jueves, 5 de julio de 2012

104. Formación incesante para ser siervos de la Palabra la Eucaristía la Iglesia: 2 Tim 1, 6-11



    Te recomiendo que resucites el fuego anazopireîn del carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. El Señor no nos dio un espíritu de timidez cobarde sino de fortaleza dinámica. Soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios. La formación permanente de Jesús en el sacerdote es una exigencia que está en el dinamismo propio del sacramento del Orden por el que el presbítero es consagrado por el Padre, enviado por el Verbo e impulsado sin cesar a inauditos horizontes de edificación eclesial por el Espíritu. Se trata de un empuje esencial a su naturaleza humana, a la Gracia y el Carácter sacerdotal. En cuanto hombre situado en el devenir histórico tiene que crecer en todos los aspectos de su existencia humana, espiritual, intelectual y pastoral para poder transfigurarse en Cristo semper maior, principio unitotalizador de todo.
    Los cambios tecnocientíficos rápidos, profundos y globalizantes del tejido social, con frecuencia cada vez más secularizado, indiferente y relativista; propio del posmodernismo deconstructivo; hacen ineludible el deber del presbítero de estar preparado para no perder su identidad de siervo y servidor de la Palabra, la Eucaristía y la Iglesia en el Mundo hacia el Reino, y responder a los desafíos de los escenarios de la Nueva evangelización.
    Este grave deber de actualización constante corresponde a un preciso derecho de parte de los fieles sobre quienes recaen de manera positiva o negativa los efectos de la buena o mala formación de sus sacerdotes. Nadie helado enciende un fuego, y el carisma se puede apagar. De ahí la necesidad de la formación permanente vital, personal e institucional. La que me da el proceso de mi existencia, historia magistra vitae, si tengo una fe que lee y reflexiona con sabiduría en la providencia del Padre que la proyectó y la dirige en todos sus acontecimientos. La que me impongo disciplinado en Horas pascuales Días Semanas Meses y Años del Señor  entre Orar Leer Trabajar, para ser un servidor prudente de la Palabra la Eucaristía y el Servicio a la comunidad eclesial que es mi Esposa amada. Y la que me otorga la Diócesis, de forma metódica integral e institucionalizada, la Pastoral de Pastores.
    El Plan diocesano de formación permanente para el clero 2012-2015 de Morelia comienza con un Marco de la realidad de los sacerdotes, focalizándose en los puntos débiles, sin desconocer las buenas cualidades que los caracterizan, para que la educación, formación y transfiguración se haga desde la extracción de los vicios a la maduración de las virtudes. Releyendo lo que ve en los presbíteros jóvenes. En lo humano observa que algunos tienden a ser personalidades virtuales, no cuidan de su salud, son irresponsables, prejuiciosos, con apegos desordenados a personas o cosas, ansiosos, indisciplinados, hipersensibles con fragilidad psicológica afectiva. En lo espiritual les falta un plan personal de vida, abandonan con facilidad la oración y el acompañamiento espiritual, tienden a una espiritualidad sentimental más que teológica, les falta mística sacerdotal. En lo intelectual muestran dependencia de los medios informáticos, no tienen hábitos de lectura, muestran lagunas teológicas con desinterés por profundizar, son críticos y exigentes con los formadores pero no se preocupan de su propia formación, son pasivos y les falta creatividad en el estudio. En lo pastoral buscan el protagonismo, trabajan en lo que les gusta, sus motivaciones no son claras, caen en el activismo, y se les dificulta el trabajo en equipo.
    En el Diagnóstico muestra que para reencender el carisma presbiteral urge atender ciertas prioridades. Dimensión humana, prevenir y cuidar la salud psicofísica integral, la gimnasia, el descanso saludable, las sanas relaciones interpersonales, y la conciencia del discernimiento crítico hacia el mundo actual. Dimensión espiritual, impulsar el Encuentro con Jesús resucitado que nos abre a la Trinidad y al Misterio pascual, crecer en el amor a la Biblia, la Eucaristía y la Comunidad de las que soy siervo, vivir la riqueza de la Iglesia universal y diocesana. Dimensión intelectual, favorecer el hábito de la lectura seria, actualizarse en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, motivar para un estudio teológico sistemático y científico. Dimensión pastoral, impulsar los planes propositivos de discípulos misioneros al estilo de Aparecida, renovar la pastoral desde los desafíos de la Nueva Evangelización, abrir las Puertas de la fe a todos los seres humanos, católicos, cristianos, de otras religiones, ateos y agnósticos, con la energía y el dinamismo del Trino y Uno Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario