sábado, 12 de mayo de 2012

92. Renovado servicio de la Iglesia, Hogar para todos los hombres y el cosmos: Jn 8, 12- 20



    Yo soy la Luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la Vida. Cristo dice esto en Jerusalén, durante la Fiesta de las Chozas o de la Recolección celebrada en otoño cuando se pedía la lluvia y se encendían grandes luces por el sol pleno que necesitan las cosechas. El Resucitado es la Luz del mundo que llena la Totalidad llevando la Vida. Brilla no obstante, en las tinieblas, que aunque no lo pueden vencer, no lo perciben. Y Él no se impone, sino que se propone con inmensa discreción y mansedumbre. Es la Luz de un tenue amanecer, que despierta a infinitos girasoles, con lentos procesos en cada persona, comunidad y universo. Somos niños sacudidos por las olas y arrastrados por el viento de cualquier doctrina, a merced de mi propia malicia y la malicia de los otros, con su astucia para enseñar el error. Pero viviendo la verdad en el amor, crecemos en la Totalidad hasta alcanzar el estado del hombre perfecto, en la madurez que corresponde al Pléroma de Cristo. Ef  4, 10-16
    Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. Mt 12, 50 Junto a María y la Iglesia somos madres de Jesús que se forma poco a poco en nosotros. Venimos a este mundo sin vida espiritual. El pecado original originado es esa privación, y sus efectos de ignorancia, malicia, concupiscencia y debilidad.
    Al sumergirnos en la Trinidad por el Bautismo viene a nosotros la semilla de la gracia o vida según el Espíritu Santo. Y esta semilla tan pequeña, de mostaza, tendrá que desarrollarse hasta llegar a ser un fruto maduro que admita la siega. Mc 4, 26-32; Gal 5 Para otros la línea de partida será la conversión. Como un niño pequeño formado en el seno materno, así aparece el Verbo de Dios en la profundidad del alma que ha recibido el bautismo. El alma cristiana forma en sí misma cada día más claro y luminoso al Verbo de la fe. Orígenes, Hom. in Ex 10, 3 Tú llevas a Cristo en ti mismo, cual en el seno materno, pero si no te has transformado por medio de una vida santa, no podrás llamarte madre de Cristo. Autor desconocido del S IV,  P.G 59, 605
    Mi yo o sí mismo, desarrollado y verdadero, es el Resucitado. En Él el Misterio de la relacionalidad Trinitaria, y lo desconocido de mi ser, quedan manifiestos. No obstante esa epifanía está velada por los innumerables procesos de fe y maduración espiritual que sólo Dios conoce. Mientras no sepamos entregarnos, donarnos, acogernos en relación, Jesús resucitado es el nosotros plenificado, mientras que nosotros somos Él gestándose. Hasta que vaciados, transubstanciados por el Sol de Justicia, los girasoles inclinemos nuestras corolas transfiguradas por el Fuego devorador, deseo del Infinito insatisfecho, y Cristo sea todo en todos. Col 3, 11 En su Cuerpo místico y en su Cuerpo cósmico mucho comienza y mucho llega al Pléroma, hasta que Él haga la Totalidad Nueva. Ap 21, 5
    De ahí que de los cuatro círculos que  vislumbró Pablo VI; toda la humanidad, todas las religiones, todos los cristianos, todos los católicos; en su primera encíclica Ecclesiam suam del 6/VIII/64, moriría el mismo día de la Transfiguración 14 años después; el más genial y el que necesita hoy de toda nuestra atención sea el primero. Inmenso, cuyos límites no alcanzamos a ver, que circunscriben a la humanidad y el mundo, distinto pero inseparable de la Iglesia católica, que fue pensada antes de la creación del cosmos y que abraza a todos los justos, desde Adán hasta el último elegido, que serán congregados en la única Iglesia Universal de la Casa del Padre.
   Es el diálogo mutuo entrañable y solidario en el Patio de los gentiles u Hogar para toda la humanidad y el cosmos. Podemos tener una percepción ceñida y enclenque de la Iglesia, olvidando que todo lo que es humano tiene que ver con ella, que el Papa y toda la jerarquía, como vicarios del Resucitado no somos sólo padres o amigos de los católicos sino padres o amigos de todos los seres humanos y el universo. Tenemos en común la naturaleza, la creación con sus dones y problemas. Aplaudimos todas las afirmaciones nuevas y sublimes de su genio. Dondequiera que hay una mujer o un hombre en búsqueda de comprenderse a sí mismo y a este universo, podemos estar en contacto con ellos. Dondequiera que se reúnan los pueblos para establecer los derechos y deberes humanos, nos sentimos honrados cuando nos permiten sentarnos junto a ellos. 
    Todo ser humano tiene un anima naturaliter christiana, Jesús quiere gestarse en todos y en todo. Entre Tú y yo hay un ego que me atormenta. Aparta de Nosotros ese ego. Al Hallaj, S XI Pedimos perdón por las épocas en que fuimos impositivos. Hoy la Iglesia ya no impone nada, somos propositivos, nuestra actitud es desinteresada, no hay mira política o temporal alguna. No somos la civilización del amor sino unos de sus promotores, junto a cualquier ser humano en relación razonable, objetiva y leal para construir la Paz. Paz que procede de la Justicia y de la Belleza de la Vida, la Verdad y el Amor. Los inmensos valores de la humanidad que vencen las tinieblas opuestas a la Luz. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario