martes, 21 de febrero de 2012

73. Del desierto surgen los Rostros en comunión: Núm 1, 1-4



    Le dijo Yahveh a Moisés en el desierto del Sinaí. Números, Arithmói recibe ese nombre en griego por la cantidad de especificaciones numéricas que hace, pero en hebreo se llama Bemidbar, en el desierto, pues narra la formación del pueblo de Dios desde el Sinaí hasta Jericó. En el Éxodo Dios los libera con la Pascua, luego de 430 años de esclavitud, desde Egipto al desierto, donde establece su tercera Alianza en las Diez Palabras, ashéret hadebarim  y habita en medio de ellos en la Morada del Santuario. En el Levítico les da los ritos para las ceremonias litúrgicas de los sacerdotes. Y en Números, sin ofrecernos una imposible relación cronológica de los hechos, cómo esa masa de seiscientos mil hombres de a pie, sin contar sus familias y la multitud heterogénea que los acompaña, Ex 12 los transforma en un Pueblo elegido que debe entrar en Canaán, luego de 40 años en el desierto, preparación con la Segunda Ley o Deuteronomio, el cruce del Jordán y la toma de Jericó por Josué.
    El desierto, éremos lugar deshabitado, aislado, abandonado, solitario, vacío, es el sitio donde el Espíritu nos impulsa a entrar, por cuarenta años o cuarenta días para liberarnos de los demonios de nuestro falso yo o egolatría y adquirir la comunión con Dios, los hermanos y la naturaleza, transfigurándonos en Koinonía y Liturgia para Cristo. Dios hombre, tentado en el desierto es el Séptimo Camino que no dejará nunca de presentarnos el Rostro de Jesús. Sin desiertos cotidianos, semanales, mensuales y anuales; desde el bosque en la montaña, la capilla o Pustinia en la serenidad del campo, o la habitación tranquila, nos resultará imposible confrontar al Doble que nos castiga en nuestra esquizofrenia psicoespiritual y no diferenciaremos oasis de espejismos. 
   San Bernardo pone en guardia al mismo Papa contra las malditas ocupaciones, maledictae occupationes, que llevan al corazón duro que ya no teme separarse de Dios, ni respeta al hombre ni cultiva al mundo; alejándose de la concentración de las consideraciones y volviendo a la esclava dispersión de Egipto. Al principio el activismo, el estrés y las sobrecargas pueden resultarte insoportables, ya habías saboreado las delicias de la dulce quietud, pero si te vas acostumbrando a ellos, no los considerarás tan pesados, te resultarán soportables, ni los notarás, y al fin terminarán por gustarte. Y no me vengas con la excusa que debemos hacernos todo para todos, 1 Cor 9, 22 pues tú también eres humano, y para que tu bondad sea íntegra y plena debes acogerte a ti también. De Consideratione, Libro I
    Al desierto nos retiramos con Jesús, para descentrarnos del falso ego, orar a nuestro Padre, regresando a nuestro Hogar, Origen y Meta, pues no somos autosuficientes, ramas desgajadas de la vid, sino que cual hijos en el Hijo no hacemos nada por nosotros mismos, como no se lo veamos hacer al Padre, todo lo que hace el Padre lo hacemos los hijos. Jn 5, 19 Abismarnos en el Padre es liberarnos de nuestro egocentramiento para Paterocentrarnos.
     Sólo el Buen Espíritu puede llevarnos al verdadero desierto, donde está siempre el oasis de Cristo portador del agua de la Vida, pues el mal espíritu está al acecho y nos atacará, igual que lo atacó a Jesús. Entrar en el desierto sin Lectio, Discernimiento y Acompañamiento espiritual puede ser mortal. En vez de conocer con iluminación lo que hace el Padre, el mal espíritu nos dará a entender lo que puede hacer mi ego. El Doble del nuevo Adán y del viejo entra en piloto automático apenas pisamos el umbral del silencio.
     Es fácil que el ego me muestre el sendero de la autorealización, Consejos Pontificios de la Cultura y para el Diálogo interreligioso, Jesucristo portador del agua de la vida. Una reflexión sobre la New Age, 2003 Lo importante será desarrollar y mostrar al máximo mis potencialidades, lo positivo, valioso y reconocido para llevarme al cenit de lo que quiero ser. Los Otros son reducidos a medios manipulables que me ayudarán en mi carrera, u obstáculos a eliminar cuando percibo que me lo impiden. Algunos recurren al ensanchamiento de los dinamismos del cuerpo y de la psiquis para apropiarse de la energía propia y cósmica. Lo que no está mal, pero es insuficiente e ilusorio. La energía creada no es la Infinita de Dios y jamás puede darme la felicidad total. Por más saltos creados que dé, aun cada vez a mayor altura, nunca llegaré a la Trinidad Increada. Son Ellos los que saltan hacia mí, no mi ego hacia Ellos.
     En el desierto con el Buen Espíritu ya no nos miramos para embellecer nuestro ego. Sabemos que no tenemos rostro, más que los Rostros de los Tres, y Ellos son nuestra Alteridad que embellecen el Misterio de nuestra real identidad. Allí hacemos Memorial de todo el Camino que Yahveh nos ha hecho recorrer durante cuarenta años para humillarnos, y probar si íbamos o no a guardar sus Diez Palabras, si aprendíamos a no comer de nuestro pan sino del maná bajado del Cielo. Porque vivimos de la Palabra que sale de la boca de Dios; Deut 8, 1-6 y hemos olvidado nuestro rostro real, ese que nos revela Cristo en el desierto.

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