jueves, 22 de diciembre de 2011

58. Jesús, nuestras sombras y la purificación de nuestro templo: Mt 21, 12-17



    Jesús entró en el Templo y echó a todos los que vendían y compraban allí, derribando las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas. Y les enseñaba, está escrito, mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones. Mc 11, 15-19 Jesús justifica su purificación del Templo con dos citas, Is 56, 7 y Jer 7, 11. En el atrio de los gentiles, donde se desarrolla esta escena, Jesús abre Israel al mundo; y a su Dios, revelado en el Sinaí y el Gólgota, como Único Dios de todas las naciones. Jesús ha traído con su Pascua, la Trinidad a los pueblos de la tierra, como les dirá a los griegos, me verán como grano de trigo que muere y da mucho fruto. Jn 12, 23 Él es la Luz que ha venido al mundo para que todo el que crea no permanezca en las tinieblas. Y le agrega la profecía de Jer en el 608 aC sobre la destrucción del Templo debido a que con un culto vacío piensan que no necesitan convertirse y enmendarse de sus sombras y pecados. Vienen al Templo para ser salvados y seguir cometiendo sus abominaciones, y así lo han convertido en una cueva de ladrones, en vez de ofrecerse como víctimas vivas, santas y agradables a Dios, el culto espiritual que huye del pecado. Rom 12, 1-3 Es esa connivencia entre orar y negociar en sucio lo que Jesús combate.
    Cada uno de nosotros es el templo del Espíritu Santo, 1 Cor 6, 19 y todos tratamos de mostrar el esplendor exterior del templo, nuestra imagen orante, inocente y esbelta, nuestra apariencia amable, mansa y educada. Y nos esforzamos por ocultar la oscura hiedra de las sombras y vicios que no cuadran con esa imagen idealizada y vergonzosa, escondiéndola en la lóbrega cueva de ladrones de nuestro inconsciente. Como los logismoi gula, lujuria, avaricia, ira, tristeza, acedia, vanagloria, indiscreción y soberbia; o las conductas delictivas, como adicciones, codependencias, miedos, envidias, competitividad, violaciones y asesinatos. Somos Jekill escondiendo a Hyde, y cada tanto es bueno que Jesús se arme con un látigo de cuerdas, nos purifique y nos grite con san Benito el Sal 69, el zelo bueno de amor por tu Casa me consume, y venga a purificarnos. De lo contrario, Hyde comenzaría a hacerse fuerte, transformándose en una especie de gemelo, y la cueva se tragaría al templo.
    Cuando la sombra destructiva crece y se amalgama en nuestros sueños recurrentes, groserías y enfados, comenzamos a hacer el mal que no queremos, vagabundeando, yo miembro de Cristo, por callejones abyectos en busca de la famosa Prostituta, Ap 19 para hacerme una carne con ella, en vez de unirme al Resucitado y ser un solo Espírito con él. Nuestra máscara mentirosa se nos resquebraja, y aparecen las pústulas con sus gusanos, perdemos los Rostros de la Trinidad, el Verbo se debilita y se afianza la carne de pecado, nos abandonan los símbolos de la comunión y nos asaltan los diábolos de la oposición.
    La Luz viene al mundo, pero los hombres prefieren las tinieblas a la Luz, porque sus obras son malas. Todo el que obra mal odia la Luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. Jn 3, 19-21 Hoy los psicólogos comprueban, a sus niveles, esta honda enseñanza espiritual de Jesús. La naturaleza de la sombra, tendencias pecaminosas no consentidas; y de las tinieblas, pecados cometidos; es la de ocultarse y permanecer fuera del alcance de la conciencia. De ahí la importancia de la confesión, el acompañamiento espiritual y la libre apertura del corazón. Pues esa incapacidad de ver mis sombras, hace que cada vez eche raíces más profundas en nuestro ser. Si supura, lo hace ocultándose detrás del mal humor, la depresión, el sarcasmo, la susceptibilidad defensiva y conductas destructivas. Tenemos que estar alertas e identificar los momentos en que hace su aparición como animal feroz nocturno, bajar de la montaña con el día azul y enfrentarnos con el abismo de la noche. Dios y su Iglesia ayude a las víctimas de los que hicieron de templos católicos, cuevas de ladrones escandalizando a los niños.
    No podemos apartar la mirada de la bestia, negando su existencia, ni tampoco entregarnos a la bestia que nos destrozaría. Hay que tenerla en cuenta, estudiarla e integrar su energía con nuestras virtudes. Como Jesús, subversivo derribando mesas y asientos en la cueva de ladrones, y curando a los ciegos para que contemplen su Templo.

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