Blog 336. Paradoja sinodal, signos de contradicción en comunión misión participación, Mc 1, 14-15
Llamado Kerigma Metánoia transmentalidad conversión
Discipulado Catequesis Koinonía mente común con Jesús
Misión participativa Mistagogía Akolouthía seguimiento martirial
02. En su sentido etimológico conversación no indica un intercambio genérico de ideas, sino aquella dinámica en la que la palabra pronunciada y escuchada genera familiaridad, politéia, Platón, Πολιτεία, La República. Τὸ πολίτευμα ἐν οὐρανοῖς, Fil 3, 20. Conversatio morum suorum, RB, 58, 17 permitiendo a los diferentes participantes a intimar entre sí y lograr la mente común en Jesús Hombre Dios, no en líder humano alguno. La especificación en el Espíritu identifica al auténtico protagonista, el deseo de los que conversan tiende a escuchar su voz, que en la oración se abre a la libre acción de Aquel que, como el viento, sopla donde quiere. Jn 3, 8 Poco a poco, la conversación entre hermanos y hermanas en la fe abre el espacio para una convergencia, es decir, para escuchar juntos la voz del Espíritu que nos recuerda el Proyecto del Padre e ilumina la Palabra de Jesús. Lc 24, 13-35 No es conversación en el Espíritu si no hay un paso adelante en una dirección precisa, a menudo inesperada, que apunta a una acción concreta, pasando de la confusión a la armónica sinfónica claridad propio de la Virgen Presurosa. No sabemos, por supuesto, si esta dinámica será asumida por los participantes en el sínodo, quienes pueden tener otras procedimientos para las crisis, persecuciones y logros que enfrentamos.
https://drive.google.com/file/d/1IB8jBlLItGj-vh1Hs2blwI3_8zD0wJN-/view?usp=sharing
03. Este
método de discernimiento eclesial, la conversación en el Espíritu, tiene ocho
pasos. 1. Confiándose al Padre, conversando en silencio orante
con el Señor Jesús y escuchando al Espíritu Santo, cada uno prepara su propia
aportación acerca de la cuestión de la que está llamado a discernir. 2.
Silencio, oración y escucha de la Palabra de Dios. 3. Cada uno toma
la palabra a partir de su propia experiencia y oración y escucha con atención
la contribución de los demás. 4. Silencio y oración. 5. Hacer
espacio a los demás, pasar del yo al nosotros y a los Otros Tres. Cada uno
comparte, a partir de lo que han dicho los demás, lo que más le ha resonado o
lo que más resistencia le ha suscitado, dejándose guiar por el Espíritu Santo y experimentando cómo le arde el corazón en el pecho. 6. Silencio y oración. 7.
Construyendo y dialogando juntos a partir de lo que ha surgido para
discernir y recoger el fruto de la conversación
en el Espíritu. Reconocer intuiciones y confluencias, identificar
discordancias, obstáculos y nuevas preguntas, dejar que surjan voces
proféticas. Importante que todos puedan sentirse representados por el resultado
del trabajo. Al final ver qué pasos nos llama a dar juntos el Espíritu Santo. 8.
Oración final de agradecimiento.
