sábado, 14 de abril de 2012

84. Sexto aspecto de la New Age, no tiene su fuente, camino y meta en Jesús: Fil 3, 7-11



    Lo único que quiero es ganar a Cristo, estar unido a Él, no con mi propia justicia, la que viene de la Ley sino con aquella que nace de la fe en Cristo. Quiero hacerme semejante a Él en la muerte para llegar a la resurrección gloriosa de entre los muertos. La Encarnación Pascual Trinitaria es la quintaesencia del cristianismo. El Hijo del Padre por la acción del Espíritu se ha hecho carne en el seno de la Inmaculada, bajo la custodia de José. Padeció por nuestros pecados, y estuvo muerto durante 40 horas, entre las tres de la tarde del Viernes 8/IV/30 ó 4/IV/33, y las siete del amanecer del Domingo. Su cadáver no padeció corrupción alguna, LXX, Sal 16 y Hech 2, 25-36 ni se separó jamás del Verbo como éste tampoco se separó de su alma. Fue resucitado por la acción de la Trinidad, al tercer día desde ese mismo cuerpo, el cual fue transformado en un cuerpo pneumático con carne y alma en energías inimaginables y jamás morirá. Así Dios Hombre, el Verbo encarnado ha penetrado como El Eterno Viviente en el Seno de Dios toda la Eternidad. La Encarnación no es pasajera sino Eterna, el Verbum breviatum que contiene toda la Revelación. Vulgata, Rom 9,28 El Cuerpo de Dios desde hace 2020 años está entre nosotros que somos sus miembros, suprema dignidad de cada ser humano. Mt 28, 20
    El sepulcro vacío, las apariciones y la transfiguración portentosa que el Encuentro con el Resucitado produjo en sus discípulos, son hechos históricos incontestables de otro hecho trascendente que es el Misterio mismo de su Resurrección, un proceso que no podemos describir pues escapa a la experiencia humana. El sepulcro vacío no demuestra por sí la resurrección, pero la resurrección, según la fe y la razón, es incompatible con la permanencia del cadáver en el sepulcro, no sólo porque entonces la encarnación se hubiera descontinuado, sino porque en la Jerusalén de entonces, y en el mundo actual, el anuncio de la resurrección habría sido imposible si el cadáver de Jesús hubiera seguido en el sepulcro y convertido en polvo.
    Las apariciones del Resucitado el mismo Domingo, creación de la Nueva Luz, que hará que los judeocristianos tomen la increíble resolución de cambiar el Domingo por el Sábado; muestran que no había sido reanimado a una simple biología mortal, sino que había pasado a ser el Hombre Nuevo, la Nueva Creación, el Primogénito de los resucitados en Dimensión escatológica. En los Evangelios, Jesús se presenta como un hombre pero que no es reconocible en un primer momento, llega a puertas cerradas, Es en medio de ellos, y desaparece. Es cuerpo pero no está sujeto al espacio tiempo. Identidad y alteridad son paradójicas, no es ningún fantasma ni un espíritu del Channeling de la New Age, no viene del mundo de los muertos como Samuel invocado por Saúl a través de la espiritista de Endor, 1 Sam 28 sino del mundo de la Vida misma. Tampoco es una experiencia subjetiva, mística interior, de los apóstoles, sino un hecho objetivo de fuera. Tiene carne y huesos y hace comer o come la Sal, synalizómenos de la Nueva Alianza. Hech 1, 3 Es reconocido al desaparecer, es Nuevo, no morirá jamás, vive para siempre en las Tres Personas De Dios. Su Cuerpo está en medio, habla y envía. En Pablo es Luz Personal, que se hace Palabra y Misión.
    Sin embargo para ciertos católicos las huellas históricas del Resucitado no tendrían importancia. Para ellos, los únicos hechos históricos que están en la base de la fe en la Resurrección son la muerte de Jesús y la fe pascual de los discípulos que vino de vivencias extáticas de su nueva presencia, de procesos de rememoración y conversión íntimas, conmociones de sentimientos comunitarios y experiencias litúrgicas. El mismo cuerpo no resucitó, el sepulcro con el cadáver nunca estuvo vacío, y no hubo apariciones, sino la convicción que debían seguir la misión. Pero misión sin quien envíe es ilusión. Jn 17 Todavía peor para los afectados por la reencarnación optimista, para una realización individual cada vez mejor, de la Nueva Era, en la trágica asfixia de un mundo cerrado y encapotado que nos lleva a una muerte que se repite cual gamberrada en desguace de interminable danza macabra. Por más que me autorealice en este mundo, seguiré encastado en la estrechez y aprieto de lo creado, y toda mi persona está hecha para lo Increado. Sin la Vida, Verdad y Amor del Creador Increado, que en Jesús resucitado viene a buscarme al morir, Jn 14, 3 toda creatura se diluye en baratija descartable.
    La Biblia y la obediencia de la fe nos dicen que el Resucitado, que actúa de forma discreta respetando toda libertad, tiene cuerpo, alma y divinidad transhistóricos, distintos pero unidos en la Persona del Verbo. Que puedo abrazarlo como a mi Amigo contemporáneo, Primogénito de la creación, que hace entrar a los ángeles la humanidad y el cosmos en la plena comunión con la Trinidad; y que está transubstanciando el pan y el vino en la Eucaristía, esto es mi Cuerpo y esta es mi Sangre. Los que comen este Cuerpo y beben esta Sangre resucitados, rompen el cascarón de este universo viejo, limitado, finito, amurallado, y se abren y liberan en la Nueva Historia, Ilimitada, Infinita, con las Puertas siempre abiertas, Ap 21 de La Vida Eterna que es Jesús resucitado.

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