miércoles, 1 de febrero de 2012


68. El monacato y la cultura psicologista del bienestar sin Cruz: Mt 19, 16-22



    Ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres, así tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme. Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque era muy rico. Estas palabras se están proclamando en una Eucaristía en Egipto en el año 270. Otro joven de 19 años, llamado Antonio, 250-356 de familia adinerada cuyos padres acaban de morir y le han dejado una buena herencia y el cuidado de una hermana, tiene un corazón que escucha y se hace contemporáneo del Resucitado, Jesús le está hablando a él. Es la experiencia mística de una auténtica vocación que toca a la Palabra hecha carne resucitada. El monacato está recién en sus inicios. Antonio se desprende de su fortuna, deja a su hermana menor al cuidado de unas vírgenes consagradas, y se fuga a las afueras de su pueblo con un maestro espiritual. Luego de aprender los rudimentos de la ascesis, llena de humanismo con el demonio ya presente; se fuga a la soledad, a una necrópolis abandonada y se encierra en una tumba en total clausura. Los demonios, mezclados con sus propias Tinieblas y Sombras, lo torturan. Le dan palizas dejándolo casi muerto, lo aterrorizan con bestias horrorosas, y a los 35 años tiene una visión en que Dios le promete que siempre lo ayudará. Abandona la tumba y se fuga a una montaña desierta por 20 años. Nadie lo verá y sigue en sus luchas demoníacas. A los 55 años recibe el carisma de la paternidad espiritual. Se ve rodeado de discípulos a quienes puede curar, consolar y engendrar a la vida según el Espíritu. Queriendo ser mártires van a Alejandría, en la persecución de Maximiano, pero son expulsados por indeseables. Vuelve sin encontrar el silencio que busca, y asediado por su fama de santidad se fuga por cuarta vez a otra montaña dejando a los discípulos en Pispir y estableciéndose en Colzim, al sudeste de El Cairo cerca del mar Rojo, donde los atiende desde su soledad. Su quinta y última fuga será en el 356 cuando muera a los 105 años pletórico de gozo espiritual.
    Ese año se funda el monasterio copto de San Antonio, el más antiguo del mundo, a 144 km al sureste de El Cairo, cuya fotografía aparece es esta Consideración; como en la anterior pusimos la de Harvard, fundada por el clérigo londinense John Harvard en 1636 en Cambridge, Massachusetts. Es la institución privada de enseñanza superior más antigua de los EU, con una población estudiantil anual de unos 6.600 estudiantes de pregrado y unos 13.100 de postgrado. Considerada la mejor universidad del mundo según distintos rankings, no queremos separar la sabiduría monástica de la universitaria. Así como en mi vida no puedo separar el monasterio de Azul de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina. Ni la separan los monasterios benedictinos y cistercienses que han unido, sin mezclar, el claustro monástico al universitario.
    San Teodoro le oyó decir un día a san Pacomio. 287-346 En Egipto veo prosperar tres cosas con la gracia de Dios y la colaboración de los hombres. La primera es el bienaventurado asceta, apa Atanasio, 295-373 obispo de Alejandría, que combate hasta la muerte por la fe. La segunda es nuestro santo padre san Antonio, que es la forma perfecta de la vida anacorética. La tercera es esta Koinonía, que es el modelo para cualquiera que busca reunir almas en Dios, y ayudarlas hasta que sean perfectas. Vies coptes, p. 276 Atanasio en su Vita Antonii, nos ha dado un tratado perdurable de espiritualidad monástica, el largo Camino después del Encuentro con El Camino Jesús, que refleja sus propios ideales, sin echar en saco roto datos históricos claves; que deben ser completados por sus Apotegmas, Cartas y la Carta que Serapión, obispo Thmuis, escribió a los discípulos de Antonio después de su muerte, tan pronto dejó esta Tierra, el anciano que oraba por el Mundo entero, las cosas se tambalearon y la ira devora a Egipto.
    Saltemos ahora al siglo XXI. Gilles Lipovetsky es un filósofo y sociólogo francés de 67 años. En sus libros, La era del vacío, analiza la posmodernidad con temas recurrentes como el consumismo, el neoindividualismo narcisista, la hipermodernidad que se separa más de Dios y de la naturaleza, el afán de copiar a las masas, el hedonismo, la moda de lo efímero, la comunicación ininterrumpida, el culto al turismo, la cultura como mercancía, el ecologismo como disfraz y pose social, la tecnocracia, el desarrollo del psicologismo y la cultura mundial, fin de la heterogeneidad de la cultura humanista y llegada de la de la cultura económica globalizada. En los años 80 ha nacido el individualismo como deserción de lo político, de la comunidad. El narcisismo es una forma inédita de apatía hecha de sensibilización epidérmica al qué dirán, a la vez que de profunda indiferencia hacia los otros. El homo politicus, politéia, daba paso al homo psicologicus. La sensibilidad política de los años sesenta, a una sensibilidad psicoterapéutica centrada en mi propio bienestar, incluso los más duros de entre los líderes contestatarios sucumbían a los encantos del diván y del autoanálisis. 
    No parece haber espacio para alguien que haga planes de vida a largo plazo, y menos de Alianza Eterna, pues la ética permisiva desconoce la voluntad y la energía sublime del Amor de Dios. El esfuerzo ascético no está de moda, olvidando que la ascesis es pura gracia eucarística. Afuera san Antonio. Lo que supone disciplina se desvaloriza en favor del culto a lo que me gusta hacer para estar contento y sin cruces a cargar cada día.
    La SEM, Sociedad de Estudios Monásticos, fundada en 1962, dedicó su reunión del 2009 en Salamanca, a un tema a profundizar cada vez más, La vida monástica ante la cultura actual. Uniendo sociología y otras ciencias, con filosofía y teología nos entenderíamos y saldríamos mejor al encuentro de los desafíos de hoy. Mario Bunge, Buscar la filosofía en las ciencias sociales La historia es una manifestación del Dios que salva. Tan pronto nos habituamos a una crisis, salimos de ella y comenzamos una nueva forma de vida. Bien lo supieron hacer Basilio, Benito, Bernardo y Dom Gueranger en sus épocas críticas. La vida monástica es un signo e instrumento de la nueva evangelización como desierto y oasis. En el desierto hay dos peligros, uno es acostumbrarse a él. Quizá sea lo que hace la cultura psicologizante, distinta de las serias ciencias psicológicas, acabamos creyendo que el problema está sólo en nosotros y que no hay que transformar la sociedad en que vivimos. El desierto es inseparable del resto del mundo. Otro son las tempestades de arena, que agitan todo para dejarlo todo igual. Al final solo se han movido las dunas de sitio. El activismo de ciertos monasterios lo remueve todo y luego lo suprimen.
    En el desierto hay oasis. Los necesitamos para sobrevivir. Nos recuerdan que el desierto no es lo definitivo, sino la Transfiguración. La vida de los oasis brota de la Pascua de Jesús que pone en comunión a los que tienen un Encuentro con Él. Este es un lenguaje que se hace inteligible a cualquier cultura. La novedad incomprensible de la Trinidad, antes de extenderse, primero ha de ser acogida en una comunidad donde se pueda vivir y compartir. Es preciso que los monasterios, desde una subcultura de desiertos oasis, plantemos la otra Dimensión del Misterio del Reino de Cristo, ven y sígueme, lo cuidemos como Antonio y lo intercambiemos con los otros diferentes que se arriman y nos enriquecen a nosotros. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario