183. El fermento del monacato contemplativo, no al becerro de oro: 2 Tim 2,
11-13
Si
somos incrédulos, no tenemos fe, Cristo permanecerá fiel a la Verdad, porque no
puede negarse a sí mismo. El monacato contemplativo es un poquito de levadura,
que hace fermentar a la Iglesia hacia la manifestación de Jesús al mundo. Mt 13, 33 Monjas y monjes tenemos que tener fe
creativa en el carisma profético apocalíptico que el Espíritu nos ha regalado,
y que no puede desdibujarse al colaborar con los clérigos, los consagrados y
laicos en nuestro servicio a La Misión Continental de toda América, desde
Tierra del Fuego a Alaska.
La experiencia monástica constituye el
corazón de la vida cristiana porque es una opción radical por Jesús Amor Humilde
a quien tenemos que seguir como el Absoluto Total que nos hace considerar todo
lo demás cual añadiduras en su verdadero lugar. Es subir con el Cristo Orante a
la cumbre del Monte y desde esa clausura energetizar, con la Luz tabórica de la
intercesión, a los misioneros que siembran la revolución de la ternura de Dios,
salen de sus comunidades para ir a las periferias, y se convierten a una novedosa
pastoral al estilo de Juan Diego y María de Guadalupe, Estrella de la Nueva
Evangelización de América.
Cada monje y cada monasterio tendrían que
ser un Transparente de Jesús Transfigurado. En cada celebración eucarística, y
el Coro que a su alrededor prepara y prolonga esta máxima Presencia
Transubstanciada de Cristo, nos damos cuenta cuán lejos estamos de lo que
rezamos, de la distancia que separa nuestra desemejanza con la meta de hacernos
semejantes al Resucitado, cómo nuestras
mentes no concuerdan con nuestras voces. RB,
19 Lo diabólico está en olvidar los procesos de transmentalización, conversión
o metánoia.
Esa transfiguración por la Gracia, y
confrontación cotidiana con el Evangelio y los santos que lo plasmaron, es la
que hace que el contemplativo asuma a cada ser humano, cargando con las llagas
o desgarramientos de sus pecados y de su alejamiento de Dios. Me protejo en
Dios de las hiperbólicas consecuencias del mal en mí y en los otros, sin
insensibilizarme, ya que eso sería alejarme de las cosas, de los seres humanos
y de Dios. El Resucitado no se aleja de nada ni de nadie por mucho que uno se
aleje de su propia identidad que es Cristo mismo. Nosotros podemos abandonarlo,
hacernos autoreferenciales y poner una confianza indebida en ciencias o
filosofías creadas, como si el cristianismo fuera una doctrina y ética de
autorealización humana y no la amistad con las Tres Personas Increadas, Padre,
Verbo hecho carne pascual, y Espíritu. Perdemos la fe en nuestra
Transfiguración. La Belleza del Salvador no puede negarse a sí misma, y
guardará nuestra identidad hasta que la asumamos.
Estoy
rodeado de tantos males que es imposible contarlos. Las culpas me tienen
atrapado y ya no alcanzo a ver. Líbrame, Yahveh, por favor. Soy pobre y
miserable, pero el Señor piensa en mí. Sal 40
Hay que repetirlo mil veces, todo lo efímero, inconveniente, absurdo,
decadente, trágico y enfermizo que tiene nuestra vida tan precaria entre gozos
y tristezas, y tan fugaz siempre acechada por la muerte, se resuelve sólo en
plenitud al entrar en contacto con el Verbo hecho carne pascual que me lleva a
la relación personal con la Trinidad. Si los Tres piensan en mí, ya escapé de
la nada sea en los Balcanes, la Patagonia o el desierto de Sonora. Para mí los filósofos místicos son más
importantes que Hegel y Kant. Teresa de Jesús desempeñó un papel muy importante
en mi vida, y la biografía de Edith Stein me conmovió en profundidad. Aunque no
estoy hecho para la fe, los místicos, los locos y los fracasados me obsesionan.
Cioran
Fe no es algo somático o psicológico, ni
salud o bienestar, ni un estado o estadio especial de consciencia cuántica o
extática, sino la relación trascendental de Amor recíproco que se establece
cuando el Resucitado viene a mi encuentro y colma mi Esperanza. Sé que esta
descripción puede sonar a formulación fría, de una teología intelectual. Relatar
el origen de los sentimientos y las reflexiones posteriores de esa experiencia
inefable corresponden a los grandes santos. No obstante también ese relato de
Doctores de la Iglesia nada dirá a quien no entre en empatía con ellos, y la
empatía suprema la otorga el Paráclito. Los grandes escritores son los que
sienten y saben expresar esos intríngulis de interioridades cual verdaderos
psicólogos espirituales. Lo formulado es una parte pequeña de la experiencia,
su parte más profunda y divina se nos escapa casi siempre, y Dios la reedita.
