sábado, 28 de julio de 2012

109. Vivir el Misterio Pascual en Gracia cuesta y es difícil: Mc 8, 31-33; 9, 30-32 y 10, 32-34


    Jesús les enseñaba con toda claridad que debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar después de tres días. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Tres veces repite el Señor con insistencia inusitada esta advertencia, y es factible que lo haya hecho más a menudo. La Biblia no nos relata crónicas del pasado para informarnos, sino para confrontarnos con nuestras vivencias más radicales y formarnos. La Palabra de Dios es viva y eficaz, no historia muerta, sino Encuentro con el Resucitado contemporáneo nuestro.
    Seguir a Jesús mi verdadero Sí mismo, renunciando a mi falso yo, cargando con mi cruz cotidiana, sufriendo burlas, escupitajos, injusticias, azotes, agonía y muerte no es algo barato y fácil, al contrario es muy costoso y difícil. Dietrich Bonhöffer, ejecutado por el régimen nazista en 1945; hoy su estatua está en la Abadía de Westminster en la Galería de los mártires del siglo XX, junto a santa Isabel Románov, Martin Luther King y Oscar Romero; escribió el libro El precio de la Gracia, donde establece que cuando Cristo llama a un hombre, le ofrece seguirlo y morir, y distingue entre Gracia Cara y gracia barata.
    La gracia barata es dar los sacramentos sin la debida catequesis, conferir el perdón sin requerir el arrepentimiento y la conversión que me transfiguren, querer recibir la comunión sin confesarme estando en pecado mortal, no asumir compromiso alguno con la Iglesia cual discípulo misionero de Cristo, exigir ser tenido por católico cuando me opongo a las enseñanzas de la Tradición, la Biblia y el Magisterio, seguir una espiritualidad sin Encuentro con el Resucitado, irme perdiendo en la tibieza sin nueva evangelización.
    La Gracia Cara es darme cuenta que la Trinidad, y la participación en su Amor, es el tesoro escondido y la perla fina más preciosos que Dios me regala cuando vendo todo, es enamorarme de las paradojas de las bienaventuranzas, es ser oyente y hacedor de la Palabra edificando sobre Roca, es cortarme el pie la mano o arrancarse el ojo con tal de entrar en la Vida del Reino, es no callarme ante el mal y denunciarlo pues no actuar es actuar, es ir a la Iglesia los domingos sin desterrar a Dios de mi casa sino haciendo de mi hogar una Iglesia doméstica, es abrazarme a las tribulaciones y morir en la cruz para resucitar con Jesús.
    Es un disparate pensar que porque Dios nos ama y nos perdona, no le interesa si vivimos o no los Caminos del Evangelio. Vivir en Gracia es muy costoso. El Llamado, Discipulado y Seguimiento del Crucificado Resucitado exige pagar un precio altísimo. La Gracia sobrenatural vale al infinito más que todo este universo natural. El creer en la universal voluntad salvífica de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad, y que su Amor increado quiere la liberación de toda creatura y jamás su perdición, pues Él es la Bondad Absoluta y no tiene rasgos demoníacos; no significa olvidar que nos ha hecho libres, y nunca nos manipulará ni nos obligará a hacer lo que no queramos. El viene corriendo a nuestro Encuentro para entablar un diálogo con cada uno de nosotros injertados en esta Humanidad y en este Planeta; pero la decisión de emprender o rechazar ese diálogo tan costoso, con Dios los hermanos y las cosas, lo deja a nuestro libre arbitrio. La Biblia acentúa ambos aspectos, la predestinación gratuita a la redención no excluye, sino que incluye la libertad del hombre columpiándose entre la gracia barata y la Cara.
    Con el corazón en un puño, es necesario un entrenamiento bien duro para no perderse en baratijas y acertar con  el Tesoro escondido y la Perla fina que hacen surgir la Vida de la muerte. El discípulo misionero no debe arrepentirse de invertir tiempo en los demás. Lograr la salvación es una meta a la que todos aspiramos a encañonar, pero ayudar a los demás a alcanzarla es una bienaventuranza mucho mayor. La gracia barata, como substituto light de las exigencias liberadores del Resucitado, lleva a descalabros catastróficos. La capitulación de millones de cristianos ante Hitler la adjudica Bonhöffer a esa inercia espiritual de bagatelas pietísticas. Nueva Evangelización sin mentores que nos ayuden a alcanzar las marcas olímpicas que nos pone Jesús es utópica, la chamusquina de un film noir con mucho ruido y pocas nueces. Es urgente crear excelentes entornos de colaboración y apoyo recíproco, donde todos crucemos la línea del Misterio Pascual, y todos sin temer preguntar, ganemos el ciento por uno aquí y la Vida Eterna. Maxwell, John C., El ABC del Coaching 

No hay comentarios:

Publicar un comentario