sábado, 14 de junio de 2014

200. Las flores del cerezo, parábola de Transfiguración, 2 Cor 5, 16-21 y Ap 21, 1-8

    Quien vive en Cristo, que por nosotros murió y resucitó, es una Nueva Creación, lo viejo ha desparecido. La Totalidad se ha hecho Nueva. La Biblia insiste con la Categoría de lo Nuevo, repitiéndolo de mil formas. Nueva Alianza, Nuevo Adán, Nueva Jerusalén, Nuevo Mandamiento, Nueva Creación, Nuevo Cántico, Nuevo Corazón, Nuevo Espíritu, Nuevo Hombre, Nuevo Vino, Nuevo Cielo, Nueva Tierra, Nueva Enseñanza, Nuevos Odres, Nuevas Lenguas, Nueva Vida, Todo Nuevo. Jesús Dios es la Singularidad Absoluta que transfigura Todo en Nuevo.
    Lo viejo, no la ancianidad ni lo antiguo, es el mal, el demonio, el pecado, la corrupción y la muerte. La Fuente el Camino y el Fin de todo lo Nuevo es el mismo Dios hecho carne, crucificado y resucitado. El deseo del Hombre Nuevo está enraizado en nosotros. Peregrinamos en medio de innumerables deficiencias, entre el Paraíso perdido y la Consumación Universal que anhelamos. Nada nos exime de la vigilancia frente al demonio y a la relajación secularizante que pueden atravesar el matrimonio, la familia y el monacato. Todos estamos expuestos al desgaste, al mal y la traición. Advertimos la desproporción entre la grandeza de nuestra vocación y de nuestras miserias. Entre la sublimidad de la misión y nuestra fragilidad humana. Los católicos deberíamos manifestar algo más un inicio de lo Nuevo. Conascendidos con el Resucitado ya estamos entrando en su Nueva Dimensión. Participando en su naturaleza humana que está en su Nueva Transfiguración. Invisibilizado en el Seno del Padre y donándonos la Sabiduría y el Amor del Espíritu.
    Para nuestra desdicha solemos mostrar caras de viejos escarificados por los chaquetazos de la vida. Hay un peso de sombras que nos jala hacia el abismo de los vicios y la mundanidad. Dicen que el hombre es un animal de costumbres, más bien de costumbre el hombre es un animal. Sería más progresista preguntar adónde vamos a seguir, en vez de adónde vamos a parar. Si no, paren al mundo, que yo me quiero bajar. Mafalda No nos dejemos robar el subir, el volar hacia lo virtuoso y celestial. Sentir que el Nuevo Viviente nos llama a entrar por la Puerta abierta en el Cielo. Ap 4, 1 Ser el joven neanískon que en Marcos anuncia al Resucitado. Y desde Jesús Sol, como pálidas luces de lunas que reciben de Él la Luz, obrar para transformar. Al menos mi pequeño jardincito en lo Nuevo. 
    La teología dogmática entiende que su tarea más importante consiste en actuar de intermediaria entre la automanifestación libre de Dios en Jesús de Nazareth y las orientaciones éticas y espirituales del hombre en las circunstancias concretas de su mundo. El interminable proceso de la apropiación de la fe por el entendimiento humano está marcado por esa tensión entre la validez definitiva de la autodonación y autocomunicación de Dios en la historia y los intentos, una y otra vez renovados, por traducirla a los cambiantes horizontes de comprensión, y a los diferentes contextos de los destinatarios de la revelación. Müller, Gerhard Ludwig, Dogmática. Teoría y práctica de la teología, Herder, Barcelona, 2009, 921 p. Es lo que tratamos de hacer cual simples artistas. Teólogos copistas de Retazos. Unir Ipsa Persona Veritatis, san Agustín con el Logos teológico de los pueblos.
    Las flores del cerezo, 2008, Kirschblüten, Hanami es una película de la polifacética alemana Doris Dörrie, *Hannover, 1955 escritora, guionista, directora de cine, teatro, televisión, ópera, Così fan tutte de Mozart con Barenboim, Turandot con Pagano, Madame Butterfly con Stahl, Rigoletto con Mehta, La finta giardiniera con Bolton  y docente de Dramaturgia y Guión en la  Hochschule für Fernsehen und Film München. Estudiosa de psicología, filosofía y cultura japonesa, tiende a centrarse en las interrelaciones hombre mujer, matrimonio y familia, homosexualidad, la evolución del yo, y la transformación generacional y humana a través de los años.
    Los esposos católicos Trudi und Rudi Angermeier viven en una aldea al sur de Baviera, cerca de Weilheim y la frontera con Suiza, Liechtenstein y Austria. Al borde de la vejez, él está a un año de jubilarse en un puesto burocrático y anodino. Metódico y serio hace todos los días lo mismo. An apple a day keeps the doctor away. Preferiría que nada cambiase. Es Director del Departamento de desechos. Prestar atención a la escoba con la que comienza su liberación al bailar Butoh, las aspiradoras, separación de metal papel plástico. Y en el crematorio, el barrer de un hueso calcinado de sus cenizas, caído sin querer. Sus tres hijos, Karolin lesbiana en pareja con Franzi, y Klaus casado con Emma que tienen dos niños, viven en Berlín. Karl, el mayor idealizado, es un workaholic como su padre, está en Tokio, soltero.


    Trudi es una bailarina de Butoh que Rudi le pidió dejar. Más sensible, fuerte y romántica, se acopla a su esposo, lo ama, lo entiende. El matrimonio se lleva bien con delicados signos de cariño. Provincianos que no han captado que es mejor ir a un hotel y no a estorbar en la casa de sus hijos cuando van a visitarlos. Éstos ya son independientes y lejanos. No malos, sí algo desamorados y postmodernistas autocentrados en su bienestar. Un besito y adiós. Tenemos otras cosas que hacer, mucho más importantes que estar con ustedes. Son la generación de los celulares, los trabajos estresados, con diversiones y opciones muy distintas. A los padres les parecen seres desconocidos. Los contemplan desde lejos, extrañados, con respeto y ojos enrojecidos. Están sanos, basta. Se da un parecido con Everybody's Fine, 2009 de Kik Jones, un remake melancólico de la triste e irónica Stanno Tutti Bene, 1990 de Giuseppe Tornatore. No obstante la alemana se centra más en el trascender del matrimonio, que en la reconciliación con los hijos que se alejan de las expectativas por las que se sacrificaron sus padres. Frank Goode, Robert De Niro revistió de PVC un millón de kilómetros de cables para darles la educación que cada uno quiso elegir, y en la que están fracasando. Es contraproducente molestar a los hijos. Suficiente con atenderlos cuando lo piden.
    La inclusión literaria es 富士山, el volcán de 3.776 metros, Fujisan. Símbolo de Japón. Con ese Monte sagrado empieza y termina. Tanto en las  Cien Vistas de Hokusai y otras, como en la realidad. Otros varios símbolos del drama dibujan la pantalla. Las flores del cerezo y el festival del Hanami. Lo efímero de la vida y la mortalidad. La moderna y discutida danza japonesa Butoh inspirada en los cuerpos deformados por la bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. L,os trenes desde el Shinkansen a los metros. Y sus sonidos cercanos o lejanos. Los patos, gatos y peluches. Las moscas que viven pocos días. Los desencuentros en las Estaciones. Los semidesnudos ni eróticos ni pornográficos. El silencio y la soledad del campo y los ruidos y las aglomeraciones de las ciudades. Los enrrollados de coliflor blanco, weisskhol, que Yu ve cual la felicidad en comunión, no separated. La exclusión de los ancianos. Los nietos adictos a los videojuegos. El cuerpo danzando con sus sombras, joven o desgastado en su fugacidad, entre vida, decrepitud y muerte.
    Narra los seis últimos meses del matrimonio. Con tres partes de distinta duración bien amalgamadas. En Baviera, Berlín y el mar Báltico. El regreso de Rudi viudo a la aldea, donde encerró a Trudi, y su percepción de que debe viajar al Japón, lo que ella tanto deseaba. Tokio en primavera, un Hanami deutsche japanisch con la borrachera de Karl, papá trabajaba mucho en la oficina, el viejo tonto nunca conoció a mamá ni supo quien era, y  el viaje al Fujisan. Siempre quise ir a Japón con él. Ver el monte Fujisan y las flores del Sakura. No me imagino viendo algo sin mi esposo. Sería como no ver nada. No podría vivir sin él. No hay un instante, una expresión ni una imagen de más. Todo medido, calmo. Una obra de arte para rever, gozar cada tanto. Y exprimir variedad de mensajes evangélicos.
    A Trudi le comunican dos médicos que su esposo sufre un cáncer terminal metastaseado de los pulmones a los testículos. Aunque es factible al principio no sienta los síntomas, le quedan como máximo 180 días. Aconsejan hacer un viaje juntos. Trudi se guarda el secreto del diagnóstico. Van a Berlín. Pronto realizan que no son bienvenidos por Karolin y Klaus. Se van a una playa del Báltico y Trudi muere mientras duerme. La incineran y traen sus cenizas a Baviera donde el párroco las entierra. Rudi conversa con Franzi y decide su viaje a Tokio. Karl lo recibe con displicencia, dejándolo solo en su departamento. Él comienza a salir, atando pañuelos en esquinas para no perderse. Conoce a Yu, una joven pordiosera de 18 años, danzante de un Butoh estilizado, en un Parque repleto con flores del cerezo. Le pide que lo acompañe al Fujisan. Viajan y una noche en que suda y sufre con los dolores de su cáncer, se pinta de blanco, se pone el kimono de Trudi y mientras sale el sol baila frente al Monte sagrado. Le parece que su esposa danza con él. Yu lo encuentra muerto junto a la playa. Los restos de su incineración son colocados en un Jarrón de cerámica por Karl y Yu, con ceremonia budista. El mismo párroco sereno, sonriente y amable en sus condolencias, los entierra en el cementerio de la Iglesia en Baviera, cual había hecho con Trudi.
    Aquella Trudi que se había complementado con él, sin dejar de ser ella. No podía ver nada sino junto a él. Rudi no del todo. Sin embargo, una serie de acontecimientos simbólicos lo llevan a abandonar resistencias y rechazos. El céntrico es su inocente y límpida amistad con Yu que danza con un teléfono rosado entre Sakuras en flor. Ve que las sombras de su esposa no eran sino proyecciones de sus propias sombras. De serio burócrata alemán se arroja a la aventura. Completa, enamorados los dos, descontracturándose, bailando con la sombra hasta que la muerte los separa. Bailando Butoh ante el Fujisan con las ropas de su esposa, sin dejar de ser él.
    Deja que vuele. Hasta encontrar la muerte. Su paraíso es Eterno. El hombre muere cuando pierde la Unitotalidad. Esperamos morir, conservándola por siempre todos juntos. Porque en mi Casita del Tepeyac lo daré a Cristo en todo mi amor personal, en mi auxilio, en mi salvación. Allí les escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores. Nican mopohua Bailando como María de Guadalupe y José. Con el Padre el Verbo y el Espíritu. Con Jesús, transfigurado en Él sin dejar de ser yo Sí mismo. Con todos los ángeles, los hombres y el cosmos. Al amanecer junto al Monte Tabor, atisbando hacia Nazaret Belén y Jerusalén. Celebrando la Eucaristía, rodeado de Flores, Danzas y Cantos. La Totalidad se ha hecho Nueva
    

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