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04. Por consiguiente, la conversación
en el Espíritu puede describirse como una oración compartida con vistas a
un discernimiento comunitario, para el que los participantes se preparan
mediante reflexiones y meditaciones personales. Se regalan una palabra meditada
y alimentada por la Trinidad en la Iglesia y el mundo. No una opinión
cualquiera improvisada sobre la marcha. Una palabra que no olvida que todos
necesitamos liberarnos del pecado para convertirnos en nuevas creaturas, y buscar la edificación del Reino de las
Bienaventuranzas. Mantener toda la vida de Jesús orientada desde el seno de
María hasta su Hora en que su ser Mediador y Redentor alcanzará su plena
eficacia, cuando muriendo cada día seamos transfigurados de gloria en gloria
por el Espíritu del Señor. 2 Cor 3, 18 Purificando el ojo de su corazón, por la intención recta y las virtudes,
para poder contemplar a Jesús Transfigurado sobre el Tabor. El cuerpo de Cristo
deificado por su unión con el Verbo, apareció durante instantes, radiante de
Luz. Los vestidos que lo recubrían participaban de la gloria de su cuerpo, del
mismo modo que éste participaba del esplendor de su Divinidad, ya que Tabor en
hebreo significa Luz Naciente, אוֹר תב. Pedro el Venerable. 1092-1156. No les hicimos
conocer el poder y la venida de Jesús con mitos engañosos, σεσοφισμένοις μύθοις
o captiosas fabulas, sino como testigos oculares en la Santa Montaña. 2
Ped 16-18
https://drive.google.com/file/d/1u-dl4wCPveL7FIRT2m-voFCZtyq2LilI/view?usp=sharing
05. La
dinámica entre los participantes articula tres etapas
fundamentales. La primera está dedicada a que cada uno tome la palabra a
partir de su propia experiencia releída en la oración durante el tiempo de
preparación. Los demás escuchan sabiendo que cada uno tiene una valiosa
aportación que ofrecer, sin entrar en debates ni discusiones. La insistencia en
hacerlo todo desde la adquisición del Espíritu Santo, que nos diviniza
con su Gracia y en Cristo nos hace entrever el Plan del Padre, nos recuerda a
san Serafín de Sarov, 1759-1832 en su Conversación
con Motovilov. 1903 El verdadero objetivo de la
vida cristiana está en la adquisición del Espíritu del Padre. En tanto que la
oración, el ayuno y la limosna con otras acciones virtuosas, hechas en el Nombre
de Cristo, no son sino medios para adquirirlo. Pero esta época en que vivimos
ha llegado a tal tibieza en la fe que la adquisición de la gracia del Espíritu,
tan clara en la Biblia, les parece inexplicable. Incomprensión que viene del
hecho que bajo el pretexto de la cultura y de la ciencia nos estamos sumiendo
en la oscuridad de la ignorancia de lo sobrenatural. Entonces el Padre Serafín
me tomó por los hombros y dijo, los dos estamos, en la plenitud del Espíritu
Santo. Por qué no me miras. No puedo mirarte Padre, brotan rayos de tus ojos y
tu rostro está más luminoso que el sol. Tú también estás luminoso como yo, de
otro modo nunca podrías verme.
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06. El silencio y la oración
ayudan a preparar la segunda etapa, en la que se invita a cada persona a
abrir en sí misma un espacio para los demás y para las Tres Personas de la Otredad
Increada. De nuevo, cada uno toma la palabra, no para reaccionar y
contrarrestar lo que se ha escuchado, reafirmando su propia posición, sino para
expresar lo que durante la escucha le ha conmovido en profundidad y por lo que
se siente interpelado con más fuerza. Las huellas que la escucha de las hermanas
y hermanos producen en la interioridad de cada uno son el lenguaje con el que
el Espíritu Santo hace resonar su propia voz, cuanto más se haya alimentado
cada uno de la meditación de la Palabra y de los Sacramentos, creciendo en la
familiaridad con el Señor, tanto más podrá reconocer el sonido de su voz. Jn 10, 14. 27 Gracias también al
acompañamiento del Magisterio y de la teología. Asimismo, cuanto más capaces
sean los participantes de prestar atención a lo que dice el Espíritu, más
crecerán en el sentir de Cristo que nos envía de dos en dos.
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07. La tercera etapa, de nuevo en un clima de oración y bajo la guía del Espíritu Santo, es identificar los puntos clave que han surgido y construir un consenso sobre los frutos del trabajo común, que cada uno se sienta fiel al proceso y representado. No basta con elaborar un informe en el que se enumeren los puntos más citados, sino que es necesario un discernimiento que preste atención también a las voces marginales y proféticas y no pase por alto la importancia de los puntos en los que surgen desacuerdos. El Señor es la piedra angular que permitirá que la construcción se mantenga en pie, y el Espíritu, maestro de acuerdos, ayudará a pasar de la confusión a la consonancia sin parlamentarismo.
08. Una Iglesia sinodal no es homogeneidad que quitaría la singularidad de cada cristiano, pero tampoco catolicidad sin Unitotalidad. Se alimenta sin cesar del Misterio que celebra en la liturgia, cumbre a la cual tiende su actividad y fuente de donde mana toda su fuerza, SC, 10 y en particular de la Eucaristía. Teniendo en cuenta la importancia de la conversación en el Espíritu para animar la experiencia de la sinodalidad, la formación en este método, en particular de animadores capaces de acompañar a las comunidades a practicarlo, se percibe como una prioridad en todos los niveles de la vida eclesial y para todos los bautizados. Comenzando por los ministros ordenados en una actitud de corresponsabilidad y apertura a las diferentes vocaciones eclesiales. En la Iglesia no puede haber la asimetría entre los señores y los sirvientes de la mansión victoriana. F.V. Dawes, Nunca delante de los criados. Retrato de la vida arriba y abajo
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09. Esta formación es un
medio indispensable para hacer del modo de proceder sinodal un modelo pastoral
para la vida y la acción de la Iglesia, cuyo servicio ministerial en el
discernimiento es esencial. Necesitamos una formación integral, inicial
permanente y vital, para todos los miembros del Pueblo de Dios. Es necesario
estructurar propuestas adecuadas de formación en el camino sinodal dirigidas a
todos los fieles. En particular cuanto más se está llamado a servir a la
Iglesia, tanto más se debe sentir la urgencia de la formación en obispos,
presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, y todos los que ejercen un servicio
laical, necesitan formación para renovar los modos de ejercer la autoridad y
los procesos de toma de decisiones en clave sinodal, para aprender cómo
acompañar todo discernimiento comunitario y la conversación en el Espíritu.
Los candidatos al ministerio ordenado deben formarse en un estilo y mentalidad
sinodales. La promoción de una cultura sinodal implica la renovación
del actual currículo de los seminarios y de la formación de los formadores y de
los profesores de teología, de manera que exista una orientación más clara y
decidida hacia una vida de comunión, misión y participación. La formación para
una espiritualidad sinodal está en el corazón de la renovación de la Iglesia. CTI, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, 2018
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10. San
Antonio del desierto al retornar de Alejandría
donde buscaba morir mártir, sin lograrlo, en la persecución de Maximino en el
311 decide ser Mártir en su conciencia, luchando las batallas de la
obediencia de la fe con la ascesis monástica que lo configura con Cristo. San Atanasio, Vita Antonii, 47, 366. E. Malone, The Monk and the
Martyr, 1956. T. Spidlik, Questions
monastiques en Orient, 1999. San Benito retoma esta
tradición monástica. RB, 5 y 7, 35. Tacite
conscientia patientiam amplectatur. Alli está el
martirio o testimonio fundamental de la vida monástica, en la Metánoia de
nuestra conciencia pecadora a la Complejidad Conciencia Cristológica en
Koinonía y Akolouthía de Jesús y su Iglesia, porque la voluntad del Padre se
ejecuta por sus dos manos la del Logos Sarx y la Energía del Pneuma, San Ireneo de Lyon, sin dejar
de lado el papel esencial de la sana autoridad para hacer crecer con el poder
de decidir y salvar, propio de la jerarquía. Debemos siempre tener para
en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia
jerárquica así lo determina, creyendo que entre Christo nuestro Señor, Esposo,
y la Iglesia su esposa, es el mismo Espíritu que nos gobierna y rige para la
salvación de nuestras almas, porque por el mismo Espíritu y Señor nuestro, que
dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra santa madre Iglesia. Ignacio de Loyola, 13 regla. Parece salir al encuentro de los iluminados del sXVI que tenían una
tendencia montanista. Montano desde el 156 predica la era del Espíritu
en la Iglesia, y él como su enviado, suplantando el Depositum fidei la Tradición Biblia Magisterio
desde Jesús y los apóstoles. En vida fue combatido por el papa Sotero, 166-175, luego de su muerte sus enseñanzas serán
desautorizadas por el papa Ceferino, 199-207 Eusebio de Cesarea, 263-339 dice que tenía una insaciable sed de liderazgo y se olvidaba de los falsos
profetas. 1 Jn 4, 1-6 Habría que recordar también al movimiento de los espirituales
dentro del franciscanismo naciente.
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11. Cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro interior para recibir los más hermosos regalos del Señor. Cada vez que nos encontramos con un ser humano en la fe esperanza y amor, quedamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios. Cada vez que se nos abren los ojos para reconocer al otro, se nos ilumina más la fe para reconocer al Otro Absoluto. Este es el don que recibe quien se deja implicar en una conversación en el Espíritu. En situaciones concretas no será posible seguir este esquema, sino que habrá que adaptarlo. A veces es preciso dar prioridad a que cada uno tome la palabra y escuche a los demás. En otras circunstancias, a poner de relieve los vínculos entre las distintas perspectivas, buscando lo que hace arder el corazón en el pecho. En otras, aún, a explicitar un consenso y trabajar juntos para identificar la dirección en la que uno se siente llamado por el Espíritu a ponerse en movimiento. Pero, más allá de las oportunas adaptaciones concretas, la intención y el dinamismo que unen los tres pasajes son y siguen siendo característicos del modo de proceder de una Iglesia sinodal. La formación en la conversación, en particular de animadores capaces de acompañar a las comunidades a practicarlo, se percibe como una prioridad en todos los niveles de la vida eclesial y para todos los bautizados. Comenzando por los ministros ordenados en un espíritu de corresponsabilidad y apertura a las diferentes vocaciones eclesiales. La formación para la conversación en el Espíritu necesita contemplación estudio y pastoral que no son tres operaciones separadas, sino un único acto en el que convergen inteligencia oración y contacto con la realidad. El discernimiento es el centro del proceso sinodal. La Verdad es Logos y crea Diálogos o Koinonía del Espíritu para tener el sentir de Cristo. Fil 2, 1-11 La actitud esencial en el diálogo sinodal es la humildad que propicia la obediencia de cada uno a la voluntad de Dios y la recíproca obediencia en Cristo Hijo Esclavo obediente al Padre en el Espíritu hasta la muerte clavado en la Cruz. RB, 3.7.72El fundamento de la obediencia de Jesús es el Misterio de su filiación divina, de su Conciencia Filial disponible en las manos del Padre. Cor Iesu, Filii Patris aeterni. Cor Iesu, usque ad mortem oboediens factum. I. de La Potterie, El Misterio del Corazón Traspasado
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12. La misión, indisoluble de la comunión eclesial, es aquella partecita distinta por su irreductible originalidad, que no rompe la unidad y toca a cada uno entregar para que se cumpla, caminando juntos, el acuciante último pedido de Jesús Resucitado, πορευθέντες εἰς τὸν κόσμον ἅπαντα κηρύξατε τὸ εὐαγγέλιον πάσῃ τῇ κτίσει. Mc 16, 15 En el Bautismo, el cristiano establece un nuevo vínculo con Cristo y, en Él y por Él, con todos los bautizados, con todo el género humano y con toda la creación. Hijas e hijos del único Padre, ungidos por el Espíritu, en virtud de compartir el mismo vínculo con Cristo, los bautizados se donan unos a otros como muchos miembros de un único Cuerpo Místico de Cristo, 1 Cor 12, 13-31 en el que gozan de igual dignidad. Gal 3, 26-28 Lanzar con más ímpetu la misión evangelizadora es lo más importante del sínodo, ἐγώ σε ἐδόξασα ἐπὶ τῆς γῆς τὸ ἔργον τελειώσας ὃ δέδωκάς μοι ἵνα ποιήσω. Jn 17, 4 Cada cual tiene sus asperezas que habrá que limar y sus dones jerárquicos, consagrados o laicales, comunes o carismáticos que habrá que potenciar. La primera contribución que cada uno puede hacer es discernir los signos de los tiempos, para mantener la conciencia de la misión en sintonía con el soplo del Espíritu. Todos los puntos de vista tienen algo que aportar a este discernimiento, empezando por el de los pobres y excluidos, caminar junto a ellos no significa sólo asumir sus necesidades y sufrimientos, sino también aprender de ellos como ellos aprenden y reciben de los humildes ricos e incluidos que se compadecen en sus entrañas y corren a ayudarlos cual buenos samaritanos.
