186. Desear a Jesús con más intensidad en los cambios anímicos: Sal 42
Como
el ciervo sediento busca las corrientes de agua. Así mi alma suspira por ti, mi
Dios. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente. Cuándo iré a contemplar el
rostro de Dios. Las lágrimas son mi único pan de día y de noche. Mientras me
preguntan sin cesar. Dónde está tu Dios. Mi alma está triste y deprimida. Un
abismo llama a otro abismo. Con el estruendo de tus cataratas. Tus torrentes y
tus olas pasaron sobre mí. Espero en Dios y volveré a darle gracias. A Él, que
mi Salvador y mi Dios. Un levita desterrado en el monte Hermón, muy lejos
del Templo de Jerusalén donde experimenta a Dios, siente lo que son las contracorrientes de
nuestros estados espirituales, psíquicos, somáticos, sociales e históricos.
Las coincidencias
de los opuestos de Nicolás de Cusa. 1400-1464
La estructura última del simbolismo
religioso. H. Catalá, La expresión de lo divino en las religiones no cristianas
La feroz ley de la enantiodromia,
contracorrientes psíquicas diferentes de la líbido y de la voluntad de poder.
De esa ley sólo escapa quien sabe desprenderse de lo inconciente. No
reprimiéndolo sino afrontándolo con resolución e integrándolo. Como algo
distinto del Sí mismo. El paciente ha de saber distinguir entre lo que es su yo
verdadero y el no yo o psique colectiva. Carl G.
Jung, Lo inconciente Los
revoltijos de nuestras hormonas y neuronas. Pulsiones sexuales, digestivas y cardíacas.
Participación en el Misterio Pascual de Jesús. Entre muerte y Vida.
El yo, cual conciencia de la persona,
funciona en constante cambio de alternancias. Es un complejo de las energías
más diversas a las que da una cierta coherencia y continuidad. Las energías
negativas y positivas se intercambian. La heroicidad se hace mediocridad. En un
instante puede pasar de la euforia a la depresión. Del consuelo a la
desolación. Del gozo a la tristeza. De la creatividad a la paralización. Del
buen humor al mal humor insoportable. Y viceversa. Las sombras
nos hacen sentir incómodos con nosotros mismos. Tienden a romper los cánones de
adaptabilidad y supervivencia. Pulsan por expresarse. La lujuria y la ira son
paradigmáticas. Pero una simple imposibilidad de eructar. Un leve bajón de
glucosa. O un asomo de lumbago. Pueden alterarnos hasta especies de agonías. Lo
contrario aliviarnos.
Ni la búsqueda de Jesús, y la
evangelización, se salvan de estos altibajos. De ahí la importancia del si revera Deum quaerit, si de verdad busca
a Dios, primer criterio de vocación monástica en san Benito. 58, 7 Y comprometerse con alcanzar las altas
cumbres, perfice, pues llegaremos, pervenies. 73,
9 Una plasmación de la epéktasis revelada por Pablo. Cristo me alcanzó. Pero yo no pretendo haberlo
alcanzado a Él. Olvidando el camino recorrido me lanzo hacia la meta en Cristo
Jesús. Fil 3, 10-14 Estamos en las fuentes de la mística cisterciense y de nuestra lucha cotidiana. Buscar sin cesar a la
Trinidad para encontrarla. Y habiéndola encontrado, revestidos de su fuerza,
lanzarnos otra vez a buscarla, por toda la Eternidad. Todo alcance está tarado
por mi finitud. Una vez logrado, gozado o no de acuerdo al estadio de mis ganglios linfáticos, siento su cortedad y lo liquido.
Tengo que lanzarme hacia otra epifanía.
Entre los 34 y 45 años no cesé de leer el Memorial de Pierre Favre, 1506-1546 un vendaval de deseos. Se debió a que el padre Fiorito me hizo encontrar con ese libro. Y a una moción de Jesús resucitado que tuve, el 2 de agosto de 1968 ante la Eucaristía expuesta en el Sacré Coeur de Montmartre, París. Allí, el 15 de agosto de 1534, mientras Pierre recién ordenado celebraba la Misa, el primer sacerdote de la Compañía, Iñaki y sus seis compañeros hicieron sus votos de pobreza, castidad y obediencia. Cada día me voy haciendo más inútil. Lejos estoy de militar mejor en mi
milicia, y correr mejor en mi carrera. Con esto no dejo de predicar en sus
tiempos y lugares y oír confesiones. Doy también los Ejercicios a los que piden
y son muchos.
No hay creatura alguna que me llene. Ni
razas de cocker o lulú. El fluir de la vida nos apareja otros opuestos movimientos de escalofrío. El paraíso se
pierde cuando uno menos se lo espera. Las personas se hacen mayores a su ritmo.
Toman rumbos distintos. Con el paso del tiempo surgen pequeñas diferencias.
Grietas apenas perceptibles. Y esas grietas y diferencias dejan de ser
pequeñas. Se vuelven insalvables. H.
