domingo, 14 de abril de 2013


162. Amor Misericordia y Compasión en la Justicia de Dios: Mt 18, 23-35



    Siervo malvado, me suplicaste y te perdoné la deuda. Tú debías tener misericordia de tu compañero, como yo tuve misericordia de ti. La misericordia cambia nuestra perspectiva de Dios, de los hermanos y de la naturaleza. La Trinidad no sólo nos ama, haciéndonos el Bien, sino que por nuestros pecados su amor se hace misericordia, un Corazón que se conmueve ante nuestras indigencias; y compasión, un sentir Él lo que sentimos nosotros, y viceversa con audacia creatural. Viene en auxilio de nuestras miserias, se compadece de nuestras culpas y nos perdona. Jamás se cansará de perdonarnos, pero nosotros podemos cansarnos de confesarnos; sobre todo si nuestras caídas son reiterativas en la misma materia; y de no tener misericordia de nuestros hermanos y la naturaleza como Él la tiene de todos. Así empiezan y terminan los 74 instrumentos de las buenas obras. RB, 4 Amar a Dios de todo corazón y al próximo como a sí mismo. Retornar a estar en paz antes del ocaso con quien se haya tenido alguna discordia. Y nunca desesperar de la misericordia de Dios, et de Dei misericordia numquam desperare.
    Podemos reconocer que es Pascua en el Cuerpo del Resucitado o en su Cuerpo Eucarístico, pero no exclamar con san Benito ante el sacerdote que nos visita diciéndonos que hoy es Pascua, sé que es Pascua porque he sido digno de verte. Gregorio Magno, L.II Diálogos, I Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan. Jn 20, 19-23 Trento definió que con estas palabras Cristo instituyó el sacramento de la reconciliación, siéndole comunicada a los sacerdotes la potestad de perdonar y retener los pecados, cuando el fiel cristiano tiene contrición o detestación del pecado cometido y se con-vierte a Dios con el propósito de no pecar en adelante, o sea no volverse a apegar o con-vertirse a las creaturas de manera desordenada, yendo contra sus mandamientos; se confiesa ante los sacerdotes que son sus vicarios en este mundo; hace satisfacción por sus pecados conformándonos a Jesús, padeciendo con Él para ser con Él glorificados; Rm 8, 17  y recibiendo la absolución que es la forma esencial de este sacramento, Yo te absuelvo.
    La misericordia del perdón no es bromear con Dios, peco pues seré perdonado; o disolver la justicia estableciendo la impunidad de la corrupción del derecho, cosa que clama al cielo; o que los delitos, hechos ilícitos sancionados por la ley civil o canónica con una pena grave, no deberían ser castigados aunque se llegue, a veces, a perdonar con el corazón  y hasta indultar al delincuente en ciertos casos leves o necesitados de ayuda humanitaria.
    El Papa Francisco recibió el 5 de abril al obispo Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien dijo que en la audiencia, en la que se habían abordado diversos temas de competencia del Dicasterio, el Papa había recomendado en particular que la Congregación, prosiguiendo la línea deseada por Benedicto XVI, actuara con decisión en todo lo que se refiere a los casos de abuso sexual, promoviendo ante todo medidas de protección de los menores, ayuda para los que en el pasado han sufrido violencia, las medidas debidas hacia los culpables, el compromiso de las conferencias episcopales en la formulación y actuación de las directrices necesarias en este ámbito tan importante para el testimonio y la credibilidad de la Iglesia. El Papa ha asegurado que las víctimas de abusos están presentes, en su atención para con los que sufren, y en sus oraciones por ellos.
    No hay situación que Dios no pueda cambiar, ni pecado que no pueda perdonar, lo cual no significa que siempre desaparece la pena. De Dios nadie se burla. Se recoge lo que se siembra. El que siembra para satisfacer su carne, su pecado, de la carne recogerá sólo corrupción. El que siembra según el Espíritu, del Espíritu recogerá la Vida Eterna. Gal 6, 7-8 Dios es el Juez y la Justicia Infinita con Amor y Compasión. El amor humano es una madeja de contrariedades, es la infinita mutabilidad del mundo; las mentiras, el odio, incluso el asesinato, están entretejidos en él. Es el florecimiento de los opuestos, una rosa bellísima que huele a sangre. T. Kushner, *1956, The Illusion Si no lo purificamos y lo iluminamos con distinciones y donaciones de amor puro, equivocarenos el Camino; no habremos unido la parábola del Padre misericordioso y sus dos hijos, Lc 15, 11-32 con la del servidor malvado que estamos considerando.
    Aunque exista analogía, no podemos confundir el amor humano con el Dios que es Amor; y menos prendarnos de algunos de sus atributos y solapar otros. Si malinterpretamos la misericordia y caemos en la impunidad de los delitos cometidos, porque no se deberían por compasión aplicar penas y castigos justos, dejaríamos a las víctimas inocentes en manos de delincuentes peligrosos a quienes tenemos que llevar a juicio, sin juzgar su interioridad, Mt 7, 1-5 respetando sus derechos humanos, y ayudándolos para que encuentren el Camino de la Vida terrena y celestial. Dios nos sigue amando y quiere que todos los hombres se salven, reintegrándonos a la libertad. Jesús se identifica también con los encarcelados. 
    La Misericordia es Camino de transfiguración, integración y maduración, en el Resucitado. Signo de que puedo vivir sereno en una comunidad de pecadores perdonados, sanando y expiando nuestras heridas. Hemos roto los hielos y navegamos seguros en el Agua Viva hacia el Hogar de la Trinidad; por Gracia tengo misericordia de mi hermano, y de toda creatura, como el Padre la tiene de mí.

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