sábado, 26 de noviembre de 2011

51. Adviento en la vida monástica, abrir la puerta de la fe con el Palabra: Ef 6, 16-24


    Tengan en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Mal. Eleven sin cesar toda clase de oraciones animados por el Espíritu. E intercedan también por mí a fin de que al abrir mi boca encuentre la palabra para que con audacia dé a conocer el Misterio del Evangelio. Pablo nos muestra como la existencia cristiana no está libre de la astucia del diablo y sus secuaces. Hay que defenderse del Mal, ponerós, malo, perverso, cobarde, vil con la fe, la oración en el Espíritu como nos enseñó Jesús en el Padrenuestro, y anunciar la Palabra Escatológica para abrir la Puerta de la fe al corazón que escucha. La lucha pascual entre muerte y vida sigue en los monasterios y fuera de ellos.  
    Por eso el Centro absoluto del Año litúrgico el Año de Gracia del Señor, Lc, 4, 19  es el Triduo Pascual, la pasión muerte y resurrección del Verbo del Padre hecha carne por el Espíritu, Fuente de Luz que llena el tiempo con su Energía, transfigurándolo por el kairós del Mundo Nuevo, Este Centro tiene un ciclo, círculo o sucesión de Palabras y Hechos Cristológicos que forman un todo, que llamamos Cuaresma-Pascua-Pentecostés. Alrededor de este Centro Ciclo Singular hay otros tres ciclos, primicias o plenitudes del Triduo. Adviento-Navidad-Epifanía, Santoral de María en la comunión de los santos, y Tiempo Durante el Año que es preparación y prolongación del Único Misterio Pascual. CEC 1168-1173
    El Adviento de Jesús es el comienzo del Año cristiano vivido en la Originalidad de Cristo, que es un perpetuo Sí vuelvo pronto, Ap 22 como necesidad y esperanza de salvación, clave de nuestra verdadera identidad o Sí mismo que desbarata los engaños del falso yo, y percepción del dinamismo de la Vida Eterna en la Trinidad que será un Adviento sine Fine.
    De ahí que el Adviento tenga un pasado, un presente y un futuro. El Adviento histórico es la espera de la encarnación de la Palabra desde Eva y Adán hasta María y José, nos muestra como la actitud fundamental es la de los anawim, la de Juan Bautista, los humildes y pobres de Espíritu, a la escucha de la Palabra que prepara la entrada de Dios en la historia. El Adviento eclesial es la toma de conciencia de que el Encuentro con el Resucitado nunca es completo, aun cuando participe todos los días de la Eucaristía y esté en formación permanente mistagógica. Hay zonas de mi ser contrarias a Cristo que necesitan recibir su transformación, para irme aproximando a María la Inmaculada ya que el Padre nos ha elegido a todos en Cristo, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e inmaculados. Amómous Ef 1, 4 El Adviento escatológico es el retorno glorioso del mismo Resucitado, el Juicio y la Tierra Nueva, que da sentido a nuestra peregrinación y al proceso de desarrollo creativo eterno en Cristo, la Nueva Creación en las Bodas del Cordero.
    En su pedagogía litúrgica el Adviento nos pide una enorme apertura a toda nuestra humanidad en el cosmos, la antropología y la ecología, a la divinización cosmoteándrica que realiza el Hombre Dios, en un triple plano dogmático, ético y místico. En la perspectiva de la Verdad el Adviento nos enfrenta con la naturaleza caída de todo hombre necesitado de salvación, redención y liberación. Estamos tarados con el pecado original, nuestros pecados personales y el pecado estructural. Toda antropolatría de autorealización, o humanismo autorreferente narcisista, o soberbia de autosuficiencia salvífica del serán como dioses, que no me permite escuchar el Proyecto de Dios, son lo opuesto a la docibilidad al puro regalo de la Gracia del Adviento. En la perspectiva del Amor, el Adviento es un grito de esperanza salvífica para hacerme responsable de mis vicios y dejarme llenar con las virtudes, dones y carismas del Espíritu Santo que desciende sobre mí. En la perspectiva de la Vida que lleva a su realización la mística, el Adviento debe ser el memorial del sentido de la tempiternidad hacia la Parusía, desapegarnos desilusionarnos desacondicionarnos, vaciarnos de todo para abrazar a Dios en todo. Dejándolo todo, lo siguieron, recibiendo el ciento por uno. Lc 5; Mt 19
    El Adviento del Esjatón Dios hombre, realiza según Soloviev, +1900 la Unidad integral de todas las realidades, en la Unitotalidad, la Sabiduría, y la Theandría o Divinohumanidad; aunque sea imposible su realización histórica total, y esa Unidad en la Pluriformidad quede para la transhistoria, mientras sigue el combate que la Iglesia ha de librar en este mundo, contra el espíritu del Mal, del Diábolos, contra el Símbolos de Cristo en María. Lc 2, 19 y 51
    Aquí se unen Adviento eterno y Monacato contemplativo. La monja o el monje, monos, único, es aquella persona llamada por el Resucitado a alcanzar desde esta vida en anticipo, en su soledad silencio y oración, el Adviento de esa Unitotalidad Cosmoteándrica, que deja todo por el Todo y se une a todo en el Todo. No va de todos al Todo, sino del Todo a todos.
