lunes, 4 de marzo de 2013


158. Monjes  inhabitados por las Tres Personas de Dios: Jn 14, 21-26



    Jesús le dijo, el que me ama será fiel a mi Palabra, logos mi Padre lo amará, vendremos a él, habitaremos moné en él, y el Espíritu le enseñará y recordará Todo lo que he dicho. La máxima terribilidad que debemos enfrentar los seres humanos es la posibilidad que tenemos de perder la fe en un Dios que ha asumido nuestra humanidad y en el misterio pascual nos ha manifestado el Misterio de la Trinidad, perder toda esperanza pequeña o grande lasciate ogni speranza, y perder toda capacidad de amar y ser amado. Quedarnos aislados e incomunicados, sin comunión alguna, en un infierno anticipado, una tierra de oscuridad. Podemos convertir nuestra skené, nuestra luminosa morada terrenal, en una cueva de ladrones terroristas, lestôn Mc 11, 17 destructores de la Vida; en vez de hacer de nuestros cuerpos templos de aquel Espíritu que habita en nosotros, con el Padre y el Verbo. 1 Cor 6, 19
    La Bienaventurada Trinidad es un solo Dios, Poder, Sabiduría y Bondad Suprema. Pero ha creado otra trinidad a su imagen y semejanza, el alma racional, la cual incluye la memoria, inteligencia y voluntad, como huella de la Trinidad. Y la creó así para que, si permanecía fiel a Él, encontrara su felicidad en esta participación; y si se avertía de Él se sintiera desdichada en todas partes. Impulsada por su propia voluntad; inducida por la sugestión, el placer y el consentimiento, se alejó de la Suprema Trinidad y cayó en otra trinidad contraria y repugnante, hecha de enfermedad, ceguera e inmundicia. La memoria se hizo impotente y débil, la razón imprudente y tenebrosa y la voluntad impura y manchada. La memoria era capaz de considerar la Simplicidad de la Potencia Divina; al desplomarse se deshizo en tres partes con recuerdos de apegos, gravosos y ociosos, apartándose de contemplar las realidades Eternas. La razón, cuya misión consiste en discernir el bien del mal, lo verdadero de lo falso y lo útil de lo nocivo; al caer perdió las tres pistas de la sabiduría, la ética, la lógica y la física. La voluntad que debe amar la Bondad y Pureza Supremas se precipitó en la triple concupiscencia de los bajos apetitos, de la mundanidad y el dinero. Nada se puede estimar más infeliz que la muerte del alma por el hundimiento de la memoria, la inteligencia y la voluntad. Por eso viniendo el Hijo hecho hombre, nos devolvió la fe; por el Padre la esperanza, y por el Espíritu el amor, restituyéndonos la verdadera felicidad. Bernardo, Var, 45
    Jesús, hecho pecado por nosotros, en la Cruz baja a la lejanía del infierno; ni allí nos dejó ni se alejó de nosotros. Se siente abandonado, lo expresa con la interrogación del Salmo, y pega un Grito atroz, su última articulación de lo Inefable. Dios Padre hace ir a Dios Hijo al abandono de los que perdimos la Inhabitación y quedamos sin fe, esperanza y amor. Y en la máxima paradoja del Único Dios, siguen los Dos unidos en el Dios Espíritu Santo. Nunca se podrá dar una demostración de Amor tan Alta por cada ser humano. Me amó, fue traicionado, y se entregó por mí. Para volver a hacerme hijo de Dios, se privó de experimentarse en su humanidad destrozada Hijo de Dios.
    En esa Cruz, en esa oscuridad de toda la tierra hasta las tres de la tarde, Mc 15, 33 cuando el cadáver torturado y sanguinolento del Dios de la Vida, queda colgado del Madero, podemos captar nuestro pecado, nuestra aversión al diálogo con los Tres que me inhabitan, y lo que nos exigirá nuestra liberación para reentrar en la perijóresis de la Trinidad. Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi Amor. Si cumplen mis mandamientos, mis proyectos, permanecerán en mi Amor, en mi Espíritu, como yo cumplí los proyectos de mi Padre y permanezco en su Amor. Les he hablado de esto para que mi Gozo sea el de ustedes, y ese gozo llegue a su plenitud. Jn 15, 8-11
    El silencio la soledad, y la clausura de los monasterios, y de los monjes y monjas, tendría que cifrarse aquí. Es lo que el Espíritu nos recuerda. En austeridad, sobriedad y simplicidad; analogías del Unum Necessarium Monasticum; dejando lo superfluo, despejando lo que obstaculiza, limpiando lo sucio, ordenando lo desordenado, creando espacios de belleza vacía; permitiremos al desierto, sin imágenes, sentimientos, pensamientos palabras y obras inútiles, entrar en nuestro interior.
    No podemos hablar con muchos al mismo tiempo, y necesitamos conversar con Dios. Tengo que comenzar a olvidarme de mí, para establecerme en las Tres Personas de la Trinidad, inmóvil y apacible, como si mi alma estuviera en la Eternidad; sin que nadie ni nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Ellas, sino que en cada momento debo sumergirme, con mayor intimidad, en la profundidad de ese Misterio. Beata Isabel de la Trinidad, Elevación, 21/XI/1904 Entonces sabré con san Arsenio, esté en Istanbul o en el Desierto, qué significa huir, callar y aquietarse

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