jueves, 18 de octubre de 2012


125. Conocernos en fe razonada desde la Trinidad y mis hermanos: 1 Cor 13, 11-13



    Cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, de manera borrosa y enigmática, después cara a cara. Ahora conozco en parte, mérous después conoceré como Dios me conoce. Entrar en comunión para la misión  implica darme a conocer sin miedos ni exhibicionismos,  y buscar el conocimiento tan amplio como sea posible de mis hermanos alrededor de Jesús resucitado. Tendré que encontrar algunas dinámicas que mejoran las interrelaciones personales, para mostrar mi yo y ver el de los otros muy diferentes de mí. Una herramienta de psicología cognitiva, acomodada a la espiritualidad, que nos enseñó desde 1973 el padre Julio Li, un sacerdote jesuita chino peruano, es la Ventana de Joseph Luft & Harry Ingham o de Johari uniendo sus dos nombres. Fritzen, S. José, La Ventana de Johari. Ejercicios dinámica de grupo, de relaciones humanas y de sensibilización Sal Terrae, Bilbao, 1987, 133 p. Da 45 Ejercicios que uniría a Torralba, Francesc, Inteligencia espiritual, Plataforma, Barcelona, 2010, 338 p.
    El espacio interpersonal está dividido en cuatro áreas. Las dos columnas representan al yo y las dos franjas representan la comunidad. La primera columna contiene lo que yo sé de mí, la segunda lo que desconozco de mí. La franja superior contiene lo que la comunidad sabe de mí, la franja inferior lo que la comunidad desconoce de mí. Las informaciones contenidas en las franjas y columnas no son estáticas, se desplazan de un cuadrante a otro, en la medida en que varían dentro de la comunidad los grados de realimentación y confianza o desconfianza, y así las áreas se achican o se agrandan. El ideal está en ir ampliando el área libre de modo que se reduzcan de forma legítima las tres áreas escondidas, tanto en los demás como en mí, y la comunidad se haga más transparente, serena y solidaria. Lograr que la comunidad aprenda a dar y recibir feedback; alertarnos que las áreas escondidas son las que pueden predominar y hacer peligrar la comunión; y sensibilizarnos sobre sanas relaciones interpersonales.
    Área Libre. Se encuentran los datos conocidos por mí y mi comunidad, en intercambio libre y abierto entre el yo y los demás. Es comportamiento accesible a todos. Modo público de orar, leer o trabajar.
    Área Ciega. Contiene informaciones de mi yo que ignoro, pero que la comunidad conoce. Modo de cantar, hablar claro o entre dientes, tics nerviosos, espalda derecha o cargada, tendencia a defenderme.
    Área Oculta o Íntima. Son cosas que conozco de mí pero oculto a los demás por miedo al rechazo, al ataque, al juicio negativo, para manipular a los demás, secretos o intimidades que no debo publicar.
    Área Desconocida. Factores inconscientes que desconozco y desconoce la comunidad. Hechos de mis padres o abuelos, de mi infancia, talentos ocultos y potencialidades por descubrir y realizarse.
    El animador tiene que poseer tres cualidades. Auténtico sin máscaras ni fachadas, con larga experiencia en dinámica grupal, espiritualidad de comunión, y los límites que el pecado le opone a la convivencia sólo salvables por la locura de la Cruz. Empático con los sentimientos de cada uno, sana con sus llagas sin caer en la trampa de convertirse en paciente y no estimular el crecimiento psicosomático espiritual. Respetuoso con una actitud propositiva que no impone, afectuoso y aceptador de cada individuo. La Ventana por donde miramos y nos miran con lenguaje total se desequilibra al poner mayor o menor énfasis en el proceso de dar o recibir realimentación. Se describen cuatro tipos.
    Ideal. El área libre aumenta hasta casi ocupar la Ventana en la medida en que los miembros de la comunidad tienen mayor familiaridad y aprenden a dar y recibir realimentación con libertad y amor.
    Entrevistador. El área oculta o íntima es enorme. La persona pregunta a otro miembro o a toda la comunidad sin cesar, pero ella no da un solo dato sobre sí misma. Solicita informaciones e irrita.
    Matraca. La que se desborda es el área ciega. Le dice a la comunidad su opinión sobre ella, pero no da oídos a lo que le dicen los demás. Mal oyente, en nada crece y termina por no ser realimentado.
    Tortuga. Se hipertrofia el área desconocida. Se trata de personas que muy poco saben de sí mismas y la comunidad menos. Participantes sordomudos que ni dan ni reciben realimentación, su caparazón y encerramiento lo impiden.
     No es nada fácil dar y recibir realimentación, sin que se perciban amenazas a mi ego o egolatría. Se requiere una filosofía y una teología de aceptación de sí mismo y de los demás, un saber que crecemos no en el aislamiento sino en la koinonía. Tener fe en el Señor no es algo que interesa sólo al área del conocimiento intelectual, sino que es un cambio que implica toda nuestra vida; sentimiento, corazón, intelecto, voluntad, corporeidad, emociones, relaciones humanas. La fe en Dios que es Amor, y que se ha hecho cercano al hombre encarnándose y entregándose a sí mismo en la cruz para salvarnos y reabrirnos las puertas del Cielo, indica de modo luminoso, que solo en el amor está la plenitud del hombre. Es necesario repetirlo con claridad, que mientras las transformaciones culturales de hoy muestran a menudo muchas formas de barbarie, que pasan bajo el signo de conquistas de la civilización; la fe afirma que no existe una verdadera humanidad si no es en los lugares, en los gestos, dentro del plazo y en la forma en la que el hombre está animado por el amor que viene de Dios; que se expresa como un don, se manifiesta en relaciones llenas de amor, de compasión, de atención y de servicio desinteresado frente a los demás. Donde hay dominación, posesión, explotación, mercantilización del otro para el propio egoísmo, donde está la arrogancia del yo encerrado en sí mismo, el hombre termina empobrecido, desfigurado, degradado. La fe cristiana, activa en el amor y fuerte en la esperanza, no limita, sino que humaniza la vida, más aún, la vuelve humana en plenitud. Benedicto XVI, Catequesis del 17/X/2012   
    Cuando me conozco cual Cristo y sus Cuerpos me conocen, ya no soy niño, tengo la liberación del Eureka de Arquímedes, y hasta una introvisión del Espíritu. La comunidad del Padre es evangelizada,  me voy haciendo Hombre Maduro en la Fe que obra por medio del Amor. Gal 5, 6 Muéstrame si puedes, tu fe sin las obras; yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe. Sant 2, 18 

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