lunes, 14 de noviembre de 2011

49. El Matrimonio en Evangelio de la Gracia de Dios: Hech 20, 22-25



    No considero mi vida digna de estima, con tal que lleve a cabo mi carrera, drómon y el servicio, diakonían que he recibido del Señor Jesús; dar testimonio, diamartýrasthai del Evangelio de la Gracia de Dios. Pablo está regresando de su tercer viaje, no ha querido pasar por Éfeso para no retrasarse y estar en Jerusalén en Pentecostés. Se encuentra en Mileto, y manda llamar a los presbíteros de Éfeso; la ciudad más grande que había evangelizado durante tres años. Es su tercera predicación en los Hechos, la primera a los judíos en Antioquía de Pisidia, 13 la segunda en el Areópago de Atenas ante la flor y nata de los paganos, 17 y ahora su testamento espiritual. Estamos en el año 58, luego vendrá su cautiverio, juicio, libertad condicionada, tal vez con un viaje a España y su martirio en Roma en el 64 ó 67. El Espíritu Santo le dice que le aguardan prisiones y tribulaciones, pero a él no le interesa su vida, sino el florecimiento de la comunidad luego de su muerte, de ahí el tono personal y conmovedor, y dar testimonio de la Buena Noticia de la Gracia.
    Es que la Gracia sobrenatural, en un solo ser humano, inseparable de la inhabitación de las Tres Personas de Dios en todo nuestro ser, cuerpo psiquis espíritu; vale más que todo el mundo, sin dejar de estar a su servicio. El Fuego pentecostal quema el leño verde de nuestros vicios purificándonos iluminándonos y transfigurándonos, por participación física y formal aunque análoga y accidental, en el Trino y Uno Dios, que nos hace entrar en sus Relaciones interpersonales, abismándonos en sus Procesiones. Nuestra existencia no cesa ya nunca más de ir de comienzo en comienzo, que jamás tienen fin. CEC, 2015 Al vivir en el Resucitado se inicia nuestra transformación en nuevas criaturas, el universo viejo empieza a disiparse cual neblina, y el Nuevo se hace presente para cuidar mejor a su proyecto. 2 Cor 5, 17
    La Gracia es un Misterio de Amor apasionado entre Dios, los ángeles, los hombres y el cosmos. Nos une a la Vida y nos hace generativos de nueva vida para los hombres y la naturaleza. Cristo no es solo para los seres humanos sino para todo el Cosmos. Aquí tocamos el Misterio del Matrimonio en el Proyecto de Dios, de la Realidad del Matrimonio divino entre Dios, la humanidad y el cosmos; y del sacramento del matrimonio humano.
    La Biblia se abre con la creación del universo, y del hombre y la mujer en matrimonio generador de vida. Y se cierra con el Matrimonio del Cordero con su Esposa la Nueva Jerusalén en un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva. El Misterio del matrimonio no depende del arbitrio de disposiciones humanas sino que Dios es el mismo autor del matrimonio. La familia cristiana constituye una revelación y una actuación específicas de la comunión eclesial. Es una comunión de personas en fe, esperanza y caridad, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad ordenada al bien de los esposos, la procreación y la educación de los hijos es reflejo de la obra creadora de Dios. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. CEC 2201-2206
    El futuro del mundo se fragua en cada iglesia doméstica, porque el auténtico amor conyugal es asumido en el Amor de las Tres Personas. La salvación de cada hombre y de la sociedad humana y cristiana está ligada a la prosperidad del Hogar. El hombre no es hombre sin la mujer, y la mujer no es mujer sin el hombre, y ninguna es Total sin los hijos. Su amor sexual, afectivo y espiritual, aunque puesto bajo la esclavitud del pecado, es la llamada al amor de Dios, los hermanos y el universo. Ese amor es creado, redimido y glorificado por Dios, sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra, no la idolatren y cuiden de ella. Gn 1
    Por eso las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad e indisolubilidad, puesto que es el signo eficaz y fiel del amor esponsal del Único Cristo por su Única Iglesia, y por toda la eternidad. Es un disparate que haya católicos que quieran separar, con medios artificiales, con o sin relación con la sana y ética regulación de la natalidad, la dimensión unitiva sexual, de la procreación, y educación de los hijos. Hacer el amor, sin verdad y sin vida, es como una similar, aunque no igual, narcisista masturbación, una esquizofrenia en la mentira y en la muerte.
    Es la trágica reedición de Onán derramando sus semillas en el látex espermaticida, en vez de ir a la búsqueda del óvulo, la otra mitad de su ser. Aunque tal vez el óvulo tampoco las espera por los anticonceptivos de mujeres autorreferentes que se declaran infecundas y divorciadas de la vida. Hay que trincar mujer, varón e hijos en una explosión de cultura y vida sobrenatural, en que el matrimonio y la familia del Evangelio de la Gracia unan a la Trinidad con el hombre y la naturaleza. Con ciencias y teología, bioética y ecología, con un Resucitado antropológico y cósmico, salvaremos la calidad de la vida de la humanidad y el planeta, que se está llenando cual tosco preservativo, de infecundas basuras procedentes de nosotros, los seres humanos, que fuimos puestos para cuidar y hacer florecer el Jardín en Edén.

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