Murakami, Los años de peregrinación del
chico sin color No hay logros ni triunfos definitivos. Ni estados místicos que
puedan saciarme. Ni misiones concluidas. Hay que volver a empezar. La Meta
nunca se alcanza. Vengan a tomar agua
todos los sedientos. Sus pensamientos no son los míos. Ni los caminos de
ustedes son los míos. Como el cielo se alza por encima de la tierra, así
sobrepasan mis caminos y mis pensamientos, a los caminos y los pensamientos de
ustedes. Is 55, 1-9
Busquen siempre su Rostro. Sal 105, 4 Cada epifanía es la manifestación de Jesús
en cada uno de nosotros. Tienen que producirse infinitas epifanías en mí. Hay
zonas oscuras de mi ser donde la Luz del mundo no se ha manifestado. Tal el
contagio de la mundanidad, que se esconde detrás de apariencias de
espiritualidad. Incluso de amor a la Iglesia. Consiste en buscar, en lugar de
la Epifanía del Dios Absoluto, la
manifestación de mi persona creada y pasajera. Es lo que Jesús reprocha a los
fariseos. Cómo es posible que ustedes
tengan fe. Ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la
gloria que sólo viene de Dios. Es un modo sutil de buscar nuestros propios intereses y no los de Jesucristo. Jn 5, 44. Fil 2, 21 Aun cuando sea una zona de
claridad, repetimos, su finitud no termina de saciarme. Mi deseo del Verbo mira
al Infinito. No me conformaré, ni yo ni los demás, con menos.
La espiritualidad y misión dependen de lo
que hago con el fuego de mis deseos. Tanto en el manejo de mis sufrimientos,
como de mis alegrías. Sin deseos, propósitos y elecciones nos volvemos
estériles en nuestra vida espiritual y en nuestra misión. Ambas son dos caras de la
misma moneda. Iñaki enfatiza el aprender a elegir siempre a Dios y luego los
medios para ir a Él. No como quienes, por sus apegos desordenados, hacen del
fin medio y del medio fin. Cual los que eligen primero casarse, u otra
vocación, lo que es un medio. Y luego servir a Dios en el casamiento. Lo
primero es servir a Dios, que es el fin, y lo segundo es casarme, si más me
conviene, que es el medio. Mi deseo del Resucitado pone todo lo relativo a mi
vocación en su sitio correcto. El apego a una vocación donde yo encontraría a
Dios, hace insuperables las dificultades. Ejercicios,
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El empuje divino de una comunidad no está
en su organización, aunque ésta no puede ser descuidada. Está en las profundas
corrientes del Espíritu. Él nos muestra los Proyectos del Padre. Y nos dilata
en salida hacia los Pléromas de Jesús. Es necesario divinizar nuestro corazón.
Trasplantarse el Corazón de Jesús, cual santa Lutgarda. 1182-1246 De otro modo formamos discípulos misioneros deformes.
Luego estos informes deforman a
enteras comunidades eclesiales. Hasta con baratas terapias psicológicas de
pensamiento positivo. O bienestar humano autocentrado. En vez de dar verdadero acompañamiento
espiritual. Buscar la Epifanía de la Trinidad que nos diviniza por su Pasión y Resurrección.
Es un gran bien buscar a Dios. No conozco otro semejante para el alma. Es el primer regalo que se recibe. El último a conseguir en plenitud. Ni cuando lo encontramos dejamos de buscarlo. No se lo busca con los pasos de nuestros pies. Sino que lo buscamos con nuestros deseos. Y el feliz encuentro no extingue el santo deseo. Al contrario lo prolonga, poniendo más aceite en la llama.Desbordará la alegría. Pero el deseo y la búsqueda no tendrán fin. San Bernardo, SCant, 84, 1 Queremos ser cristianos. Esto significa, tener los mismos sentimientos de Cristo. Pensar como Él. Amar como Él. Llevar la Cruz como Él. Gustar como Él. Mirar como Él. Transfigurarnos como Él. Actualizar hoy aquello que Él ha hecho. Con los mismos anhelos de su Corazón que por amor se vació. Quien sigue a Jesús, debe estar dispuesto a vaciarse de sí mismo. Ser tan pobres como el vacío y la nada. Igual que la Virgen Vacía. Ser hombres que no viven centrados o llenos de sí mismos. Porque nuestra Epifanía, Centro Plenitud y Constante, está en mostrar al Resucitado. Para que los que me ven, olviden que yo existo, y no piensen sino en Él. Cardenal Newman
Es un gran bien buscar a Dios. No conozco otro semejante para el alma. Es el primer regalo que se recibe. El último a conseguir en plenitud. Ni cuando lo encontramos dejamos de buscarlo. No se lo busca con los pasos de nuestros pies. Sino que lo buscamos con nuestros deseos. Y el feliz encuentro no extingue el santo deseo. Al contrario lo prolonga, poniendo más aceite en la llama.Desbordará la alegría. Pero el deseo y la búsqueda no tendrán fin. San Bernardo, SCant, 84, 1 Queremos ser cristianos. Esto significa, tener los mismos sentimientos de Cristo. Pensar como Él. Amar como Él. Llevar la Cruz como Él. Gustar como Él. Mirar como Él. Transfigurarnos como Él. Actualizar hoy aquello que Él ha hecho. Con los mismos anhelos de su Corazón que por amor se vació. Quien sigue a Jesús, debe estar dispuesto a vaciarse de sí mismo. Ser tan pobres como el vacío y la nada. Igual que la Virgen Vacía. Ser hombres que no viven centrados o llenos de sí mismos. Porque nuestra Epifanía, Centro Plenitud y Constante, está en mostrar al Resucitado. Para que los que me ven, olviden que yo existo, y no piensen sino en Él. Cardenal Newman
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