La evangelización incluye el kerigma la catequesis y la mistagogía que tienen por Centro al Resucitado caminando y conversando en el Espíritu con los discípulos de Emaús. Si la Iglesia es signo de unidad de todos los seres humanos en relación con la naturaleza, esa unidad aún no se ha alcanzado, ni siquiera entre los cristianos, pero no es un extra opcional sino la voluntad inequívoca del Señor. Sin embargo, cualquier expresión de unidad podría convertirse en opresiva. En el documento preparatorio del próximo Sínodo, algunos ven a la Iglesia universal como una imposición a las culturas locales, una forma de colonialismo. La universalidad aparece a la vez necesaria e imposible. Si perdemos nuestra identidad corremos el riesgo de asimilarnos al mundo. Si nos centramos demasiado en la identidad y dejamos de lado los inmensos desafíos que nos ponen las diferentes posiciones de los cristianos y el mundo, corremos el riesgo de convertirnos en una secta. De cara al Sínodo de octubre es importante palpar que los diferentes grupos se necesitan unos a otros, somos la fuerza del otro, no somos opuestos, ambos somos una ventaja y podemos aprender los unos de los otros. T. Radcliffe, Rijeka, II Edición de los Encuentros Teológicos del Mediterráneo, 2023
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13. La participación en responsabilidad y autoridad. Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad de manera concreta a cada paso del camino y del obrar, promoviendo la implicación y participación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos abstractos. La cuestión de la autoridad y del poder de decisión, su significado y el estilo de su ejercicio dentro de una Iglesia sinodal, se plantea en la línea de los parámetros derivados de la mundanidad, o en la del servicio. Entre ustedes no debe suceder así, quien quiera ser grande que se haga servidor de todos. Mt 20, 26 El Señor nos lava los pies para que hagamos nosotros lo mismo. Jn 13, 15 El término autoridad indica la capacidad de hacer crecer, el servicio a la originalidad personal de cada uno, el apoyo a la creatividad y no un control que la bloquea, el servicio a la construcción de la libertad de la persona y no un cordón que la mantiene atada.
Hay que sostener la dinámica de la participación en el tiempo por la formación. Instituciones y estructuras no bastan para hacer sinodal a la Iglesia. Son necesarias una cultura y una espiritualidad pastoral sinodal, animadas por un deseo de conversión del pecado que nos asedia a todos, y sostenidas por una adecuada formación. No limitada a la actualización de contenidos, sino con un alcance integral, afectando a todas las capacidades y disposiciones de la persona, orientación misionera, capacidad de relacionarse y de construir comunidad, disposición a la escucha espiritual y familiaridad con el discernimiento personal y comunitario, paciencia, perseverancia y parresía.
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La formación, insistimos, es un medio indispensable para
hacer del modo de proceder sinodal un modelo pastoral para la vida y la acción
de la Iglesia. Ningún bautizado puede sentirse
ajeno a este compromiso. En particular cuanto más se está llamado a servir a la
Iglesia, tanto más se debe sentir la urgencia de la formación, obispos,
presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, y todos las y los laicos que
ejercen un servicio necesitan formación para renovar los modos de ejercer la
autoridad y los procesos de toma de decisiones en clave sinodal, y para
aprender cómo acompañar el discernimiento comunitario y la conversación en el
Espíritu y en la Iglesia. Los candidatos al ministerio ordenado deben formarse
en un estilo y mentalidad sinodales. La promoción de una cultura de la
sinodalidad implica la renovación del actual currículo de los seminarios y de
la formación de los formadores y de los profesores de teología, de manera que
exista una orientación más clara y decidida hacia la formación a una vida de
comunión, misión y participación. El enamoramiento de Jesús Dios en la
Eucaristía, Único Hombre Perfecto y Nuevo en Sinodalidad, Blog 327. Orando
al Resucitado hacia la sinodalidad y la ecosostenibilidad y la formación para una
espiritualidad sinodal están en el corazón de la renovación de la Iglesia. Iesu, quem
velatum nunc aspicio. Oro fiat illud quod tam sitio. Ut te revelata cernens
facie. Visu sim beatus tuae gloriae. Tomás de Aquino
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14. Un esfuerzo similar dirigido a renovar
el lenguaje utilizado por la Iglesia en la liturgia, en la predicación, en la
catequesis, en el arte sacro, así como en todas las formas de comunicación,
también para los nativos digitales, tanto a los fieles como al público en
general, también a través de los medios de comunicación nuevos y antiguos. Sin
mortificar ni degradar la profundidad del Misterio que la Iglesia anuncia ni la
riqueza de su Tradición, la renovación del lenguaje debe orientarse a hacerlos
accesibles y atractivos a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sin
representar un obstáculo que los mantenga alejados. La inspiración de la
frescura del decir evangélico, la capacidad de inculturación que exhibe la
historia de la Iglesia y las prometedoras experiencias en marcha, también
digitales, invitan a proceder con confianza, respetando las evidencias y los
cuestionamientos creativos que vendrán. Es una decisión de crucial importancia
para la eficacia del anuncio del Evangelio, la meta a la que aspira con largos
y cortos plazos, sin inhibiciones ni miedos a la falibilidad corregible o
subsanable, Oppenheimer
de Ch. Nolan, una Iglesia
sinodal misionera. El sínodo sobre la sinodalidad quizás sea el evento más
importante luego del Concilio Vaticano II, porque representa el inicio de un
proceso de rearticulación de la hermenéutica conciliar a la luz de una nueva
recepción de la Eclesiología del Pueblo de Dios. Se busca situar el
capítulo II de la Lumen Gentium como el criterio normativo que resignifica la
identidad y misión de todos los sujetos eclesiales, y en consecuencia las
relaciones, las dinámicas comunicativas y las estructuras para una Iglesia
sinodal cuyo reto es el de lograr un nuevo modelo teológico institucional para
el tercer milenio. R. Luciani No perimiendo que si la sinodalidad
es esencial a la Iglesia, no lo es este método que ahora hemos utilizado, sino varios
otros. De facto no hemos podido consultar a todos sino a una minoría de los
1.300 millones de católicos.
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15. Además, no olvidemos que la sinodalidad no es el único medio para salir al encuentro del Misterio de Cristo el ser humano y la ecología, menos que será fácil sin un saludable trascender a la Trinidad, estilo teólogos místicos poetas. Juan de la Cruz preso a los 35 años en un retrete excavado en una muralla de Toledo, entre 1577 y 1578, llagado por los latigazos semanales, cadavérico a pan agua y una sardina por día, comido por los piojos, los insectos, la mugre y el insoportable mal olor de sus excrementos que le producía vómitos, sin que le permitieran jamás celebrar Misa, comenzó a escribir. En el principio moraba. El Verbo y en Dios vivía. En quien su felicidad infinita poseía. Y luego. Entreme donde no supe. Y quedeme no sabiendo. Toda ciencia trascendiendo. Y si lo queréis oír. Consiste esta suma sciencia. En un subido sentir. De la divinal Esencia. Es obra de su Clemencia. Hacer quedar no entendiendo. Toda sciencia trascendiendo. Cuanto más alto se sube. Tanto menos se entendía. Que es la tenebrosa nube. Que a la noche esclarecía. Distinción entre el saber y el sabor, entre los esquemas intelectuales del saber de la ciencia teológica y el saborear metacientífico de la experiencia o el palpar místico de la Luz Tabórica, a la Nube del no saber para saborear. Complex intuitio Gratiae Trinitatis en interpenetración de ternura viviente y personal con las Tres Personas indesligables de la caricia a su creación percibida en su incipiente transfiguración. Fray Juan traía siempre su alma dentro de la Santísima Trinidad, y allí quería Jesús que la trajera. Cuatro siglos antes decía Guillermo de Saint Thierry. Responde Jesús a los que a ti tendemos y anhelamos, Rabbí, dónde habitas. Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí, ustedes en Mí y Yo en ustedes. El lugar de Jesús es el Padre, y el lugar del Padre es Jesús, como también nosotros somos tu lugar y Tú el nuestro. VI Meditación Por este lugar estás localizado. Pero esta localización es más alta y secreta que toda ausencia de localización, ya que esta localización es la Unidad del Padre y el Hijo, en el Espíritu, la consubstancialidad de la Trinidad. Oración
