miércoles, 7 de marzo de 2012

78. Segundo aspecto de la Nueva Era, sacralización de la psicología: Heb 10, 19-25



     Tenemos seguridad de entrar en el Santuario, siguiendo el camino nuevo y viviente que Jesús nos  abrió través del velo que es su carne. No es la psiquis que va a Dios, es Dios quien viene a la psiquis.   
    La Nueva Era habla de cambio de paradigma; creencias, valores, técnicas, compartidos por los miembros de una comunidad dada. Cuando se produce un desplazamiento de un paradigma a otro, no se trata de un desarrollo gradual. Los paradigmas rivales no pueden coexistir. Por eso no admiten que un cambio de paradigma en el ámbito de la espiritualidad es una manera nueva de formular las creencias tradicionales. Lo que sucede en realidad es un cambio radical de cosmovisión, que pone en entredicho el contenido y la interpretación de la visión anterior. Lo más claro de esto es la reelaboración de la vida y el significado de Cristo. Es imposible conciliar la visión revelada del Jesús histórico y de la fe, el Verbo hecho carne en Singularidad Absoluta, con la que ha elaborado la New Age de una unción crística general, con un dios impersonal panenteísta, chispa que ya está en los hombres que se autodivinizan.
    La matriz ideológica de la Nueva Era es la tradición esotérica teosófica de los círculos intelectuales europeos en los siglos 18 y 19. En particular, la francmasonería, el espiritismo, el ocultismo y la teosofía, que compartían una especie de cultura mistérica; donde el universo visible y el invisible están vinculados por una serie de correspondencias e influencias entre el microcosmos y el macrocosmos, entre los metales y los planetas, entre los planetas y las diversas partes del cuerpo humano, entre el cosmos visible y los ámbitos invisibles de la realidad. La naturaleza es un ser vivo Gaia, atravesado por una red de simpatías y antipatías, animado por una luz y un fuego secreto a controlar. Cada uno conecta con lo superior o inferior por su imaginación o mediadores, ángeles, espíritus, demonios o rituales.
    Las personas pueden ser iniciadas en los misterios del cosmos, dios, o el yo, por medio de un itinerario espiritual transformante. La meta es la gnosis, forma superior de conocimiento autosalvífico. Implica una búsqueda de la más antigua y elevada tradición de la filosofía, lo que se llama de modo inapropiado, philosophia perennis, y de la religión o teología primordial, doctrina esotérica que es la clave de todas las tradiciones exotéricas accesibles a todos. La alquimia, la magia, la astrología y otros elementos del esoterismo y ocultismo se integraron con aspectos de la cultura moderna, incluyendo la búsqueda de las leyes causales, el evolucionismo, la psicología y el estudio de las religiones. Alcanzó su forma más clara en las ideas de Helena Blavatsky, una médium rusa que, junto con Henry Olcott, fundó la Sociedad Teosófica en Nueva York en 1875. Esta sociedad tenía por objeto fundir elementos de las tradiciones orientales y occidentales en una forma de espiritismo evolucionista.  Formar un núcleo de la Fraternidad Universal de la Humanidad, sin distinción de raza, credo o color. Promover el estudio comparativo de la religión, la filosofía y la ciencia. Investigar las leyes desconocidas de la Naturaleza y los poderes latentes del hombre. Pero La Ciencia era las ciencias y filosofías ocultas el hermetismo.
    Un componente destacado de Blavatsky es la emancipación de la mujer que implica un ataque contra el Dios masculino del judeocristianismo y el Islam. Invita a volver a la diosa madre del hinduismo y a las virtudes femeninas. Continuó bajo la guía de Annie Besant, a la vanguardia del feminismo. Las Wicca brujas y la Craft espiritualidad de las mujeres continúan esta lucha contra el machismo católico.
    En La conspiración del Acuario, Marilyn Ferguson dedica un capítulo a los precursores de la Era de Acuario, quienes según su interpretación, habrían tejido una visión basada en la expansión de la conciencia y en la experiencia de la autotrascendencia. Dos de los mencionados son el psicólogo americano William James y el psiquiatra suizo Jung. James definió la religión como experiencia, no como dogma y enseñó que los hombres pueden cambiar sus actitudes mentales a fin de convertirse en arquitectos de su destino. Jung puso de relieve el carácter trascendente de la conciencia e introdujo el inconsciente colectivo, un depósito de símbolos y recuerdos compartidos con personas de diversas épocas y culturas. Según Hanegraaff ambos contribuyeron a la sacralización de la psicología, que se convirtió en un elemento fundamental del pensamiento y de la práctica New Age. No sólo se psicologizó el esoterismo, sino que también se sacralizó la psicología, llenándola de contenidos esotéricos. El resultado fue un corpus de teorías que permite hablar de dios cuando en realidad se quiere decir la propia psiquis, y hablar de la propia psiquis cuando en realidad se quiere decir lo divino. Si la psiquis es mente y dios es mente, entonces hablar de una cosa significa hablar de la otra. La Espiritualidad palidece, la psicología es el gran mito actual, y sólo entendemos la fe en esos términos. La psicología de Jung arroja luz sobre aspectos de la fe cristiana y sobre la necesidad de enfrentarse a la realidad del mal. Pero sus convicciones religiosas son agnósticas y la imagen de Dios que se desprende es confusa, como el culto al sol, donde Dios es la energía vital, líbido o mi dios interior. Cristo no es Verbo hecho carne, el Distinto Absoluto, sino mi arquetipo, que asciende por mi yo psíquico para alcanzar altas cuotas de realización natural. No el Otro Infinito Diferente ante quien debo abrazarme en adoración de Amor para que me salve redima y libere en la relación Cosmoteándrica con la Trinidad, por la Gracia sobrenatural.

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