sábado, 30 de junio de 2012

101. El tópico del mal inseparable de la formación al Bien: Lc 11, 14-26



    Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa, volveré a mi casa de donde salí. Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio. Jesús lo dice en el contexto de un exorcismo, mostrando que a los demonios les gusta más vivir con hombres que en desiertos, y su estrategia está en que cuanto más nos liberamos de ellos, más somos atacados. Y no sólo por siete sino hasta por dos mil, como en el endemoniado de Gerasa, encadenado con grillos entre sepulcros dando gritos e hiriéndose con piedras.
    Es impactante que todo el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros concluya con una reflexión sombría y realista sobre la soledad del sacerdote. Es un logismoi que lo persigue en cualquier edad o situación. No es sólo aislamiento psicológico, podría ser, a un buen ojo clínico pneumatológico, consecuencia de vivir con sinceridad su celibato obediencia y pobreza con el Evangelio, así también terminó Jesús, solo y abandonado. Podría deberse también a marginaciones, incomprensiones, desviaciones, abandonos, imprudencias, limitaciones de carácter propias o de otros, humillaciones, calumnias, todo derivando hacia un agudo sentido de frustración muy perjudicial. Ya no es la soledad de un enamorado que se apaga entregando su vida al Resucitado por el Reino.
    Para los antiguos como Evagrio Póntico, +399 y Juan Casiano, +435 hay un misterio de iniquidad o anticristo, que une nuestros vicios con satanás. El mal no es sólo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad misteriosa y pavorosa. Quien rehúsa reconocer su existencia se sale del marco de la Biblia y de la Iglesia, como se sale también quien hace de ella un principio autónomo, algo que no tiene su origen, como toda criatura, en Dios. O quien la explica como una pseudorealidad, una personificación psicológica y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias. Pablo VI, L’Osservatore, 19/XI/1972 Porque el diablo y demás demonios por Dios fueron creados buenos por naturaleza; pero ellos por sí mismos, se hicieron malvados. Y el hombre pecó por sugestión del diablo. Lateranense IV, 1215  Sería ingenuo que formadores y formandos no tuviéramos en cuenta esta sutilísima sombra y tiniebla que va desde el Gn al Ap e ignorando sus propósitos fuéramos engañados por Satanás. 2 Cor 2, 11
    Ninguna formación de Cristo, inicial o permanente, es posible si no hay, además de la persona con vocación y apta para ser formada, la persona del formador. La bondad y eficacia de un plan de formación dependen en parte de las estructuras, pero sobre todo de los formadores pues es una vivificante Traditio Evangelii. Pertenece al obispo tener un grupo de formadores con madurez humana, espiritual, intelectual y pastoral que posean el arte de transfigurar en Jesús resucitado. Dar una Nueva Forma, la del Hombre Dios, con los dinamismos del Espíritu, según el proyecto del Padre; es sin embargo, un imposible sin claras metas de educación, de educere o extracción de los vicios y demonios que nos acosan. No se puede plantar el fruto del Espíritu, amor alegría, paz; magnanimidad, afabilidad, bondad, confianza, mansedumbre y autocontrol; sin desarraigar los nueve vicios capitales sean viscerales somáticos, gula lujuria avaricia; cordiales psíquicos, cólera tristeza acedia; cerebrales pneumáticos, insensatez vanagloria soberbia; con sus colaterales tales como orgullo envidia celo, cobardía injusticia discordia, incredulidad desesperación odio.
    Un niño de 2 años de Durango acaba de ser operado de un tumor de 15 kilos, pesaba 27 cuando a su edad no pasamos de los 12.  Si no se extrae el tumor no hay salud a formar. Las sombras de los vicios y demonios pueden permanecer inconscientes y activas; proyectadas sobre los demás; usurpar nuestra conciencia y tentarnos obsesionarnos o poseernos; o entrar en procesos educativos de reconocimiento, polarización e integración con las virtudes. Los formandos deben estar dispuestos a que los ayuden a conocer las facetas más oscuras de sus vicios, y los formadores a ser sabios en cirugía de tumores malignos. Es una larga sesión en el quirófano de la Inmaculada de la Salud del Tata Vasco, más se limpia más aparecen, pero allí está la curación y liberación; ya que, quien no vive transfigurándose, muere desfigurado.

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