    Dios nos concede la experiencia de que todo es sombra de la única Realidad que es el Cuerpo resucitado de Cristo. Col, 2, 17 Nos regala el recapitular todas las cosas en Jesús que, con el Padre y el Espíritu, habitan por la fe en nuestros corazones. Nos grita lo que le gritó a Teresa, búscame en ti, y búscate en Mí. El falso yo salta hecho pedazos y se hace presente nuestra única identidad, la Trinidad. La Totalidad de Cristo, por quien todo fue creado, nos inunda con esa Luz que, al advenir al mundo, ilumina a todo hombre que la recibe. Jn 1, 9
    La monja o el monje se hacen manifestación de este arquetipo fundamental que es la dimensión constitutiva más profunda de toda vida humana. El misterio del hombre no es el hombre sino las Tres Personas de Dios que lo inhabitan, en comunión con toda la humanidad y el cosmos. Esta experiencia, de que el monje no es su yo sino el Ellos de la Totalidad Cosmoteándrica que lo posee, es tan rara que nos hace extraños a la mundanidad diabólica puesta bajo el poder del Mal caótico, 1 Jn 5, 19 al que tenemos que renunciar, de ahí el nombre de Renunciantes que nos dió el monacato primitivo para expresar nuestro anhelo de vivir cara a Dios, renunciando al mundo. Casiano, Instituta, IV: De institutis renuntiantium
    Cada ser humano es una parte pequeñísima, nada, en relación con el Infinito Metafísico del Dios Viviente, inseparable de los ángeles, la humanidad y el cosmos. Por eso al monje le está permitido vivir en la Casa de Dios, en estricta clausura, C.29 pero nunca separado o aislado, sino sólo apartado, secessio o secesión retirado para copensar con otros en la soledad enamorada propia de la vida contemplativa, en matrimonio y familia místicos con el Todo y con todos, hacia la transfiguración universal que prefigura el Año litúrgico. PC, 7
    Monja o monje es quien siente el llamado apremiante del Adviento del fin de este mundo, 1 Cor 10, 11; cuyo esquema, sjêma o anteproyecto pronto pasará, los que lloran como si no lloraran, los que se alegran como si no se alegraran, 1 Cor 7, 29-31 iniciado pero no consumado en su Totalidad, en el Adviento del Verbo hecho Cuerpo Resucitado, Libro, Sacramento, Iglesia y Cosmos. Monja o monje es quien se siente no sólo identificado con el c VI, Los religiosos, de la Lumen gentium, La Luz de todos los Pueblos que es Cristo, sino y sobre todo con La índole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia celestial del c VII  El fin de los siglos ha llegado a nosotros, y la renovación del mundo está decretada de manera irrevocable, y se anticipa en realidad en este siglo, pues la Iglesia, ya aquí en la tierra está adornada de verdadera santidad, aunque todavía imperfecta hasta que lleguen los cielos nuevos y la tierra nueva donde habita la Justicia que nos hace a todos santos. 2 Pe 3, 13 Monja o monje es el que con inmenso Conocimiento del Sí mismo de la Palabra de Cristo que vive en vez de su yo, se vuelve Compasivo con el don de lágrimas por toda antropología y ecología, entra en la Contemplación, san Bernardo, De gradibus humilitatis et superbiae de la Unitotalidad Sapiencial de la Theandría, y abre la Puerta de la fe a la Palabra Escatológica de Jesús, para que cada monje se expanda con el arquetipo dinámico del huésped, y cada huésped se centre en el arquetipo fundamental de estabilidad imparable que es el monje, apartado en su Paraíso Claustral para atraer a la fe en el Misterio del Adviento del Esjatón de Cristo, que vino, viene y vendrá a llevarnos al Gozo de la Otra Dimensión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario