viernes, 24 de febrero de 2012

74. Crítica de la espiritualidad que vivimos: Lc 22, 7-13




    Al entrar en la ciudad encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre, y digan al dueño, el Maestro manda preguntarte dónde está la sala en qué podré comer la Pascua con mis discípulos. El hombre llevando el cántaro de agua o acuario, que sacia la sed de vida espiritual, está al servicio de la esencia del cristianismo, del Verbo hecho carne que celebra su pascua eucarística en la Trinidad. El comienzo del tercer milenio no sólo llega dos mil años después del nacimiento de Cristo, sino también en una época en que los astrólogos creen que la Era de Piscis, conocida para ellos como la era cristiana, ixthys estaría tocando a su fin. La Nueva Era astrológica sería la de Acuario, uno de los intentos de dar sentido a este cambio histórico con que nuestra cultura se ve bombardeada. Nadie está excluido del diálogo que busca la Verdad, menos los simpatizantes de la Nueva Era, mientras mantengamos la identidad de la Nueva Era y la fe cristiana.
    Es preciso reconocer que el atractivo que ejerce la religiosidad o corriente cultural de la Nueva Era sobre algunos católicos puede deberse en parte a una falta de atención seria de las propias comunidades cristianas respecto a temas que, en realidad, son elementos integrantes de la grandiosa síntesis católica. Tales son, la importancia de la dimensión espiritual del hombre, integrada en el conjunto de su existencia, la búsqueda del sentido de la vida, la salvación y la felicidad, la vinculación entre los hombres y el cosmos, el deseo de una transformación personal y social, y el rechazo de una visión racionalista y materialista de la humanidad. Preguntémonos si hemos prestado atención a la sed del corazón humano en busca de la Totalidad del Agua Viva que sólo puede dar Jesús muerto y resucitado. Jn 4, 10
    En estos días muchas personas vacilan entre la certeza y la incertidumbre, la fe y la incredulidad, en lo que se refiere a su identidad pneumatológica. Algunos dicen que la religión cristiana es patriarcal y autoritaria, que las instituciones políticas son incapaces de mejorar el mundo y que la medicina alopática es incapaz de curar a las personas. El hecho de que, lo que en otros tiempos eran elementos centrales de la sociedad, se perciban como indignos de confianza o carentes de verdadera autoridad, ha creado un clima en el que las personas dirigen su mirada hacía sí mismas, en busca de sentido y de fuerza. La vida caótica y desestructurada de las comunidades alternativas de los años setenta ha ido dando paso a una búsqueda de disciplina y de estructuras, que son los elementos clave de los movimientos místicos populares. La Nueva Era resulta atractiva porque mucho de lo que ofrece sacia el hambre que con frecuencia las Iglesias dejan insatisfecha. Y hay quienes afirman que es posible conciliar el cristianismo y la Nueva Era, aceptando lo que les parece mejor de uno y otra. Desviaciones en el seno del cristianismo se alejan del Dios Tripersonal y se centran en el intimismo del propio yo sin Alteridad alguna. Lo que importa señalar es que, en ciertas prácticas de la Nueva Era, Dios queda reducido y manipulado a una mera prolongación del progreso del individuo.
    Hoy hay un atractivo de los enfoques alternativos de espiritualidad. Por otra parte, entre los católicos mismos, incluso en casas de retiro, seminarios y centros de formación para consagrados, se han popularizado nuevas formas de autoafirmación psicológica de la persona por encima de Dios. Se dice, tengo derecho a ser yo mismo y no responsabilidad para cambiar, los demás tienen la obligación de aguantarme tal como soy. Hay una nostalgia y una curiosidad por la sabiduría y los rituales del esoterismo y el gnosticismo. Muchos, como en México, se sienten atraídos por las religiones aborígenes. Existen cientos de libros y cursos sobre espiritualidades y chamanismos en religiones antiguas.
    La Nueva Era se granjea a personas imbuidas de los valores de la cultura actual. La libertad, la autenticidad, la autosuficiencia y autodeterminación se consideran sagradas. Atrae a quienes tienen problemas con estructuras obedienciales, aunque sean sanas y, todos en ellas, estén a la escucha de Dios en la libertad del Espíritu y en el respeto por la conciencia de cada uno. La Iglesia vive de la obediencia de la fe y todo proviene de ese corazón que tiene la sabiduría de escuchar, como el de Jesús, que al entrar en el mundo, dijo, aquí estoy, yo vengo, como está escrito de mí en el Libro de la Ley, para hacer, Dios, tu voluntad. Heb 10, 1-10
    La cuestión central está en qué se entiende por espiritualidad en el ambiente de la Nueva Era. La respuesta es clave para desentrañar las diferencias y el copensar el cristianismo y la Nueva Era. Algunas versiones de la Nueva Era buscan dominar no sólo el ego sino las energías de la naturaleza, comunicándose con otros mundos para descubrir el destino de los individuos, ayudarles a sintonizar con la frecuencia adecuada y sacar el máximo partido de sí mismos y de sus circunstancias. En la mayor parte de los casos es puro fatalismo. El catolicismo en cambio, es una llamada a la Alteridad Personal, poner la mirada en Jesús Amor Humilde y en su Cuerpo Místico más allá del ego del hombre y del cosmos, hacia la Trinidad que nos llama a vivir en el diálogo de la Cena Pascual del Mesías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario