domingo, 6 de enero de 2013


145. Pedagogía para aprender a Vivir en Paz: Fil 4, 6-9



    Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la Paz o la Paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, estará con ustedes. Los santos, plasmados por la Palabra, son ediciones actualizadas de Cristo, aprender de ellos es aprender de Cristo Hoy.
    Vivere in pace, Vivir es paz, es un film italiano basado en la realidad, del director Luigi Zampa estrenado en 1947, que con mis padres y hermanos fuimos a ver varias veces, luego de los horrores de la II Guerra mundial. Entre lágrimas y risas, imantados por el blanco y negro de la pantalla, ante esa sencilla familia campesina; célula base de la sociedad desde el punto de vista demográfico, ético, pedagógico, económico y político nacional y mundial, que promovía sin saberlo la cultura de la Paz en contacto con Dios, los hombres y la naturaleza; salíamos convencidos de que vivir en paz era posible, sólo había que trabajar duro para construirla. La película es una tragicomedia situada en el año 1944 en una aldea aislada de Umbría, Región de san Benito de Nursia, Busca la Paz y síguela, y de san Francisco de Asís, Hazme un instrumento de tu Paz. Donde haya odio, siembre el Amor. Donde haya injuria, siembre el perdón. Su visión positiva en torno a la convivencia humana, no deja de lado la mirada sarcástica revestida de tintes humanísticos, y la presencia latente de la maldad humana.
    A pesar de la guerra, el labrador Tigna, el simpático gordo Aldo Fabrizi, héroe de Roma città aperta, lleva una vida tranquila en el orden de su granja apartada del pueblo, junto a su esposa y sus hijos. Es un hombre que hace todo lo posible para llevarse bien con todos, el prudente cura párroco, el médico comunista de la resistencia, el secretario de los fascistas, y un cabo alemán al cuidado de un Depósito.
    Las cosas se alteran cuando sus dos hijos, un niño y una adolescente, al buscar un puerco escapado al bosque, localizan a dos estadounidenses, un joven periodista y un combatiente negro malherido. Los dos chicos deciden ayudarlos, pese a ser conscientes del bando fascista que prohíbe bajo pena de muerte cualquier tipo de colaboración con los Aliados; y los trasladan al granero de la granja. Hacen explotar así una espiral de situaciones, que implicarán no solo al conjunto de la familia de Tigna, sino con al exorcismo del granero, al tenso encuentro del soldado alemán con el soldado americano, e incluso al pueblo entero que adelanta, de manera inesperada y profética la conclusión de la II Guerra mundial en aquella olvidada ranchería umbra, para seguir viviendo en paz.
    Vivir en paz corresponde a un principio vital y ético fundamental, con el derecho y el deber a un desarrollo integral, personal y comunitario, que forma parte del proyecto de Dios sobre el hombre creado para la paz. El Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz 2013, desborda sus monografías anteriores; es el embrión de encíclica. Un tratado de teología y filosofía de la paz, desde la fe, las ciencias y el arte. El cincuentenario del comienzo del Concilio Vaticano II, de la encíclica Juan XXIII Pacem in terris, y la celebración del Año de la Fe la contextualizan.
    Hay necesidad de proponer y promover una pedagogía del que trabaja por la paz. Ésta pide una rica vida interior, claros y válidos referentes éticos, actitudes y estilos de vida apropiados. Las iniciativas por la paz contribuyen al bien común, crean interés por la paz y educan para ella. Pensamientos, palabras y gestos de paz crean una mentalidad y una cultura de la paz, una atmósfera de respeto, honestidad y cordialidad. Es necesario enseñar que el no matar incluye también el no enojarse con el hermano, ni insultarlo ni excluirlo; sino amarnos y educarnos para la paz, viviendo con benevolencia, más que con simple tolerancia. Es fundamental que se cree el convencimiento de que hay que decir no a la venganza, reconocer las propias culpas, aceptar las disculpas sin exigirlas y sobre todo perdonar, de modo que los errores y las ofensas puedan ser en verdad reconocidos para avanzar juntos hacia la reconciliación. Esto supone la difusión de una pedagogía del perdón.
    La violencia no se vence con la violencia, el mal se vence con el bien, y la justicia se busca imitando a Dios Padre que ama a todos sus hijos buenos y malos. Las religiones primitivas y la tragedia sabían bien que el orden, la paz y la fecundidad reposan sobre las diferencias culturales. No son las diferencias, sino su pérdida, lo que provoca la rivalidad loca, la lucha a ultranza entre los hombres de una misma familia o una misma sociedad. Los modernos parecen haberlo olvidado, la igualdad parece su garantía de paz y prosperidad y, por eso, experimentan estupor ante la renovada barbarie de los totalitarismos y los baños de sangre de las dos guerras mundiales. Simone Weil, afirma, al contrario, de que no hay de qué extrañarse; sólo los que soñaron que la fuerza, gracias al progreso, pertenecía ya al pasado, pudieron creer con ingenuidad que la violencia era sólo prerrogativa de épocas primitivas. Los modernos están afectados por ella tanto y más que los antiguos. En el interior de toda colectividad hay un estado de guerra latente, una competición sin fin que el atenuarse de las diferencias intensifica hasta el paroxismo. Wanda Tommasi y otras, Simone Weil, descifrar el silencio del mundo
    La construcción de la paz es un trabajo lento que supone una evolución espiritual, una educación a la convivencia con los más altos valores, una visión nueva de la historia. Y renunciar a la falsa paz que prometen los ídolos de este mundo y a los peligros que la acompañan; a esta falsa paz que hace a las conciencias cada vez más insensibles, que lleva a encerrarse en uno mismo, en una existencia atrofiada y vacía, asfixiada en la indiferencia, sin acción, compasión, solidaridad, valentía y perseverancia.
    Jesús encarna el conjunto de estas actitudes, hasta el don total de sí mismo, hasta perder la vida. Jn 12, 35 Promete a sus discípulos que harán el extraordinario descubrimiento de que el mundo está en la Paz de Dios, una Trinidad solidaria con los hombres y la naturaleza que nos cobija. Y con María, en la comunión de todos los Santos; en proceso, beatificados o canonizados, y la enorme muchedumbre imposible de contar, Ap 7, 10 nos enseñarán a contrabajar para Vivir en Paz.

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