormentoso, en los bosques y montañas soleados o lluviosos, en los animales domésticos o salvajes, aparece el rostro de Dios; tanto cómo en nuestras historias cotidianas; y en las parábolas, metáforas, analogías e hipótesis que hacemos para entenderla. Jesús se interesa por todas las situaciones humanas que encuentra, se sumerge en la realidad de los hombres de su tiempo, con plena confianza en la ayuda de su Padre. En estas situaciones de manera oculta, Dios está presente y si estamos atentos lo descubrimos. Los discípulos que viven con Jesús y las multitudes que se reúnen, ven sus reacciones a los problemas más disparatados y contradictorios. Ven cómo habla y cómo se comporta actúa y ama. Ven en Él la acción del Espíritu Santo. En Jesús el anuncio de la Verdad es indesligable del Amor y de la Vida. De qué le sirve a alguien decir que tiene fe, si no tiene obras, la fe muerta no podrá salvarlo. Sant 2, 14-17 Cuando hablamos de la fe es de la que está viva y actúa por el amor. Gal 5, 6
    Jesús ama, actúa y enseña, siempre a partir de una relación de Amor supremo con Dios, su Padre. Este estilo se convierte en una indicación fundamental para los cristianos. Nuestra forma de vivir en la fe, la esperanza y el amor se convierte en un hablar de Dios aquí y ahora, ya que muestra, con una existencia vivida en la Trinidad, la credibilidad y el realismo de lo que decimos con las palabras. En esto hay que tener cuidado para saber leer los signos de los tiempos de nuestra época, identificar el potencial, los deseos, los obstáculos que se encuentran en la cultura contemporánea, en particular el deseo de autenticidad, el anhelo de trascendencia, la sensibilidad para la salvaguarda ecológica de la creación, y comunicar sin miedo la respuesta que ofrece la fe en Dios. El Año de la Fe es una oportunidad para descubrir, con la fantasía creadora animada por el Espíritu Santo, nuevos caminos a nivel personal y comunitario, a fin de que la fuerza el Evangelio sea la sabiduría del arte de convivir, aun intergaláctico.
    La comunicación de la fe siempre debe tener un tono de alegría, la alegría de la Pascua; que no es optimismo trascendental fanático, todo será mejor lo que no es plausible, sino que no calla ni oculta la realidad del dolor, el sufrimiento, la fatiga, las dificultades, los malos entendidos, la incomprensión y la muerte que nos acecha; sino que puede ofrecer criterios para la interpretación de todo, desde la perspectiva de la esperanza cristiana. La vida según el Evangelio es esa nueva mirada de fe amante, esa capacidad de ver con los mismos ojos de Dios cada situación. La fe no es una carga, sino una fuente inagotable de alegría. Es percibir el Amor de las Tres Personas que me inhabitan y llenan el mundo y hace estallar mi ego en trascendencia absoluta. Es reconocer la presencia del bien que no hace ruido, y proporciona valiosas orientaciones para vivir y morir bien nuestra fugaz existencia, reconciliando los opuestos.
    Hablar de Dios significa comprender con la palabra y con la vida que Dios no es el competitivo celoso y envidioso de mi existir, sino su verdadero garante, el garante de la grandeza de mi persona humana. Es comunicar con palabras y acciones de amor, lo que es esencial al Dios de Jesucristo, al Dios que nos ha mostrado un amor tan grande, como para encarnarse, morir y resucitar por nosotros.
    La física divide la historia según la energía que consumimos. Durante cientos de milenios nuestra energía de nómadas salía sólo de nuestras manos, 1/5 de caballo vapor o sea 15 k por segundo. La esperanza de vida era de 18 años, los bienes de cada persona eran los que cargaba sobre sus hombros y al morir no dejaba rastro alguno de su pasaje por este mundo. Hace 9.000 años acabó la glaciación y surgió la agricultura y ganadería, Caín y Abel. Caballos y bueyes fueron domesticados, nuestra energía aumentó a un caballo vapor, 75 k, y comenzaron a surgir los primeros pueblos estables. La siguiente revolución o salto tuvo lugar hace 300 años, cuando las industrias pusieron en marcha máquinas y locomotoras, hasta el automóvil con el cual una persona puede manejar cientos de caballo vapor. Ya en 1900 la esperanza de vida estaba en los 38 años según me contaba mi madre. Estamos ahora en la tercera fase, la informática donde la fuerza la genera la información en fibras ópticas y satélites a la velocidad de la luz. En cálculo de probabilidades es posible que pasemos a civilizaciones que consuman pronto los 1017 vatios que llegan del sol, 1027 vatios de toda la energía solar, y 1037 vatios con energía galáctica de las estrellas. Se podría formular, en superhipótesis, la utilización de la energía oscura que constituye el 73% de la materia y energía del universo
    Hablar del Alfa y de la Omega, del Señor Dios que era, que es y que vendrá; es preparar a nuestros jóvenes para las inabarcables e imbatibles novedades que se avizoran en el horizonte del futuro próximo, partiendo de lo que ya hemos vivido debemos ser para ellos un Puente hacia el Porvenir. Copying Beethoven Es darle un esperanzado Sí, cual el de la Nueva Mujer, a lo nuevo e inaudito del mañana, a las originales adaptaciones y evoluciones, a los pasmosos cambios en la continuidad del lenguaje supremo del Amor del que nunca tenemos que separarnos.

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