Lo principal es aprender a tener ternura por la Madre Iglesia. No sólo somos hijos de Dios en el Hijo Único sino hijos de la Iglesia su Cuerpo. Antes de pertenecer a la vida clerical o consagrada pertenecemos a nuestra Diócesis y a la Iglesia Universal. Sin dejarnos escandalizar por su fenomenología cargada de pecadores y sin al mismo tiempo unir lo fenoménico visible al Misterio Invisible de su indisoluble unión con Jesús y la Trinidad, quienes no se identifican con la Iglesia de pecadores ya que la sobrepasan al Increado Infinito. Por eso la Iglesia que nos acoge a todos los pecadores en su seno tiene necesidad de conversión purificación y renovación, acompañando a los viciosos paso a paso en su camino de liberación del pecado. Sin depender de lo que Ella nos pueda dar, sino de lo que cada uno en comunidad le dé a esa Esa Esposa de Jesús y de cada sacerdote. A esa Mujer, cuyo miembro más importante es la Inmaculada Resucitada y elevada al Cielo anticipo e imagen de la perfección que alcanzará Iglesia, Misal Romano que ya nos ha dado todo al darnos la Totalidad de Cristo.
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16. El ministerio eclesiástico, de institución divina, es ejercido en diversos órdenes por aquellos que ya desde la Biblia vienen llamándose obispos, presbíteros y diáconos. Este ministerio ordenado debe ser para todos un testimonio vivo de comunión obediencia y servicio en la lógica de la gratuidad evangélica. En la Iglesia todos obedecemos, lo que no pocas veces nos ocasionará aprender sufriendo lo que es obedecer, Heb 5, 8 siguiendo la obediencia filial del Hijo al Padre, no para hacer nuestra voluntad sino la de quien nos envía. Jn 6, 38 Obispos presbíteros y diáconos, y todo otro superior obedeciendo al Espíritu y a la Iglesia, deberán ejercer su ministerio con estilo sinodal, reconociendo y valorando los carismas presentes en la comunidad, animando y acompañando los procesos de asunción comunitaria de la misión, incluso la tan especial de la vida monástica, garantizando decisiones en línea con el Evangelio y en la escucha del Espíritu Santo. Habrá que renovar la sinodalidad servicial del obispo de Roma, de los demás obispos presbíteros y diáconos de hoy y los programas de los seminarios, para que tengan una orientación más sinodal en contacto con el Pueblo de Dios, la fraternidad universal y la ecología. El clericalismo y la mundanidad, tanto del clero como de los laicos, aísla, separa y debilita una Iglesia sana y por entero ministerial. Sin dejar de lado a la IA al servicio de la sinodalidad mundial. IA, herramienta utilísima ahora en pañales, que aun supere la humana abriéndonos nuevos horizontes cooperando con el hombre, ayudándolo nunca destruyéndolo, y bien diseñada controlada en colegialidad sin caer en la ingenuidad. Pues la IA puede tener un potencial disruptivo con efectos ambivalentes. De ahí la necesidad de estar vigilantes y de trabajar para que en su producción y uso no arraigue una lógica de violencia y discriminación, a expensas de los más frágiles y excluidos, las injusticias y desigualdades alimentan conflictos y antagonismos. Una Iglesia inclusiva, abierta a todos, donde todos caben para que todos tengamos la oportunidad de escuchar el kerigma la catequesis y la mistagogía. Convirtiéndonos más y más al tener comunión con la Mente de Jesús que viene a buscar a los pecadores salvándonos al destruir nuestros pecados, haciéndolos huir de las modas frívolas farandulescas. A. Laje, Generación idiota. Una crítica al adolescentrismo, 2023 Y convertirnos en sus seguidores misioneros martiriales hacia la Bienaventuranza del Evangelio Eterno. Él quiere para Sí una Iglesia esplendente, sin mancha ni arruga y sin defecto alguno, santa e inmaculada parecida a su y nuestra Madre de la Divina Gracia. Ef 5, 27
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