Algunos prefieren cada tanto alejarse del
Señor ante la propuesta de una raíz perversa de mundanización. Sus guías ya no
quieren que Israel permanezca distinto, diferente de las demás naciones. Abandonan
sus propias tradiciones para ir a tratar con el rey helenista Antíoco IV. Van a
negociar su fidelidad al Dios siempre fiel. Es como si dijeran somos
progresistas liberales, vamos con el progreso adonde va todo el mundo. Es la
tendencia adolescente que cree que ir adelante en cualquier elección o
dirección, es mejor que permanecer conservadores
en las costumbres de la fidelidad al Único Dios. 1
Mac 1
La Revelación llama a esto apostasía y
adulterio. No se negocian sólo algunos valores, sino lo esencial de nuestro
ser, nuestra fe e identidad en el Mesías de Yahveh. Lo que proviene del
príncipe de este mundo, quien nos lleva de la nariz con el mal espíritu de la
mundanidad y sus consecuencias. Tomaron las costumbres de los paganos, el rey
prescribió que todos formaran un solo pueblo y cada uno abandonara sus propias
usanzas. No es la deseada globalización de la unidad de todas las Naciones,
cada una con sus propios usos en comunión, sino la globalización de la
uniformidad hegemónica, del pensamiento único, fruto de venderse al mundo
puesto bajo la potestad del Maligno. 1Jn 5, 19 El cristiano, por el contrario, anhela menos desigualdades pero cada vez más diferencias que nos enriquecen a todos. Hicieron sacrificios a los ídolos, profanaron el Sábado, renegaron de la
Alianza y elevaron en el año 167 aC sobre el altar del Templo, la Abominación
de la desolación, Baales, Zeus Olímpico, Terneros de oro. Dan 9, 27 Ser como todos, normales, hacer lo que
hacen todos. Mientras, Jesús nos espera, nos ama y nos perdona cuando retornamos
a Él, el Dios fiel, Fuente de la Vida la Verdad y el Amor en Procesiones
Infinitas, no puede negarse a sí mismo.
En el Cristo Fiel, Pistós que custodia nuestra
Fe, estamos interconectados con la Totalidad. Ni los grandes podrían hacer nada sin los pequeños, ni los pequeños sin los grandes. La efectividad depende de la conjunción de todos. Los miembros más ínfimos son necesarios y útiles a la Totalidad del Cuerpo que formamos en Cristo Jesús. Papa Clemente, tercer sucesor de Pedro, + 101 La oración inactiva amante y quieta de los monasterios contemplativos de clausura
llega a la actividad inquieta y amante de los
misioneros, y su actividad cambia
nuestra inactiva oración. Las noches en oración al Abba son la otra
cara de los días en apostolado y
trabajo. La Iglesia no separará a Teresa de Lisieux de Francisco Javier. Si no
inyectamos oración en los apóstoles, no sabrán qué anunciar, y nosotros
recluidos, no sabremos qué orar.
La tentación por lo que se destruye sin vislumbrar supraformas de reconstrucción puede asediarnos y demoler nuestra identidad. El becerro de oro, el fetichismo de las creaturas, no libera. La Verdad Increada nos hace libres, esa es la que buscamos materializar en nuestro ser. La Virgen es Bienaventurada porque escuchó la Palabra de Dios y la puso por obra. Llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la Verdad de Cristo que es la Verdad. En la mente de María estuvo Cristo la Verdad, en su seno estuvo Cristo hecho carne y es más importante lo que está en su mente que lo que lleva en su seno. San Agustín, Sermón 25
María es Santa, es Bienaventurada, pero más importante es la Iglesia que la Virgen. Porque María es parte de la Iglesia, un miembro supereminente, pero un miembro de la Totalidad del Cuerpo cuya Cabeza es el Señor. El Cristo Total está constituido por la Cabeza y el Cuerpo. Ella ante la Cruz podría recordar la Promesa de la Anunciación y haber pensado, eso no era verdad, me engañaron, pero jamás lo hizo. La fe surge de las ruinas y de nuestras oraciones del por qué que atraen la Mirada del Padre. No nos quedemos paralizados en el hoy ni en el ayer. La Virgen esperó el Mañana de Dios, el alba del Domingo de Resurrección. La luz encendida en el sepulcro de Jesús es la esperanza de la Madre, que en ese momento fue la esperanza de la humanidad. Tenemos que preguntarnos si en los monasterios está encendida esa lámpara y se espera el Mañana de Dios. Francisco a los filipinos en Roma y en el monasterio benedictino camaldulense San Antonio abad del Aventino.
La tentación por lo que se destruye sin vislumbrar supraformas de reconstrucción puede asediarnos y demoler nuestra identidad. El becerro de oro, el fetichismo de las creaturas, no libera. La Verdad Increada nos hace libres, esa es la que buscamos materializar en nuestro ser. La Virgen es Bienaventurada porque escuchó la Palabra de Dios y la puso por obra. Llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la Verdad de Cristo que es la Verdad. En la mente de María estuvo Cristo la Verdad, en su seno estuvo Cristo hecho carne y es más importante lo que está en su mente que lo que lleva en su seno. San Agustín, Sermón 25
María es Santa, es Bienaventurada, pero más importante es la Iglesia que la Virgen. Porque María es parte de la Iglesia, un miembro supereminente, pero un miembro de la Totalidad del Cuerpo cuya Cabeza es el Señor. El Cristo Total está constituido por la Cabeza y el Cuerpo. Ella ante la Cruz podría recordar la Promesa de la Anunciación y haber pensado, eso no era verdad, me engañaron, pero jamás lo hizo. La fe surge de las ruinas y de nuestras oraciones del por qué que atraen la Mirada del Padre. No nos quedemos paralizados en el hoy ni en el ayer. La Virgen esperó el Mañana de Dios, el alba del Domingo de Resurrección. La luz encendida en el sepulcro de Jesús es la esperanza de la Madre, que en ese momento fue la esperanza de la humanidad. Tenemos que preguntarnos si en los monasterios está encendida esa lámpara y se espera el Mañana de Dios. Francisco a los filipinos en Roma y en el monasterio benedictino camaldulense San Antonio abad del Aventino.
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