jueves, 10 de mayo de 2012

91. Noveno aspecto de la New Age, Cristo Agua Viva o Acuario de espejismos: Jn 7, 37-39



    El que tenga sed, venga a mí y beba el que tiene fe en mí. De mi seno brotarán manantiales de agua viva. Jesús se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en Él. En la tendencia cultural de la New Age hay aspectos positivos, tales como la búsqueda de un nuevo significado de la vida, una nueva sensibilidad ecológica y el deseo de superar una religiosidad fría y racionalista. Y elementos ambiguos que son incompatibles con la fe, como prestar poca atención a la Revelación, relativizar la doctrina cristiana a favor de una cosmovisión energética difusa, proponer un concepto panteísta de Dios, sustituir la responsabilidad personal frente a Dios por nuestras acciones con un sentido del deber respecto al cosmos, subvirtiendo así el verdadero concepto de pecado y de la necesidad de la redención por medio de Cristo. Una deberá ser nuestra actitud con respecto a nosotros los católicos y otra a los que están en la Nueva Era o sienten simpatía por ella. Dentro de la Nueva Era, no todas las personas ni todas las cosas están vinculadas de la misma manera a las teorías del movimiento. La etiqueta misma de Nueva Era con frecuencia se aplica mal o se extiende a fenómenos que pueden ser clasificados de otra manera. Incluso se ha abusado del término Nueva Era para demonizar a ciertas personas y prácticas ortodoxas y sacarlas del medio con injusticia. Es esencial examinar si los fenómenos vinculados a este movimiento, reflejan una visión cristiana de Dios, el hombre y el mundo o están en conflicto con ella. El término Nueva Era de por sí no significa nada. Lo que cuenta es la relación de la persona, el grupo, la práctica o el producto, con los principios esenciales del cristianismo.
    La New Age de manera consciente y deliberada difumina las diferencias reales entre Creador y creación, humanidad y naturaleza, espiritualidad y psicología, realidad subjetiva y objetiva, sobrenatural y natural, gracia y pecado. La intención es siempre superar el escándalo del dualismo. Para la Nueva Era se trata de la fusión sistemática de elementos que deben estar diferenciados aunque no separados. Quizá sea más justo llamarla confusión. La tradición cristiana ha valorado el papel de la razón para hacer inteligible la fe y entender a Dios, al hombre y al cosmos. La Nueva Era acierta cuando rechaza la razón fría, calculadora, inhumana. Y si bien recuerda la necesidad de un equilibrio entre todas nuestras facultades, ello no justifica la marginación de la razón que es esencial a la vida humana.
    Los cristianos que beben, el agua viva del Espíritu en el pozo de Jacob, del costado abierto del Resucitado, saben que la Nueva Era quiere ofrecerles una alternativa al judeocristianismo. La Era de Acuario sustituirá a la de Piscis que es cristiana. Quienes se preguntan si es posible creer al mismo tiempo en Cristo y en Acuario conviene que sepan que se hallan ante una alternativa excluyente aut aut, o esto o aquello. Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. Lc 16, 13 A los cristianos nos basta pensar en la diferencia entre los Magos de Oriente y el rey Herodes para darnos cuenta de los tremendos efectos que conlleva la opción a favor o en contra de Cristo. No debemos olvidar que muchos de los movimientos que han alimentado la Nueva Era son anticristianos. Su postura frente al cristianismo no es neutral, sino neutralizadora. Con frecuencia queda bien claro que no hay cabida tolerable para el catolicismo auténtico. La Feria mundial Nueva Era suplantará a las Catedrales católicas.
    Quienes están en la Nueva Era saben que la Iglesia de Hoy reconoce los muchos beneficios que recibe de las ideas y evolución histórica del género humano, y está al servicio de todo hombre. Aunque no piense como ellos en su búsqueda de la Verdad, los respeta, los ama y tiene las puertas abiertas en su Hogar para todos los seres humanos y el cosmos donde ellos pueden entrar en contacto, de alguna manera, con Jesús resucitado sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su Misterio. En la Iglesia nadie recibe imposiciones sino modestas proposiciones que honran la libertad de conciencia, y nadie está excluido de la convivencia fraternal y del diálogo mutuo. El mismo Jesús, el judío marginado de Galilea, lo inicia diciéndonos a todos, dame de beber. Y aunque le respondamos que esa petición es un despropósito, pues él es judío y nosotros samaritanos, seguirá sereno superando todo dualismo con su nodualidad evangélica. Si supieran que Dios es puro Don, pura entrega, donde darse es recibirse y recibirse es darse en la Trinidad que los inhabita, y los introduce cada instante más en mi pléroma angélico, humano y cósmico, serían ustedes los que me pedirían y Yo les daría Agua Viva. Jn 4

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