lunes, 7 de noviembre de 2011

47. El Servicio profético de laicas y laicos en la Iglesia de hoy: Hech 11, 27-30


    Unos profetas llegaron de Jerusalén a Antioquía. Uno de ellos, llamado Ágabo, movido por el Espíritu anunció que el hambre asolaría toda la tierra. Esto ocurrió bajo el reinado de Claudio. Emperador entre el 41 y 54 Los discípulos se decidieron a enviar una ayuda a los hermanos de Judea y lo hicieron por medio de Bernabé y Saulo. Ágabo muestra bien la diferencia entre un adivino u oráculo y un profeta auténtico. Anuncia una hambruna, que se produce, pero en la perspectiva del retorno de Cristo hace soportable las tragedias que nunca faltarán en el tiempo cronológico, y nos remite al kairós divino o tiempo salvífico, moviendo a los discípulos a enviar los socorros necesarios. Tuve hambre y me alimentaron.
    De este modo se movió Jesús cual Singular profeta que Dios debía enviar al mundo después de Moisés. Itinerante, Él mismo va al encuentro de los hombres maltrechos y explotados, excluidos y despojados de todo derecho, y comienza a recorrer las aldeas de Galilea, proponiendo entrar en el Reino que Él enseña y encarna en totalidad. Libera de los malos espíritus, cura y sana, comiendo con ellos como en un Banquete Nupcial. Es libre, no tiene casa ni trabajo remunerado, Pobre al servicio de los pobres, muestra que el Reino no tiene centro humano alguno de comando, desde el cual debe ser dirigido. El malkutá di’Elahá o basileía toû Theoû es la meta de toda Buena Noticia en la Esperanza, que ya empieza y es a la vez Promesa, como en la 1º Alianza, del Retorno del Mesías en su Gloria.
    De esta manera Jesús nos libra de tres peligrosos engaños. Creer que la Promesa es inmanente, con mejores estructuras de progreso y prestaciones sociales, a las expectativas del hombre ya aquí y ahora. Proyectar el Reino sólo hacia una trascendencia más allá de la muerte, sin repercusiones en esta vida crucificante. O hundirnos en especulaciones pseudo apocalípticas que nunca se realizan sobre un inminente fin del mundo. La intimidad mística del profeta con el Padre, implica trabajar duro con Cristo, en la misión del Espíritu, por un mundo mejor, semilla del Reino de los Cielos. Contemplata aliis tradere. Tomás de Aquino
    La sierva de Dios Medeleine Delbrel, *1904 perdió la fe y se hizo agnóstica y comunista en su adolescencia. Para colmo de males a los 18 años se enamoró de un muchacho brillante del Politécnico, Jean Maydieu, que de pronto la dejó y entró con los dominicos. Se rebela más contra ese extraño Dios que le quitó al amor de su vida. Pero, a partir de ese duelo, comienza su regreso a la Iglesia. Estudia Asistencia social, se consagra a Dios permaneciendo laica, y se enfrenta a la violencia y el ateísmo comunista. El folleto, Lenin y la religión, le termina de abrir los ojos. Jesús habla sólo del Padre y del amor mutuo, no de violencia. De ahí en adelante los marxistas serán sus amigos, pero rechazará sus enseñanzas. A los 29 años se va a vivir a Ivry el cinturón Rojo de París, trabajando 30 años con los pobres, colaborando con los sacerdotes obreros, dando conferencias, publicando poesías y el libro Ciudad marxista, tierra de misión. Cae muerta de extenuación en 1964. Escribirá, nosotros, gente de la calle, creemos que esa calle donde Dios nos ha puesto, es el lugar de nuestra santidad. Si crees que Jesús está contigo, allí donde estés, podrás orar.
    El místico y profeta auténtico se manifiesta en el sufrimiento orante estudioso y trabajador, en la obediencia gozosa a la Iglesia, en alzar la voz en denuncia y en anuncio sin miedo a nadie, y en su capacidad insospechable para soportar en silencio las persecuciones y tribulaciones. Pero el Pueblo de Dios, y en especial los Clérigos y la Congregación para la doctrina de la fe, siguiendo a la Iglesia Madre de Jerusalén con sus profetas en Antioquía; apartando toda charlatanería, sensacionalismo fantasioso y supersticioso, no haciendo lo que quieran sino según el Depositum Fidei de Cristo, deben evitar apagar el Espíritu místico y profético, de tantos magníficos laicos y laicas que hoy unen liberación espiritual y política, como Ágabo y Madeleine. AA, 3 y 1 Tes 5 No sea que merezcan aquel reproche de Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados. Mt 23, 37
    Cuando muchos callan, por cobardía u otras razones, ay si nos quedamos sin profetas que levanten su voz, para decirnos lo que piensa Dios de nuestros pueblos. Ay cuando todos nos elogien, de la misma manera nuestros antepasados, elogiaron a los falsos profetas. Lc 6, 22-26

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