miércoles, 1 de agosto de 2012

110. El Movimiento del hombre desde el pecado a la divinización por la gracia: Rom 5, 1-11



    Jesús fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. Rom 4, 25 dikaíosin Justificados por la fe y por el bautismo, Rom 6, 3-4, Mc 16, 16 hemos alcanzado la Gracia en la que debemos sumergirnos cada vez más. Y nuestra esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. Y la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Siendo enemigos fuimos reconciliados con el Padre por la muerte de su Hijo, y ahora somos salvados por su Vida. Hablamos de Movimiento pues para entender el Evangelio de la Gracia, la Buena Noticia del Crucificado Resucitado que se nos regala cual Logos de Gracia, Hech, 20, 24 y 32 nos conviene partir de hechos que de forma análoga son científicos, filosóficos y teológicos. Es un principio conocido por todos que nada se mueve por sí mismo ya que estaría al mismo tiempo en potencia y en acto. Todo lo que se mueve es movido por otro, excepto Dios que es Pura Existencia Eterna. Por concurso simultáneo, Dios mueve a todas sus creaturas, causas segundas e instrumentales, de forma intrínseca y como causa primera y principal. Aun mueve nuestra libertad, de manera física e intrínseca, sin quitarnos el ser libres. La Trinidad es Energía Infinita y nos mueve en libertad. No somos dos iguales los que movemos sino el Infinito y la nada.
    Si esto es así en el orden natural que es gracia natural, mucho más se debe decir del sobrenatural. El movimiento del pecador al justo es imposible sin la Gracia que no es sólo algo, Gracia habitual y actual; sino Alguien que se nos entrega con inenarrable Ternura, El Espíritu del Padre y del Verbo. Para que se realice una comunión de vida entre dos seres humanos es necesario que ambos se abran y se entreguen con libertad el uno al otro. Pero como Dios es el Inmaculado Absoluto Trascendente, si Él no toma la iniciativa, esa comunión es imposible. La Gracia es inseparable del Misterio Pascual, del Espíritu y del amor o ágape y viceversa; mientras que puedo tener fe y esperanza sin Gracia. El amor de Dios puede darse de una forma tan fascinante y escondida que en él tan sólo resplandezca como última palabra la humillada majestad de la Gloria y la respuesta del hombre se concentre en forma de pura obediencia ciega de la fe; pero ambas, palabra y respuesta, alcanzan su sentido sólo desde una donación de la Persona Infinita a la finita. Donde esta donación acontece se da junto con ella la posible respuesta de la persona finita a la Infinita, una donación cuyo corazón y esencia es el amor. Hans Urs von Balthasar, Sólo el amor es digno de fe
    Mi pecado original, personal y estructural me encierra en la aversión a Dios y la conversión desordenada a las creaturas. Soy ignorante, malo, concupiscente y débil, todas heridas invencibles sin la Gracia. Estoy encerrado en mí mismo, muerto en la ley del pecado, imposibilitado de abrirme a la Ley del Espíritu. Bajo la actuación del Proyecto salvífico universal de Dios necesito de la iniciativa de la Trinidad, que es Gracia; y de mi libre decisión que opta por Dios, que también es Gracia de concurso simultáneo. Pesch, O. H., Frei sein aus Gnade, 1983 La Iglesia no es más que una comunidad de pecadores que buscan convertirse viviendo la Gracia del perdón y la transfiguración gratuita en Cristo resucitado. Suprime el libre albedrío y no habrá nadie a quien salvar. Quita la gracia y no habrá con qué salvar. Esta obra necesita la colaboración de ambos, de quien la hace y de quien la recibe. San Bernardo, La gracia y el libre albedrío 
    Mi misterio es el Misterio de Dios en mí, no soy yo sino mi Sí mismo de imagen y semejanza de la Trinidad. No obstante, el pecado borra la semejanza y mostramos nuestra inclinación a la esclavitud, la idolatría, la huida de mis Orígenes, la discordia y el asesinato, el odio, la incredulidad, la desesperación, la mentira codicia y sensualidad impura, la imposibilidad de entrar en diálogo con nuestro Padre, por Jesús, en el Espíritu. Soy un misterio de iniquidad más que de piedad, una creatura en pecado que erró el Camino, un puzle en atolladero desmadrado de piezas chivadas.
    Puede que el deseo de hacer el bien esté en mí, pero no el realizarlo, y así no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Por el poder del Espíritu me convierto al Padre, participo en la Pasión de Cristo, muriendo al pecado, y en su Resurrección, nazco a una vida nueva sobrenatural, como sarmiento unido a la Vid. CEC 1988 Frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito alguno por parte del hombre. Entre Él y nosotros la desigualdad es Infinita. Todo es Gracia recibida de su Amor Creativo. Nuestro mérito relativo consiste en que Dios ha dispuesto, en su Libertad, asociar al hombre a la obra de la Gracia. Mas la acción paternal de Dios es lo primero, y nuestro obra lo segundo. De ahí que los méritos del hombre recaen en Dios, y al coronar sus méritos, coronas tus propios Dones. Prefacio I de Los Santos, Canon Romano, y san Agustín, Doctor de la Gracia, Sermón 298
    Nadie puede merecer la primera Gracia, en el inicio de la conversión, cuando es justificado o perdonado de sus pecados. Bajo la moción del Espíritu podemos después, merecer a favor nuestro y de los demás gracias para la santificación, y bienes temporales como salud, amistad y bienestar. La Gracia nos libera de la ilusión pelagiana; 360-422 y el mérito de la fascinación del quietismo molinista. 1628-1696 Gracia y mérito, Don y libertad, nos dan la justificación, que es el Inicio; la santidad, que es el largo Camino de transformación, y el Hombre Nuevo, que es la Meta sin fin. Movimiento increíble en el Resucitado que nos busca divinizándonos para que seamos por Gracia lo que las Tres Personas son por naturaleza. En consecuencia, Gracia y liberación van juntas. L. Boff y E. Schillebeeckx Por eso la más mínima participación de la Gracia santificante, en una sola persona, supera y trasciende el bien natural de todo el universo. Santo Tomás, I-II, 113, 9, ad 2 Y los pobrísimos de Espíritu, sin la Gracia de las virtudes y dones del Paráclito, son los más pobres entre los pobres, sin excluir por ello, sino incluyendo a todas las demás pobrezas espirituales, psicológicas, corporales, sociales y cósmicas.



    Sacando, cual discípulo misionero del Reino, de lo nuevo y lo antiguo, Mt 13, 52 damos una sucinta bibliografía sobre la Gracia, realidad central de la fe como Amor de la Trinidad donado al ser humano. Misterio teológico de Transfiguración  Luminosa, para la teología oriental; y Misterio antropológico de relación entre el Impulso de Dios y la libertad del hombre, para la occidental. Ambos complementarios e indesligables. 

00. La Biblia. En la Primera Alianza en especial las categorías de Liberación, Elección, Alianza, Misericordia, Compasión, Fidelidad, Pecaminosidad del ser humano y Retorno o Shuv Conversión a Dios, por la Creación de la nada de un Corazón Puro. En La Nueva Alianza Lc 15 y las Cartas de Pablo a los Gálatas y Romanos.
01. En El Magisterio de la Iglesia de  Denzinger y Hünermann, Gracia. Concilio de Trento.
02. En el Catecismo de la Iglesia Católica, Gracia y justificación. Iglesia Madre y Educadora, 1987-2051
03. Floristán, Casiano, Tamayo Juan José, Conceptos fundamentales del cristianismo, Trotta, Madrid, 1993, 1524 p.
04. San Agustín, Obras Completas, BAC, Madrid, 1983
05. San Bernardo, Libro sobre la gracia y el libre albedrío, Obras Completas, Tomo I, BAC, Madrid, 1983
06. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, 109-114
07. Louf, André, Mi vida en tus manos. El itinerario de la gracia, entrevista con Stéphane Delbergue, Madrid, Narcea, 2005, 191 p.
08. Bonhöffer, Dietrich, El precio de la gracia, el seguimiento, Sígueme, Salamanca, 1999, 215 p.
09. Rahner, Karl, La Gracia como Libertad, Herder, Barcelona, 1972, 322 p.
10. Coda, Piero, El ágape como gracia y libertad. En la raíz de la teología y la praxis de los cristianos, Ciudad Nueva, Madrid, 1996, 191 p.
11. Journet, Charles, Charlas acerca de la gracia, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1963, 163 p.
12. Fortman, Edmund, Teología del hombre y de la gracia, Sal Terrae, Santander, 1970, 504 p.
13. Schmaus, Michael,  El Credo de la Iglesia Católica. Orientación posconciliar. Tomo II, Rialp, Madrid, 1970, 850 p.
14. Lubac, Henry, The Mystery of the Supernatural, New York, Herder & Herder, 1967, 321 p.
15. Baumgartner, Charles, La Gracia de Cristo, Herder, Barcelona, 1969, 406 p.
16. Scheeben, Matthias Josef, Los misterios del cristianismo, Herder, Barcelona, 1957, 995 p.
17. Guardini, Romano, Grace and destinity. Three Chapters in the interpretation of Existence, New York, Pantheon Books, 1960, 251 p.
18. Louf, André, A merced de su gracia, propuestas de oración, Narcea, Madrid, 2000, 236 p.
19. Fernández, Víctor Manuel, La pasión mística, espiritualidad y sensualidad, México, Dabar, 1998, 94 p.
20. Fernández, Víctor Manuel, La gracia y la vida entera, dimensiones de la amistad con Dios, Buenos Aires, Ágape, 2003, 342 p.
21. Durrwell, F. X., Cristo nuestra Pascua, Ciudad Nueva, Madrid, 2003, 181 p. 
22. Ladaria, Luis F., Teología del pecado original y de la gracia, BAC, Madrid, 2007, 315 p.
23. Delás Segura, Eduardo, Dios es Jesús de Nazaret. Cristología desde dentro, Noufront, Tarragona, 2011, 173 p.
24. Galingo Rodrigo, José A., Compendio de la Gracia. La Gracia expresión de Dios en el hombre. Hacia otra visión de la antropología sobrenatural cristiana, Edicep, México D.F., 1991, 414 p.

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