viernes, 18 de enero de 2013


148. Emergencia educativa y ética de urgencias: Rom 6, 1-11



    Todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte. Nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera destruido nuestro cuerpo de pecado; y así como Cristo resucitó, también nosotros llevemos una Vida nueva. Por la muerte redentora de Jesús el hombre es liberado del dominio del pecado y es reconciliado con el Padre; por su resurrección el hombre es salvado de la muerte eterna y obtiene la victoria sobre el Maligno en el dinamismo del Espíritu. Esa es la alegría de ser cristianos y de pertenecer a la Iglesia. Es la alegría que brota de la conciencia de haber recibido el don de la fe, que ninguno puede merecer, sino que nos ha sido dado en pura gratuidad y al cual hemos respondido con nuestro propio Hágase en mí según tu Palabra, de María. Es la alegría de reconocernos hijos de Dios, de descubrir que estamos en sus manos y somos acogidos en el abrazo de su Infinito Amor. Esta alegría orienta el camino ético, liberados del pecado, hacia la felicidad de una Vida nueva fundada en una relación personal con Jesús, los hermanos y la naturaleza, con buenas costumbres que respetan la sana convivencia.
    Al enfrentar hoy la Emergencia educativa, por el cambio de época, de sociedad, y de lo qué significa educar y formar para transfigurar, nos enfrentamos también con una Ética de urgencia, Savater, Fernando, Ariel, México, 2012, 163 p. La libertad de elección y vulnerabilidad de nuestra fugaz vida mortal, con sus gozos, dolores y fragilidades nos imponen derechos y deberes. Y debido a que los problemas humanos se renuevan a diario hay que reflexionar nuestras nuevas obligaciones y responsabilidades. Aristóteles escribió mucho sobre ética, pero no se hizo ni una pregunta sobre biogenética, internet o robótica, pues en su mundo y en el de nuestros abuelos, no se sabía qué eran; pero nosotros tenemos urgente necesidad de saber qué hacemos, comenzando por internet, pensando en especial en que no se dañe a nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
    México está, en números redondos, por los 113.000.000 de habitantes, de los cuales 22.000.000, el 16%, adolescentes entre los 10 y 19 años. Son trapecistas meciéndose en columpios a gran altura, de pronto se sueltan y saltan por el aire en búsqueda de otros columpios. Es el momento dramático y arriesgado de la adolescencia, entre la niñez y la juventud. Pablo Mier y Terán Sierra, Adolescencia riesgo total Si no los acompañamos en su desarrollo interrelacional real y virtual, la tragedia puede ser inminente.
    La realidad virtual nos va invadiendo. Antes si tú ibas a comer a un restaurant con un amigo y éste a los 5 minutos se ponía a leer una revista, a los 10 un periódico y a los 15 un libro, deducías que no tenía ni el más mínimo interés de concentrarse en un diálogo. Hoy ese amigo habla contigo, interrumpe a cada instante para atender sus celulares, mientras controla por cámara lo que pasa en su oficina o departamento, tiene no pocas llamadas íntimas que antes nos hubieran llenado de vergüenza susurrarlas pero él lo hace gritando a pleno pulmón, consulta noticias en internet y sigue de reojo lo que están pasando por una pantallita en Blue Ray, conecta su iPad para cerciorarse qué hora es en Pekín, París y Ciudad del Cabo antes de mandar un mail a Kioto, y en cualquier momento se levanta y te deja plantado pues tiene que atender una inesperada, muy esperada videoconferencia. Deberás mantenerte impávido, de lo contrario eres un troglodita inadaptado con el síndrome de la Belle Époque. Eso sí, no se te dé por molestar a tu amigo si él decide estar concentrado en mandar un mensaje de texto, está en Twitter, Facebook o Youtube. La concentración sigue siendo un valor pero manipulable. Tendremos que aprender cómo utilizar Internet a favor de la educación y la ciudadanía.
    La comida se realiza entre la realidad virtual y la realidad presente y es cada vez más complejo distinguir una de otra. Internet puede introducirte en catedrales bellísimas de ciencias, artes, buena información y formación; o en antros putrefactos de mensajes impunes que hacen sufrir a miles, redes siniestras de secuestros, terrorismo, crimen organizado, alias que esconden o roban tu identidad, pornografía y trata de personas, códigos siniestros con engaños falsificaciones mentiras y tergiversaciones, virus y gusanos, espionaje, bribonadas piratas bajando libros películas música o lo que se te cante sin pagar lo debido, difundir orgías captadas con cámaras ocultas, secretos de estado del Vaticano VatiLeaks, de EU WikiLeaks, o de quien sea. Que cualquiera que tenga habilidades de hacker decida en un garaje, o en una empresa mafiosa, qué debe mantenerse o no en secreto, o qué archivos confidenciales o top Secret sacar a luz, es un peligro mundial que ya nos amenaza. Los sitios maliciosos de Internet o malnets se duplicaron en 2012, hay ya 1.500 exclusivos, y seguirán creciendo. Intentan suplantar la identidad de empresas o entidades gubernamentales para incautarse datos o cometer fraudes, con el objetivo de inducir a los cándidos usuarios a que compartan información confidencial, financiera, tarjetas o cash.
    Internet es demasiado bueno para que pueda ser censurado con inequidades arbitrarias, pero debe ser regulado por leyes justas estatales, nacionales e internacionales, que corrijan comportamientos inadecuados; igual que se regula cualquier tecnociencia, la energía nuclear, la clonación o el uso de robots. Ya se le pasó el tiempo de ser la inocente Red de la fraternidad universal, todos en contacto virtual con todos sin intervención de nadie. La www del CERN de 1990, el salir de manos del ejército de EU y el levantar la prohibición de su uso comercial en 1992, son historia remota. Hay decenas de fórmulas para regular Internet, evitar robos e incursiones indeseables de curiosos y copiadores malévolos, prohibir la difusión de material pernicioso y evitar la impunidad que es corrupción. Es tan absurdo dejar a la autoridad sin control democrático, como prohibirles que dicten leyes, que habrá que mejorar, para que incriminen tanto a las páginas web como a sus usuarios.
    El hombre viejo y el nuevo luchan en nuestro interior y en Internet hecho a nuestra imagen y semejanza. No podemos permitir que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales obedeciendo a sus malos deseos, ni hacer de Internet un instrumento al servicio del pecado. Sepamos ya morir al pecado y vivir felices por los Caminos de Dios.

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